All language subtitles for Lydia (Julien Duvivier,1941).(Subs.Espa.y.Forz).[filibusteros.com].(504).por.Marc27

Lydia MacMillan.

Es el nombre que aparece
en la portada

de todos los peri�dicos hoy.

Porque hoy la obra de esta gran
mujer se corona en Nueva York.

Les llevamos a la inauguraci�n
del Orfanato MacMillan

para ni�os ciegos e impedidos.

Escuchamos al gobernador
del estado de Nueva York.

En esta era de destrucci�n,

tendemos a olvidar que,

m�s alta que la bandera
de las naciones en guerra,

se alza la bandera
de la humanidad.

Hoy se alza en el tejado
de este edificio.

Hoy este santuario
abre sus puertas

a los ni�os ciegos
y hu�rfanos del pa�s.

Un edificio que no se ha hecho
con cemento y ladrillos,

sino con un
coraz�n humano dedicado

al servicio de la humanidad.

Lydia MacMillan, ser�
un privilegio y un honor

servir a la bandera que has izado.

Lo siento, la Srta. MacMillan
no podr� recibirle, estar� cansada.

�Qui�n estar� cansada?

�Crees que unos cuantos
discursos me cansan?

�Usted qu� quiere?

�Rayos y centellas!

Es asombroso.

Michael Fitzpatrick.

Esto es peor que los discursos.

- Tengo que sentarme.
- Lydia.

De todo coraz�n me uno
al resto del mundo para...

�Por Dios bendito!
�Me vas a dar otro discurso?

D�janos solos.
Es un antiguo pretendiente.

M�rale bien, tu apuesto joven
ser� as� dentro de 40 a�os.

No has cambiado.

Una ventaja
de ser una solterona.

Te pudres, pero no cambias.

Llevas el chaleco desabrochado.

As� estoy m�s c�modo.

Si nos hubi�ramos casado,
no lo llevar�as desabrochado.

Ni llevar�as un hilo colgando.

Quiz� deb� casarme contigo.

No, has hecho mucho m�s
con tu vida.

Siempre esper� o�r que te casabas.
No te casaste, �verdad?

No, demasiada visi�n
y pocos encantos.

Tonter�as, ten�as
cuatro pretendientes.

�Cuatro?

Bob, Frank, Richard...

- �Y yo qu�?
- Claro, claro.

S�, Michael, cuatro.

Ahora que me has visto,
�habr� muchos rumores

si nos vemos de vez en cuando

y le damos la mano al pasado?

Sigue gust�ndome dar que hablar,
pero no puedo hasta el mi�rcoles.

Ven a verme el mi�rcoles

y no traigas carabina.

�Recuerdas lo que dec�a
la abuela?

"Al zarpar
la chica ya es m�a".

Zarparemos el mi�rcoles.
Adi�s, Michael.

- Lydia.
- Hola, Michael.

Me alegro de que hayas venido.

Jam�s me lo habr�a perdido,
llevo tres d�as pensando en esto.

Pasa.

Tengo una sorpresa.

Tienes mirada de diablillo.

Vaya, rayos y centellas.

�Esto es Central Park
o la cara oscura de la luna?

Esperaba esto
para despu�s de muerta,

encontraros tocando el arpa
a la vuelta de la esquina.

- Caballeros.
- Ha sido idea de Michael.

Es maravilloso.
Estoy encantada.

Siempre que no se�is fantasmas.

En lo que a m� respecta,
soy tan real como siempre.

Es tremendamente escalofriante.

�Qu� haces vestido de smoking
a estas horas?

Soy el gerente de un club
y echo una mano en la puerta.

- �Como gorila?
- S�.

Me sirve mi entrenamiento
como futbolista.

Me asustas, Bob. Como siempre,
el hombre en estado puro.

La misma Lydia vibrante
y abrumadora de siempre.

Mi querido Frank.

Te veo igual que siempre,

con cada latido de mi coraz�n.

Nunca me he perdido
uno de tus conciertos.

Siempre te gust� mi m�sica.

Lo recordaba al tocar.
Siempre he pensado:

Lydia amaba el sonido que produzco.

Es la parte de m� que amaba.

No es justo, Frank.

Nada de cortejar
hasta despu�s del t�.

Tonter�as, quiero o�rlo todo.

Todo lo que hemos pensado
unos de otros en 40 a�os.

Yo s�lo he tenido un pensamiento.

�Por qu� no te casaste conmigo?

Me est�s copiando, amigo.

Lo he pensado miles de veces.
Llevas a la chica hasta el altar

y desaparece.

Desapareci� de todas
nuestras vidas.

De repente y para siempre.
�Hubo un motivo?

- S�.
- �Cu�l fue?

Creo que ya tenemos edad
para ser sinceros.

Entonces s�lo pudo ser una cosa.
Un hombre.

- A quien amabas.
- S�.

Me sorprende que no est� aqu�.

�Te refieres a Richard?

- S�.
- Le avis�.

- Todav�a puede llegar.
- As� que hay un tal Richard.

�Lo sab�a!

No le digas la verdad
a un hombre hasta pasados los 90.

�El t�! �Menudo enga�o!

�Has olvidado el ponche
de la abuela?

Estupendo.

El primer t� que me diste
fue el 30 de junio de 1897.

30 de junio de 1897.

Parece un d�a muy importante.
�Qu� pas�, la batalla de Gettysburg?

�La de la bah�a de Manila?

- Ya recuerdo, fue el d�a...
- De tu primer baile.

Por favor, lo recuerdo
perfectamente.

Era muy joven, un poco locuela

pero bastante guapa,
eso seguro.

S�, eras impresionante.

La chica m�s guapa de Boston.

No lo discutir�.

El pasado siempre mejora.

Es lo �nico que mejora.

�Recuerdas mi precioso

vestido blanco?

�C�mo que blanco?
�Era azul!

Era rosa.

Lo s� porque lo tengo
guardado en un armario, aqu�.

No hab�a m�s belleza en el mundo
aquel d�a, Lydia,

que la tuya.

Abuela.

�Abuela!

- �Abuela!
- Se�orita Lydia.

Su abuela est� ah� dentro
con el doctor.

Qu� pesadez.
La abuela est� tan sana como yo.

- �Se�orita Lydia!
- �Es verdad!

Todos lo saben.
Voy a ense�arle mi vestido.

�Abuela!

- As� que �sa es la Srta. Lydia.
- En persona, Michael.

- Antes ten�a pecas.
- �De veras?

Entonces los milagros existen.

Siempre han existido.

Es asombroso c�mo cambia
la gente cuando crece.

No seas impaciente.

La conocer�s en cuanto te haya
presentado a la Sra. MacMillan.

Me da igual la Sra. MacMillan.

No tengo nada en com�n
con esta gente.

Tengo otros planes, padre.

Quiero que dimitas,
ya has trabajado bastante.

Ya s� que no gano mucho,
pero bastar� para los dos

si t� te encargas
de la intendencia.

�Me est� ofreciendo
otro empleo, se�or?

Hablo muy en serio.

Yo tambi�n.

S�lo he sido padre una vez.

Pero he sido el mayordomo aqu�
durante 40 a�os, �qu� pesa m�s?

Inconscientemente ser�a
tu mayordomo siempre

y tu padre rara vez.

Y adem�s no cobrar�a.

Sinceramente, Michael,

no necesitas un padre

y no te puedes permitir
un mayordomo.

�Fuera, fuera de esta casa!

�No pienso volver a esta casa
aunque viva mil a�os!

�Nunca jam�s, Sra. MacMillan!

�Ya me encargar� yo de que
eso no cambie, matasanos!

�Est� m�s sana que un roble,
pero es un caso!

Fuera, marinero de agua dulce.

O le har� apalear.

Dice que es m�dico.

No distingue su codo
de un barril de ron.

�Largo, n�ufrago de la medicina!

�Menuda desverg�enza!

Decirme que mi h�gado
est� perfectamente.

Deber�a echarle de Boston.

Jovencita, �qu� quer�as decirme?

�Que esa cosa vergonzosa
que llevas es un vestido?

�Parece que te vayas a ba�ar!

�Vuelve arriba!

�Ponte algo encima!
Eres muy mayor para ir desnuda.

- No voy desnuda.
- No me discutas.

�Jezabel, vas desnuda!
�Mira esos hombros!

- �Qu� les pasa?
- Van desnudos.

�Ser�s fresca!

�Van al aire!

Todo el mundo ense�a
los hombros si son bonitos.

Pues los tuyos
deben ser espectaculares.

- No me averg�enzo de ellos.
- �C�mo e atreves a replicarme?

�Ven aqu�, sinverg�enza!

�Te pondr�s un traje decente
o te ir�s a la cama!

- �Me pondr� lo que quiera!
- �Ven aqu�!

No soy un beb�
y no puedes tratarme como uno.

Puedo ense�ar los hombros.
Si no, no ir� al baile.

Me meter� en la cama,
jam�s saldr� y morir�.

Asesinada por una cruel abuela.

Ser�s idiota.
Si lloras...

�Ya te gustar�a que llorara!

�Usted qui�n es?

Perm�tale presentarle a mi hijo,

el doctor Michael Fitzpatrick.

Acaba de llegar de Nueva York.

�Un doctor?

Me deshago de uno y me llueve otro.
Son todos unos charlatanes.

He malgastado 37 a�os de vida
y una fortuna de dinero

en matasanos miserables

intentando aliviar mi h�gado.

Llevo sin pegar ojo

tres d�cadas por ese
desdichado �rgano.

- Ya est� otra vez.
- �Me deja verle la lengua?

- �Para qu�?
- Por favor.

Quiz� vea algo mientras
le da el ataque.

Como si sirviera de algo.

- �Ve algo?
- Rel�jese, por favor.

Es evidente.

- �Qu�?
- Gastrocolitis. Aguda.

- �Tengo eso?
- Desde luego.

Quiz� no le guste lo que le receto.
Es un compuesto de carb�n.

Quiero que lo tome
tres veces al d�a.

Recete, joven, recete.

El primer m�dico sensato que veo.

- �Gastrocolitis?
- Aguda, se�ora.

Ya s� d�nde la cog�.
En la mar.

Tragu� toneladas de agua salada.
Se comi� mi h�gado.

Siempre lo he sabido.

Es lo que mat�
al capit�n, mi marido.

Dijeron que fue por una vieja bala,

pero los MacMillan no mueren
por viejas balas.

Fue el agua de mar.

Morir� igual que �l.
Me matar� la mar.

Los MacMillan s�lo mueren as�.

�D�nde est� Lydia?

Lydia, ven.

Quiero que conozcas
a nuestro nuevo m�dico.

- �C�mo se llamaba?
- Michael Fitzpatrick.

S�, el hijo de James.

El mejor padre posible.

Espero que haya heredado
su genio, doctor.

James, quiero comer algo.

El t� est� listo.

�T�? �Odio el t�!

Con una gota de ponche.

As� est� mejor.

�Qu� pasa con mi vestido?

�Puedo ir al baile
o me meto en la cama?

Si alguien se va a la cama, ser� yo.

Ve al baile si quieres
con ese traje de sirena.

En mi juventud jam�s
te habr�as atrevido.

Pero los hombres han cambiado.

Se les ha enfriado la sangre.

"Al zarpar
la chica ya es m�a".

Eso ya no se oye.

Deme esa receta,
la quiero inmediatamente.

Vamos, vamos.

Quiero pat� del que me sent�
mal ayer, hoy estoy mejor,

no me har� da�o.

Me ha tenido atrapada,
la vieja pirata.

No es m�s que
una pirata rid�cula.

Espero que le haya dado
una medicina asquerosa.

La quiero. De veras.

Es mi ideal.

- Dr. Fitzpatrick.
- �S�, se�orita Lydia?

- �Diez d�lares le parecen mucho?
- Bueno...

- �Le gusta mi vestido?
- Lo estaba admirando.

�Cu�ntos metros de gasa
cree que lleva?

- Pues...
- Adivine.

- Kil�metros.
- �Baila?

- S�.
- Qu� pena.

- Lo siento.
- No, los m�dicos no suelen hacerlo.

Nunca. �Y usted?

- �Qu�?
- No lo s�.

- Casi se me olvida su entrada.
- �Qu� entrada?

Para el baile. Debe venir aunque
no baile. �Lo desaprueba?

Los m�dicos desaprueban todo.
Aunque usted no parece m�dico.

No se parece al viejo Whitridge.
Se lo pasar� estupendamente.

Saldr� en todas
las columnas de sociedad.

Aqu� tiene su entrada.

Diez d�lares, por favor.

- �Diez d�lares?
- Por la entrada.

Claro, qu� tonto.

- Dos.
- Dos.

- Cuatro.
- Cuatro.

- Nueve.
- �Cu�nto dinero tiene!

Los bolsillos llenos.

- Diez.
- Gracias.

- �Quiere dar un paseo?
- Me encantar�a.

Debe de estar muerto de hambre,
soy una idiota.

Qu�dese a tomar el t� y el ponche.
Le encantar� el ponche de la abuela.

Abuela, el doctor se queda
a tomar el t�.

Fue amor a primera vista.

Para m� no.

Fue la avaricia y la astucia
de los MacMillan.

Daban un premio a la chica
que m�s entradas vendiera.

S�lo me quedaba una
cuando te conoc�.

Lydia.

Jam�s he olvidado aquel baile.

�Recuerdas el sal�n?

S�, ya no los hacen as�.

Se me cort� la respiraci�n
cuando entr�.

Tienes raz�n, Bob.

He visto muchos salones
de baile desde entonces,

pero ninguno tan maravilloso.

Entr� en la sala como en un sue�o,
caminando sobre el aire.

�Recuerdas la elegancia de la
gente sobre los suelos pulidos?

Miles de espejos en las paredes.

L�mparas de ara�a
como enormes magnolias.

�Recuerdas los centenares
de arpas?

La divina suma de m�sicos,

eran cientos, creo.

�Qu� ser�a de esos violines
que se fund�an?

�Y de la sala llena
de pr�ncipes azules?

Y cuando t�, mi pr�ncipe azul,

me sacaste para un vals,
fue como bailar sobre una nube.

�Te acuerdas, Michael?

S�, pero no como t�.

De hecho, era un sal�n
bastante corriente.

- Est�s loco.
- Yo vi ese sal�n.

No, Bob. S�lo lo so�aste.
Lydia y t� lo so�asteis.

Yo fui el �nico
que realmente lo vio.

La verdad es que era...

L�mparas de ara�a
como enormes

magnolias.

�Recuerdas los centenares de arpas?

La divina suma de m�sicos,

eran cientos, creo.

�Qu� ser�a de esos violines
que se fund�an?

Y cuando t�, mi pr�ncipe azul,

me sacaste para un vals,

fue como bailar sobre una nube.

Disculpe.

�No es maravilloso, Bob?

S�, de primera.

Me encanta bailar contigo.

Bailar�a contigo para siempre.

�No ser�a maravilloso poder bailar
y bailar y no hacer nada m�s?

Nos cansar�amos mucho.

Qu� gracioso eres.

Siento los m�sculos de tus brazos.

Seguro que podr�as levantarme
como a una pluma.

Podr�a levantar a 20 como t�.

Pero no quiero que lleves
a 20, s�lo a m�.

Ojal� me llevaras
a una isla desierta,

con palmeras, coral,
sirenas y arpas.

�No te encantar�a, Bob?

�Qu� tiene de malo Boston?

La noche es perfecta, �verdad?
No puede haber nada m�s hermoso.

No sab�a que hubiera
tanta felicidad en el mundo.

Y nunca desaparecer�.
Siempre ser� as�.

La luna, el jard�n y t� y yo.

�Me quieres con locura? Nunca
ha habido un amor como el nuestro.

�A ti tambi�n
te tiemblan los dedos?

Bob.

Mira qu� precioso est� el cielo.

Mira, cari�o,
millones de estrellas.

�Te acuerdas?

"La noche tiene mil ojos
y el d�a s�lo uno.

Mas la luz del mundo muere
cuando muere el sol.

La mente tiene mil ojos
y el coraz�n s�lo uno.

Mas la luz de una vida muere

cuando se acaba el amor".

S�.

Estuviste muy po�tico
aquella noche.

S�, es verdad.

Te recuerdo a la luz de la luna,

hablando como Byron y Shelley.

Jam�s he o�do a nadie
hablar tan bien.

Fue como escuchar
a un ruise�or.

�Qui�n, Bob?

S�, yo.

�Y recuerdas el d�a del partido
entre Yale y Harvard?

Qu� d�a m�s bonito

y soleado, Lydia.

Bob, Bob.

La abuela te espera a las siete.
Sabes que todo depende de esto.

�Me quieres, amor m�o?
S� que s�.

Bob, Bob.

Ni bebes, ni fumas.
Si te da un cigarro, es una trampa.

No llegues tarde,
la abuela se enfada.

�Me quieres?
�Di que s�!

Recuerda que odia a McKinley.
Quer�a a Elliot de presidente.

Y cree que McKinley le ech�.

A las siete en punto.

Bob, recuerda que odias a McKinley.

Est�s lleno de jab�n,
pero te quiero igual.

- Abajo McKinley.
- �C�mo dice?

- Abajo McKinley, le odio.
- Yo tambi�n, es un sinverg�enza.

Peor.

Adelante, si�ntese.

Ah� tiene un cigarrillo.

- �Un cigarrillo?
- S�.

No fumo.

�Quiere una copa?

No lo pruebo.
El alcohol es inmundo.

�No bebe?

Lo odio. Odio fumar, beber
y a McKinley. �Qu� le parece?

Un joven extraordinario.

�Ha visto el partido?

No, pero tengo entendido

- Que ha destacado.
- La cosa fue as�.

Nuestro centro dio un mal pase

y nuestro zaguero recuper� el bal�n
en la l�nea de 40 de Yale.

Est�bamos preparados
y ped� una carrera

para el quarterback, yo.
El centro da un pase perfecto,

yo voy a la derecha
y veo al ala derecha contrario,

pero uno de nuestros hombres
lo placa y empiezo a correr

detr�s de nuestro placador,

corriendo as�...

Est� borracho.

�Qui�n, yo?

�Cu�nto cree que durar�a
en el equipo

si el entrenador
me oliera a alcohol?

D�gamelo, �quiere?

Ya ve, nada de alcohol.

- Clavo, Sra. MacMillan, clavo puro.
- Fuera de mi casa.

Est� borracho, fuera.

Fuera de esta casa,
cabra loca.

Por ah�, cabra borracha.

�Qu� pasa con Lydia?
Vengo a verla por eso, la quiero.

No se atreva
a volver a esta casa.

Si vuelve a mirar a mi nieta,

le romper� todos los huesos.
Fuera de aqu�.

�Abuela! �Qu� ha pasado?

Vuelve a tu cuarto, jovencita.

Si vuelves a decir su nombre,
te har� apalear.

Ma�ana te vas a Virginia
a casa de tu prima Sally.

Vuelve a tu cuarto.

�Pero abuela!

- Hola, Michael.
- Lydia.

- Espero no molestarte.
- Claro que no.

�Qu� te trae por aqu�?

�Crees en la igualdad
de derechos para las mujeres,

o crees que las mujeres
no son m�s que esclavas?

Cont�stame.
�Las mujeres son esclavas?

- Claro que no.
- Entonces est�s de mi parte.

�Qu� ha pasado?

Es un poco descarado
que te cuente esto, pero...

Estoy enamorada
y la abuela le odia.

- �Le odia? �Por qu�?
- Porque es joven y listo

y ser� alguien en la vida.

Pero ella no lo cree.
Oh, Michael.

Lydia.

Pero se equivoca.
Viene de una buena familia.

Una buena familia.

Estoy un poco confuso.

�De qui�n hablas?

De Bob Willard.

Me manda ma�ana a Virginia
a casa de una prima.

Pero no soy una esclava,
no dejar� que me despachen.

Ya s� que los cient�ficos tienen
la sangre fr�a y... �Qu� es eso?

Un microscopio.

Pero t� eres distinto.
No eres un cient�fico de verdad.

T� me quieres, �verdad?

A tu manera, claro.

Como un hermano.
�Me ayudar�s, Michael?

- S�.
- Gracias.

Es maravilloso tener un amigo.

�Qu� haces mirando
pompas de jab�n?

No es jab�n, es sangre.
Hago un recuento de leucocitos.

Es una prueba de diabetes.

Cu�nto sabes, �verdad?

Por eso he venido a verte.

Nos vamos a fugar.

�Os vais a fugar?

Esta noche.

Ya hemos quedado con el
juez de paz de Quincy

a las ocho.

�Te das cuenta de lo que haces?

Claro, le quiero.

Michael, juraste que me ayudar�as.

�Qu� quieres que haga?

La abuela va a una conferencia
y quiere que la acompa�e.

T� vendr�s a casa dentro
de una hora y dir�s

que estoy enferma
y debo meterme en la cama.

La abuela se ir� sola,
yo saldr� de la cama y me fugar�.

- �D�nde vas?
- A contarle a tu abuela

la verdad.

Chivato asqueroso.

- Eso no importa.
- No ser�s capaz.

Soy capaz de todo
para que no arruines tu vida.

Eres un hip�crita,
a m� no me enga�as.

Quieres congraciarte
con la abuela para progresar.

- Cre�a que eras mi amigo.
- Lo soy.

Est� bien, lacayo.
Tienes sangre de sirviente.

Nos casaremos como sea.
Ma�ana, al otro o cuando sea.

Ni la abuela, ni todos sus
mayordomos pueden detenernos.

Se lo contar� a Bob
y tendr�s que tener cuidado.

Jovencita, quiero explicaciones.

�D�nde estabas?
Iba sola a la conferencia.

Lo siento, me mare� y tuve
que sentarme en un banco.

- El Dr. Fitzpatrick.
- Nunca ha sido m�s bienvenido.

Que pase.
�D�nde vas?

No quiero verle.

Has dicho que estabas enferma.
No te muevas.

Hola, Michael, �qu� tal?

Me gustar�a hablar
con usted a solas.

Michael.

No, eche un vistazo a Lydia
ha llegado a rastras a casa.

Estoy bien, abuela.

Es el h�gado MacMillan.
Saca la lengua.

- No.
- �Puedo verla, por favor?

Lydia, no seas maleducada.

Tiene el pulso acelerado.

�Qu� cree? �Es su h�gado?

Posiblemente.

Un poco amarillenta.

Es su h�gado.

Creo

que deber�a acostarse.

Puede acostarse hasta ma�ana,
pero ni un minuto m�s.

Salimos para Virginia
por la ma�ana.

La llevar� aunque est�
m�s amarilla que un chino.

A la cama, jovencita.
Me ir� sola.

No ponga esa cara.

Ted MacMillan tuvo que luchar
para conseguirme.

Luch� como un tibur�n.

"Al zarpar la chica ya es m�a".

Esa raza ha muerto.

James, que las maletas est�n
por la ma�ana.

H�gado o no, parte al amanecer.
Acomp��eme al carruaje.

Michael, eres un caballero.

Debo correr, hay que estar
en Quincy a las ocho.

Acaban de decirme
que soy un caballero.

Lo eres, hijo m�o.

A un caballero nunca se le dice
que es un caballero.

Las once. Cielo santo.

�Cree que el Sr. Fairfield
volver� a casa?

Le han llamado para
redactar un testamento.

- Vendr� cuando pueda.
- Nos dijo a las ocho.

S�, pero el Se�or
lo ha dispuesto de otra manera.

Deber�an volver por la ma�ana.

Cuando llegue mi hijo,
ser� de visitar a los muertos

y estar� triste y cansado.

Ser� mejor.

Quiz� sea lo mejor.

Volveremos por la ma�ana.
Buenas noches.

Buenas noches, se�ora.

Es una pena lo de la cena.
Ped� champ�n y todo.

Y me hicieron pagar por adelantado.

Qu� bien me sentar�a
esa cena ahora: ostras,

pescado, pollo, helado y tarta.

�Por qu� no la aprovechamos?

La cena y el champ�n.

�Lo dices en serio?

S�, �qu� tiene de malo?

No, nada.
�Pero est�s segura?

Lydia, eres estupenda.
�Conductor!

A Quincy House, r�pido.

Soy Robert Willard, reserv�
una habitaci�n ayer.

S�, Sr. Willard.

�Puedo ofrecerle mi m�s sincera
enhorabuena, Sra. Willard?

- Y a usted, se�or.
- Gracias.

Habitaci�n 22.
�Me acompa�an?

Sirva la cena inmediatamente.

Lo siento, la cocina
cierra a las nueve.

Sin embargo, hay champ�n.

Puedo servirles yo mismo.

Tambi�n puedo hacerles
unos s�ndwiches.

Podemos tomar el vino.
�Qu� s�ndwich quieres?

Uno de pat�.

- Muy bien, se�ora.
- El m�o de jam�n, rosbif y queso.

Muy bien. Por aqu�, por favor.

Lo siento.
Toma, bebe.

No, gracias, no quiero m�s.
Y por favor, no bebas m�s.

�Por qu� no? Ya est� pagado.

Claro que s�.

Por ti, Lyd.

La chica m�s guapa de Boston.

Qu� bueno est�.

Vamos, bebe, no seas aguafiestas.

No, es muy tarde
y quiero irme a casa.

�Y dejar esa botella?
Nada de eso.

Ojal� estuvi�ramos casados ya.

Yo me alegro de que
no nos hayamos casado.

�Qu� quieres decir?

Cre�a que fugarse ser�a rom�ntico.

Y ahora veo lo que es.

Cuando me case,
ser� en una iglesia.

Como siempre he so�ado

con el traje blanco de mi abuela,

el �rgano sonando
y las damas de honor.

Y chicos de la
universidad como pajes

y todo Boston mir�ndome.

�C�mo que cuando te cases?

Te vas a casar conmigo, �no?

- Ma�ana.
- Ll�vame a casa ahora mismo.

�Para qu�?
�Es que no te diviertes?

Quiero ir a casa.
Me haces da�o.

Ya sabes que te quiero.
Y t� me quieres.

�Por qu� no ser felices?

�Bob, su�ltame!

�Qu� te pasa, tonta?

�D�nde vas?

Avenida Commonwealth, Boston.

�Puedo pagar primero?

Una belleza en apuros.

M�rale, se sonroja.

No quer�a herirte, Bob.

Casi es mi recuerdo preferido.

Llevo a�os arrepinti�ndome de tratar
as� a una chica que me quer�a.

Tonter�as. No era amor.

Te quer�a a ti, a las l�mparas
y a los violines.

Qu� bien empieza, �verdad?

- �El qu�?
- La vida, tonto.

C�mo lo pas� con la abuela
cuando se lo cont�.

- �Qu� le contaste?
- La verdad.

�Y ella qu� dijo?

Dijo muy calladamente:

�As� que te dej� ir?
Hija, eso es lo peor de la historia.

Podr�a haberla matado.

Era una gran dama.

Si un hombre no hubiera muerto,
me habr�a casado contigo

y estar�a llevando un club.

Podr�a haber sido divertido.

M�s divertido que lo que he tenido.
Si�ntate, Bob, eso es lo mejor.

La vida sigue.

Arriba y abajo,

por las esquinas
y debajo de la tierra.

El r�o que se dirige al mar.

Un r�o de dolores de cabeza.

T� s� que me diste
un buen dolor de cabeza.

Dur� mucho tiempo.

El funeral del primer amor.

�S�?

- �Le enciendo las luces?
- No, gracias.

Pero si no se ha tomado el t�.

No ten�a hambre, James.

No viene a la �pera.
No s� qu� hacer con ella.

Sigue llorando
por ese in�til de Bob.

Lleva meses sin comer
como Dios manda.

Por eso la traje a Nueva York.

Es el primer amor, Sarah.

- A todas nos ha pasado.
- Me pone enferma

que ande tirada por las esquinas.

La he arrastrado a bailes, le he
presentado vejestorios, pero nada.

S�lo mueve la aleta alguna vez
para demostrar que sigue viva.

�Qu� es eso, James?

Los soldados marchando al muelle,

se�orita Lydia.

Ma�ana zarpan para Cuba.

Michael tambi�n va.

M�s tarde ir� a verle.

�Sabes que Michael
se va a la guerra?

Quiero verle antes de irse.
James va a verle, �puedo ir con �l?

Claro, Lydia.
Vamos, James, deje eso.

- Muy bien, se�ora.
- Lydia le acompa�ar�.

Vamos, James.

Sarah, tienes que poner
alg�n l�mite.

Por muy fiel que sea James,
s�lo es un sirviente.

�Hab�is o�do lo que era yo
antes del capit�n?

Jam�s lo he cre�do.

Rayos y centellas, vieja est�pida.

Vend�a pescado
en el mercado de mi padre

y as� conoc� al capit�n MacMillan.

Quer�a un arenque ahumado.

Pero dejarla ir con el hijo
del mayordomo a un antro...

�Qu� antro?

A Michael le he mandado
dos entradas para el music hall.

- Eso es un saloon.
- Tonter�as, es mucho peor.

Pero se lo pasar�n bien.

En la celda estoy sentado,

pensando en ti, madre.

Y en el feliz hogar

que est� tan lejos.

Lejos.

Las l�grimas llenan mis ojos

muy a mi pesar.

Pero intento animar
a mis camaradas y estar alegre.

Estar alegre.

Los chicos marchan.

�nimo, camaradas, que volver�n.

Y bajo la bandera estrellada
volveremos a respirar

el aire de libertad
en nuestra querida patria.

Estamos en la celda,

esperando el d�a

en que se abra de par en par
la puerta de hierro.

Y el ojo hundido destella

y el pobre coraz�n casi se alegra

al pensar en ver nuestro hogar
y a nuestros amigos una vez m�s.

Los chicos marchan.

�nimo, camaradas, que volver�n.

Y bajo la bandera estrellada
volveremos a respirar

el aire de libertad
en nuestra querida patria.

Cu�nto he comido,
jam�s he sido tan feliz.

Cu�nto se divierten
quienes no pueden ir a la �pera.

Mi �ltima receta
para ti antes de irme a la guerra,

es un filete cada noche
con patatas asadas

y dos vasos de cerveza.

Estar� tan gorda como �sa

cuando vuelvas.

Para que me esperes.

Te he querido desde
el primer d�a que te vi.

Si es verdad, durar�
y me lo dir�s cuando vuelvas,

no ahora.

Mientras est�s fuera, madurar�.

Llevo toda la vida sentada
como una mu�eca de porcelana.

Las mujeres deben fingir

tener cerebro de serr�n
y una delicadeza

s�lo apta para
un palco de la �pera

o un t� con veinte carabinas.

Vaya, volvemos a la carga.

Es hora de que las mujeres
hagamos nuestra revoluci�n.

Estoy harta de estar sentada.

Ya lo tengo.
Una belleza en apuros.

Quincy House, Massachusetts,
en diciembre.

Nunca se me olvida
una cara bonita.

Tranquilo, no pretendo ofender.

Me alegro de que est�s
m�s contenta.

Deber�a sacarte de aqu�, Lydia.

- Volver�.
- Y t� eres el causante de los males.

Siempre s� por qu�
llora una mujer.

Por dos monedas,
te dar�a una paliza.

No tengo dos monedas.
Adi�s,

belleza en apuros.

Delante.

- �Suban a bordo!
- Tengo que irme.

- Adi�s, Lydia.
- Adi�s, Michael.

- �No me vas a besar?
- Cuando vuelva.

No, ahora, por favor.

- Adi�s, Lydia.
- Michael.

- Adi�s, Lydia.
- Adi�s, Michael.

Michael.

- Padre.
- Adi�s, hijo m�o.

Que Dios te bendiga.

Adi�s, Michael.

Cu�date.

Tranquila, lo har�.

Sigo sin tener dos monedas.

Adi�s, belleza en apuros.

A�n puedo verle salud�ndote
con esa arrogancia.

Nunca le abandon�, �verdad?

S�, varias veces,
pero no para bien.

Qu� curioso, �verdad?

Al zarpar pensaba
que te cambiar�a la vida,

pero quien lo hac�a
era ese extra�o.

Sinceramente, �te enamoraste de �l
mientras te saludaba?

�Eso fue lo que cambi� todo?

Querido Michael.

En el momento
de tu heroica partida para Cuba

no pensaba ni en ti, ni en Richard.

El �nico hombre que era
algo para m� era Johnny.

No recuerdo a ning�n Johnny.
�Johnny qu�?

Johnny cambi� mi vida
m�s que cualquiera.

�Esos son marines o soldados?

- Son marines.
- �Llevan pistolas y todo?

S�. �As� est� mejor?

S�, los oigo mejor.

�C�mo son, son grandes?

S�, muy grandes.

Llevan uniformes rojos y azules.

�Rojos y azules!

No s� lo que es rojo y azul.

Pues el rojo es como

el sonido de esas sirenas.

�S�? �Y el azul?

El azul es...

Por fin est�s en casa.

Me vuelves loca
cuando sales corriendo.

Ven conmigo.
Ni un momento de paz.

S�lo segu�a la m�sica.

Le encontr� en el muelle.
Quer�a ver a los soldados.

�D�nde acabar�s,
larg�ndote as�, a oscuras?

- S�lo segu�a la m�sica.
- C�llate.

Si no le gusta, �qu� hace aqu�?
�Qu� quiere?

Quiero ayudarla.

�En qu� puede ayudar
a gente como nosotros?

No es la primera arp�a
que viene a darnos problemas.

V�yase y no vuelva.

- No me ir�.
- �No?

�Fuera de aqu� antes
de que le parta su fino cuello!

No partir� ning�n cuello,
vieja rid�cula.

�Me est� insultando?
Ser� bruja y rastrera.

L�rguese antes de que le tire
esto y apeste toda la vida.

- T�relo, atr�vase.
- Fuera, fuera.

T�reme lo que quiera,
no impedir� que haga lo que quiero.

Fuera.

Johnny, te ayudar� a ti y a tu madre
y a todos en este sitio apestoso

caiga quien caiga.

HOGAR PARA NI�OS CIEGOS

El primero dijo:
�Qui�n se ha sentado en mi silla?

El segundo dijo:
�Qui�n ha comido en mi plato?

El tercero dijo:
�Qui�n ha cogido mi pan?

El cuarto dijo:
�Qui�n ha probado mi pur�?

El quinto dijo:
�Qui�n ha usado mi tenedor?

El sexto dijo:
�Qui�n ha usado mi cuchillo?

El s�ptimo dijo:
�Qui�n ha bebido de mi vaso?

El primero, mirando,
vio un hueco en su cama

- Y dijo: �Qui�n se ha acostado?
- La cesta casi est�, Sally.

S�, se�orita Lydia.

�No es una imagen divina?

Que los santos la recompensen
por su bondad.

Maravilloso.

�Qu� hora es, Mary?

Cerca de las once, creo.

Aqu� tiene el men�.

Los huevos han vuelto
a subir, malditos sean.

Un caballero viene a verla.

Frank Audry.

�Quer�a verme?

S�, soy Frank Audry.

- Quiz� haya o�do hablar de m�.
- Claro que s�, si�ntese.

Muchas gracias,
s�lo ser� un momento.

Yo tambi�n he o�do hablar
de su trabajo, claro,

y no s� si sabe lo importante
que puede ser la m�sica.

Esperaba que quiz�

me dejara ayudarla.

Claro que s�.
No s� c�mo darle las gracias.

Es usted muy amable.

Perd�neme.

La he molestado.

Le he pedido a la prensa
que no lo cuente,

pero yo tambi�n soy ciego.

Apenas distingo la luz.

Ah� hay un piano, �verdad?

- S�.
- Puedo sentirlos.

Vibran un poco.

Bueno,

mi especialidad como profesor
ser�a la forma y el color.

Puedo darles un �lbum
de im�genes para los o�dos.

Podr�amos dar una clase

sobre c�mo son las estrellas.
Lo he estudiado mucho.

Las he o�do burbujear
en el cielo como el agua.

Son azules. As�.

As� ver�an lo que yo veo.
Pasar�amos una p�gina al rojo.

�Reconoce el sol poni�ndose?

Impresionante e instructivo.

M�s divertido que tocar Chopin
para quien ve

de todo menos Chopin.

O podr�amos dar una clase

sobre el aspecto
de la Srta. MacMillan.

�Le importa que la describa?

Joven,

emocional,

muy guapa.

- Soy una vieja, Sr. Audry.
- No.

�De d�nde es?

- De Boston.
- �Boston?

Por la ciudad de Boston,

de las jud�as y el bacalao, donde
los Cabot hablan con los Lowell

y los Lowell
s�lo hablan con Dios.

- �Qu� quer�is ahora?
- Toca el mar, Frank.

S�, el mar.

Muy bien, el mar.

Damas y caballeros,
lo m�s sorprendente del mar

es que bota.

Ruge y bota.

Tambi�n es ciego.

Muy grande y muy ciego.

Prestad atenci�n todos.

Aqu� tenemos el mar
y el viento soplando,

el sol rojo por encima.

El sol se pone as�

y el viento crece

y tenemos una tormenta.

Aqu� llegan las grandes olas.

�Qu� ola m�s grande!

M�s grande que esta casa, seguro.

Olas como casas, corriendo.

El mar est� negro.

El cielo est� negro.

Los caballos blancos corren.

�Qu� pasa?

Yo no veo caballos ni nada.

No veo nada.

Se acabaron los caballos.
Aqu� est� el payaso que te gusta.

No me digas que no lo ves,

dando saltos y patadas, girando.

- �Os gusta?
- S�.

Tiene piernas de goma
y la cabeza como una almohada.

Baila en la chimenea.

Ah� baja.

Se acab�.

- Est� muy cansado.
- La cena, ni�os.

�D�nde est� la Srta. Lydia?

D�ndose colorete, no lo necesita
para ser la m�s guapa del baile.

�Va a un baile?

�Por qu� no, despu�s
de la vida que lleva aqu�?

Michael Fitzpatrick acaba de volver
y est� deseando llevarla a bailar.

Ni�os, es la hora de la cena.

Si tuviera mis ojos para verla.

�Qu� lleva, Srta. Lydia?

Lo oigo crujir.

Y yo huelo las flores.

Venid, pod�is tocarlo.
Es seda.

Ya la conoc�is.

�Record�is el ballet
del gusano de seda de Frank?

C�mo salen del capullo
y fabrican hilo.

- Vamos, ni�os, a cenar.
- Vamos.

Ten�is una sorpresa
de Nochevieja.

- Buenas noches.
- P�selo bien.

- �Se�orita Lydia?
- �S�, Frank?

�Puedo tocar su vestido?

- Moar� de seda.
- Con hilo dorado.

Esta noche bailar�
en moar� de seda con hilo dorado

en brazos del apuesto
capit�n Fitzpatrick

reci�n llegado de Cuba.

Le encantar�, Frank.

Lydia.

Cu�nto me alegro
de que hayas vuelto.

- Me han parecido mil a�os.
- Por lo menos.

Estoy orgulloso
de lo que has hecho.

- Es maravilloso.
- Yo soy la que m�s gano.

�ste es Frank Audry.

Frank, Michael Fitzpatrick.

Encantado.

No necesito que nos presenten,

en esta casa
es simplemente Michael,

una especie

de cruce entre santo patr�n
y sabio de Grecia.

Bueno,

ve con tu h�roe.

Tengo un trineo
con caballos fuera.

- Buenas noches, Frank.
- Adi�s.

Disc�lpenos, se�or Aubry.

- �Qui�n es?
- Soy yo, Ruthie.

Eres t�.

Creo que tus ojos
est�n mejorando, �no?

- S�.
- �Has visto a la se�orita Lydia?

S�.

Se me olvid� darle un beso.

- La quieres, �verdad?
- S�.

�C�mo es?

Tiene un pelo rubio muy bonito.

�De qu� color son sus ojos?

- Azules.
- �Azules?

S�, azules como el mar.

�Es m�s alta que yo?

Claro que no.

�Y tambi�n conoces
al doctor Fitzpatrick?

- Claro.
- �C�mo es?

Es alto y muy guapo.

Buenas noches, Frank.

Rubia y azul.

Alto y guapo.

Ese tipo tambi�n te quiere.

Michael, he crecido mucho
desde que te fuiste

y casi me he decidido.

- �En mi contra?
- Contra el matrimonio.

Tengo mi trabajo.

Hay tanto trabajo que hacer,
que toda una vida no basta.

No me sorprende nada.

Es una fase que pasan todas
las j�venes hoy en d�a.

Entonces lo entiendes.
Permanecer� soltera.

Y lo ser� a los noventa.

Pues tendremos uno de los
noviazgos m�s largos.

Intenta pasarnos.
Que lo intente.

Nadie nos pasar� esta noche.

�sta es nuestra noche.

- Si quieres correr, dale.
- Bien.

�Vamos, malditas tortugas!

�Arre, ratones de campo!

As� est� mejor.

- C�mete ese viento.
- Eres magn�fica.

- �Qu�?
- He dicho que eres magn�fica.

Todo es magn�fico.

Un caballero en apuros.

Un baile para el perdedor.

Vaya, vaya.

Parece que los hay
peores que yo.

�l era mucho peor, desde luego.

Era malo, perverso
y maravilloso.

�Volviste a ver a ese diablo
sobre ruedas?

S�.

Me gustar�a cont�roslo.

Vamos, ya puedo confesar un pecado

sin escandalizar a nadie.

�Un pecado?
�Es verdad, Michael?

No lo s�. No lo creo.

- �De qu� te r�es?
- Es maravilloso.

Me conoc�ais tan bien.

Me amabais, incluso.

Pero jam�s me conocisteis.

No me amabais a m�,
sino a una impostora, una ilusi�n.

Eso no es cierto,
eras muy real.

No.

S�lo hab�a una yo verdadera

y s�lo vivi� un ratito
en MacMillan Port.

- �Te acuerdas, Michael?
- S�.

Lo fund� mi abuelo.

Construy� barcos all� que
llevaba hasta el Cabo en �frica

Mi abuela naci� all�.
Y mi padre.

Cuando me lleg� el turno de nacer,
llevaron a mi madre hasta el puerto

y reabrieron la vieja casa.

Yo nac� all�.

Nac� all� dos veces

y mor� all� una.

�Quer�is conocer a
Lydia MacMillan, caballeros?

Rayos y centellas,

odio ir a la tumba
como un fantasma,

una p�lida sombra
que nadie vio de verdad.

�Quer�is verme de verdad,

en carne y hueso,
la Lydia viva?

Si no te importa mostrarte.

Fue hace mucho tiempo.

Hace tanto tiempo.

No me importar�
porque no me pas� a m�.

Le pas� a alguien
que ya est� muerta.

Tan muerta como los vientos de enero
que aullaban por MacMillan.

Recuerdo estar junto al m�stil
de un pesquero.

La mar estaba muy fea.

Ah� estaba,
un curtido marinero

sonriendo al viento helado,
feliz como un ni�o.

�Se le helar�a la cabeza
y se le volar�a?

�Y la m�a?

Pero por dentro sent�a calor.

Como una gatita junto al fuego.

Ah� estaba, el fuego para los dos.

Y las galernas del Atl�ntico
no pod�an apagarlo.

Hab�amos ido a por provisiones
despu�s de una semana en MacMillan.

Hab�amos salido de Boston
sin siquiera una cafetera.

Comimos pescado congelado
y pan duro.

Ahora ten�amos comida.

Para m� y para Richard,
para toda una vida, parec�a.

Era una casa llena de fantasmas.

De pescadores y piratas.

Yal acercarte casi pod�as
verlos en las ventanas.

Recuerdo la puerta,

vieja y de roble, con bisagras
que se quejaban como almas en pena

al entrar en la casa.

Dejamos las cosas
y Richard pidi� comida.

Enciende el fuego, quiero carne,
patatas y un barre�o entero de caf�.

La cena ser� a la hora de siempre
si no se me congelan las manos.

Has estado maravilloso contra
esa tormenta, parec�as un vikingo.

Soy un vikingo.

Pero quiero calcetines secos.

Est�s empapado. Yo te traigo unos.

No, �sa es la mejor forma
de resfriarse.

Hay que secarse delante del fuego
con todo puesto.

Tendr� que cortar la mantequilla
con un hacha.

Ned, abre arriba para calentar
el dormitorio.

- S�.
- Deja de corretear.

Ven aqu�.

Deja de hablarme
como si fuera un estibador.

Ven aqu� he dicho.

Has estado muy bien,
ni un solo grito.

- Estaba aterrorizada.
- Lo s�, por eso ha sido divertido.

Me admiras mucho, �verdad?

Sirves para todos los vientos.

No volveremos
a pasar hambre en un a�o.

Y yo tendr� hambre de ti
toda la vida.

Deja de hacerme el amor
como un lobo.

No me gustan
esos comentarios finolis.

Ven aqu�, p�jaro de tormenta.

- Ned est� mirando.
- Que mire.

- Quiero re�r.
- Pues r�e.

Cari�o, est�s mojado
y medio helado.

No.

No lo estoy.

No lo est�s,

llevas el mar y el viento dentro,
pero son calientes.

�Te importa que sepa salado?

Recuerdo la l�mpara
y la raja que ten�a.

El olor acre de su luz amarilla.

No hablamos.

Nos sentamos
y escuchamos la tormenta.

La lamparita parec�a dar luz
para iluminar el mundo.

No recuerdo mirarla entonces.

Ni pensar: qu� l�mpara tan bonita.

S�lo pensaba en �l

y en el calor del cuarto.

Pero luego, mucho m�s tarde,

revolote� alrededor
de esa lamparita como una polilla.

Me abras� con ella.

Recuerdo el otro cuarto.

Ten�a una alfombra
con grandes hojas verdes.

Mi abuelo tuvo muchos perros
y se hab�an

comido partes, ten�a agujeros.

Recuerdo la nieve en las ventanas,
una cara p�lida que nos miraba.

�Buscas algo en concreto?

No, me apetece leer un poema.

Me encantar�a.

Los MacMillan
no parecen muy l�ricos.

Cari�o.

A la abuela le dar� un s�ncope
cuando se entere de esto.

- �Te preocupa?
- No.

Entonces olv�dala.

Me gustar�a que estuviera aqu�.

�Echas de menos Boston?

No, tontorr�n.

Quiero que vea lo feliz que soy.

Soy tan est�pidamente feliz
que no puedo pensar.

Una cr�a tontuela y loca.

Esto no se parece
al amor normal, �verdad?

S�.

�Por qu�? Dime.

Porque somos t� y yo,
�sa es la diferencia principal.

T� y otro, o yo y otra
se podr�a llamar amor,

pero ser�a algo triste.

No ser�a como t� y yo.

- �Por qu�?
- �Por qu�?

Porque

llevamos la misma
tormenta en la sangre.

Somos las mand�bulas de un lobo,
nos unimos en el mismo mordisco.

M�rate, condenada bruja,

me vuelves loco.

Me arrancas el coraz�n
con los ojos.

- Para, �quieres?
- No.

Para, quiero leer un poema.

�Por qu�?

Porque quiero o�r a alguien
que no sea yo aullando de amor.

Cari�o, �es que hay otra gente?

�Es que hay un mundo fuera?

No puedo recordar nada.

No s� d�nde estoy.

S�lo s� que me besar�s y...

No te voy a besar,
voy a leer para variar.

Lalla Rookh, de Thomas Moore.
�Lo conoces?

No, l�elo.
�Tienes bastante luz?

Tengo ojos de lince.

He le�do en un barco
con las luces apagadas.

Qu� cr�a m�s est�pida.

"Qu� felicidad
en esta misma hora

si todo el rico mundo fuera m�o,
te habr�a se�alado a ti,

s�lo a ti, de entre
todos sus tesoros.

Tenerte aqu�, colgarte
sobre mis mejores posesiones,

mi pura Lalla Rookh una vez m�s".

Cuando veo nieve recuerdo la nieve
de MacMillan Port.

Era tan distinta.

Quiz� me equivoque.

Quiz� de joven
la nieve parece distinta.

�Seguro que sabr�s pintarle
el nuevo nombre?

Claro. Lalla Rookh.
�Te sigue gustando el nombre?

�Qu� otro pod�amos darle?

No le odio.

S�lo a la imb�cil en la nieve.

Esa idiota est�pida.

Una ma�ana estaba haciendo
tortitas, muy malas.

Rayos y centellas.

Rayos y centellas.

Rayos y centellas.

Me encantaba trabajar para �l
y me emocionaba

cada vez que bajaba
las escaleras

con una bufanda hecha por m�.

Te queda preciosa,
es el color perfecto.

No tengo tiempo para desayunar,
no quiero perder esta brisa.

- Entonces yo tampoco comer�.
- No quiero que vengas.

- �Por qu�?
- Porque

quiero que te quedes en casa.

Tardar�s siglos en volver.

Estar� de vuelta en seis horas
si hay viento. Qu�date.

�Por qu�?

Cari�o, por favor.

Muy bien, si no me quieres.

Te quiero para siempre.

�De verdad?

Hasta que muera
te querr� cada minuto.

Soy una idiota.

Cuando dices eso,
se me derriten las rodillas.

�Ned te acompa�a?

Claro, ya est� a bordo.

�Qu� miras?

El nido de los cucos.

Est� especialmente bonito
al amanecer, �verdad?

- Estar� vac�o hasta que vuelvas.
- No.

Siempre estar� aqu�.

Si te sientes sola,
mira en cualquier esquina

y me ver�s as�.

Amor m�o.

Te quiero tanto.

Qu� ma�ana m�s maravillosa.

�Puedo acompa�arte hasta el muelle?

�Richard?

Hay horas que son
insoportables siempre.

- Larga, Ned.
- S�.

Richard, d�jame a m�.

No creo que puedas,
la cuerda est� muy tiesa.

No seas tonto, claro que puedo.

Ya est�,

- Capit�n. Ender�cela.
- Gracias.

Cu�date.

All� vamos.

Recuerdo que no quer�a
que el viento llenase las velas.

Me qued� ah�

pensando: si cae la brisa,

no se ir�.
Pero la brisa no par�.

No par�.

La compa�era del vikingo
esper� junto al fuego.

Estaba tan ocupada
que se le olvid� comer.

Esa insensata empez� a rezar por
lo que cre�a que era la felicidad.

Y sigue rezando desde entonces.

Fue una noche muy larga.

La m�s larga del mundo.

Pobre Ofelia,

en un muelle junto al mar vac�o.

Luego apareci� una mancha blanca
que fue creciendo.

El Lalla Rookh regresaba.

El viejo Ned estaba a la ca�a.

Iba borracho.

Ten�a una mirada
de viejo que se compadece.

Hay una gran alma
en Nueva Inglaterra

y estaba escrita en la cara
de Ned aquella noche.

Me tra�a una carta.
El viento casi me la arranca.

Si lo hubiera hecho,

habr�a sido mucho mejor.

Much�simo mejor.

Un a�o mejor.

Sujet� la luz y la le�
en el muelle.

No, yo no.
Ella la ley�.

�l se hab�a ido,

con el coraz�n destrozado.

Se iba porque
le reclamaba otra mujer.

Hab�a sido hac�a un a�o.

Volv�a para verla.

Hab�a llantos y l�grimas
en la carta.

Quiz� tarde un poco,
incluso unos meses.

Te mando un anillo,
el anillo de boda de mi madre.

Y te mandar� otro cada mes.

Cr�eme, conf�a en m�.

Esp�rame.

Mi coraz�n queda en MacMillan Port
y volver� a por �l.

Perd�name.

Perd�name por c�mo me marcho.

Perdonarle por marcharse as�.

No hubiera soportado
ver mis l�grimas.

Por eso se fue
en el Lalla Rookh.

Que le esperara, dec�a.

Creo que la carta se vol�
despu�s de leerla.

S�, no recuerdo volver a verla.

Debi� volarse de mis manos
en el muelle.

- Pobre Lydia.
- �Rata traicionera!

�Entramos?

Pobre Lydia, estabas
mucho m�s ciega que yo.

Yo amaba a alguien
que exist�a,

t� entregaste tu coraz�n
a un fantasma.

- �Volviste a saber de �l?
- No durante un tiempo.

Esper�, como suger�a su carta.

Aunque m�s desesperada
de lo que �l pensaba.

T� ayudaste con tu trabajo

y la m�sica de Frank
fue de gran ayuda.

S�, te hab�a escrito un concierto.

Estabas en cada nota.
Lo tocaba desde el coraz�n.

Me alegro de no haber sabido
que escuchabas otra canci�n.

Yo...

Nunca volv� a tocar ese concierto.

Casi lo hab�a olvidado.

�Te acuerdas?

Ha sido precioso, Frank.
Quieren que toques otra pieza.

Ya has o�do bastante,
tocaba s�lo para ti.

- Muchas gracias.
- Enhorabuena.

Me alegro de que te haya gustado.

- Albert.
- �Te encuentras bien?

S�, diles que saldr�
dentro de unos minutos.

Lo har�.

�Qu� te ha parecido?

Es una m�sica maravillosa.

Maravillosa no es suficiente.

Es m�s que maravillosa.
Eres t�, Lydia.

Todo ese concierto
es una descripci�n de tu cara.

El andante son tus ojos azules.

El allegro es tu pelo rubio.

Pero tengo los ojos verdes
y el pelo casta�o.

�Qu� importa?

Nadie ve lo que ama.

�Cu�nta gente venera a Dios
sin haberle visto?

�Qu� pueden ver los ojos
que no ve mejor el coraz�n?

S�lo hay una cosa
que s� de tu aspecto.

Seguro que eres m�s guapa
de lo que te imagino.

La pr�xima vez que lo toque,
lo har� m�s alto y m�s r�pido.

El andante ser� tus ojos verdes

y el alegro tu pelo casta�o.

- Lydia.
- �S�, Frank?

D�jame verte la cara.

- �Qu� te pasa?
- Nada.

Has cambiado.

- Tus manos han cambiado.
- �En qu� sentido?

Son m�s c�lidas y suaves. Sue�an.

Lydia, d�jame amarte.

Es mi luz.

�Qui�n es?

- Hola.
- Hola, Michael.

Hola, Frank.

Enhorabuena.

- Lo he disfrutado much�simo.
- Gracias.

Tu abuela me manda a buscarte.

Espero que no te importe.

Te he tra�do
una carta del orfanato.

Lleg� despu�s de que salieras.
Parece importante.

�Malas noticias?

No, pero debo correr.
Perd�name, �quieres?

Y gracias por la m�sica,
ha sido maravillosa.

Gracias, Michael.

- �Qu� ha pasado?
- No lo s�.

- Ha debido ser la carta.
- �Una carta, de qui�n?

No lo s�. Y no quiero saberlo.

Cre�a que s�lo mis ojos estaban
ciegos, pero mi coraz�n tambi�n.

- Empiezo a ver un poco.
- �La quieres?

S�, mi pobre Michael,
yo tambi�n la quiero.

Era una carta bonita, de las que
s�lo se recibe una vez en la vida.

Conten�a tres anillos m�s
y dec�a que me quer�a.

A�n hoy recuerdo las palabras.

Te adoro.

Te venero.

Sue�o contigo a todas horas,
en todas partes.

Esp�rame.
S�lo ser� un poco m�s.

Estar� libre de todo
lo que nos separa en invierno.

Te ver� en Nochevieja
en la iglesia

de la que siempre hablabas.

Nos casaremos en Nochevieja
mientras ta�en las campanas.

Si no vuelves a saber de m�,
pres�ntate all� a medianoche.

Te quiero.

Esper� a que el marino
regresase de su misterioso exilio

y por fin se acerc� la hora.

Era Nochevieja
y me estaba vistiendo.

- �Qu� hora es?
- Las diez.

�A�n quedan dos horas?
�Qu� haremos?

- �Tomar ponche?
- No quiero.

Bueno, jovencita,
a�n espero saber.

- �Saber qu�?
- Deja de tomarme el pelo. �C�mo es?

Le traer� desde la iglesia
y le podr�s ver t� misma.

- �Es un marino?
- S�.

Muy bonito.

Mi nieta corriendo a casarse con
un marino al que no he visto.

Un rufi�n friegacubiertas
con gorro de lana.

Todo eso.

Un mentiroso con una mujer
en cada puerto.

- Todo eso.
- Ya me lo imagino.

Balance�ndose de un lado
a otro al andar.

Y t� amas a ese monstruo.

Dime una cosa.

�D�nde le viste?

�En qu� muelle encontraste
a este dandy marinero?

Te lo contaremos despu�s
y ser� toda una historia.

Te prometo que se te caer�n
las orejas.

Acabo de pensar algo.

�D�nde estuviste ese mes en que
dijiste que estabas en Nueva York?

�D�nde estaba?

En el barco.

Rayos y centellas, antes ahorcaban
a las mujeres por eso.

Te sientes muy satisfecha.

Muy mayor, muy lista,
muy moderna, �verdad?

Crees que soy est�pida y anticuada.

Pero tus ideas modernas
est�n equivocadas y lo pagar�s,

hija m�a.

No lo estropees ahora.
Nos casamos esta noche.

�se ser� mi mejor regalo de bodas.

- �Qu� hora es?
- Siguen siendo las diez.

Qu� maravilla,
todo el mundo es feliz.

- �Le quieres?
- S�.

Y si me opusiera
me machacar�as la cabeza.

S�.

Eso y tirarte por la borda.

�Y este monstruo te quiere?

S�. S�.

- �Le querr�s para siempre?
- Hasta la muerte.

�Aunque sea un rufi�n y un perro?

Sea lo que sea,

le querr� siempre

igual que esta noche.

- Lydia.
- Aqu�, Frank.

Acabo de ver a Michael,
est� examinando a los nuevos.

Y me he despedido de �l.

Es inaudito pensar
que no te ver� durante a�os.

Pero s� que tendr�s
mucho �xito en Europa.

Te echaremos de menos.

Y yo te echar� de menos
toda mi vida.

- Frank.
- Nada de l�grimas.

No las merezco.
Intentar� ser feliz.

Cari�o,

no desperdicies tu vida.

No la desperdicies por
un mal recuerdo.

Ahora vete y que
Dios te bendiga.

He visto a los dos nuevos,
estar�n bien.

Gracias.

- El correo, por favor.
- No hay nada, lo archivar�.

A ver.

�Qu� es este de Espa�a?

Te dije que me avisaras
si hab�a correo del extranjero.

Lo siento mucho.

�Sigues esperando noticias suyas?

�De qui�n?

De ese misterioso caballero
que no te escribe.

Creo que ya debo hablar.

Est�s haciendo planes
por un fantasma.

- Por favor, Michael.
- No, tengo derecho a hablar.

Te conozco desde hace mucho
y a �se tambi�n.

Te quiero, Lydia, quiero casarme
contigo, vivir contigo.

No en un coche de bomberos
persiguiendo fantasmas,

sino trabajando juntos, viendo que
la vida es mejor siendo dos.

Tengo m�s que ofrecerte
que tu fantasma.

Tengo cosas reales:
un hogar, hijos y mi amor.

- Lo s�.
- Te quiero, Lydia.

S�, lo s�.

�Siempre me querr�s?

S�, lo sabes.

Nunca har�s preguntas.

�Te casar�s conmigo
sin preguntar nada?

S�lo te pedir� tu amor.

Michael.

Estoy cansada, cansada de algo.

Abr�zame.

Hola, James.
�Qu� tal est� la abuela?

Est� mucho mejor.

Me precipit� al mandarle
el telegrama anoche.

- No, me alegro de que lo hicieras.
- �Qu� ha pasado?

Anoche estaba muy animada.

Me dijo: James,
mis viejos huesos sienten

que han hecho un trabajo,

aunque llevo todo el d�a
y todo el a�o sin hacer nada.

- Poco despu�s le dio el ataque.
- �Llamasteis a un m�dico?

S�, al Dr. Whitridge.

- �Y qu� dijo?
- Que hab�a sido un infarto.

Le dijo que se relajara
y ella le insult�.

Luego le dio algo para dormir.

Estaba mucho mejor esta ma�ana.

Como dice el Dr. Whitridge,
s�lo necesita descansar.

Te he o�do, James.

Descansar� cuando est� muerta.

El Dr. Whitridge es un matasanos.

Tiene el cerebro de un gusano.
Y la cara.

Cu�nto me alegro de verte.

Lydia, tiemblas como una hoja.

�Qu� te ha contado
ese idiota de James?

Nada, �bamos a venir de todos modos.

Michael y yo tenemos noticias.

Te encuentras mejor, �verdad?

Vivir� otros 50 a�os
a�n a pesar de Whitridge.

Debi� disgustarle
dejar pasar al Dr. Whitridge.

James le dej� pasar, yo le ech�.

Sab�a que vendr�ais.

No ten�is que decirme por qu�.
A ver, dilo.

- �Cu�ndo es la boda?
- No lo hemos pensado, est�bamos...

�Por Dios bendito, no se juega
con una chica como Lydia!

Atr�pala, hombre.

Fijaremos la fecha aqu� y ahora.

Hace diez a�os que no me hago
un traje, lo encargar� hoy.

Tafet�n morado con encaje plateado.

Bailar� en vuestra boda,
viva o muerta.

Ser�s mi madre y mi padre
y mis damas de honor.

Abuela,

�has visto la rosas que te hemos
tra�do? Son preciosas.

T� eres mucho m�s preciosa.

Deber�amos sentarnos
a admirarlas.

Si�ntese usted,
yo estoy perfectamente.

Casi se me olvida.

Trajimos esto para James.

Gracias, se�orita Lydia.

Algo que necesitar� en el futuro.

- �Verdad, Michael?
- S�.

Mi primer chaleco blanco.

Para llevar en la boda.

Tengo algo que confesar.

Siempre he querido besarte
pero nunca me he atrevido.

Siempre eres tan digno
e importante.

�Puedo besarte
por primera vez, padre?

No es la primera vez.

Ya tuve ese privilegio,
cuando usted ten�a

18 meses.

�Qu� miras? �No tienes la misma
educaci�n que tu padre?

Tienen que estar muertos de hambre.
�Y la comida?

- Ya est� lista.
- Bien.

Est� muy p�lida, �estar� bien?

Eso espero.

Ojal� se quejara
del h�gado o algo.

Me sentir�a mejor
si pidiera medicinas a gritos.

Michael.

Me siento feliz en esta casa.

Feliz y parte de algo muy bonito.

Un cuco y su nido.

Un cuco.

Michael, no lo resisto m�s.
Tengo que cont�rtelo...

Cari�o.

�Lydia, ven!

Tu sitio de siempre.

T� ah�, Michael.

- James.
- S�, se�ora.

Pon un cuarto plato.

No sab�a que esperara invitados.

No espero a nadie.

Quiero un cuarto plato ah�.

Para usted.

Vamos, no se duerma.

- �Sirvo ya?
- Que se siente.

Muy bien, se�ora.

Y ll�meme Sarah.

Deja de mirar, y trae otro plato.

Nada de sopa para James, la odia.

Es muy amable acord�ndose.

Te he dicho que me llames Sarah.

Gracias, Sarah.

A menos que tengas fr�o,
sugiero que te quites los guantes

- En la mesa.
- S�, claro, perd�n.

Ya estamos como debemos.

Llevo mucho tiempo
esperando este momento.

El barco reluciente,

las velas mayores hinchadas
y un buen hombre al mando.

Nada de apuestos piratas
con el bigote al viento.

Un buen hombre.

No un rufi�n lleno de mentiras,

rayos y centellas,
sino un buen hombre.

Un gran hombre.

Maggie,

llegamos a puerto,
trae ponche.

Llegamos a puerto

y vamos a brindar
por la salud y la felicidad

de nuestro nuevo capit�n,
Michael Fitzpatrick.

Despu�s del funeral
me fui a MacMillan Port.

No hab�a nieve y viento,
sino la primavera.

Fui sola a la vieja casa de madera.

�l estaba presente en cada esquina.

Sonri�ndome, ese fantasma de
Richard.

Pero yo era
demasiado fuerte para �l.

Mir� decididamente
en todas las esquinas.

Deber�a comer m�s.

Se est� quedando d�bil.

�Cu�nto aguanta la niebla?
�Nunca amanece aqu�?

Un par de d�as m�s.
Luego saldr� el sol.

Esa sirena que suena sin parar.

Te acostumbras.

Su abuela se quejaba de ella
cuando muri� el capit�n.

Cuando la bala de su pierna
acab� con �l.

Bajaba por las escaleras de noche,

se pon�a aqu�,
miraba por la ventana y dec�a:

es �l llam�ndome, Ned.

Y se ca�a y lloraba.

Llorar le hizo mucho bien.

Pas� las noches all�
fortaleci�ndome.

Aprendiendo a odiarle.

Dorm� en aquella cama
y me re� de �l.

De �l y los que creen que pueden
atormentarnos para siempre.

De todos los mentirosos que
entran en el coraz�n de una mujer

y esperan que sea
su hogar para siempre.

S�.

Aprend� a re�rme
del recuerdo de Richard.

Le vi tal y como era.

Un hombre malo y est�pido.

Me levantaba y me re�a
de lo idiota que hab�a sido.

Me re�a de m� y de �l.

Y de esa sirena en la niebla.

- Hola, Lydia.
- Hola, Michael.

Cari�o.

Pensaba que ya era bastante.

�Por qu� no me has escrito?

No sab�a qu� decir.
A�n.

Yo s� un poco.

Y s� otra cosa.

Es irreal estar enamorada
de un fantasma.

Se te pasar�.

Ya se ha pasado.

Entonces puedes volver
y podemos ser felices.

Podemos vivir, trabajar y amar.

Esc�chame, por favor.

Vine aqu� a fortalecerme
y decidir sobre mi vida.

Y he decidido.

No es f�cil decirte esto
a ti, que eres tan bueno.

Y porque ella lo quer�a.

"Un buen hombre al mando", dijo.

Pero yo no lo quiero.
No puedo tenerlo.

No tengo derecho.
Debo pagar por lo que he hecho,

estando sola con mi vida.

Ser�a precioso,
pero es demasiado tarde.

- No me quieres.
- En cierto sentido, s�.

La vida ser�a bonita y el barco
siempre estar�a reluciente.

Pero no lo quiero, Michael.

Si no puedo tenerlo todo,
no quiero menos.

�Y qu� es todo?

El amor, Michael.

El amor que forma parte del sol
y el agua salada.

Es como un fest�n que te deja
m�s hambriento que un lobo.

Lo he tenido.
Lo he conocido y ya no est�.

Nunca lo volver� a tener.

Nunca m�s.

Soy una solterona, Michael.

Como si tuviera 90 a�os
y morir� as�.

Soy como todos los avariciosos
MacMillan de esta isla.

No pod�an conformarse con menos.
Siempre era todo o nada.

Cuarenta a�os.

Trabajo,

algunos recuerdos de vosotros, Frank,

Bob,

Michael.

Y un fantasma.

El capit�n Richard Mason.

El diablo sobre ruedas.

El fantasma de MacMillan Port.

- Dr. Fitzpatrick.
- S�.

Recib� su telegrama.
No le conozco, pero he venido.

�De qu� va esta reuni�n?

Richard.

Ah� te has escondido
todos estos a�os.

Detr�s de esa vieja cara.

Es incre�ble, Richard.

Viejo y arrugado igual que yo.

Perdonadme.

Le amar� hasta que muera.

Igual que esta noche.

�No la reconoce, capit�n?

Me temo que no.

No la reconozco en absoluto.

�C�mo se llama?

Bueno...

No importa, capit�n,
fue hace mucho.

Quiz� nunca la conoci�.

Es curioso.

Yo la reconocer�a
dentro de cien a�os.

Disc�lpeme.

No se acordaba de m�.

Le pillamos por sorpresa.

Tonter�as. Me ha olvidado.

Es el castigo perfecto por mis
pecados, nadie los recuerda.

- �No est�s disgustada?
- No, he hecho el rid�culo.

Nada de eso.

Has abierto el coraz�n
al hombre que te amaba.

Ninguno me amaba en realidad.

Bob amaba a una idiota.

Frank a una chica con ojos azules
y el pelo dorado.

T�, querido,
amabas a un �ngel.

Y Richard,

Richard s�lo amaba a Richard.

Mientras escuchaba
tus historias pensaba:

�cu�l es la aut�ntica Lydia?

�Cu�l?

La aut�ntica Lydia, vaya.

No hab�a una aut�ntica,
hab�a decenas.

Pregunta a cualquier mujer.

Cualquier mujer es sabia
y est�pida.

Inteligente y un poco absurda,

buena y mala.

Igual que Lydia.