All language subtitles for Peter Brook - The tragedy of Hamlet spa

Si esta carne demasiado s�lida

pudiera fundirse,

derretirse

y disolverse en roc�o.

Si el Eterno,
por mandamiento,

no hubiera prohibido
que uno se matara...

Oh, Dios.

Dios.

�Qu� fatigosas, rancias,

�ins�pidas y est�riles

�me parecen
todas las costumbres de este mundo!

�Qu� asco!

Es un jard�n sin escardar,
ya espigado.

Una naturaleza espesa y grosera

lo habita sola.

�Haber llegado a esto!

Muerto hace s�lo dos meses.

No, �ni siquiera dos!

Un rey tan excelente,
que era al lado de �ste

lo que Hiperi�n a un s�tiro.

Amaba tanto a mi madre

que no dejaba al viento
rozar su cara con demasiada rudeza.

Cielo, tierra,
�tengo que recordar?

Fragilidad,

tu nombre es mujer.

Un mes apenas... Ni siquiera
estaban gastados los zapatos

con que sigui� el cuerpo
de mi padre.

Como N�obe, llena de l�grimas...

Ella, ella misma...

Una bestia sin uso de raz�n

habr�a llevado luto m�s tiempo.

Casada con mi t�o.

El hermano de mi padre,

pero no m�s parecido a mi padre
que yo a H�rcules.

En menos de un mes,

cuando la sal
de sus falsas l�grimas

a�n enrojec�a sus ojos irritados,
se casaba.

Prisa perversa,
�entrar con tanta ligereza

�en s�banas incestuosas!

Eso no est� bien,
nada bueno saldr� de ello.

�Vuestra Alteza!

Me alegro de verte bien, Horacio,

si no tengo mala memoria.

�I mismo, se�or,
por siempre vuestro servidor.

Mi buen amigo...
Prefiero ese t�tulo.

�Qu� haces lejos de Wittenberg?

Aqu� vas a aprender a beber.

Vine al funeral de vuestro padre.

No te burles de m�, amigo.

Viniste a la boda de mi madre.

De hecho, lo sigui� de muy poco.

Hay que ahorrar, Horacio.

Las carnes asadas del funeral
sirvieron de fiambres en la boda.

Antes ver en el cielo
a mi peor enemigo

�que vivir ese d�a!

Horacio, mi padre...

Me parece ver a mi padre.

�D�nde, se�or?

En mi imaginaci�n, Horacio.

Lo vi una vez.

Era un gran rey.

Era un hombre.
Todo bien mirado,

no volver� a ver a nadie como �l.

Se�or, creo que lo vi anoche.

�Que viste a qui�n?

Al rey, vuestro padre.

�AI rey, mi padre?

Templad vuestra sorpresa
y prestad un o�do atento

al relato de este prodigio.

�Habla, por Dios!

En el vac�o de la medianoche,

aparece la figura de vuestro padre,

lenta y majestuosa, ante m�.

Conoc�a a vuestro padre.

Como estas manos.

� Viste su rostro?

S�, se�or.

�Frunc�a el ce�o de enojo?

Parec�a m�s bien triste.

-�P�lido, encendido?
-Muy p�lido.

-�Fij� la mirada en ti?
No ces�.
-

-�Hablaste con la figura?
No contest�.
-

Por un momento,
pareci� levantar la cabeza

y se acerc�
como si quisiera hablarme.

Pero el gallo del alba cant�.

Ante ese sonido,
la figura se desvaneci� de mi vista.

Qu� extra�o.

Como que vivo,
mi honorable se�or, es cierto.

Ojal� hubiera estado all�.

Os habr�a asombrado.
-
Te creo.
-

-Quiz� vuelva.
-Estoy seguro.

Si toma el aspecto
de mi noble padre,

le hablar�,

aunque el mismo infierno
se abra y me mande callar.

Se�or, ah� viene.

�ngeles y ministros de la gracia,
�defendednos!

Seas esp�ritu del bien
o demonio condenado,

traigas contigo auras del cielo
o r�fagas del infierno,

deseos malignos o caridad,

llegas en forma
tan misteriosa que...

quiero hablarte.

Te llamo...

Hamlet...

Rey...

Padre, monarca dan�s...

Dime por qu� t�,
cuerpo sin vida,

retornas bajo el fulgor de la luna

horrorizando la noche.
Juguetes de la naturaleza,

nos estremeces
con terribles pensamientos

fuera del alcance de nuestras almas.
�Por qu�?

�Con qu� fin?
�Qu� debemos hacer?

Esc�chame.

Casi ha llegado la hora

en que he de retornar
al tormento de las llamas de azufre.

-�Pobre espectro!
-No me compadezcas.

Presta grave atenci�n
a lo que te voy a revelar.

Habla, he de escucharte.

Y has de vengarme

cuando me hayas o�do.

�Qu�?

Se ha dicho
que durmiendo yo en mi vergel,

me mordi� una serpiente.

Los o�dos de Dinamarca

fueron enga�ados
con ese falso relato de mi muerte.

Pero has de saber,
noble joven,

que la serpiente
que quit� la vida a tu padre

lleva hoy su corona.

�Oh, prof�tica alma m�a!

�Mi t�o?

Esa bestia incestuosa, ad�ltera,

con ingenio de brujo,
con dones de traidor...

�malvado el ingenio y los dones,
que as� consiguen seducir!

...gan� a su lujuria vergonzosa

la voluntad de mi reina,
que tan virtuosa parec�a.

Ser� breve.

Dorm�a en mi vergel,

como sol�a hacer por las tardes.

En esa hora de quietud,
tu t�o entr� furtivo

con una ampolla
de jugo de bele�o maldito

y verti� en el hueco de mis o�dos
el leproso licor

cuyo efecto es tan enemigo
de la sangre humana

que corre r�pido como el azogue

por los conductos del cuerpo,

y con repentino vigor,

cuaja y corta,
como gotas �cidas en la leche,

la sangre fluida y sana.

Lo hizo con la m�a.

As�, mientras dorm�a,

y por la mano de un hermano,

mi vida, mi corona y mi reina

me fueron arrebatadas, arrancadas,

en la flor de mis pecados.

Sin confesi�n,
enviado a responder

de todas las faltas
que pesaban sobre m�.

�Horrible, m�s que horrible!

Si queda algo de naturaleza en ti,

no lo toleres.

No dejes
que el t�lamo real de Dinamarca

sea lecho de lujuria

y de criminal incesto.

Pero, como quiera
que procures hacerlo,

no ensucies tu conciencia,

no permitas que tu alma
trame nada contra tu madre.

Encomi�ndala al cielo

y a las espinas
que en su pecho se alojan

para punzarla y desgarrarla.

Adi�s.

Recu�rdame.

�Oh, huestes del cielo!

�Tierra!

�Qu� m�s?

�A�adir� el infierno?

�Verg�enza!

Aguanta, coraz�n m�o,

y vosotros, mis nervios,
no envejezc�is de repente,

mantenedme en pie.

�Recordarte?

S�, pobre espectro,

mientras quede memoria
en esta esfera desorbitada.

�Recordarte?
De las tablas de mi memoria,

borrar� todos los recuerdos
vanos y triviales,

todos los dichos de los libros,
todas las formas,

todas las impresiones pasadas
grabadas all� por mi juventud.

Tu mandato solo vivir�

en el libro
y el volumen de mi cerebro,

sin mezclarse con materia vulgar.

�Mujer perversa!

�Villano!

�Sonriente y maldito villano!

�Se puede sonre�r y ser un villano!

Al menos, as� sucede en Dinamarca.

As� que, t�o,

ah� est�s.

Ahora,

a mi lema.

Es: "Adi�s, adi�s, recu�rdame."

Lo he jurado.

�Tra�is noticias, se�or?

Prodigiosas.

�Decidme!

No, que lo contar�s.

�Yo no, se�or!

�Qui�n pudiera creerlo!
�Callar�s?

S�, por el cielo.

No vive un villano en toda Dinamarca

que no sea adem�s un brib�n.

No hace falta un espectro
para decirnos eso.

Es cierto.
As� pues, sin m�s ceremonias,

digo que nos demos la mano
y nos separemos.

Por mi parte, ir� a rezar.

Son palabras intempestivas.

Lamento que te ofendan, de verdad.

-No hay ofensa, se�or.
-�S� que la hay, Horacio!

�Y ofensa grande!
Esa aparici�n...

Es un espectro honrado,

permite que te lo diga.

Tu deseo de saber
qu� hay entre nosotros... Repr�melo.

Ahora, amigo...

Conc�deme un favor.
-
-�Qu� es? Lo har�.

Nunca reveles lo que has visto.

-No lo har�, se�or.
J�ralo.
-

�Jura/

�Eres t� quien lo dices?

�Qu� extra�o prodigio!

Como a un extra�o,
dale pues, la bienvenida.

Hay m�s cosas en el cielo
y la tierra, Horacio,

que cuantas se sue�an

en tu filosof�a.

Pero ven.
Que el cielo te ampare.

Por muy rara y extra�a
que parezca mi conducta,

no muestres nunca
que sabes algo de m�. �Jura!

Gracia...

Gracia...
-
Y merced...
-

Cuando m�s os necesite,

ayudadme.

Descansa.

Descansa, mente perturbada.

Buen amigo,

con todo mi amor,
me encomiendo a ti.

Lo que un pobre hombre
como Hamlet pueda hacer

para expresarte su amor y amistad

no te faltar�, si Dios quiere.

Pon los dedos en los labios,
te lo ruego.

Los tiempos est�n desquiciados.

Suerte maldita,
�haber nacido yo para enderezarlos!

T� Hamlet, deudo m�o

y tambi�n hijo.

Algo menos que allegado,
y m�s que alejado.

�Todav�a las nubes
se ciernen sobre ti?

No es eso,
es que estoy demasiado al sol.

Mi buen Hamlet,

abandona ese color nocturno y mira

como amigo al rey de Dinamarca.

No sigas con los p�rpados bajos

buscando a tu noble padre
entre el polvo.

Sabes que es lo com�n:
todo lo que vive ha de morir,

llevado por la naturaleza
hacia la eternidad.

-S�, mi se�ora, es lo com�n.
-Si es as�,

�por qu� te parece tan particular?

�Parece, se�ora?

No, lo es.

No conozco "parece".

No es s�lo mi capa entintada,
buena madre,

ni el traje obligado
de solemne negro,

ni el soplo violento
de un suspiro forzado

ni el abundante r�o de l�grimas
en los ojos,

ni la expresi�n abatida del rostro,

ni todas las formas, modos
y figuras del dolor,

los que pueden
descubrirme realmente.

Todo eso no es m�s que "parecer",
acciones que se interpretan.

Pero...

Io que tengo dentro

va m�s all� de la apariencia.

El resto son los atav�os del dolor.

Ten�is una naturaleza loable y dulce

para rendir a vuestro padre
ese homenaje.

Pero sab�is que vuestro padre
perdi� a su padre,

y ese padre perdido perdi� al suyo.

El sobreviviente,
por obligaci�n filial,

muestra por un tiempo su tristeza.

Pero perseverar en un luto obstinado

es una conducta de imp�a terquedad,

un pecado contra los muertos
y la naturaleza,

algo absurdo para la raz�n,
cuya ley com�n

es la muerte de los padres,

y que siempre grita
desde el primer cad�ver

hasta el muerto de hoy mismo:

"As� debe ser".

Os lo rogamos,
arrojad a la tierra ese vano dolor

y pensad en Nos como en un padre.

Vuestro proyecto
de volver a Wittenberg

es muy contrario a nuestro deseo.

Os rogamos, os doblegamos
para que os qued�is,

consuelo de nuestros ojos,

primero de los cortesanos,
nuestro deudo

y nuestro hijo.

No dejes que tu madre rece en vano.

Te lo suplico, qu�date con nosotros.

No regreses a Wittenberg.

Har� cuanto pueda por obedeceros.

�sa es una respuesta
grata y cari�osa.

Sed en Dinamarca como nosotros.

�Qu� sucede, Ofelia?

Se�or, �he sentido tanto miedo!

�De qu�, en nombre de Dios?

Estaba yo cosiendo en mi aposento,

cuando el pr�ncipe Hamlet,
con su jub�n sin ce�ir,

sin sombrero en la cabeza,
con las medias sucias,

sin ligas
y ca�das hasta los tobillos,

p�lido como su camisa,
con las rodillas entrechoc�ndose,

y con un aspecto lamentable,

como escapado del infierno
para contarnos horrores...

�Loco de amor por ti?

Se�or, no lo s�,
pero la verdad es que lo temo.

�Qu� dijo?

Me agarr� por la mu�eca
sujet�ndome fuerte,

luego se apart�
a la distancia de su brazo,

y con su otra mano
puesta sobre la frente,

se puso a escudri�ar mi rostro

como si lo fuera a dibujar.

Se qued� as� largo tiempo.

Por fin,
sacudi�ndome un poco el brazo,

y moviendo as� tres veces la cabeza,

de arriba abajo,

lanz� un suspiro
tan lastimero y profundo

que pareci� como si fuera
a romper todo su cuerpo

y acabar con su ser.

Hecho esto, me solt�

y, vuelta la cabeza
por encima del hombro,

pareci� encontrar su camino
sin los ojos

pues sali� por la puerta
sin su ayuda

y hasta el final,

mantuvo su mirada fija en m�.

Hazte pasar por m�s valiosa,
o si no,

sin abusar del juego de palabras,

me har�s pasar por tonto.

Se�or, me requiri� de amores
con maneras honorables.

Llama a eso maneras, si quieres.

Y refrend� sus palabras

con todos los sagrados
juramentos del cielo.

S�, trampas para cazar grullas.

�Le has dicho palabras duras?

Tal como mandasteis
rechac� sus cartas,

neg�ndole el acceso a mi persona.

Eso le ha vuelto loco.

Eso mismo es

locura de amor,

que se destruye
con su propia violencia,

conduciendo la voluntad
a empresas desesperadas,

como cualquier pasi�n
que en este mundo nos aflija.

Ir� a ver al rey.
Eso ha de saberse.

Eres padre de buenas nuevas.

�De veras, se�or?
Os aseguro, mi buen soberano,

que pongo mi deber
como pongo mi alma

al servicio de Dios
y a mi bondadoso rey.

Y pienso

que he dado con la propia causa
de la locura de Hamlet.

Habla.
�Estoy impaciente por o�rte!

Me dice, querida Gertrudis,

que sabe la causa
del trastorno de vuestro hijo.

No hay otra cosa que lo esencial:

la muerte de su padre y...

nuestra precipitada boda.

Le sondearemos...

Mi soberano, se�ora,
ser� breve.

Vuestro hijo est� loco.

Loco digo,

pues la locura verdadera,

�qu� es,
sino nada m�s que estar loco?

Pero sigamos.

M�s sustancia y menos...

arte.

Os juro, se�ora,
que no uso ning�n arte.

Tengo una hija,

mientras sea m�a,

quien, por deber y obediencia,
fijaos,

me ha dado esto.

"Para el celestial

"�dolo de mi alma,

"la muy hermoseada Ofelia."

Es mala expresi�n.
"Hermoseada" est� mal dicho.

Pero ya oir�is:

"En su excelso y blanco seno", etc.

�Recibi� esto de Hamlet?

Esperad un momento,
leer� literalmente.

"Duda que cada astro sea hoguera.

"Duda que el sol
camine el a�o entero.

"Duda que la verdad sea sincera.

"Pero no dudes nunca que te quiero."

Esto me mostr� mi hija
por obediencia

y me confi� sobre su galanteo,

cu�ndo, c�mo, d�nde empez�...
Todo me revel�.

� Y c�mo recibi� ella su amor?

�Qu� pens�is de mi?

Que sois hombre fiel y honorable.

As� quisiera mostrarme.

Al ver brotar ese ardiente amor,

orden� a mi hija

que no le abriera su puerta

y no recibiera mensajes ni regalos.

As� lo hizo,
sacando provecho de mis consejos,

y �l, rechazado,
en breves palabras,

cay� en la tristeza,
luego en el ayuno,

de ah�, en el insomnio,
la debilidad,

el atolondramiento y,
declinando a�n m�s,

en la locura
que ahora le hace desvariar

y que todos lamentamos.

-�Pens�is que es eso?
-Es muy probable.

�Se ha dado alguna vez el caso,
me gustar�a saberlo,

�que yo haya afirmado "esto es as�"
y que no haya sucedido?

-No que yo sepa.
-Si no, separad �sta de esto.

Si las circunstancias me ayudan,

encontrar�
d�nde se oculta la verdad,

aunque se esconda
en el centro de la tierra.

�C�mo haremos
para tener m�s pruebas?

Sab�is que a veces se pasea horas
por estas galer�as.

As� hace, en efecto.

Entonces, le soltar� a mi hija.

Vos y yo, tras un tapiz,
observando el encuentro.

Qu� triste llega el pobre leyendo.

Os lo ruego, retiraos.

Le abordar� ahora.

�C�mo est� mi buen se�or Hamlet?

Bien, gracias a Dios.

�Me reconoc�is, se�or?

-Muy bien, eres pescadero.
-Yo no, mi se�or.

Entonces, ojal� fueras
un hombre tan honrado.

�Honrado, se�or?

S�, ser honrado,
seg�n va hoy el mundo,

�es ser uno entre diez mil!

Es muy cierto, se�or.

Pues si el sol cr�a gusanos
en un perro muerto,

la carro�a es buena para besar...

�Tienes una hija?

S�, se�or.

No la dejes pasear al sol.

Concebir es una bendici�n,

pero tal como tu hija
pueda concebir...

�Ojo, amigo!

�Qu� dec�s de eso?

Siempre volviendo
al tema de mi hija.

Pero al principio no me reconoci�.
Dijo que yo era pescadero.

Est� muy ido.

Es cierto que en mi juventud

tambi�n sufr� mucho de amores.
Algo muy parecido a esto.

�Qu� le�is, se�or?

Palabras.

-�De qu� tratan?
-�Qui�nes?

Quiero decir,
de qu� trata lo que le�is.

Calumnias.

Este sat�rico sinverg�enza
dice aqu� que...

Ios viejos tienen la barba gris,

que su cara est� arrugada,

sus ojos supuran �mbar viscoso
y goma de ciruelo,

y que tienen
una falta total de ingenio,

junto con gran debilidad de piernas.

Aunque profundamente

y absolutamente convencido de ello,
no me parece honrado escribirlo,

pues t� mismo,
podr�as ser tan viejo como yo

si, como los cangrejos,
pudieras caminar hacia atr�s.

Aunque esto sea locura,

hay cierto m�todo en ella.

�Quer�is iros
adonde no os d� el aire?

�A mi tumba?

�Desde luego que all� no da el aire!

�Qu� densas son a veces
sus respuestas!

A menudo la locura tiene aciertos,

que la raz�n y la cordura
no engendran tan f�cilmente.

Voy a dejarle

y preparar un encuentro
entre �l y mi hija.

Se�or, humildemente
os pido licencia para retirarme.

No podr�as

pedirme nada de que me desprendiera
con mayor gusto.

Salvo mi vida.

Seguid bien, se�or.

�Viejos idiotas y aburridos!

�Mi muy querido se�or!

�Excelentes amigos!
�Rosencratz!

�Guildenstern!
�C�mo van mis camaradas?

Como a hijos ordinarios
de esta tierra.

Felices
por no ser demasiado felices.

Del gorro de Fortuna
no somos la borla.

-�Ni la suela de sus zapatos?
-Tampoco.

� Viv�s cerca de su cintura,
en el centro de sus favores?

�En su intimidad, desde luego!

�Nada m�s cierto!
Es una ramera.

-�Qu� hay de nuevo?
El mundo se ha vuelto honrado.
-

Entonces se acerca el juicio final.

Pero esa noticia no es cierta.

Os preguntar� con mayor precisi�n.

�Qu� hab�is merecido
por parte de Fortuna

�para que os env�e a esta c�rcel?

Dinamarca es una c�rcel.
-
Lo ser� el mundo.
-

Y estupenda,

llena de calabozos,
celdas y mazmorras,

siendo Dinamarca la peor.

No lo pienso as�, mi se�or.

Entonces no lo es para vos.

No hay nada que sea bueno o malo,

a menos que as� se piense.

Para m�, es una c�rcel.

Lo es por vuestra ambici�n.
Es estrecha para vuestra mente.

�Dios!
Aun encerrado en una nuez,

ser�a rey de un espacio infinito,

si no fuera
porque tengo malos sue�os.

Pero,

hablando entre amigos,

�qu� os trae a Elsinore?

Visitaros a vos, se�or.
Nada m�s.

Mendigo como soy,
soy pobre hasta en dar gracias,

pero os lo agradezco.

Estas gracias
no valen ni medio penique.

�Nadie os mand� llamar?

� Vinisteis espont�neamente?

�Por propia inclinaci�n?

�Habladme con franqueza!

-�Qu� debemos decir?
-Cualquier cosa que venga al caso.

Os mandaron llamar.

Hay una confesi�n en vuestros ojos

que el recato no consigue ocultar.

Os llamaron el rey y la reina.

�Con qu� fin?

Lo deb�is decir vosotros.

Pero yo os conjuro,

por nuestra camarader�a,
nuestra com�n juventud,

las obligaciones
de nuestra perpetua amistad,

y lo m�s querido
que se pudiera invocar,

sed francos conmigo:
�os mandaron llamar?

No os quitar� ojo.
Si me am�is, no ocult�is nada.

Nos mandaron llamar.

Yo os dir� por qu�.

As�, mi anticipaci�n
evitar� que confes�is.

La palabra dada al rey y a la reina
no perder� ni una pluma.

Desde hace poco, no s� por qu�,

he perdido toda alegr�a,

abandonado todo ejercicio.

Y de hecho, mi �nimo
est� tan cargado de tristeza

que este hermoso edificio,
la tierra,

me parece un est�ril promontorio.

Este magn�fico dosel,
el aire, mirad,

este buen firmamento
que nos se�orea,

este majestuoso techo

adornado de llamas de oro

no me parece otra cosa

sino un f�tido y pestilente

conjunto de vapores.

�Qu� obra de arte es un hombre!

�Qu� noble en su raz�n!

�Qu� infinito en sus capacidades,
forma y movimientos!

�Qu� exacto y admirable!

�En su acci�n
tan semejante a un �ngel!

�En su comprensi�n
tan semejante a un dios!

�Belleza del mundo,
modelo de los animales!

Y sin embargo, para m�,

�qu� es esa quintaesencia de polvo?

El hombre no me deleita.

Ni tampoco la mujer,

aunque lo sugir�is
con vuestra sonrisa.

No pensaba en nada parecido.

Os re�steis cuando dije
"El hombre no me deleita".

Pens� que si no os deleita
el hombre,

muy cuaresmal recibimiento
van a tener los c�micos.

Les alcanzamos por el camino

y aqu� vienen
a ofreceros su servicio.

Quien haga de rey

ser� bienvenido.

Aunque mi t�o-padre y mi t�a-madre
se equivocan.

�En qu�, mi se�or?

Yo s�lo estoy loco a nornoroeste.

Cuando sopla viento del sur,

distingo un halc�n de una grulla.

Tengo noticias que daros.

Los actores han llegado.

Los mejores actores del mundo.

Bienvenido, maestro,
bienvenido, amigo.

Me alegro de veros tan bien.

Venga ya un parlamento,

una muestra de vuestro arte,
un parlamento apasionado.

�Qu� parlamento, mi se�or?

Uno que os o� una vez.
Era en griego cl�sico.

Nunca se represent�,
o no m�s de una vez.

Seg�n recuerdo,
no gust� a la multitud.

�Echadle caviar al vulgo!

Hab�a un parlamento
que me gust� especialmente.

El relato de Eneas a Dido,

principalmente cuando se refer�a
al asesinato de Pr�amo.

Si sigue vivo en tu memoria,
empieza aqu�.

Veamos...

Eso es demasiado largo.

Ir� al barbero con tu barba.

A �ste le van las gigas
o los cuentos verdes,

o se duerme.

Contin�a.

Vamos a lo de H�cuba.

Mirad si no ha mudado de color.

Y tiene l�grimas en los ojos.

Por favor, �no m�s!

Est� bien.

Har� que pronto recites el resto.

Os dejo hasta la noche.
Bienvenidos a Elsinore.

�Qu� zote y vil esclavo soy!

�No es monstruoso que ese actor,

�en una pura ficci�n,
en un sue�o de pasi�n,

�pueda someter su alma
a su pensamiento

�de modo que, por obra suya,
su rostro palidezca,

�con l�grimas en los ojos,

�el aspecto agitado

�y la voz rota, toda su actitud

�ajustada a sus ideas?

Y todo eso por nada.

�Por H�cuba!

�Qu� le importa H�cuba,
ni �l a H�cuba

�para llorar por ella?

�Qu� har�a

�si tuviera los motivos
de interpretar la pasi�n

�que yo tengo?

Inundar�a la escena de l�grimas,

a todos les desgarrar�a los o�dos
con terribles parlamentos,

enloquecer�a al culpable,
horrorizar�a al inocente,

confundir�a al ignorante
y asombrar�a

todas las facultades
del ver y del o�r.

Yo, sin embargo,

un canalla,
apagado y forjado en barro,

vagueo

como Juan Lanas,

insensible a mi propia causa,

y no puedo decir nada.

No, ni por un rey

cuya persona y precios�sima vida

sufrieron una maldita derrota.

�Soy un cobarde?

Supongo que tengo
h�gados de paloma,

me falta hiel
para amargar la ofensa,

pues, de otro modo,

habr�a cebado los buitres
con las entra�as de ese canalla.

Vamos all�, cerebro.

He o�do decir

que ciertos culpables,
ante una representaci�n,

por el artificio de la escena,

se han sentido tan impresionados

que al momento
han proclamado sus malas acciones.

El asesinato,
aunque no tiene lengua,

sabe hablar

con un �rgano milagroso.

Har� que estos actores interpreten

algo parecido
a la muerte de mi padre

ante mi t�o.

Observar� su cara,
le sondear� hasta lo vivo.

Si se estremece,

sabr� lo que debo hacer.

El esp�ritu que he visto
puede ser un diablo,

y el diablo tiene poder
para asumir formas gratas.

Quiz�,
en mi debilidad y mi melancol�a...

pues sabe influir
en tales esp�ritus,

...me enga�a

para condenarme.

Quiero pruebas m�s contundentes.

El drama ser� la trampa

con que atrapar�
la conciencia del rey.

Tranquilo...
�La hermosa Ofelia!

Ninfa, en tus oraciones,
recuerda mis pecados.

Mi buen se�or...

�C�mo os hall�is, Alteza,
despu�s de tantos d�as?

Os doy humildes gracias,

bien.

Tengo recuerdos vuestros

que hace tiempo deseo devolveros.

Os lo ruego, tomadlos ahora.

No, nunca os he dado nada.

Mi ilustre se�or,
sab�is muy bien que s�,

y con ellos, palabras compuestas
de tan dulce aliento,

que los hac�an m�s preciosos.

Perdido su perfume, tomadlos ahora,

pues, para un noble esp�ritu,

regalos ricos se tornan pobres

cuando el donador resulta cruel.

�Sois honesta?

-�Sois bella?
-�Qu� quer�is decir?

Que si sois honesta y bella,

la honestidad no admite trato
con la belleza.

�Puede la belleza tener mejor trato
que con la honestidad?

Cierto,

puesto que el poder de la belleza

har� pronto de la honestidad

una ramera,

antes de que la honestidad
haga de la belleza

su semejante.

Anta�o fue esto una paradoja,

pero ahora,

los tiempos lo demuestran.

Anta�o os am�.

En efecto,
as� me lo hicisteis creer.

No debisteis haberme cre�do.

Yo no os amaba.

Tanto m�s enga�ada fui.

Entra en un convento.

�Para qu� engendrar pecadores?

Yo que soy medianamente honesto,

podr�a acusarme de tales cosas

que m�s valdr�a

que mi madre no me hubiera parido.

Soy muy orgulloso,

vengativo,

ambicioso,

con m�s culpas en reserva
que ideas para concebirlas,

imaginaci�n para darles forma
o tiempo para ejecutarlas.

�Qu� hacen los tipos como yo

�reptando entre cielo y tierra?
Somos unos canallas.

No te f�es de ninguno.

Sigue tu camino

hacia el convento.

-�D�nde est� vuestro padre?
En casa.
-

Haz que le cierren
las puertas encima

para que no haga el tonto
en otro lugar

-que en su casa.
-�Amparadle, cielos santos!

Si alguna vez te casas,
te doy esta maldici�n como dote:

aunque seas casta como el hielo,

pura como la nieve,
no te libres de la calumnia.

�Vete a un convento!

O si tienes que casarte,
c�sate con un necio.

Los discretos saben
en qu� monstruos los convert�s.

�AI convento, r�pido! Adi�s.

He o�do hablar de vuestros afeites.

Dios os dio un rostro,

y vos...

os hac�is otro.

And�is a brincos,
os contone�is, cece�is,

pon�is motes a todo
y quer�is parecer ingenua.

�Ya est� bien!

Esto me ha vuelto loco.

�Digo que no quiero m�s bodas!

De entre los ya casados,
vivir�n todos menos uno.

Los dem�s...

que se queden como est�n.

�Venga, al convento!

�Amor?

Sus sentimientos
no van por ese camino.

Lo que dijo,
aunque algo deshilvanado,

no se parece a la locura.

Su alma oculta algo
que est� incubando su melancol�a,

y temo que de ello
nazca alg�n peligro.

Para impedirlo,
he decidido en el acto

lo siguiente:
saldr� hacia Inglaterra.

Ojal� los mares y pa�ses varios

arranquen de su coraz�n
lo que tiene arraigado,

y contra lo que su mente golpea

hasta perder la mesura.

Sigo creyendo
que el origen y la causa de su dolor

nacieron del amor desde�ado.

�Noble mente trastornada!

Del cortesano, del soldado,

del sabio,
ojos, lengua y espada.

Esperanza y flor
de este bello reino,

espejo de la elegancia,
modelo de gallard�a,

blanco de todas las miradas.

�Tan bajo ten�a que caer!

Y yo, la m�s desgraciada,
miserable de las mujeres,

yo, que he sorbido la miel
de sus dulces votos,

veo ahora esa noble

y soberana raz�n,

�destruida por la locura!

�Ay de m�!

�Haber visto lo que he visto,
ver lo que veo ahora!

A vuestro servicio, se�or.

Esta noche hay una representaci�n
ante el rey,

una de cuyas escenas
se parece a lo que te cont�,

de la muerte de mi padre.

Te suplico que observes a mi t�o.

Yo tambi�n clavar� mis ojos
en su cara.

Despu�s contrastaremos
nuestras opiniones.

Si roba algo a mi observancia,

pagar� el hurto.

�C�mo va nuestro sobrino Hamlet?

Muy bien.

Como el camale�n,

vivo del aire, cebado de promesas.

As� no engorda un cap�n.

No entiendo nada a esas palabras.

Yo tampoco.

� Y los actores?

Os esperan.

Hamlet, si�ntate a mi lado.

No, aqu� hay un im�n m�s atractivo.

�Hab�is o�do eso?

�Se�ora, puedo echarme
en vuestro regazo?

-No, se�or.
-Quiero decir, con la cabeza

en vuestro regazo.

�Cre�is que pensaba algo malo?

No creo nada, se�or.

Buena idea,
echarse entre piernas femeninas.

-�Qu�, mi se�or?
Nada.
-

Est�is de buen humor.

�Dios, vuestro �nico buf�n!

�Qu� hacer
sino estar de buen humor?

Mirad qu� alegre est� mi madre,

y mi padre muri� hace dos horas.

-No, hace el doble de dos meses.
-�Tanto?

Que el diablo se vista de negro,
y yo, de marta.

�Muerto hace dos meses
y todav�a sin olvidar!

La memoria de un gran hombre
podr�a sobrevivir

medio a�o.

Debo dejarte, mi amor,

y pronto.

Mis facultades

me est�n fallando.

Pero seguir�s viviendo

en este hermoso mundo,

honrada,

amada

y ojal� halles otro tan bueno

-por marido...
-�No digas nada m�s!

Que ese amor
ser�a traici�n en mi pecho.

�Maldita sea yo
con un segundo esposo!

Quien toma un segundo

ha matado al primero.

�Ajenjo!

Por segunda vez asesino a mi esposo

cuando el segundo
en el lecho me besa.

�Si tras eso quebranta su voto!

D�jame aqu� un rato.

Que te arrulle el sue�o,

�y que la desgracia
nunca nos separe!

�Os gusta la funci�n?

La reina hace demasiadas promesas.

Pero mantendr� su palabra.

�Conoces el argumento?

�No hay nada ofensivo en �l?

Todo es broma,

veneno de broma.
Nada ofensivo.

-�C�mo se llama la obra?
-"La ratonera". �Por qu�?

Es una met�fora.
Esta obra

representa un asesinato
cometido en Viena.

El duque se llama Gonzago
y su esposa, Bautista.

Ahora ver�is,
es una perfecta canallada.

Pero, �qu� m�s da?

Vuestra Majestad y yo
tenemos el alma limpia

y en nada nos afecta.

Que d� coces el jamelgo herido.

Nosotros andamos recto.

�ste es Luciano,

sobrino del rey.

Le envenena en el jard�n
para arrebatarle sus estados.

La historia nos ha llegado
en selecto italiano.

Pronto ver�is c�mo el asesino

obtiene el amor
de la mujer de Gonzago.

�Asustado por tiros de fogueo?

�C�mo os sent�s, mi se�or?

�lnterrumpid la funci�n!

Dadme luz.

Me apuesto mil libras
que el espectro ten�a raz�n.

�Te diste cuenta?

Al hablar del veneno...
-
-Me fij�.

�M�sica!

Si al rey la comedia no le gusta,

es que, pardiez, �le disgusta!

Se�or, concededme una palabra.

Una historia entera.

La reina, muy afligida,
me env�a a buscaros.

Sois bienvenido.

Esa cortes�a no tiene que ver
con las buenas formas.

Dadme una respuesta sensata,

cumplo el encargo de vuestra madre.

Si no, perdonadme,
me retirar� y asunto concluido.

No puedo...

daros una respuesta sensata.

Tengo la mente trastornada.

La respuesta que puedo dar
est� a vuestras �rdenes.

O m�s bien, a las de mi madre.
Vamos al asunto.

Mi madre, dec�ais...

Dice lo siguiente.

Vuestra conducta
la ha llenado de estupor.

�Portentoso
el que asombra a su madre!

� Y qu� cosa hay
detr�s de ese asombro materno?

Desea hablaros en su aposento,
antes de acostaros.

Obedeceremos...

as� fuera diez veces nuestra madre.

�Alg�n otro asunto?

Se�or, en otros tiempos
me quisisteis.

Y sigo, por estas ladronas.

�Cu�l es la causa de esa turbaci�n?

Os cerr�is las puertas
al esconderme lo que os atormenta.

Me falta ascenso.

�Ten�is el voto del rey
para sucederle en Dinamarca!

�Por qu� os empe��is
en ponerme bajo el viento,

�como para que caiga en una trampa?

Cuando el sentido del deber
me hace atrevido,

mi cari�o se vuelve descort�s.

No entiendo.

�Quer�is tocar

�esta flauta?

No sabr�a, mi se�or.

Os lo ruego.

-Creedme, no sabr�a.
-Os lo suplico.

No s� tocarla.

Es tan f�cil como mentir.

Gobernad estos orificios
con los dedos,

dadle aliento con la boca

y pronunciar�
una m�sica muy elocuente.

�stos son los agujeros.

No puedo extraer de ella
ninguna armon�a.

Me falta el arte necesario.

�Mirad en qu� desprecio me ten�is!

Quer�is que yo suene,

hacer como si conocierais
mis registros,

arrancar el coraz�n de mi misterio,

hacer vibrar desde mi nota m�s baja
hasta la m�s alta.

Y sin embargo, la m�sica,

la voz de este peque�o instrumento,

no sab�is hacerla hablar.

�Cre�is que soy m�s f�cil de tocar
que una flauta?

Tomadme por el instrumento
que quer�is,

manoseadme cuanto quer�is,

jam�s lograr�is ta�erme.

Dios os bendiga, se�or.

La reina quiere hablaros
con urgencia.

� Veis aquella nube

�que casi tiene la forma
de un camello?

�Por la misa,
en efecto se parece a un camello!

O quiz� a una comadreja.

-Tiene el lomo de una comadreja.
O a una ballena.
-

-S�, a una ballena.
-Bueno, ir� a ver a mi madre

dentro de poco.

Se burla de m�
hasta el l�mite de mi paciencia.

Ir� dentro de poco.

As� lo dir�.

Resulta f�cil decirlo.

D�jame, amigo.

Llegada es la hora bruja
de la noche,

cuando bostezan los cementerios,

y el mismo infierno
insufla el contagio en este mundo.

Ahora podr�a yo
beber sangre caliente

y cometer un acto tan amargo que,

al contemplarlo,
se estremecer�a la luz del d�a.

Repugnante es mi crimen,

su hedor llega hasta el cielo.

Lleva consigo la primera,

la m�s antigua de las maldiciones,

el asesinato de un hermano.

Rezar no puedo,

aunque es mi inclinaci�n
tan grande como mi voluntad.

Mi culpa es m�s fuerte
que mi fuerte intento.

Como un hombre sujeto a dos tareas,

quedo paralizado
pregunt�ndome por cu�l empezar,

descuidando las dos.

Aunque esta mano maldita

estuviera cargada
con sangre fraterna,

�no hay lluvia en el cielo

�para lavarla blanca como la nieve?

�Para qu� sirve la misericordia

�sino para afrontar
el rostro de la culpa?

� Y qu� hay en la oraci�n

�sino esta doble fuerza,

�de detenernos antes de caer

�o perdonarnos tras la ca�da?

Levantar� la mirada.

Mi culpa pasada est�.

�Qu� oraci�n
podr�a servir a mi prop�sito?

�"Perdona mi crimen infame"?

No puede ser,

puesto que sigo poseyendo
todo lo que me hizo matar:

mi corona, mi ambici�n,

mi reina.

�Puede uno ser perdonado

�y retener el fruto de su crimen?

En las corrientes corruptas
de este mundo,

la mano dorada del crimen
puede atropellar la justicia.

Y se ve a menudo

c�mo el mismo lucro criminal

puede sobornar la ley.

Pero no es as� all� arriba.

All� no cabe el enga�o.

All� la acci�n muestra
su verdadera naturaleza

y nos vemos obligados,

cara a cara,
frente a nuestros cr�menes

a reconocerlos.

Entonces, �qu�?

�Qu� queda?

�Lo que puede el arrepentimiento?

�Qu� no podr�?

�Pero qu� podr�

�si uno no puede arrepentirse?

�Miserable estado!

�Pecho oscuro como la muerte!

�Alma atrapada, cuanto m�s luchas

�m�s te hundes!

�Ayudadme, �ngeles!

�Dad el salto!

�Doblegaos, tercas rodillas!

Y t�, coraz�n con cuerdas de acero,

s� blando como los nervios
de un reci�n nacido.

Todo podr�a ir bien.

Ahora podr�a hacerlo,

ahora que est� rezando.

Ahora

lo hago.

Y se va al cielo.
As� quedo vengado.

Estudiemos esto:
un villano mata a mi padre,

y yo, su �nico hijo,

env�o al cielo a ese villano.

Eso ser�a premio y salario,
no venganza.

�I sorprendi� a mi padre
brutalmente,

harto de pan,

con sus pecados abiertos,
lozanos como mes de mayo.

�Qui�n sabe el saldo de su cuenta
sino Dios?

Dadas las circunstancias,
podemos pensar

que llevar� mucho peso.

�Quedar� yo vengado

�si sorprendo a �ste
mientras purifica su alma,

�preparado y a punto
para el tr�nsito?

Quita, espada,

b�scate una ocasi�n m�s horrible.

Cuando est� ebrio, dormido,

lleno de ira,

en el placer incestuoso de su lecho,

jugando, blasfemando,

en alguna acci�n
que no tenga sabor a salvaci�n.

Entonces hazle la zancadilla,

que sus talones golpeen el cielo

y su alma est� tan condenada

y negra como el infierno mismo

donde ser� arrojado.

Mi madre me espera.

Esta medicina

no hace m�s que prolongar
tus d�as enfermos.

Mis palabras vuelan hacia lo alto,

mis pensamientos

se quedan abajo.

Palabras sin pensamientos

jam�s llegan al cielo.

Est� a punto de llegar.

Decidle como es debido

que sus caprichos son intolerables,

que hab�is hecho de pantalla

interponi�ndoos entre el fuego y �l.

Yo me quedar� aqu� en silencio.

Os lo ruego, habladle claro.

Os lo aseguro, no tem�is nada.

Retiraos, le oigo venir.

�Qu� hay, madre, qu� ocurre?

Has ofendido mucho a tu padre.

Vos hab�is ofendido mucho al m�o.

Respondes con necedad.

Pregunt�is con perfidia.

�Olvides qui�n soy?

No, por la cruz.
Sois la reina,

la mujer del hermano
de vuestro marido.

Y, ojal� no fuera as�,
tambi�n sois mi madre.

Te enviar� a quienes sepan hablarte.

�Vaya, Hamlet!

Sentaos.

No habr�is de moveros

hasta que os ponga delante un espejo

para ver el fondo de vuestro ser.

�Qu� quieres hacer?
�No ir�s a asesinarme?

�Socorro!

�Qu�, una rata?

�Un ducado a que resulta muerta!

-Qu� has hecho?
No s�.
-

�Es el rey?

�Acci�n insensata y sanguinaria!

Sanguinaria y casi tan mala,
buena madre,

como matar a un rey
y casarse con su hermano.

�Matar a un rey?

Eso es lo que he dicho.

�Adi�s, pobre idiota temerario,
miserable esp�a!

Te tom� por otro de m�s rango.

Demasiado celo puede ser peligroso.

�Adi�s!

Acepta tu suerte.

�Dejad de retorceros las manos,
sentaos!

Que os retuerce el coraz�n.

As� he de hacer
si est� hecho de materia penetrable.

�Que he hecho para que alces el tono

�contra m� tan brutalmente?

Un acto que ofusca

la gracia y el rubor del recato,
llama hip�crita a la virtud,

arrebata la rosa

de la frente del amor puro
y levanta una p�stula,

convierte el voto nupcial
en juramento de tah�r.

Un acto

que arranca el alma misma
de la sagrada uni�n

y reduce la religi�n a palabras.
El cielo se abrasa.

Y esta tierra s�lida y compacta,

sofocada como ante el juicio,

est� enferma de pensar en tal acto.

�Qu� acto es �se

�que ruge tan fuerte
y truena al mencionarlo?

Mirad...

este retrato,

y aquel otro.

Muestran la imagen de dos hermanos.

Mirad

qu� nobleza se refleja
en este rostro.

La frente del propio J�piter,

los ojos de Marte,
que amenazan y mandan,

el aspecto del heraldo Mercurio,

al posarse en un monte
que besa el cielo,

Una combinaci�n, una forma

donde cada dios dej� su impronta

para decir: �ste es un hombre.

Era vuestro marido.

Mirad ahora lo que sigue.

Ah� ten�is

a vuestro marido,

espiga podrida
que corrompe la salud de su hermano.

�Ten�is ojos?

�Pudisteis abandonar
esta bella monta�a

�para pacer en la ci�naga?

�Ten�is ojos?

No lo llam�is amor,
pues a vuestra edad

el br�o de la sangre est� domado,

es humilde y sigue al juicio.

� Y qu� juicio
pasar�a de �ste a �se?

-�Verg�enza!
-�No hables m�s, Hamlet!

Vuelves mis ojos

hasta el fondo de mi alma,

y veo all� tan negras

y tenaces manchas que nada borrar�.

�Pero vivir

�en el sudor rancio
de un lecho grasiento,

�coci�ndose en la corrupci�n,

�arrullarse y hacer el amor

-�entre inmundicias!
-�No me hables m�s!

Esas palabras son dagas en mi o�do.

�Basta, mi dulce Hamlet!

�Un asesino, un villano,

�que no vale ni la vig�sima parte

�del que fue vuestro esposo,
un payaso de rey!

�Un quitabolsas del poder

�quien hurt� la diadema
y se la meti� en el bolsillo!

-�Basta!
-�Un rey de andrajos y remiendos!

�S�lvame y c�breme con tus alas,
espectro celestial!

�Qu� deseas, noble figura?

�Ay, est� loco!

� Vienes a reprender
a tu hijo que se entretiene,

�deja pasar el tiempo

�y olvida tu terrible mandato?

-�Habla!
No olvides.
-

S�lo vengo a dar filo

a tus prop�sitos ya casi romos.

�Mira!

Tu madre est� espantada.

Intercede entre ella
y su atormentada alma.

La imaginaci�n es m�s fuerte
en los m�s d�biles.

H�blale, Hamlet.

�C�mo est�is, se�ora?

Ay, �c�mo est�s t�,

�que clavas la mirada en el vac�o

�y conversas con el aire incorp�reo?

Querido hijo,
sobre el fuego y calor de tu fiebre

vierte la fr�a paciencia.

�Ad�nde miras?

�A �l!

Mirad su palidez,
sus ojos fulgurantes.

Su forma y su causa, juntas,

predicando a las piedras,
podr�an animarlas.

No me mires,

no sea que ese gesto piadoso
tuerza mi firme designio.

Mi deber perder�a
su verdadero color:

l�grimas en vez de sangre.

-�A qui�n le dices eso?
-�No veis nada all�?

Nada en absoluto,

y veo todo lo que hay.

�Tampoco o�steis nada?

No, a nosotros tan s�lo.

�Mirad all�!

�Miradlo c�mo se desvanece!

�Mi padre, vestido tal como en vida!

�Mirad c�mo sale por el p�rtico!

Todo eso se ha forjado en tu mente.

Esos seres sin cuerpo

son creaciones del delirio.

�Delirio?

Mi pulso, como el vuestro,

late acompasado

y produce una m�sica
igualmente sana.

No es locura lo que he dicho.

Ponedme a prueba.

Lo repetir� todo,
y la locura huir� desbocada.

Por Dios, no lisonje�is
vuestra alma pensando

que no habla vuestro pecado
sino mi locura.

Ser�a como cubrir la �lcera
de una piel fina

mientras que un pus f�tido
infectar�a oculto el interior.

Confesaos al cielo.

Arrepent�os del pasado,
evitad el porvenir.

No ech�is m�s esti�rcol a la ciza�a.

Me has partido el coraz�n en dos.

Arrojad la mitad m�s vil,
vivid m�s pura con la otra.

Buenas noches.

Y cuando quer�is ser bendecida,

de vos pedir� la bendici�n.

En cuanto a ese se�or,
me arrepiento,

pero as� quiso el cielo
castigarme con �l

y a �l conmigo,
al ser yo su azote y su verdugo.

Me hago cargo de �l,

y responder� de la muerte
que yo le di.

Una palabra m�s, se�ora.

-�Qu� debo hacer?
-Nada de lo que os he dicho.

Dejad que el hinchado rey
vuelva a llevaros al lecho,

que os pellizque en las mejillas,

os llame ratoncito m�o,

y a cambio de un par
de inmundos besos,

sob�ndoos el cuello
con sus malditos dedos

os haga desembuchar el asunto:

que en realidad

no estoy loco,

sino loco por astucia.

Ser�a bueno que se lo dijerais

pues, �por qu� una reina
hermosa, prudente, modesta

�ocultar�a al sapo,
al murci�lago, al gato

�secretos tan preciosos?

�Qui�n har�a eso?

A despecho del buen sentido,

abrid el cesto
en el tejado de la casa,

dejad que vuelen los p�jaros,

y como el mono de la f�bula,

meteos en el cesto
y rompeos la crisma.

Si las palabras
est�n hechas de aliento,

y el aliento, de vida,

en mi vida tendr� aliento
para referir lo que has dicho.

Este consejero
est� ahora muy quieto,

muy callado y muy grave.

�Pensar que en vida

�era un canalla, idiota y charlat�n!

Vamos, se�or,

acabemos ya con vos.

Buenas noches, madre.

�D�nde est� Polonio?

De cena.

�D�nde?

No donde come �l,

sino donde es comido.

Un parlamento de pol�ticos gusanos
est� ahora con �l.

El gusano
es el emperador del buen comer.

Cebamos a las criaturas
para cebarnos,

y nos cebamos
para cebar a los gusanos.

Un rey gordo y un flaco mendigo

no son m�s que men� variado:

dos platos, para una misma mesa.

-Aqu� acaba todo.
-�Ay!

Un hombre puede pescar

con el gusano que comi� a un rey

y comer el pez
que se trag� al gusano.

-�Qu� quer�is decir con eso?
Nada.
-

Que un rey puede viajar
por las tripas de un mendigo.

-�D�nde est� Polonio?
En el cielo.
-

Enviad a alguien all�.

Si el mensajero no le encuentra,

buscadle en el otro sitio vos mismo.

Pero seguramente,

si no le encontr�is en un mes...

le olfatear�is
al subir las escaleras.

Id a buscarle.

Seguro que os esperar�.

Ese acto,

por tu propia seguridad

que apreciamos tanto como nos aflige

lo que has hecho,

exige que te marches con urgencia.

Disponte pues,

la nave est� preparada,
el viento propicio,

todo a punto para Inglaterra.

�lnglaterra?
Bien.

As� es.

Si supieras nuestras intenciones.

Veo un querub�n que las conoce.

Pero, vamos, a Inglaterra.

Adi�s, querida madre.

Tu padre que te quiere.

Mi madre.

Padre y madre son marido y mujer.

Marido y mujer son una misma carne.
As� pues,

madre.

Ser o no ser.

�sa es la cuesti�n.

�Qu� es m�s noble para la mente,

�sufrir las hondas y las flechas
de la insultante Fortuna,

�o...

�alzarse en armas
contra un mar de adversidades,

�y oponi�ndose a ellas,

�darles fin?

Morir...

Dormir, nada m�s,

y con un sue�o decir que damos fin

a los dolores del coraz�n
y a las miles heridas de la carne.

Es una consumaci�n
ardientemente deseada.

Morir,

dormir,

dormir, so�ar acaso...

�Ay!

�sa es la dificultad.

En esa muerte,
los sue�os que nos lleguen,

una vez lejos del tumulto,

deben detenernos.

Es esa perspectiva

la que hace tan larga
la calamidad de la vida.

�Qui�n soportar�a
los azotes y las burlas del tiempo,

�las injusticias del opresor,

�las afrentas del soberbio,

�las congojas del amor desairado,

�las tardanzas de la justicia,
las insolencias del poder,

�las vejaciones que el m�rito
recibe del hombre indigno,

�cuando uno mismo
pudiera hallar la paz

�con un simple pu�al?

�Qui�n soportar�a tantas cargas,

�gimiendo y sudando
bajo el peso de la vida,

�si no fuera porque el temor
de algo tras la muerte,

�de ese pa�s sin descubrir,

�de cuyos confines
no retorna viajero alguno,

�confunde nuestra voluntad

�y nos hace soportar
los males que tenemos

�antes que volar
hacia otros que desconocemos?

As�,

la conciencia
nos hace a todos cobardes,

el color natural de la resoluci�n

se desvanece
a la p�lida sombra del pensamiento,

y empresas
de gran importancia y val�a,

ante esa perspectiva,

llegan a torcer su rumbo

y pierden hasta el nombre de acci�n.

� Vamos ya, si os place, mi se�or?

�A Inglaterra!

De aqu� en adelante,

�que mis pensamientos
sean de sangre,

�o ya no valgan nada!

Se�or,

sabemos lo que somos,

pero no sabemos lo que seremos.

Por favor, no hablemos m�s de esto,

pero si os preguntan
lo que significa, decid esto:

Por Jes�s y la Santa Caridad,

�ay, cu�nta verg�enza!

Los mozos lo hacen
en cuanto pueden.

Por San Pijo,

tienen la culpa.

Ella dice:

"Antes de tumbarme,

"prometiste desposarme."

�I contesta:
"As� lo habr�a hecho,

"por el sol,

"si no hubieras venido a mi lecho."

Espero que todo ir� bien.

Hemos de tener paciencia.

Pues bien, os agradezco
vuestros buenos consejos.

Buenas noches, se�oras.

Dulc�simas se�oras, buenas noches.

�Oh, Gertrudis!

Cuando llegan las penas,
no llegan como exploradores,

sino en batallones.

Primero, el asesinato de su padre,

luego, la ausencia de vuestro hijo,

violento autor
de la muerte del buen Polonio.

Ofelia privada de s� misma
y de su sano juicio.

Y por �ltimo,

cosa tan grave como todas �sas,

su hermano en secreto
ha vuelto de Francia.

Rumia esos hechos asombrosos,

se esconde en las nubes,

con los o�dos infectados

por historias pestilentes
sobre la muerte de su padre.

Querida Gertrudis,

esto es como la metralla,
que por todas partes

me da m�s de una muerte.

T�, miserable rey,
devu�lveme a mi padre.

Calma, Laertes.

-�D�nde est� mi padre?
Muerto.
-

-No por �l.
-Que pregunte.

�C�mo muri�?

No me dejar� enga�ar.
�AI infierno la fidelidad!

�La juro al demonio m�s oscuro!

�Caigan al abismo
la conciencia y la virtud!

Desaf�o a la condena eterna.
He llegado a tal punto

que no me importa
ni este mundo ni el otro.

Suceda lo que suceda,

�vengar� hasta el fin a mi padre!

-�Qui�n os detendr�?
-Sus enemigos.

Habl�is como un buen hijo

y un aut�ntico caballero.

Que soy inocente
de la muerte de vuestro padre

y que siento enorme dolor por ella,

ser� claro en vuestra mente
como la luz en vuestro ojo.

Buen Laertes,

�se que mat� a vuestro noble padre

quer�a atentar contra mi vida.

Ofelia, querida hermana.

� Ya no volver�?

No puedo sino llorar al pensar

que le han puesto en la tierra fr�a.

�Lo sabr� mi hermano!

Le llevaron a enterrar

con la cara descubierta en el ata�d,

tralar�, lar�, lar�.

Y sobre su tumba

llovieron muchas l�grimas.

Dios te guarde, paloma m�a.

Traigo romero,

para el recuerdo.

Te lo ruego, amor, recuerda.

Y pensamientos,

a modo de pensamiento.

Aqu� hay hinojos para vos,
y aguile�as.

Aqu� hay ruda para vos,

y un poco para m�.
La llaman hierba de la gracia.

Los domingos,
deb�is llevarla de modo distinto.

Aqu� ten�is una margarita.

Las violetas se marchitaron
cuando muri� mi padre.

Dicen que tuvo buen fin.

� Ya no volver�?

No, que est� muerto.

Ve a tu lecho de muerte,

que �l nunca volver�.

Su barba era blanca como la nieve,

y sus cabellos, de color de lino.

Se ha ido.

Se fue,
de nada sirve llorar sobre �l.

Dios m�o, ten piedad de su alma.

Y por todas las almas cristianas
ruego a Dios.

Que Dios os guarde.

�Fiebre,

�s�came el cerebro!

L�grimas siete veces saladas,

quemad el sentido
y poder de mis ojos.

Por los cielos,
tu locura ser� pagada con tal peso

que hundir� la balanza.

Oh, rosa de mayo,

�doncella querida,
buena hermana, dulce Ofelia!

Cielos,
�puede el juicio de una doncella

�ser tan mortal
como la vida de un anciano?

Adi�s, Majestad.

Tengo palabras de fuego,
que pronto arder�an,

pero esta locura las apaga.

-�Qu� noticias son �sas?
-Cartas, Majestad.

De Hamlet.

�Qui�n las trajo?

Unos marineros, se�or.

D�jame.

"Alto y poderoso:

"Desnudo me han desembarcado
en vuestro reino.

"Ma�ana pedir� ver
vuestros reales ojos,

"y, solicitando primero
vuestro perd�n,

"os relatar� las circunstancias
de mi repentino...

"y a�n m�s extra�o regreso."

"Desnudo".

Y en posdata a�ade:

"Solo".

Una desgracia
pisa los talones a otra,

de tan de prisa como se siguen.

Vuestra hermana
pereci� ahogada, Laertes.

�D�nde?

Crece un sauce recostado
en medio de un arroyo

reflejando sus hojas
en el agua cristalina.

All� hac�a ella
maravillosas guirnaldas

de flores de cuclillo, ortigas,

margaritas y orqu�deas de dama,

que llevan un nombre grosero

pero que nuestras doncellas
llaman dedos de muerto.

Cuando trepaba para colgar
en las ramas su corona silvestre,

un mimbre se rompi�.

Y con sus trofeos floridos
fue a caer

en aquel arroyo de l�grimas.

Sus ropajes extendidos

la sostuvieron un rato a flote,
cual sirena.

Cantaba fragmentos
de antiguas melod�as,

como inconsciente
del propio peligro

o como criatura del agua,
acostumbrada a ese elemento.

Pero no pas� mucho tiempo
sin que sus vestidos,

empapados de agua,

arrebataran a la infeliz
de su canto melodioso

hacia la fangosa muerte.

�Entonces se ha ahogado?

�Qui�n construye m�s s�lido

�que el alba�il, el calafate,
el carpintero? El sepulturero.

Sus casas duran
hasta el d�a del Juicio.

�No tiene este hombre
conciencia de su oficio?

Canta mientras cava una tumba.

�De qui�n es esa tumba?

M�a, se�or.

Ya lo creo puesto que en ella est�s.

Vos no est�is,
as� que no es vuestra.

En cuanto a m�, no me meto en ella,
y sin embargo es m�a.

�Para qu� hombre cavas la tumba?

-Ninguno.
-�Para qu� mujer?

-Ninguna.
-�A qui�n enterrar�s?

A una que fue mujer,
pero ha muerto.

Puntilloso es el pat�n.

Seamos precisos
o nos perderemos en equ�vocos.

�Desde cu�ndo eres sepulturero?

De todos los d�as de aquel a�o,

empec� precisamente el d�a

en que el difunto rey Hamlet

venci� a Fortimbr�s, rey de Noruega.

-� Y cu�nto hace de eso?
-�No lo sab�is?

Cualquier tonto se lo dir�.

Fue el d�a
en que naci� el joven Hamlet,

el loco que mandaron a Inglaterra.

Es cierto,
�y por qu� le mandaron a Inglaterra?

Pues porque estaba loco.

All� recobrar� la raz�n,
y si no, all� poco importar�.

�Por qu�?

All� no se le notar�.

All� est�n todos tan locos como �l.

�C�mo se volvi� loco?

Dicen que de un modo muy extra�o.

�C�mo muy extra�o?

Pues perdiendo el juicio.

-�De d�nde sali� su locura?
Pues de Dinamarca.
-

�Silencio!

Metedla en tierra.

Que de su hermosa carne impoluta

broten violetas.

�Es �sta toda la ceremonia?

�No se ha de hacer nada m�s?

Nada m�s.

Su muerte fue dudosa.

Profanar�amos el oficio

si cant�ramos un r�quiem por ella

como por un alma en paz.

Cura maleducado,

mi hermana ser� un �ngel
mientras t� a�lles abajo.

Flores para una flor.

Adi�s.

Esperaba
que te casaras con mi Hamlet.

Pensaba adornar tu lecho de novia,
dulce doncella,

y no esparcir flores en tu tumba.

Triple desgracia

caiga diez veces triplicada

en la cabeza cuya malvada acci�n

te priv� de tu agudo juicio.

Retened la tierra,

que la abrace una �ltima vez.

Echad ahora vuestro polvo

sobre lo vivo y lo muerto
y haced de este llano una monta�a

m�s alta que el viejo Peli�n

o la celestial cumbre del Olimpo.

�Qui�n es �se cuyo dolor
suena con tanto �nfasis,

�cuya pena conjura a las estrellas

�hasta que se detengan asombradas?

�El diablo se lleve tu alma!

�No rezas bien!

Por favor,
�qu�tame las manos de la garganta!

No soy col�rico,
pero hay en m� algo peligroso

que tu prudencia deber�a temer.
�Quita esa mano!

Yo amaba

a Ofelia.

Ni cuarenta mil hermanos,

con todo su amor,
�podr�an superarme!

�Qu� har�as por ella?

-�Est� loco, Laertes!
-�Por Dios, dejadle!

�Quieres llorar? �Luchar?

�Destrozarte, comerte un cocodrilo?

�Yo lo har�!
�Has venido aqu� a lloriquear?

�A desafiarme en su tumba?

�Que te entierren vivo,
y a m� tambi�n!

Ya que hablas de monta�as,
que nos las echen encima

hasta que al lado
de nuestro monte ardiente,

Ossa parezca una verruga.

Si quieres gritar,
�yo vociferar� tanto como t�!

Esto es pura locura.

Estar� presa del ataque un rato a�n.

Por favor, buen Horacio,

cu�dale.

No importa.

Haga lo que pueda
el mismo H�rcules,

el gato maullar�

y el d�a del perro llegar�.

Tengo cosas que decirte al o�do.

Rosencratz

y Guildenstern

van rumbo a Inglaterra.

De ellos tengo que hablar.

Una divinidad

da forma a nuestros planes,
a�n esbozados.

Es cierto.

En mi coraz�n una especie de lucha

me imped�a conciliar el sue�o.

Subiendo de mi camarote,

envuelto en una capa de marinero,
en la oscuridad

les voy buscando a tientas,

les encuentro,

hurgo en sus bultos

y me atrevo a romper los sellos
de sus despachos.

En ellos encuentro, Horacio,

real traici�n,

orden terminante de que al leerlos,

sin demora, sin esperar incluso
a que se afile el hacha,

me corten la cabeza.

�Es eso posible?

Aqu� tienes los despachos.

L�elos cuando tengas m�s tiempo.

Al verme entre las redes
de esos villanos,

me siento

y preparo un nuevo despacho.

Lo escribo cuidadosamente:
una apremiante s�plica del rey

a Inglaterra, su fiel tributaria,

para que a la lectura del despacho,

sin menor o mayor deliberaci�n,

d� a los portadores

muerte inmediata,

sin tiempo para confesar.

�Qu� rey es �ste?

�No es actuar en conciencia

�el pagarle lo suyo...

�con este brazo?

Dejar a este c�ncer hacer el mal
ser�a como condenarse.

Pronto le har�n saber

el resultado de este asunto.
-
Pronto.
-

Pero el intervalo es m�o

y la vida de un hombre
s�lo dura el tiempo de decir "uno".

Hamlet est� de vuelta.

�Qu� est�is dispuesto a hacer

�para mostraros
hijo de vuestro padre en hechos

-�m�s que en palabras?
Cortarle la cabeza
-

en la iglesia.

La venganza no debe tener l�mites.

Pero, buen Laertes, haced esto:

quedaos en vuestro cuarto.

Cuando vuelva Hamlet,
se alabar�n vuestras excelencias,

prepararemos un encuentro
y haremos apuestas.

�I es descuidado,

elegid espada sin bot�n
y, con una estocada,

-vengad vuestro padre.
As� lo har�.
-

Y con este prop�sito

untar� mi espada.

Compr� a un buhonero un ung�ento

tan mortal
que por muy leve que le ara�e,

podr� ser su muerte.

Durante la pelea os acalorar�is

y cuando �l pida de beber,

le tendr� preparada una copa
para la ocasi�n.

Con un solo sorbo,

en caso de que escapara
a tu espada envenenada,

lograremos nuestro fin.

Se�or, el rey

ha apostado que en doce asaltos,
Laertes no os sacar�

m�s de tres de ventaja.

Ha apostado doce contra nueve.

Prueba inmediata,

si otorg�is una respuesta.

�sta es la hora
en que suelo pasearme.

Si place al rey, traed los floretes.

Perder�is esta apuesta, mi se�or.

No lo creo.
Ganar� por los puntos de ventaja.

Pero no sabes qu� dolor siento
cerca del coraz�n.

No importa.

Es s�lo una tonter�a,

un p�lpito que turbar�a a una mujer.

Si vuestra mente recela algo,
seguidla.

Les dir�
que os encontr�is indispuesto.

Nada de eso.
Desafiamos los augurios.

Act�a una providencia especial
hasta en la ca�da de un gorri�n.

Si es ahora, no ha de venir.

Si no ha de venir, ser� ahora.

Si no es ahora,
ha de ser sin embargo.

Todo reside en estar dispuestos.

Puesto que nadie sabe lo que deja,

�por qu� no dejarlo antes?

Dej�moslo.

Venid, Hamlet.

Tomad esta mano.

Concededme vuestro perd�n, se�or.

Os he ofendido.

Pero perdonadlo, como caballero.

Todos saben,
y tambi�n lo habr�is o�do,

que estoy aquejado
de un grave trastorno.

Todo cuanto hice, que haya herido
vuestra naturaleza y honor,

proclamo aqu�...
que fue locura.

�Fue Hamlet quien ofendi� a Laertes?

Nunca Hamlet.

Si Hamlet se pierde a s� mismo,

y, no siendo �l mismo,
ofende a Laertes,

no es Hamlet quien act�a.

Hamlet lo niega.

�Qui�n act�a, entonces?

Su locura.

Si as� es,
Hamlet forma parte de los ofendidos.

Su locura es el enemigo
del pobre Hamlet.

Se�or,

ante los oyentes, que mi negativa
de todo da�o intencionado

me disculpe.
Considerad generosamente

que dispar� una flecha
por encima de la casa

y her� a mi hermano.

Quedo as� satisfecho

en mi naturaleza, que deber�a

moverme a venganza.

Pero en materia de honor,

no quiero ninguna reconciliaci�n.

Los floretes, vamos.

Uno para m�.

Ser� vuestro flor�n, Laertes.

Ante mi ignorancia vuestra habilidad

brillar� cual estrella
en la noche m�s oscura.

-�Os burl�is de m�?
-No, por esta mano.

-�Conoc�is la apuesta?
-Muy bien.

Vuestra Alteza ha apostado
por el m�s d�bil.

No tengo miedo,
os he visto a los dos.

Jueces.

Tocado, muy claramente.

Bueno, sigamos.

Esperad.

A tu salud, Hamlet.

Dadle la copa.

Dejadla aparte.
Primero, este asalto.

-�Qu� dec�s?
-Tocado, lo admito.

Ganar� nuestro hijo.

-La reina brinda por vuestra fortuna.
Buena se�ora.
-

-�Gertrudis, no beb�is!
-Pero quiero, se�or.

Perdonadme.

Luego.

Esta vez, le tocar�.

Hamlet,

est�s herido de muerte.

No hay medicina en el mundo
que pueda salvarte.

No te queda media hora de vida.

Llevo en mi mano
el instrumento traidor,

sin bot�n y con veneno.

El infame ardid
se ha vuelto contra m�.

Ca�do como una grulla en mi trampa,
justo es mi final.

Tu madre est� envenenada.

No puedo m�s.

�El rey!

�El rey tiene la culpa!

Mi querido Hamlet...

�La bebida!

�Estoy envenenada!

Toma, incestuoso,

asesino, maldito dan�s,

sigue a mi madre.

As� debe ser.

Me muero, Horacio...

Adi�s, desventurada reina.

Vosotros que mir�is esta desgracia,
p�lidos y estremecidos,

vosotros,
mudos espectadores de este drama,

si tuviera tiempo...
Pero la muerte, cruel esbirro,

ejecuta la orden implacablemente.

Podr�a deciros...

Pero dej�moslo.

Estoy muerto. T� vives.

Haz el justo relato de mi causa
a los insatisfechos.

No pens�is en ello.

Tengo m�s de antiguo romano
que de dan�s.

-Aqu� queda licor.
-Dame la copa.

Por el cielo,

la coger�.

�Qu� nombre herido,
si todo permanece oculto,

�dejar� detr�s de m�!

Si alguna vez
me tuviste en tu coraz�n,

renuncia todav�a un tiempo
a la felicidad

y en este mundo amargo,
respira con dolor

para contar mi historia.

D�jame.

El resto es silencio.

Adaptaci�n: lsabelle Cout� Rodr�guez

Subtitulaci�n: TVS - TITRA FILM