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Estas son imágenes
de una película amateur

en la Checoslovaquia de 1968.

No conozco a esas personas.

Lo que sé sobre ellas
es lo que las imágenes muestran.

Sé que están felices.

Imagino que quien filma
también lo está.

Sé que las personas
usan ropa ligera

en un país en el que hace frío.

Por lo tanto,
es primavera o verano.

Verano de 1968 en Checoslovaquia

y las personas están felices.

Brasil, en la misma época, imágenes
de una familia que no conozco.

La cámara piensa que está registrando
apenas los primeros pasos de una niña.

Sin querer, muestra también
las relaciones de clase en el país.

Cuando la niña avanza,
la nana retrocede.

Ella no forma parte
del cuadro familiar

y muy probablemente,
sin que nadie le pida,

va a ocupar el fondo de la escena,
donde se confunde con los transeúntes.

No siempre sabemos
lo que estamos filmando.

La persona que tal vez
haya hecho estas imágenes

dijo así, en las primeras líneas
del relato que escribió:

"Llegamos por la noche,

al que sería el viaje más penoso
y fascinante de mi vida.

Al bajar del avión tuvimos nuestro
primer contacto con los Guardias Rojos,

que nos formaban
una calle de honor.

Inmediatamente, recibimos el libro
de Pensamientos de Mao Zedong

y toda una literatura
de propaganda,

junto con una cinta roja, que nos
garantizaba el trato de primera clase.

Por la noche, después de la cena,
salimos a dar una vuelta por la playa.

Inmediatamente, fuimos
cercados por los Guardias Rojos,

que nos aplaudían.

En el trayecto, de nuevo
encontramos grupos de jovencitas

que, en círculo,
leían los Pensamientos de Mao.

Eso nos impresionó, pues evidentemente
lo hacían con naturalidad y placer".

Al contrario de las escenas
en Checoslovaquia y Brasil,

sé quién puede haber hecho
esas imágenes

y reconozco esas palabras.

Fueron escritas por mi madre

y narran el viaje que hizo a China
en octubre de 1966.

En la época tenía 37 años.

Como ella aparece poco,

imagino que puede haber filmado
buena parte de esas escenas.

Las imágenes son amateur.

No fueron hechas para la Historia,

son apenas las sobras
de un momento en la vida.

Sin importancia, yo las descubrí por casualidad,
40 años después de haber sido hechas.

Mi madre viajaba
en compañía de amigos,

un grupo de industriales,
banqueros y gente de sociedad,

en un viaje pagado, organizado
por una revista francesa de arte.

Eran diletantes atrás
de las bellezas del país.

Mi madre intentó ir a la Ciudad Prohibida,
pero encontró los portones cerrados.

"La Revolución Cultural de los
desposeídos será eterna",

divisó en la fachada,
sin darse cuenta.

Había ido a ver una cosa
y terminó por ver otra;

no el pasado,
sino la historia en acción.

EN EL INTENSO AHORA

La vuelta a la fábrica

Mi familia vivía en París
desde 1964.

Volvíamos a Brasil
en las vacaciones.

En mis recuerdos, Francia era oscura
y Brasil, luminoso.

Aquí había animales y sol;

allá, las puertas de los edificios eran
pesadas y daban a patios oscuros

donde la conserje fumaba.

Yo era feliz en las vacaciones.

En mi memoria,
mi madre era feliz el año entero.

Mi madre guardó las imágenes de
China, a donde fue como turista.

De Francia, donde vivíamos,
no tengo ninguna imagen.

Este plano es de1º de mayo en Saint Nazaire,

un filme de 1967
sobre la huelga en los astilleros.

Quien habla es un líder operario.

Gente que antes se quedaba
viendo la paralización pacientemente

hizo dos meses de huelga.

Se dieron cuenta de que
había muchas cosas

que antes consideraban indispensables,

a las cuales podían renunciar,
sin que eso les afecte realmente.

Que todas esas cosas no eran
esenciales para su vida.

Lo que era esencial era
la dignidad de cada uno,

ser hombres realmente,
y no ser únicamente consumidores.

No ser solamente gente que existe,
sino ser gente que vive.

Y yo creo que, sin duda alguna,
en esta huelga de 60 días,

esa es la experiencia esencial.

Es que muchas personas
se revelaron,

y esos dos meses de 1967 van a
marcar sus vidas y dejar recuerdos,

mientras que 1966 o 1965, fue
la vida cotidiana sin nada más,

sin nada que recordar.

31 de diciembre de 1967.

El general De Gaulle, presidente
de la república, les habla.

¡Francesas, franceses!

De todo corazón, le deseo
un buen año a Francia.

¿Qué traerá 1968?

El destino no pertenece a los hombres

y yo no lo predigo.

En el orden político, nuestras
instituciones se harán respetar.

No vemos, por lo tanto, cómo
podríamos ser paralizados por crisis

como aquellas que nos han
hecho sufrir tanto anteriormente.

Al contrario, podríamos esperar

que con el entusiasmo de la
renovación siguiendo su curso

y con sus promotores, especialmente
los jóvenes, haciendo su parte,

nuestra república contará con una
participación más activa y extendida.

He aquí el ambiente humano, activo y pacífico
que 1968 parece ofrecer a la nación.

Que todas y todos ustedes,
y también yo,

podamos contribuir con ese ambiente

de tal manera que el año sea bueno

y haga honor a Francia.

¡Viva la República!
¡Viva Francia!

Es realmente difícil
prever el futuro.

Primer fotograma deEsto es apenas el comienzo,

filme realizado por un colectivo de
profesores y estudiantes de cine.

Fue exhibido la primera quincena
de mayo del 68.

Los directores tenían prisa y el filme no
pierde tiempo con créditos de apertura.

Comienza así, a seco.

París, jueves 2 de mayo.

El gobierno cierra
la facultad de Nanterre.

El viernes 3 de mayo, lanza
a la policía contra los estudiantes.

La Sorbona es invadida;
los estudiantes, detenidos.

Espontáneamente,
sus camaradas se movilizan.

El enorme refuerzo policial
converge hacia la capital.

Sobre el terreno escogido
por el poder,

se libra una batalla en la cual
este perderá la iniciativa política.

...organizada y antigua,
que la burguesía francesa

forma parte integral de
la burguesía internacional.

Y no aceptaremos esa burguesía.

Es necesario comenzar a pensar
en todos los medios posibles,

a reflexionar,
a ponerlos en práctica...

Todo, a partir de ahora,
se decide en la calle.

Es la lucha final que comienza.

Es la revancha de los muertos
de hambre.

Es la revolución que avanza

y que mañana saldrá victoriosa.

¡Tengan cuidado!
¡Ahí viene la guardia joven!

La calle, la ruptura con las
organizaciones políticas tradicionales,

el canto colectivo,
todo eso es importante.

Pero también esto,
esos dos planos cerrados,

los primeros planos cerrados
del primer filme de Mayo.

En el primero se lee:
"Sonría".

En el otro: "Solo la Revolución es capaz
de librarnos del peso muerto de la tradición".

Dentro de poco, alguien escribiría
en las calles de París:

"La felicidad es una idea nueva".

Y también: "Queremos vivir".

En Nanterre, al combatir la represión
de la universidad, los estudiantes

son un modelo ejemplar de lucha.

Seis meses de roces con las autoridades
concluyen el 22 de marzo del 68

con la ocupación de las áreas administrativas
de la facultad por los estudiantes.

Ese gesto rompe simbólicamente
la relación de autoridad.

Las cátedras son tomadas por asalto,
como crítica de la relación profesor-alumno.

Reviendo la escena en Nanterre,
me doy cuenta de lo reveladora que es.

La autoridad en lo alto,
los estudiantes abajo.

A la izquierda del cuadro,
un joven apunta con el dedo.

Es mayo y ahora quien calla
es el maestro.

También es sintomático
que el filme evite nombrar al joven.

A aquella altura todos lo conocían.

Daniel Cohn-Bendit.

La idea de un movimiento sin líderes
era bonita.

Es el 6 de mayo.

El movimiento había comenzado como
reacción a una universidad retrógrada,

que insistía en legislar sobre asuntos
de enamorados y sexo.

Ahora se convertía en otra cosa.

Aquel día, las primeras órdenes
dadas a la tropa determinaban

que no reaccionara contra los estudiantes,
que protestaban por la prisión de sus colegas

y la ocupación de la Sorbona.

Horas después,
la tropa avanzó con furia.

¡Liberen a nuestros compañeros!
¡Liberen a nuestros compañeros!

El día 10, los estudiantes se tomaron
las calles cercanas a la universidad.

Esas no son barricadas
para atacar a la policía,

son barricadas justamente para
proteger las discusiones colectivas

que están ocurriendo en las calles.

¡Agrúpense en las barricadas!

¡Ya no somos meros espectadores!
¡Ahora todos ustedes son militantes políticos!

Es Cohn-Bendit quien habla.

El único consejo que les podemos dar
es que no hagan barricadas en cualquier lugar.

¡Escojan puntos estratégicos
que les permitan defenderse

cuando formen su comité
de acción y discusión política!

Veo fuego en otra barricada...

¡...y ahora las barricadas
están en llamas!

¡Hasta luego!
¡Hasta luego, Fernand Choisel!

Escuchen, tomo el micrófono
porque vengo de la primera barricada.

En este momento
la policía está lanzando

granadas con cloro y demás.

Es decir que, en este momento, como
los manifestantes no pueden retirarse,

habrá una masacre peor que en Charonne,
si la policía no para.

Me arden mucho los ojos.

El objetivo de esa explosión...

Ustedes oyeron otra explosión
y creo que hay una tercera ahora...

que se propaga a lo largo
de toda esta barricada

mientras que las fuerzas policiales
lanzan bombas lacrimógenas

obligando a los estudiantes a retroceder,
y a nosotros también...

La radio fue el gran
medio de comunicación de Mayo

y, aquella noche,
Cohn-Bendit se apoderó de ella.

Llamo a todos los manifestantes
a que se retiren del Barrio Latino,

vista la crueldad de la policía.

No es necesario librar combates
de retaguardia.

El poder ha intentado golpear duramente
al movimiento estudiantil.

No han dispersado una manifestación;

la han atacado duramente, violentamente,
como creyéndose en guerra civil.

Llamo a los sindicatos, a los partidos
de izquierda que forman la oposición,

a declarar una huelga general
a partir del lunes

para demostrar su solidaridad a los
estudiantes y los jóvenes trabajadores.

Volvemos al problema estudiantil.

Damos paso a Claude Couband.
Por favor presente a los telespectadores

los invitados de esta noche.

16 de Mayo.

Cinco días después de
apoderarse de la radio,

fue el turno de Cohn-Bendit de
apropiarse de la televisión.

Vamos en directo.

A mi derecha, los tres líderes,
los tres jefes de fila, los voceros....

no sé cómo definirlos,
los tres mosqueteros, tal vez,

y, para algunos, los tres incendiarios
de la agitación obrera.

Daniel Cohn-Bendit,
del Movimiento 22 de marzo;

Jacques Sauvageot, vicepresidente
de la Unión Nacional de los Estudiantes

y Alain Geismar, secretario general
del Sindicato de Educación Superior.

Ahora, les vamos a explicar,
ya que ustedes quieren comprender.

Primero: los exámenes han sido siempre,
para nosotros, exámenes de selección social.

Eso todo el mundo lo sabe,
y no tengo que ser el gran sacerdote

para decir que hay muy pocos
hijos de obreros en la universidad,

y que los que se gradúan son aún
menos de los que entran, etc.

Para nosotros, y hoy en Nanterre,
la atmósfera general...

A los 11 minutos, Cohn-Bendit
ya había dominado la escena.

Ningún joven había hablado así
con las figuras de autoridad.

Eso era nuevo
y las cámaras lo notaron pronto.

Discúlpeme,

pero usted está diciendo aquí
ante de millones de telespectadores

que nosotros vamos a perjudicar
a quien quiera que sea.

Yo le respondo que
la universidad francesa

desde hace 20 años
perjudica a los obreros

porque ellos no están ahí
y eso es un problema.

El gobierno está en el poder
por diez años.

En esos diez años, podría
haber buscado alguna cosa.

No ha buscado nada.

Hace diez días
que estamos en lucha

y son tres días que buscamos.

Entre diez días, diez años
y tres días

dennos el tiempo para encontrar
y no tengan tanta prisa.

Nosotros defendemos la desaparición
de este régimen político.

Estamos por la renuncia del gobierno
y del general De Gaulle.

Estamos por la renuncia
de este régimen policial

que ha permitido que se lance en París

gases de combate que fueron
empleados en Vietnam.

Esto está claro.

Usted ya ha dicho eso...

Pues lo repito, ya que me
hicieron la pregunta.

Ustedes hablan de
transformar la universidad,

transformar la sociedad, destruir el régimen...
¿Pero transformarlo en qué?

Porque hace falta dar una elección
a la gente, entre lo que tiene y algo más.

Porque su elección es entre
lo que la gente tiene y nada.

-¿Usted estudia historia, Sr. Charpy?
-Sí, ocasionalmente.

¿Ha encontrado en la historia

transformaciones en las que ya había antes
el modelo de lo que vendría después?

Claro que sí.
Por ejemplo, la Revolución rusa de 1917.

Yo creo que ellos tenían
un modelo muy preciso...

Usted está equivocado y haría bien
en releer a Marx,

porque no dice ni una sola palabra
sobre la sociedad futura.

Hay una crítica
de la sociedad capitalista,

pero ni una palabra
sobre la sociedad futura.

Si vamos a citar a los autores,
lea entonces a Lenin...

Cohn-Bendit escribió:

"A medida que el programa corría, aumentaba
el delirio de los técnicos tras cámaras.

Dijimos un montón de cosas, dando
la impresión de que éramos pensadores.

Hice mucho teatro en la escuela

y eso sirve para comprenderme en 68.

La televisión es un teatro,
y tuve el privilegio

de representar mi propio papel
en un escenario gigantesco.

Fue un gran momento de mi juventud".

Él escribió:

"Tener una identidad antiautoritaria significa
introducir el placer en la vida cotidiana".

Podía haber aumentado:
y también la alegría, y también la felicidad.

Él aparece aquí, en la que quizás sea
la fotografía más famosa de Mayo del 68.

Fue tomada en frente
a la Sorbona el día 6.

Él acaba de cantar La Internacional
a un policía de la tropa de choque.

Cohn-Bendit dijo que la mayor
arma anticomunista

es la tristeza de Berlín Oriental.

Cada segundo adquirió
la espesura de la eternidad,

escribió un estudiante,
al respecto de aquellos días.

Espero que mi madre
haya sentido un poco de eso.

Creo que en China ella estuvo cerca.

El escritor italiano Alberto Moravia fue
a China meses después de mi madre.

Esto es lo que escribe
al llegar de Hong Kong:

"Entendimos que no entramos a un nuevo
país, sino a un nuevo estado de cosas.

La Revolución Cultural china tiene
la realidad de algo concreto,

e incluso antes de presentarse al espíritu,
se ofrece y se impone a los sentidos".

Fue con ese nuevo estado de cosas

que mi madre debe haberse encontrado
cuando llegó allá.

Ella y el país
eran contrarios absolutos.

Yo siempre quise saber lo que ocurre
cuando los contrarios se encuentran.

Mi madre dio la respuesta
con el relato que escribió.

Moravia dijo que la pobreza fue lo que
más le llamó la atención en China.

Pobreza que calificó no como miseria,
sino como ausencia de riqueza.

Y observó:

"Todos son pobres y tienen
lo que les basta para vivir,

lo cual es la condición necesaria
del hombre.

La pobreza muestra una cara
decente, orgullosa e implacable".

Mi madre se impresionó
con el ruido y el rojo.

Demasiado ruido, proveniente de los parlantes
que recitaban los pensamientos de Mao;

y demasiado rojo,
de las banderas y estandartes

que los adolescentes de la Guardia Roja
cargaban por la ciudad.

Así como Moravia, mi madre identificó
las raíces religiosas de esas manifestaciones

y, como él, se acordó de las procesiones de
Semana Santa en ciertas partes de Europa.

Ella escribió:

"Lo que es realmente impresionante es la
devoción con la que el Dios vivo Mao Zedong

es cargado por la multitud ociosa
en interminables desfiles.

Un aire místico que solo se respira
en ciertas ciudades de España

durante la semana
de la Pasión de Cristo".

Al ver un grupo de niños
ensayando un ballet revolucionario,

no hizo alusión a la trama
ni a la propaganda.

Prefirió describir las manos, a las que
consideró "las más lindas de la Tierra".

Vio la belleza
en la finura de los dedos

y en su fácil movilidad,

e identificó la inspiración
de los gestos de los niños

no en alguna coreografía militar,

sino en la pose de las figuras
de la antigua porcelana china.

A medida que el viaje avanza,

las primeras impresiones de la
Revolución Cultural van quedando atrás

y otra cosa va surgiendo,
que a falta de una palabra mejor,

voy a llamar de encantamiento.

Las escenas de multitudes hipnotizadas
por la figura de Mao,

tan características
de los registros de la época,

van desapareciendo del material

para ceder lugar a paisajes,
lagos, objetos.

Mi madre abierta
a la belleza del mundo.

Mayo en París.

Del acervo de gestos del 68,
este es el que más resalta.

El cuerpo echado hacia atrás,
el brazo catapultado,

la energía contenida,
a un segundo de la descarga.

El giro del atleta olímpico.

Y casi siempre un retroceso.

No me acuerdo de la ciudad así.

Para unos, esa destrucción era el precio
a pagar para derribar un orden caduco.

Para otros, era lo contrario,

una amenaza al estado natural
de las cosas,

a una Francia regida desde siempre

por una vieja burguesía blanca,
católica y conservadora,

formada en las mismas
escuelas exclusivas,

celosa de sus privilegios
y desconfiada de toda novedad.

Laurent Jauffrin, autor de una de
las mejores historias del período,

dijo que en mayo
la vida cotidiana cambió.

Él escribe:

"Las mujeres ya no quieren volver a casa,
los homosexuales ya no quieren esconderse,

los operarios ya no se sienten
obligados a sacarse la boina

cada vez que pasan
delante de un capataz".

Grandes noches y mañanas tristes

Fragmentos de un filme
que debería haber existido...

...quiere decir que la Francia del 68,
no es el Petrogrado de 1917,

que el nivel político es más elevado;
que los medios de comunicación

pueden transmitir en cadenas masivas,
de un modo totalmente nuevo.

Lenin no disponía de la radio
ni de reportajes en vivo...

Grandes noches y mañanas tristes, del fotógrafo
y director estadounidense William Klein,

el mejor registro de cómo los franceses
se pusieron a hablar en mayo.

Quien antes vivía callado,

ahora se sentía cómodo
para tomar la palabra.

Estudiantes, operarios, camareros.

Son siempre los mismos, guiados
por tecnócratas, por intelectuales.

Quien no tiene certificado de estudios
siempre estará abajo.

¡No es verdad!

¡Sí! ¡Claro que sí!

¡La prueba es que 80% de las
personas aquí son intelectuales!

¡Y yo, que no tengo certificado de
estudios, jamás llegaré arriba!

Y a pesar de todo
no soy ningún miserable.

¡No! ¡Soy camarero,
soy maître d'hôtel!

¡Cuando has trabajado por 12 horas
no es tu objetivo ir a clases en la Sorbona!

¡No, no es cierto!

Yo vivo en Orly.
Me afilié al Partido Comunista.

Lo digo aquí, delante de todo el
mundo. Pero por poco tiempo.

Y lo digo también: ¿por qué?

Porque había una Casa de la Juventud
y yo tenía ganas de hacer alguna cosa,

a pesar de mis
300 mil francos mensuales.

Y bueno, ¡no hice nada!

Disculpen mi emoción,
pero es así en Francia.

Eso es todo.

Sartre en el anfiteatro de la Sorbona.

La foto es expresiva.

El mayor intelectual francés de la época
ahora escucha.

Delante de millares de estudiantes,
él abrió la conversación así:

"Parece que ustedes no aguantan
más las aulas magnas.

Yo no podría estar más de acuerdo".

Vale la pena fijarse en el estudiante
a la izquierda del cuadro.

Dicen que era tan bueno estar vivo
y alerta aquellos días

que nadie quería dormir.

Que alguien haya aprovechado
para recuperar el sueño atrasado

mientras el viejo filósofo hablaba, dice mucho
sobre el valor de los maestros consagrados

durante las grandes semanas
de mayo en París.

La revista Le Nouvel Observateur
juntó a Sartre y Cohn-Bendit,

pero en papeles cambiados.

El filósofo preguntaba
y el estudiante respondía.

Cohn-Bendit dijo que se sintió
en la cima del mundo:

"Para mí, Mayo del 68 fue la
realización de un montón de sueños.

¿Quién no sueña en ser
entrevistado por Sartre?"

A Sartre le pareció extraño que los
estudiantes no tuviesen un proyecto claro.

"Lo que muchas personas no entienden

es cómo ustedes no buscaron
elaborar un programa.

Ustedes son acusados
de querer romper todo,

sin saber exactamente
qué poner en su lugar".

Cohn-Bendit, 23 años,

que abrió la entrevista dejando claro

que no tenía interés en encontrar
una fórmula para hacer la revolución,

respondió:

"La fuerza de nuestro movimiento radica
justamente en su espontaneidad incontrolable.

Todo programa es paralizante.

Nuestra única oportunidad es ese desorden
que permite a la gente hablar libremente.

Lo importante no es tener un plan
para reformar el sistema capitalista;

lo importante es dar cuerpo a una experiencia
que rompa radicalmente con esta sociedad,

una experiencia que no dura,

pero que deja entrever
una alternativa:

nos damos cuenta de algo y,
en un instante, eso se apaga.

Pero es lo que basta para probar
que ese algo puede existir".

Al ver los registros de aquellas semanas,
por momentos parece posible decir:

este es el punto alto
en la vida de esos jóvenes.

Difícilmente volverán
a ser tan felices.

Es verdad, él fue al bulevar Saint-Michel,
a una manifestación...

Pero volverá esta noche.

Escuche, señora...

¿Quiere que vaya verle?
No sé...

Pero le aseguro
que él está vivo...

Hace dos días que estoy aquí
y él está muy bien.

No tiene nada que ver...

Llamar a su hermana...

Le puedo garantizar
que él está bien.

Para la manifestación de esta noche
está organizado un servicio de seguridad...

Sí, vamos a tener cuidado.

Mire, señora, estamos luchando
para expresar nuestras ideas,

si son puras o no,
eso no es lo importante...

Es la madre de David.
No va a casa desde hace una semana.

No, pero todo está bien.

Si alguna cosa no va bien,
llámeme que yo la tranquilizo.

¿De acuerdo?

No le dé mucha importancia
a lo que dice la televisión...

Dile que todos ahí
son unos vendidos.

Están pidiéndome que le diga que
en la TV todos son una basura...

Pronto vamos a ocupar
la televisión también....

Paren de hablar,

es muy simpática...

No, nosotros no usamos la tricolor.
Usamos la bandera roja.

¡Negra! ¡No la roja!

Hay, cerca de Luxembourg...

Hay miles de policías antimotines,
policía civil y soldados.

¿Será que mi madre reconoció
la alegría de las calles?

Dos años antes, su rostro era
tan luminoso como el de ellos.

Pero, ¿qué habría sido más fuerte?

¿La curiosidad de ver
las cosas de cerca,

un rasgo que siempre fue suyo,

o la prudencia de esas personas que,
desde lo alto, apenas observan?

A mediados de mayo
el país estaba paralizado.

Seis millones de trabajadores
estaban en huelga

en oposición al gobierno y
en solidaridad con los estudiantes.

Era una Francia sin reloj registrador,
sin rutina,

sin cuota de producción y sin jefe.

Tanta energía podía sugerir
la inminencia de la revolución.

Pero no.

Siete de mayo.

Al día siguiente de un enfrentamiento con la
tropa de choque, el jefe de la policía de París

manda a instalar un teléfono
en la sede del gobierno estudiantil.

Durante todos los días de mayo,
los rebeldes y la represión

estuvieron en contacto directo para evitar
un derramamiento de sangre.

Nadie estaba dispuesto a matar
y mucho menos a morir.

Los hijos de la burguesía y del gobierno
eran estudiantes.

Solamente el ministro de justicia
tenía tres en las barricadas.

En aquella misma tarde del 7 de mayo,

50 mil estudiantes
marcharon por París.

Pasaron al lado del Parlamento,
protegido por un puñado de policías

y nadie dudó en tomarlo.

Pasaron cerca del palacio presidencial
y nadie se dio cuenta.

Algunos hablaron de falta de ambición.

Cohn-Bendit respondió que,
al contrario de 1917,

en 1968 el Estado
ya no tenía un centro,

estaba en todo lugar.

Tomarse palacios ya no tenía sentido.

Años después, Cohn-Bendit
sugirió que se ponga atención al pelo.

Él escribió:

"Lo que más llama la atención cuando
vemos filmes o fotos de Mayo del 68

es un aspecto conservador,
estilo años 50:

todo el mundo tiene el pelo corto".

Según Cohn-Bendit, el movimiento
estudiantil americano

fue más libertario y radical
que el francés.

Por ejemplo:
en París, todos los líderes son hombres.

En los círculos de conversación,
asambleas y reuniones,

las mujeres escuchan más
de lo que hablan.

Mayo fue esencialmente masculino

y, en ese aspecto, reprodujo
las relaciones de poder de la sociedad.

Y están los negros.

Aquellos que aparecen a lo largo
de horas de material investigado,

incluso los que se mezclan con los estudiantes,
están siempre en los extremos del cuadro,

invariablemente callados
y casi siempre de terno.

Nunca son protagonistas,
ni siquiera actores secundarios,

sino extras que se esfuerzan
en no llamar la atención.

Una periodista canadiense escribió:

"Durante las jornadas de tumulto,
vi pocos negros y norteafricanos.

Estuvieron muy quietos.

Ahora reaparecen, quietos
como siempre, barriendo las calles.

Nada cambió".

El poder tiene diez años.

Desde hace diez años habrían
podido buscar alguna cosa.

Cohn-Bendit parece haber notado
antes que todo el mundo

los impases de mayo.

Poco después de esa entrevista,
en la segunda quincena de mayo,

mientras las calles todavía estaban
en fuego, él se fue a Berlín,

donde un año antes había participado
de su primera manifestación política.

En la ocasión era un estudiante anónimo
y ahora volvía como un héroe.

Él escribió:

"Volví por orgullo,
pero también fue una fuga,

pues no sabía bien cómo continuar".

El problema del viaje era el dinero,
que él no tenía.

La revista Paris Match supo de
la historia y le hizo una propuesta:

si él dejaba que un fotógrafo
lo acompañase, le darían el carro.

Cohn-Bendit aceptó.

Más tarde él escribió:

"El tipo me tomaba fotos todo el tiempo
y yo aceptaba cualquier cosa.

Que me fotografiase con la maleta
frente a la Puerta de Brandeburgo.

Era una locura aceptar que un
fotógrafo pasara cuatro días a mi lado

solo para tener el viaje pagado".

"Fui domesticado por la gloria.

No hacía otra cosa sino hablar
en público, hablar en la televisión.

Me convertí en una máquina
de hablar, sin fuerza.

Me convertí en una vedete,

con todas las implicaciones que esto tiene
en una sociedad de espectáculo.

Mi personaje me sobrepasó",

dijo antes de cumplir 30 años.

El pie de foto dice:

"Y ahora él parte a predicar
la anarquía por Europa".

Era falso.

La historia no registra revoluciones
propagadas por anarquistas

financiadas por revistas
de clase media.

Esa era la rebeldía siendo apropiada
por el comercio, el inicio de ese proceso.

Cohn-Bendit y Mayo de 1968 ahora
eran mercaderías con valor de cambio.

Todo, incluso la experiencia radical,
es pasible de ser comprado y vendido.

Sobre las elecciones:

"No venderemos la huelga
a cambio de un voto".

Es una cita de Cohn-Bendit.

Sobre la intoxicación de la radio:
"La radio envenena, la huelga purifica".

Sobre el gaullismo fascistizante: "La
violencia es De Gaulle, el poder son ustedes".

A los trabajadores:
"Sean realistas, exijan lo imposible".

En la Sorbona, el llamado comité
de unión escritores-estudiantes

se reúne para someter las
palabras de orden al filtro colectivo.

Muchas serán repetidas
en las próximas manifestaciones.

Algunas serán recordadas como
la gran expresión creativa del 68.

Varias acabarían en manos
de la publicidad.

"La radio intoxica,
la huelga desintoxica."

No sé cómo podemos...

La huelga como fundamento se opone
a todo lo que es gobierno, a la intoxicación.

En la medida en que la radio...

Si la radio intoxica...

Las bonitas frases de mayo
en los muros de París:

"La vida está en otro lugar."

"¡Escóndete, objeto!"

"¡Basta de actos, queremos palabras!"

"El hombre hace el amor con la cosa."

"¡Cuidado con tus oídos,
tienen paredes!"

"Los muros tienen la palabra."

"Profesores, ustedes nos envejecen."

"Trabajadores de todo el mundo,
¡diviértanse!"

"La sociedad es una flor carnívora."

"Tengo algo que decir,
pero no sé qué."

"Di que me amas con adoquines."

"Ya son diez días de felicidad."

"Vine, vi, creí",

esta última en la Sorbona, cerca de

"Godard, el más tonto
de los suizos prochinos".

Mi madre y sus amigos

intentan espiar un templo
cerrado por los Guardias Rojos.

A su lado los carteles dicen:
"Saludos a los jóvenes guerreros

que protegen las reliquias culturales
del templo de Ling Yin".

Durante el viaje, ella encontró decenas
de carteles y eslóganes revolucionarios.

Muchos deben haberle sido traducidos.

En el relato del viaje,
los omitió todos,

por ejemplo este, en un edificio:

"La educación sirve a los sin clase".

O:

"El pueblo heroico de Vietnam vencerá
y los viles americanos serán derrotados",

en la fachada de la escuela;

"Todos los pueblos del mundo están
unidos para derrotar a los americanos

y los perros que los acompañan",
luego de que ella y sus amigos,

entre los cuales había por lo menos
un americano, llegaran a Shanghái;

"Romperemos la cabeza de los perros
enemigos del presidente Mao",

en la Plaza de Tiananmén;

"El mundo entero conmemora el
lanzamiento de nuestro misil

y los americanos mueren de miedo";

"De tanta ira y envidia,
la Unión Soviética enloquecerá",

en la calle antirrevisionista
en Pequín;

"Nunca te olvides
de la lucha de clases",

en el palacio de verano,
también en Pequín.

Prefirió hablar de los jóvenes
que veía en la calle,

sobre los cuales escribió:

"Al lado de la fantástica calidad
de la piel china,

la famosa tez inglesa es una broma".

Y dijo cosas graciosas:

"De la población de 700 millones,
hay 500 que trabajan incesantemente

y 200 millones que pasean".

El encuentro de mi madre con China
es una sucesión de sorpresas.

Hay más elogios que críticas.

Se quejó del timbre de voz

"que parece un maullido",

de la escultura,
que consideró mediocre,

de la bomba de hidrógeno

y de la azafata que,
en el vuelo entre Pequín y Cantón,

distribuyó hojas mimeografiadas
en francés,

exigiendo que todos canten
el himno maoísta El buen timonero,

que mi madre entonó, para luego, en el
único gesto de resistencia política de su vida,

entonar el coro de la canción de cunaAu Clair de la Lune.

Elogió las entalladuras:

"los chinos son cinceladores
extraordinarios", dijo;

y los bronces,

"más emocionantes para mí
que cualquier vasija griega".

Elogió el fin del hambre en China,

el abastecimiento,
la erradicación del opio,

el enriquecimiento de la tierra,
los jardines y los lagos;

consideró los puentes
más bellos que los de Palladio,

le encantó Cantón,

donde los hombres paseaban en mangas
de camisa a la sombra de las palmeras,

sin más razón
que el simple placer de andar,

lo que consideró la prueba de que
ningún régimen de fuerza resiste al calor.

Visitó ciudades y poblados,
fue al campo,

recorrió sitios arqueológicos,
en un viaje de un mes.

Lo que vio la dejó conmovida.

Escribió:

"Por la noche, regresamos a
Wang Che para ver la luna.

En sus patios inmensos
nos separamos

y cada cual pidió
un pabellón separado.

Fuimos presas entonces
del efecto fantasmagórico;

desde cualquier punto que mirásemos, a través
de los orificios tallados en las piedras,

vislumbrábamos la luna.

Nadie quería romper el encantamiento.

Fue casi penosa la vuelta
a la convivencia y a la integración".

La Gran Muralla, en cuya forma longilínea,
que se alarga fuera del horizonte,

el escritor italiano Alberto Moravia identificó
una vitalidad de serpiente y reptil,

fue, para mi madre, "de todos los viajes
que he hecho por el mundo,

la memoria inolvidable de mi vida".

Escribió sobre "su silueta
deslizándose como un río perezoso,

en una gama extraordinaria
de piedra gris y marrón..."

Es una descripción más plácida
y menos peligrosa que la de Moravia,

un río en vez de un animal,

un elogio más de la permanencia
y la lentitud

que del cambio y el ataque.

En Moravia existe política;

en mi madre, no.

La belleza vive aparte,
lejos del drama de los hombres.

"Todo el poder a los trabajadores",
no en los muros de la Sorbona,

sino en la entrada
de una fabrica aeroespacial.

"Todo el poder a los trabajadores"
es una máxima revolucionaria.

"Basta de actos,
queremos palabras", no.

Alguien escribió que
la invención verbal del 68

debe menos a Marx
que al surrealismo.

Era como si todo fuese posible
en el Mayo francés,

menos la toma del poder.

El filme El derecho a la palabra

muestra estudiantes caminando
en dirección a las fábricas.

Un impulso generoso los movía:
iban a su ofrecer solidaridad

a los operarios en huelga, casi
seis millones a mediados de mayo.

Camaradas...

Camaradas, así como muchos
estudiantes vinieron aquí

y así como muchos otros
estudiantes van a llegar,

les decimos igualmente que las puertas de las
universidades están abiertas a los trabajadores.

Es necesario, para que nuestras luchas
sean cada vez más grandes

y más fuertes que lleven a una
transformación de la sociedad

por los trabajadores y para ellos...

El líder de un grupo trotskista,
Alain Krivine,

que aquí aparece aplaudiendo,
escribió en sus memorias:

"Desde las ventanas, los operarios
nos veían pasar con desconfianza,

en un silencio pesado".

Fue un desencuentro grande,

como en esta conversación.

Aquí los estudiantes.

Y aquí, los operarios de la Citroën.

Lo que más llama la atención no es
la voluntad sincera de comunicarse,

sino el hecho de que estas conversaciones
no hayan ocurrido a la misma altura,

de igual a igual y sin desconfianza.

No podemos ceder a maniobras
de intimidación.

Declararon estado de sitio...

No puede durar, no puede ser,
no puede pasar...

Los estudiantes no quieren convertirse
en los patrones de la sociedad burguesa

Convertirse en el encorbatado,
el hijo de puta...

Los estudiantes ya no quieren ser
el cabrón que protesta a los 18 años

y a los 25 se convierte
en director de empresa.

Y los obreros, ¡qué se jodan!

Es justamente en contra de eso...
Por eso el alboroto en la universidad.

Es por esto que los estudiantes
protestan.

El único objetivo es liquidar
el patronato, ¿no?

¿Es la última palabra?

¡Es la palabra inicial!

Es a partir de ahí que todo comienza
y que que la vida mejora.

Cuando no hay más patrón
para jodernos la vida.

Los patrones no tienen nada
que hacer aquí.

Los operarios que dieron entrevistas
durante aquellos días

continuaron a referirse a los estudiantes
como "nuestros futuros patrones".

A pesar de los desacuerdos, el simple hecho
de que aquellas conversaciones hayan ocurrido

preocupó al Partido Comunista
y a los líderes sindicales.

Ambos se pondrían de acuerdo con
el gobierno antes del fin de mayo.

El líder sindical.

El ministro de educación.

El primer ministro.

"Nuestra Revolución Cultural
terminó en una negociación sórdida

sobre índices de reajuste salarial",
dijo alguien.

Vencería el mayo de las burocracias.

Poca gente imaginó que,
días después de esta fotografía,

tomada la última semana de mayo,

el gobierno retomaría
el control de la situación.

Fue así:

El día 24, con el país
paralizado por las huelgas,

De Gaulle fue a la televisión.

Todo el mundo comprende,
evidentemente

cuál es el alcance de los
acontecimientos recientes

tanto en las universidades
como en la sociedad.

Vemos en ellos todos los signos
que demuestran

la necesidad de una mutación
en nuestra sociedad.

El general pide orden
y promete reformas.

Francia ve su rostro.

Viejo, cansado.

De Gaulle no parece comprender
la gravedad del momento.

No va al punto.

He decidido someter
al sufragio de la nación

un proyecto de ley por medio del cual
pido al pueblo que conceda al Estado

y primeramente a su jefe,
un mandato.

¡De Gaulle a la horca!
¡De Gaulle a la horca!

"Me equivoqué de objetivo",
confesaría De Gaulle a un colaborador.

La noche del 24 fue la más violenta
de todo el Mayo francés.

Seis días después, el 30 de mayo,
De Gaulle volvió al aire.

Ahora, apenas por la radio.

¡Francesas, franceses!

Como detentor de la legitimidad
de la nación y la república,

he considerado, en las últimas 24 horas,
todas las posibilidades sin excepción

que me permitirán preservarla.

He tomado mis resoluciones.

En las circunstancias presentes,
no me retiraré.

Tengo un mandato del pueblo
y lo culminaré.

Sin embargo, si la situación
de fuerza se mantiene,

tendré que, para preservar la república,
y en conformidad con la Constitución,

adoptar otros caminos que la realización
inmediata de elecciones generales.

Francia, en efecto,
está amenazada de dictadura.

Quieren obligarla a resignarse
a un poder que se impondría

en medio de la desesperación nacional.

¡Pues, no!

¡La república no abdicará!

El pueblo se recuperará.

¡El progreso, la independencia y la paz
triunfarán con la libertad!

¡Viva la República! ¡Viva Francia!

Radio y Televisión Francesa
en cadena nacional.

Escuchen ahora una declaración del general
De Gaulle, presidente de la república.

¡Francesas, franceses!

Como detentor de la legitimidad
de la nación y la república,

he considerado, en las últimas 24 horas,
todas las posibilidades...

El mismo discurso abre el documentalLas dos Marsellesas

de André Labarthe
y Jean-Louis Comolli.

Hay dos posibilidades: o todos
están en casa pegados a la radio,

o De Gaulle no le habla a nadie,

como si las personas ya no
prestasen atención,

como si el general ya no importase.

Sería equivocado creer
en esa segunda hipótesis.

Todo el mundo oyó.

De Gaulle dominaba los signos
y comprendía la naturaleza

de los medios de comunicación.

En la víspera, había desaparecido
por más de 24 horas.

El país se dio cuenta
del vacío de su ausencia.

De Gaulle reaparecía ahora
como la voz legendaria

que había comandado la liberación
de Francia en la II Guerra.

Escogió la radio por saber que en la tarde
poca gente estaría frente a la televisión,

pero también para no mostrar
el rostro de viejo.

Ahora era solo voz,

solo fuerza.

Llamó a los franceses a resistir.

Insinuó que no dudaría
en usar la fuerza,

habló de subversión,
tiranía y totalitarismo.

Una periodista escribió:

"Ça y est.
Firme, claro, bravo,

el viejo soldado,
quién sabe un poco loco".

Con la radio a transistores
pegada al oído,

el jefe de policía de París
se asustó con el vigor de De Gaulle.

"Es Zeus", exclamó.

El pronunciamiento duró 4 min 32 s.

Ni en ese, ni en los otros filmes,
se muestra lo que vino después.

Después, lo que vino fue esto.

Terminado el discurso, 500 mil personas
se tomaron los Campos Elíseos

en apoyo a De Gaulle.

Por el número de personas en la calle, fue
la más grande manifestación del Mayo francés.

Es una manifestación con ropa mejor y
más cara que en las otras marchas de mayo.

Hay muchos abrigos de cachemira
al hombro, para protegerse del frío.

Pero no fue apenas la alta burguesía
la que marchó.

Pequeños comerciantes
aterrorizados con la anarquía,

amas de casa tradicionales,

jovencitas de familia,
estudiantes conservadores,

amantes del orden, todos fueron.

Gritaban: "Viva De Gaulle"
y "Cohn-Bendit a Berlín";

y algunos:
"Cohn-Bendit a Dachau".

Un admirador comentó:

"De Gaulle venció
sin disparar un solo tiro".

Esa tarde-noche marca el inicio de la
difícil transición hacia la normalidad.

El regreso a la fábrica Wonder

Es la única secuencia que sobrevivió
de un filme inacabado

dirigido por dos estudiantes del Instituto
de Altos Estudios Cinematográficos de París.

En la mañana del 10 de junio de1968,

luego de tres semanas de huelga
y ocupación de la fabrica,

los obreros de la Wonder, en Saint-Ouen,
reunidos por sus patrones,

votaron para volver a trabajar,
por 560 votos contra 260.

Ese mismo día, a las 13:30.

El plano continuo dura diez minutos
y muestra cómo Mayo terminó.

No ganamos nada...
solo menos vacaciones.

El patrón cedió...

No cedió nada...

Sí, ahora tenemos que estar
vigilantes...

La joven operaria tiene
como interlocutores

a dos miembros de la central
sindical de Saint-Ouen.

Todos decidieron regresar...

¡Yo no! Yo no voy a volver más
allá dentro.

Nunca más voy a poner el pie
en esa pocilga...

Vayan a ver el desastre que es
allá dentro...

Salimos asquerosas,
embarradas de negro...

A las señoritas que no salen de la
oficina les da igual...

Lo único que saben
es adular al patrón.

Ahora no se puede resolver nada...

No es verdad...
No con ese patrón...

Eso es lo que decías
hace tres semanas.

¡El patrón sabe muy bien
lo que perdió!

¡Es solo una etapa!

La vida en la Wonder nunca
será como antes.

Los trabajadores tendrán
que estar atentos.

¡En primer lugar,
hicieron porquerías con los votos!

Sabemos eso y lo vamos
a denunciar.

Bueno, no podemos conseguir
todo a la primera...

Es solo una etapa... Ahora...

¡Sabotearon la votación!

Hicieron porquerías, ¡sí!

No había ni un representante de los
trabajadores en el conteo de los votos...

Presionaron a los norteafricanos,
los argelinos, los portugueses...

Nos engañaron...

...es una victoria de todos modos.

Es una victoria.
Se echaron para atrás.

No querían ni oír hablar
de los salarios

y aumentaron un 10%...

eso del pago y la reposición
de los días parados

querían hacerles trabajar
durante las vacaciones...

y tuvieron que retractarse.

Aunque lo nieguen,
eso no importa.

Pero todavía hay cosas que debemos
conseguir... El turno de la noche...

Porque a estos les toca
hacer todo el trabajo...

solo para ganar media jornada
extra de pago, ¿ah?

-¡No, no!
-¡Claro que sí!

Los trabajadores que están
regresando hoy, están unidos,

están muy conscientes
de lo que están haciendo.

La operaria, que se llama Jocelyne,
se siente traicionada.

Ahora intentan convencerla
de que, en mayo,

las únicas cosas en juego eran
el salario y las condiciones de trabajo.

Nunca otra forma de
organizar la producción,

nunca otro modo de vida.

Ahora son más de 200
en los sindicatos...

Sí, pero... es eso lo que importa...

...es eso lo que importa ahora...

Antes no había nada en la Wonder.

Hacían lo que querían.

Ahora ya no pueden hacer
lo que que quieren.

Eso es lo importante y esa es la
victoria de los trabajadores de Wonder.

No diga que es una victoria.

Entonces, ¿es una derrota?

No, pero de todas maneras...

-¿Tú trabajas en Wonder?
-No.

Entonces, de verdad,
no digas nada.

Pregunta a los trabajadores
de Wonder.

...las condiciones degradantes.

¡Ah!, pero eso no sabes.

Sí, lo sé. Me lo han dicho.

¡Hey! ¿Tú no dijiste que tenían un salario
asqueroso... ...y condiciones denigrantes? -Sí.

El estudiante ya no interesa.

Políticamente se volvió irrelevante
y la cámara ya no lo busca.

Es asqueroso. Uno queda negro.
Parecemos carboneros al salir de ahí.

Ni siquiera tenemos agua
caliente para lavarnos.

Por supuesto, ellos tienen
lavabos y todo.

Lo nuestro simplemente
es asqueroso.

En menos de tres semanas
pasó de protagonista a figurante.

Cuando aparece es solo
porque hay un sindicalista en cuadro.

Tienes que tener cuidado...

...porque con 500...

¿Con 500? Para comenzar,
¿quiénes son esos 500?

¿Y si una parte de esos 500, por ejemplo,
está abiertamente contra los trabajadores?

¿Será que...?

Sería mejor hablar con la gente
que todavía está en la Wonder...

Creo que ella es muy clara...

Y yo no digo nada
que no sea lo que ella dice.

-Dijiste más que ella.
-¡No!

¡Sí!

Simplemente...

Les estamos dejando pasar
por encima nuestro, es todo.

¡Ni siquiera tenemos derecho
de ir al baño!

Funcionarios de Wonder por favor,
vuelvan al trabajo tranquilamente.

En calma.

Eso es.

Repito, funcionarios de Wonder, entren
y retomen su trabajo tranquilamente.

Es eso.

Una semana menos.

¡Canalla!

Pues yo no voy a entrar.
De todos modos no tengo ganas.

La salida de la fábrica

Julio de 1968 en Francia.

Verano y playa.

Menos de 60 días habían pasado
desde las barricadas de Mayo.

Sartre había alertado a Cohn-Bendit:

"Vendrán las vacaciones,

una intensidad menor,
sin duda un retroceso".

Un periodista escribió: "Si la primavera
del 68 en Francia fue de la utopía,

el verano será del orden
y la derecha".

Sería también del regreso a la normalidad
y mis padres no previeron eso.

Mayo precipitó nuestro retorno
temporal a Brasil.

Parece que dejamos Francia en carro,

cruzando la frontera de Bélgica,
desde donde tomamos un avión a casa.

París estaba parado, el aeropuerto
y los trenes en huelga.

En la noche del 24, las protestas
llegaron al barrio donde vivíamos.

Volvimos por miedo del tumulto
y la revolución.

Cohn-Bendit al final de mayo,
en la Sorbona,

después del viaje a Alemania
financiado por la Paris Match.

El ministro del interior Fouchet
intentó impedir que regrese a Francia

bajo la alegación de causar
desorden público.

Cohn-Bendit era hijo de refugiados
alemanes del nazismo

y ahora el gobierno francés
le cerraba las puertas.

Estas imágenes lo muestran horas después
de entrar clandestinamente al país,

con gafas oscuras
y el pelo teñido de negro.

Todo militante expulsado de Francia

será reconducido a Francia por
nosotros cuando lo decidamos.

¿Alguna pregunta?

¿Cómo llegué a Francia?

En carro.

Por la frontera franco-alemana.

¿Entonces huyó?

Yo no huí de Alemania.

Mi padre huyó de Alemania.

Yo nací en Francia
y escogí militar aquí.

¿Tienen algún problema al respecto?
¿Les molesta?

De ninguna manera.

¿Va a continuar en la Sorbona?

Por ahora sí.

¡Silencio!

Pido que el responsable por la
entrada de la policía a la Sorbona

sea expulsado de Francia, pues ha
causado desorden publico en el país.

Y pido que quien haya tomado
la decisión de expulsarme

ya que ha causado desorden público
en las calles de París,

sea expulsado de Francia,
incluso si es Fouchet.

¿Está contento de estar de
vuelta en Francia?

Contento, contento, ¡no!
Pero lo encuentro muy divertido.

Ahora, una pregunta para los
periódicos de la prensa burguesa.

Por favor no deformen
mucho lo que he dicho.

Fui muy claro, muy simple,
prácticamente no dije nada.

No vale la pena inventar cosas.

Viendo a Cohn-Bendit
en esa entrevista,

y viendo en su osadía toda la potencia
de la generación que él representaba,

la impresión es que el 68
estaba apenas comenzando,

de que el futuro era brillante.

En verdad, a esas alturas de mayo,
era el 28, el movimiento ya no tenía fuerza.

Una próspera editora de Alemania
Occidental, atenta al mercado,

encargó a Cohn-Bendit un libro
sobre el movimiento estudiantil.

"Me ofrecieron 150 mil francos
y yo vivía con 500 al mes.

En seis semanas, mi hermano y yo
entregamos el libro", escribió.

Era un libro hecho al apuro,
apenas para ganar dinero.

Cohn-Bendit fue hasta Hamburgo para
entregar las pruebas y retirar el cheque.

Habían pasado solamente
tres meses desde Mayo del 68.

Era el 21 de agosto,
verano en Checoslovaquia,

y los tanques soviéticos
iniciaban la ocupación de Praga.

Este es un filme amateur.

La ficha técnica que lo acompaña
solo dice: "Rollo 25",

sin identificar al autor.

En el titular se lee:

"No estamos de acuerdo con la ocupación
de nuestro país. Protestamos".

Del autor del rollo 25 apenas se sabe
que estaba en Praga

y que el día 21 de agosto
tomó una cámara,

captó la fecha filmando el diario que,
supongo, salió aquel día,

y registró lo que vio.

Filmó con urgencia,

pues lo que pasaba en el balcón
le concernía.

Enfrente suyo, la fuerza invasora
liderada por la Unión Soviética

iniciaba la ocupación de la ciudad.

750 mil soldados de la URSS,
Bulgaria, Polonia y Hungría

ponían fin a la Primavera de Praga,

el proceso de apertura política
iniciado siete meses antes.

Con cuidado, y sin exponerse,
el rollo 25 documenta.

Es como si dijera:
"Esto fue lo que nos pasó".

Rollo 127, otro anónimo.

Mientras el rollo 25 se limita a registrar,
el rollo 127 cuenta una historia,

la de la ocupación.

Comienza con la imagen
de los líderes soviéticos

y enseguida muestra a aquel
que será depuesto,

Alexander Dubcek,
el líder de la Primavera de Praga.

Después, el año.

Y por fin, el país,
primero en el mapa,

y después por la TV, que parece mostrar
uno de esos desfiles oficiales

que celebran la amistad
entre los pueblos.

Poco a poco, al contrario del rollo 25,
el rollo 127 se aproxima a la acción.

Primero, deja la TV de lado
y va hacia el balcón.

Después, baja a la calle,
para ver de cerca.

Más adelante,
la cámara vuelve al apartamento.

Las imágenes del rollo 127
no son impersonales.

Reflejan la perspectiva de alguien,

de un testigo que filma el reloj para
registrar la hora de los acontecimientos.

Alguien pasa frente al lente:

puede ser un hijo, un amigo.

En ese instante viene a la cabeza
la existencia de una familia,

o por lo menos de un círculo social,
que ahora está bajo amenaza

y necesita protección de la cortina.

No existe nada parecido en los
registros de Mayo del 68 en París.

El rollo 127 subraya lo que, para él,
merece ser visto.

Por ejemplo las inscripciones
en la estatua de San Venceslao:

"Escucha soldado soviético:
Queremos el socialismo

no la ocupación ni la prisión de
nuestros representantes legítimos".

El nombre de los líderes subyugados.

El cartel que esa joven
acaba de escribir en ruso

y ahora muestra a la cámara:

"Vuelvan a casa,
no necesitamos su ayuda".

El probable lugar donde alguien murió.

La parte final del rollo 127 corresponde
al último capítulo del derrocamiento.

El rollo 127 muestra la llegada de la
delegación soviética al aeropuerto de Praga.

Vinieron a consagrar a un nuevo líder.

Delante de una multitud
agitando banderines,

todos cantan lo que probablemente
sea La Internacional.

Es un evento público, en la plaza,
pero el autor ya no va a la calle,

filma por la televisión.

Nada más se aprende en la calle.

Ahora la resistencia política
se resume a no salir de casa

y filmar el fin de la política
en la televisión.

El nuevo líder habla.

El rollo 127 inserta en la edición imágenes
de personas que aparecen por detrás,

como si ahora el verdadero poder
fuese ejercido por quien no aparece.

Lo que todos pueden ver por la TV
es el nuevo teatro de la política,

que el rollo 127 muestra así.

Estos filmes caseros existen
porque la libertad de expresión

no terminó de un día para otro,

desapareció paulatinamente.

A medida que se iba,

imagino que aumentaba
la sensación de urgencia

para registrar lo que fuese posible,
mientras todavía era posible.

Creo que la mayoría de estos
aficionados filmó por impulso,

porque era la historia ocurriendo
y ellos eran la parte débil.

Todo lo que podían hacer
era rendir testimonio.

Marta Kubisová, la morena que
aparece corriendo atrás de Dubcek,

durante los meses de la
Primavera de Praga

fue una de las figuras más combativas
de la canción de protesta checa.

En nombre de todos mis colegas,
quisiera agradecerle

y reafirmar nuestra lealtad.

Gracias, de corazón.

La reconocí antes de que
usted me reconozca.

Me gustaría darle una cosita.
Está ahí dentro.

Muchas gracias.

Es mi talismán.

¿De verdad? Muchas gracias.

No, gracias a usted.
Le amamos.

Gracias.
Muchas gracias.

Déjeme ver si la cosita
está realmente adentro.

Jesús, si se cayó sería
terrible.

Se cayó. Probablemente
dentro del carro...

No pasa nada.

Le traeré otro.

Está bien.
Nos veremos otra vez.

Muchas gracias.

No, somos nosotras las que
agradecemos.

Que este país
permanezca en paz.

Que la ira, envidia, rencor,
miedo y discordia pasen.

y que pasen pronto.

Cuando hayas perdido
el control de tu destino

él regresará a ti,

el pueblo volverá a ti.

En 1968, esta canción suya se convirtió
en uno de los símbolos de la resistencia.

La fusión a los tanques
es de aquella época.

Para tener una idea de lo que
hace un retroceso político:

Marta Kubisová, al año siguiente,
en 1969.

Más allá del mar más profundo,
más allá de la montaña más alta,

más allá del bosque más triste
que los ojos de los niños,

alas de cuervos, miles de cuervos,

allá donde nueve ríos se encuentran.

Escuchen...

Más allá de la milésima puerta,
está la Tierra de las Campanas,

y allí, el pueblo de las campanas
las toca sin cesar

en nombre de tus lágrimas,
de tu sonrisa,

ring-o-ding,
en nombre de tus pecados,

escucha...

Dicen que las campanadas de la letra
eran una alegoría de la esperanza

y representaban las buenas nuevas
que traerían las nuevas generaciones,

tan inocentes como esas crías.

O algo parecido.

Extraño otoño.

El director escribe su nombre:

V. Rula.

De los aficionados,
es el primero en hacer eso.

Es un detalle conmovedor,
cuyo sentido no está claro.

Puede ser que apunte a la estabilización del
cuadro político, que ya no es tan peligroso;

puede ser un acto de conciencia

de quien quiere expresarse
sin esconderse;

o, por el contrario, un gesto privado,
de quien solo firma

porque sabe que es una
película casera,

destinada al cajón,
como un diario íntimo.

La ficha técnica que acompañaExtraño otoño dice:

"Tentativa de captar el clima
de desaliento del otoño de 68".

No hay más tanques o soldados,

apenas las consecuencias
de su paso por la ciudad.

El director se detiene en el velorio de la
última persona en morir durante la ocupación:

la trabajadora Marie Charouskova,
el 28 de agosto, a los 25 años.

Sin alarde, Extraño otoño
muestra cómo la vida se acomoda.

Los niños necesitan
que los lleven al parque.

Las familias pasean.

El trabajo sigue.

Sobre lo que estas imágenes muestran,

el escritor y futuro
presidente checo Václav Havel

dijo al final de la década de 80:

"La muerte de Jan Palach, que habría
sido inexplicable en otro momento,

fue perfectamente comprendida
por toda la sociedad,

porque esa muerte fue una expresión límite,
casi simbólica, de nuestro estado de ánimo.

Delante de la falta absoluta
de respuestas,

todo el mundo comprendió que Palach
necesitaba, desesperadamente, un acto extremo.

Cada uno de nosotros sentía
esa misma necesidad".

Jan Palach era un
estudiante de letras.

Cinco meses después de la ocupación
de los tanques, el 16 de enero de 1969,

en el centro de Praga, se empapó de
gasolina y encendió un fósforo.

Tenía 20 años y sobrevivió
algunos días, antes de morir.

La médica que lo atendió

dijo que su gesto era más que
una protesta contra la ocupación.

Era un repudio al conformismo
que se apoderaba del país.

Más tarde esa médica diría:

"La multitud de personas
en la calle, silenciosa,

con los ojos tristes
y la expresión seria...

Cuando las miras te das cuenta
de lo que todo el mundo ya entendió:

que incluso las personas decentes
ya se están resignando

y no tardarán mucho
en acomodarse al nuevo orden".

Alrededor del mundo, muchos murieron
durante los acontecimientos de 1968.

Algunos pocos merecieron
entierros públicos.

Las imágenes
de aquellos funerales reflejan

los diversos usos políticos
de los cadáveres y los mártires.

Aquí lo que es posible decir
a partir de los registros:

Que lo de Palach todavía ocurrió
en un ambiente de cierta libertad.

Esas imágenes son autorizadas.

El pueblo avanza por las calles,
de la ciudad, sin resistencia.

Las cámaras de enero, al contrario
de las cámaras de agosto,

no tiemblan, ni filman
por detrás de las ventanas.

Que lo de Palach deja claro que,
cuando alguien muere, hay gente que sufre.

Es que, en ese sentido,
lo de Palach fue lo único

donde la dimensión humana
de la tragedia

no fue devorada por la política.

Marzo de 1968.

El estudiante Edson Luís es asesinado
por la Policía Militar de Rio de Janeiro.

Era un joven pobre de Belén del Pará
y tenía 18 años.

A las cuatro de la tarde,

el féretro inicia el recorrido de 6 km
que separa al centro de la zona sur.

Los cineastas Eduardo Escorel
y José Carlos Avellar

salen para registrar la procesión.

Además de ellos, hay también
cámaras de agencias de noticias.

Avellar filma la manifestación delante
de la Unión Nacional de los Estudiantes.

Escorel entra en un edificio,

toca el timbre de un apartamento
y pide permiso para filmar.

Registra entonces la larga cola de
los que toman parte en la procesión.

Así como en Praga, no se ve
el aparato de la represión.

Un acuerdo con el Ejército
sacó a los soldados de la calle.

Al contrario de Praga,
nadie parece llorar por Edson Luís.

¿Quién era él?

¿Quién sufrió con su muerte?

¿Tenía madre, padre, parientes,
enamorada, amigos?

Las imágenes no lo muestran.

Pero tenía, claro.

Los periódicos del día siguiente
cuentan que su familia estuvo presente.

Pero la literatura del período
no habla de ellos.

Y los filmes no los muestran.

Al menos en los registros filmados,
Edson Luís desaparece en el nicho

sin solemnidad, liturgia
o minuto de silencio.

De los 23 minutos de material
de varias cámaras,

apenas 18 segundos muestran
a alguien que sufre.

Puede ser una enamorada,
hermana, amiga;

o una desconocida que se conmueve

con un joven de 18 años
que fue asesinado lejos de casa.

Edson Luís es enterrado
con más indignación que dolor.

Gilles, rechazamos
todas las traiciones

de quienes nos quieren hacer creer
que los provocadores no son los policías,

sino tú y tus camaradas.

Gilles, nuestro odio a tus asesinos, a
quienes los armaron y nos mienten.

Lucharemos unidos hasta la victoria
de todos los trabajadores.

Gilles Tautin fue el único estudiante en
morir en los eventos del Mayo francés.

Era estudiante de secundaria
y falleció el 10 de junio de 1968,

cerca de una fábrica Renault,

durante una manifestación de solidaridad
con los operarios en huelga.

Al ver la tropa de choque avanzar,

Tautin se lanzó al Sena
y murió ahogado.

Tenía 17 años.

"Adiós al más noble de los hermanos.

Por tus penas, la pena de muerte.

O la cadena perpetua.

Pero ha llegado la hora,
y el pueblo victorioso

se estira, respira, prospera.

Adiós, camaradas;
adiós, corazones nobles".

Las tomas del entierro de Tautin aparecen
en por lo menos dos filmes del período.

Osar luchar, osar vencer
de un colectivo de cineastas maoístas;

y este, El bonito mes de mayo,

de un colectivo de la facultad
de cine de Vincennes.

En los dos, vemos que
Gilles Tautin era estudiante

y murió por la causa del pueblo.

Es el resumen de quién fue.

Esto es lo último que se dice
en el filme.

A pesar de la muerte
de los obreros en Sochaux,

de Gilles Tautin, estudiante de
secundaria en París, y de otros,

a pesar de los tres mil heridos en
París, Lyon, Nantes, Toulouse,

a pesar de la represión sangrienta
en la Renault de Flins,

los estudiantes y operarios
de Mayo del 68

vivieron el aprendizaje
de la revolución posible.

El espejismo electoral se desmoronó.
La utopía reformista

y las promesas de participación vinieron
al rescate de un edificio burgués vacilante.

El movimiento estudiantil
reveló su potencial revolucionario.

La clase trabajadora reconoció
la fuerza de su movimiento autónomo.

Sus fuerzas están intactas. Su espíritu
combativo, más fuerte que nunca.

Su experiencia, irreversible.

La narración triunfalista encuentra
un valor positivo en la muerte.

Tautin no murió en vano

y el sentido de su tragedia fue anunciar
el advenimiento de una sociedad más justa.

Al ser apenas eso,
pasó por la vida

sin dejar marcas como hijo,
hermano o amigo.

Y como la sociedad justa no llegó,

Tautin fracasa también como símbolo.

En Sochaux, la semana fue dura.

Francia. 11 de junio.

La policía invade la Peugeot,
en la ciudad de Sochaux,

para poner fin a la ocupación
de la fábrica.

El operario Pierre Beylot,
de 24 años,

es alcanzado por un disparo
de la tropa de choque.

Este noticiario incluye
escenas de su funeral.

Vemos a los que estuvieron
junto a su cuerpo.

El filme Sochaux, 11 de junio de 1968,
de Bruno Muel y un colectivo de trabajadores,

menciona la muerte de Beylot, pero,
con excepción de dos imágenes fijas,

no incluye las escenas del funeral.

La opción política de los directores
es otra.

El filme habla de su muerte con imágenes
genéricas del movimiento operario,

sobre las cuales los directores añaden
un discurso de agitación política.

Así como el estudiante Tautin,

el operario Beylot muere
al servicio de la causa.

A aquellos que preguntan
por qué la bandera roja

está flameando a lo alto
de las fábricas ocupadas,

y cuál es su significado,
estas semanas de lucha,

y especialmente este 11 de junio,
traen una respuesta.

En Lyon, al inicio de la tarde,
las exequias del comisario Lacroix,

muerto durante los disturbios
de la noche del viernes.

René Lacroix era oficial de policía
en Lyon.

Murió durante la noche
del 24 de mayo.

Fue aplastado contra el pretil de un
puente por un camión sin conductor,

lanzado en su dirección con el acelerador
bloqueado por una pila de ladrillos.

Falleció horas después en el hospital,

no se sabe si por las heridas,
o fulminado por un ataque cardíaco.

El comisario Lacroix,
al intentar detener el camión,

fue aplastado entre el camión
y la baranda del puente.

Murió poco después. Ayer, los autores
de la agresión, dos jóvenes, uno de ellos

el hijo del dueño del camión,
y un joven con antecedentes criminales,

fueron arrestados y procesados
por homicidio doloso.

Las exequias del comisario
René Lacroix

no están incluidas en ningún
filme canónico de Mayo del 68.

Tampoco son mostradas en las retrospectivas
de aniversario del movimiento.

Aparecen aquí,
en un noticiario de provincia.

La muerte de Lacroix es poco recordada
en la literatura de Mayo del 68.

¡Francesas, franceses!

Mis mejores deseos para el año nuevo,

de todo corazón.

Un corazón que, desde hace tiempo,
permítanme que lo diga,

no ha dejado de preocuparse
por el destino de Francia.

El general,
el 31 de diciembre de 1968.

Comenzó hablando del regreso al orden,

de la reafirmación
de la autoridad del Estado,

del abismo cerca del cual
estuvo Francia.

"Casi caímos al mar, como los marineros
seducidos por las sirenas", dijo.

Ese fue el fragmento más previsible.

El otro, sorprendentemente,

fue dedicado a lo que él llamó
mal del siglo,

mal de las almas.

No se refería a la violencia ni a la
anarquía, sino a la desolación moral

provocada por la desconexión de la vida
con el mundo del trabajo y del espíritu.

Era así que se vivía ahora,

en esta civilización mecánica,
materialista y abstracta.

No usó la palabra,
pero hablaba del sentido,

como si dijese que era imposible
seguir adelante

sin tener una razón fuerte para
levantarse de la cama por la mañana.

Al decir eso, describió el dilema que,
en los años siguientes,

sería enfrentado por quien vivió
con pasión las semanas de Mayo.

Al menos para mí, este es
el filme más bonito sobre el período.

Morir a los treinta años,
de Romain Goupil.

Es la historia de una grande amistad,
la del director

con uno de los líderes del Mayo francés,
el estudiante Michel Récanati.

...y así, en 69, nos reuníamos
para construir, poco a poco,

la historia de la revuelta
de los liceos en 1967.

Goupil es quien habla,
aparece aquí con camisa negra;

en el centro, de blanco, Récanati.

Logramos que los estudiantes
de los liceos protesten.

Bueno, no fue una manifestación
tan bien comportada

como las que estábamos acostumbrados,
(o a las que el PCF nos había acostumbrado),

pero, en efecto, con una
confrontación con la policía.

Me gustaría resaltar el hecho
de que hasta ese momento

habíamos participado en todas
las manifestaciones que queríamos

Por la primera vez, les obligamos
a prohibir una manifestación.

Y fue la primera vez que teníamos
policías al frente, listos para golpearnos.

Eso era una novedad en la
política interna

y anticipaba algunas cosas.

La conciencia de que el tiempo pasa
es siempre dolorosa, decía un amigo.

"Es el peaje de la vida",
una expresión suya.

Pero no tan pronto.

Los tres tienen cerca de 20 años
y ya escriben sus memorias.

Lidiar con una nostalgia así
tan precoz

será el problema
de toda una generación.

Sylvain, el primer estudiante de la Juventud
Comunista Revolucionaria que conocí en 1966.

Michel, que me convenció, y que
se convirtió en mi mejor amigo,

me ayudaron
durante esa reunión de trabajo

a reconstruir
nuestra historia estudiantil común,

de la revuelta a la revolución.

¿Cómo pensar un solo instante que
Michel podría suicidarse algún día?

¡No sé! En ese caso
paramos la discusión...

Podremos retomarla con ellos
en otro momento.

De aquí a cinco años...

No cinco años...

Ese es el inicio deMorir a los treinta años.

Morir a los treinta años.

Este filme es un poco su historia.

Ella era alta, bella, morena.

Estudiante, militante, se encargaba
de los estudiantes de secundaria.

En 1966 la conocí.

Ella era responsable de nuestra
formación teórica y práctica.

Es de ella que estaba secretamente
enamorado, y creo que no era el único.

Ella era alta, bella, morena.

Ella murió. Se suicidó.

Morir a los treinta años.

Este filme es un poco su historia.

Me había convertido en militante,

y él fue el primer alumno
que recluté en el Liceo Condorcet.

Nos hicimos inseparables.
Preparábamos juntos todos los cursos.

Un día, volviendo de un congreso,
murió en un accidente.

Más tarde, me convertí en
asistente en el cine.

Observé a Pierre-Louis, que
trabajaba de mensajero en el set.

Era un antiguo militante.
Hice todo para que entre en el cine.

Lo logramos. Se convirtió
en asistente de edición.

Luego, una noche, se suicidó.

El 23 de marzo de 1978,

los padres de Michel me avisaron
que había desaparecido,

dejando papeles
y dinero en su casa.

Me estremecí.

Michel es toda mi historia política,
es mi único amigo.

Aquel con quien, desde 1966,

compartí la mayoría de momentos
de nuestra vida militante.

Años y años de proyectos,
sueños e ilusiones.

Centenas de reuniones.
Todas las manifestaciones.

Michel y yo, durante todo
ese período, éramos uno.

Es por esto que expliqué
a su familia

que él debió partir, impulsivamente,
hacia otra aventura.

"Debajo de los adoquines, la playa".

La frase que mejor sintetizó
las promesas del Mayo francés.

Después de la lucha,
llegaría no solo la justicia,

sino también el mar,

el gozo, las vacaciones, la fiesta,

la alegría.

Un estudiante de alma lírica
llamado Killian Fritsch

levantó un adoquín en la Rive Gauche,

vio que abajo había arena y pensó:

"Debajo de los adoquines, la playa".

Es la versión de los libros
que celebran el período.

No es la única,

y aquí va otra.

El estudiante no era estudiante,
sino dueño de una agencia de publicidad.

La frase no surgió de la cabeza de un
estudiante inspirado por la revolución,

sino que fue fruto del trabajo penoso
de dos publicistas

que buscaban un eslogan eficaz
para movilizar a los compañeros.

"Killian Fritsch tenía 28 años
y era mi jefe",

escribió años después
uno de los creadores de la frase.

Este es su relato.

"De noche, en un café, comenzamos
a pensar en ideas para un nuevo grafiti,

hasta que, después de un montón
de bobadas, tuvo una salida:

'Hay un matorral
debajo de los adoquines'.

Estábamos acercándonos,
pero a Killian no le gustaba 'matorral',

le parecía medio naturista.

Éramos muy diferentes,
no era fácil encontrar

una imagen de futuro paradisíaco
que nos satisficiese a los dos.

La única fue esa,
ligada a la alegría de niño en la playa".

La frase que pasó a representar
el lirismo libertario de Mayo

nació entonces de un brainstorm
de dos publicistas que trabajaban

en una agencia de comerciales de nombre
americanoide, la Internote Service.

No todo es lo que parece.

Y ahora, el final de la historia:

"El fin de la historia es dramático",

escribió el amigo de Fritsch.
Él cuenta:

"Killian no aguantó aquella
especie de desilusión tibia

que se apoderó de aquellos
que creyeron demasiado en 68.

Una noche, deprimido,

se lanzó debajo del metro
en la estación Gaîté".

Tal vez Killian Fritsch viviese
cerca de la estación,

o tal vez haya cruzado la ciudad
para matarse allí,

en un último gesto de ironía amarga,

ya que gaité, en francés,
significa alegría.

A lo largo de los años 60, mi madre
aparece en varias películas caseras.

Son viajes de vacaciones, momentos
cotidianos, cumpleaños de familia.

Ella parece feliz,
con gusto de estar viva.

A partir de los años 70,
las imágenes comienzan a escasear,

y del 80 en adelante,
no hay casi nada más.

Viendo el conjunto de lo que sobró,

vuelvo siempre al material de China.

Son imágenes pobres y mal filmadas,

sin embargo, registran
el encuentro de mi madre

con la realidad de un país opuesto
a todo lo que ella conocía.

En mi memoria,

nada dejaba a mi madre tan entusiasmada
como el recuerdo de ese tiempo.

Hablaba con gusto,

con alegría;

con una intensidad
que el tiempo vendría a robarle.

Ella fue feliz en China

y por eso me gusta pensar en ella ahí,

cuando todo parecía posible.

En el centro de lo que mi madre
consideró bonito,

estaba la idea de lo inesperado.

'Bonito' sería la sorpresa,
aquello que no puede ser anticipado.

Aquí está ella, en Japón, no sé si
antes o después del viaje a China.

Le pareció todo un poco
más previsible, y escribió:

"La planificación japonesa
es obviamente cerebral.

La china puede engañar al
observador incauto.

Mucho más profunda
y de sentido casi filosófico,

conserva la apariencia de casualidad".

Es medio complicado.

Comprendo que mamá
establece una jerarquía

entre lo sorprendente y lo previsible,

considerando superior
lo que sorprende.

Ella resumió así esa preferencia:

"Al choque del encuentro inesperado,

le sigue la inefable emoción
de la forma inusitada".

Esta frase describe
su encuentro con la China.

Allá, ella se vio no solo delante de
flores, puentes y lagos

que la dejaron sin aliento,

sino también de hombres y mujeres

cuya experiencia de vida
era radicalmente diferente a la suya.

Conversó con operarios, campesinos,
estudiantes de medicina,

ideólogos del Partido, ferroviarios.

Todo era nuevo,

todo azuzaba su curiosidad,

tornaba viva la conciencia
de estar allí,

en aquel momento de la historia.

Relató la experiencia con emoción:

"la inefable emoción
que sigue al choque

del encuentro inesperado".

Alguna cosa nueva brotaba,

conmovedora y vital.

El joven Mao escribe

y no se sabe qué.

En una novela del noruego
Per Petterson,?

el personaje principal,

un militante maoísta
ya cerca de la edad madura,

especula sobre la fotografía de Mao
que tenía en el cuarto

cuando era estudiante y joven.
Cuenta:

"La imagen de Mao era la famosa
fotografía retocada

en la cual él está inclinado
sobre la mesa,

escribiendo con uno
de esos pinceles chinos,

y siempre pensé,
esperando estar en lo correcto,

que lo que él escribía no era uno
de esos artículos políticos o filosóficos,

sino uno de sus poemas,
tal vez el que comienza así:

Como un vago sueño recordado

pienso en mi aldea de entonces.

Maldigo el río del tiempo;

treinta y dos años pasaron".

Y el personaje continúa:

"Yo esperaba que fuese ese poema
porque mostraba a Mao humano,

una persona que me atraía,

alguien que sentía cómo el tiempo
lucha contra el cuerpo,

una sensación que tantas veces
era mía también;

cómo, sin aviso,
el tiempo era capaz de alcanzarme

y correr por debajo de mi piel

como minúsculos choques eléctricos

que yo no lograba evitar,
por más que intentase.

Y cuando finalmente terminaban,

y todo se calmaba,

yo ya era una persona diferente
de aquella que había sido,

y a veces eso me desesperaba".

Mi vida va corriendo

como la lluvia cae del tejado.

Mi vida va corriendo

como la lluvia cae del tejado.

Soy joven para morir

y llevar rosas rojas.

Soy joven para morir

y llevar...
y llevar rosas rojas.

EN EL INTENSO AHORA