All language subtitles for [Jean-Marie Straub, Italia_Francia, 2009] Le streghe.-.Femmes entre elles.en(273) OK

Cr�eme, Leuc�,

Yo no entend� enseguida.

A veces tengo la f�rmula equivocada,

hay a veces amnesia.

Y todav�a lo hab�a tocado.

La verdad es que hab�a estado esperando por tanto tiempo

que ya no estaba pensando en �l.

El momento en que entend� todo

- �l hab�a saltado y

agarrado su espada -

Yo casi sonre�, me sent�a tan feliz y

al mismo tiempo defraudado.

Igual pens� que pod�a

por lo menos escapar al destino.

'' Despu�s de todo �l es Odiseo, '' pens�,

'' alguien que quiere ir a casa. ''

Pens� en ponerlo
en un barco enseguida. Estimado Leuc�.

�l estaba ondeando esa espada y

tonto y valiente como s�lo un humano puede ser -

y yo ten�a que sonre�r y mirarlo
a los ojos como lo hago con ellos,

y entonces parecer sorprendido y

retirarme. Yo me sent�a como una muchacha,

como cuando �ramos ni�os y

dec�amos lo que har�amos cuando crecieramos

y nosotros nos re�mos.

Todo pas� como un baile.

�l me tom� por las mu�ecas, levant�

su voz, yo me ruboric�

- pero estaba p�lido, Leuc� -

Yo abrac� sus rodillas y empec� mis l�neas:

"�Qui�n eres?

�Qu� tierra te dio nacimiento...? ''

Pobre compa�ero, pens�, �l no

sabe para que est�.

�l era alto, de cabello rizado, guapo,

Leuc�.

Que cerdo estupendo se
ha hecho, o un lobo.

Pero todo esto

le dijiste,

�por el a�o que pas� contigo?

Oh ni�o, no hablas

sobre las cosas del destino

con un humano. Ellos piensan que han dicho

todo cuando ellos llaman la cadena de hierro,

el �ltimo decreto. Ellos nos llaman
mujeres fatales, sabes.

No saben
c�mo sonre�r.

S�. Algunos pueden re�rse en la cara del destino,

pueden re�rse despu�s, pero en el momento

tienen que ser serios o se mueren.

No saben c�mo

hablar en broma sobre las cosas divinas, y escucharse

recitando las l�neas como nosotros.

Su vida es tan corta, no pueden llevar a

hacer cosas ya hechas o conocidas.

Incluso �l, Odiseo el valeroso,

si yo dijera una palabra sobre esto, se detendr�a

escuch�ndome y
pensar�a en Pen�lope.

Qu� aburrimiento.

S� pero ya ves, yo lo entiendo.

Con Pen�lope �l no ten�a que sonre�r,

con ella todo, incluso el peri�dico
la comida, era serio y sin ensayo

- ellos podr�an haber estado preparandose
para la muerte.

No sabes cu�nto

la muerte los atrae.

S�, morirse es un destino para ellos,

una repetici�n, algo conocido,

pero se enga�an en pensar
que cambia algo.

Por qu� entonces no quiere

volverse un cerdo?

Ah, Leuc�, �l no quiso

incluso volverse un dios,

y sabes cu�nto Calipso

se lo pidi�, ese idiota.

Odiseo era as�,

ni cerdo ni dios, s�lo un hombre,

sumamente inteligente,

y valiente en la cara de destino.

D�me, estimado, disfrutas
mucho con �l?

Una cosa, Leuc�. Ninguno de nosotros los dioses

ha querido ser mortal alguna vez

ninguno lo ha deseado alguna vez.

Esta podr�a ser la novedad

que romper�a la cadena.

�Le gustar�a?

Qu� charla, Leuc�... Odiseo no

entend�a por qu� sonre�.

�l no entendi� a menudo

incluso que yo estaba sonriendo.

Una vez pens� que le hab�a explicado por qu�

una bestia es m�s cercana a nosotros los inmortales que

un hombre inteligente y valiente.

La bestia que come, que monta

y no tiene memoria.

�l me contest� que en casa lo esperaba

un perro, un pobre perro que quiz� estaba muerto,

y �l me dijo su nombre.

Imagine, Leuc�,

ese perro ten�a un nombre.

Tambi�n a nosotros nos dan un nombre,

esos humanos.

Muchos nombres me dio Odiseo

mientras estaba en mi cama.

Cada vez hab�a un nombre.

Al principio era como el ruido de una bestia

de un cerdo o lobo,

pero de a poco comprendieron

que eran s�labas de una sola palabra.

�l me llam� por los nombres de todos los dioses,

de nuestras hermanas, nombres de la madre,
de las cosas de la vida.

Era como un forcejeo conmigo,

con el destino.

�l quiso nombrarme, sostenerme,

hacerme mortal.

�l quiso romper algo.

Inteligencia y valor que �l puso

- �l lo ten�a - pero nunca supo

c�mo sonre�r. �l nunca supo

lo que la sonrisa de los dioses es -

de nosotros que conocemos el destino.

Ning�n humano nos entiende

o a las bestias. Yo los he visto,

a tus humanos.

Convertidos en lobos o cerdos,

todav�a a�llan como completamente humanos.

Es la tortura.

En su inteligencia est�n bastante crudos.

�Has jugado mucho con ellos?

Disfruto con ellos, Leuc�.

Los disfruto cuando puedo.

No se me dio tener un dios

en mi cama,

y de hombres s�lo Odiseo. Todos los

otros que toco se convierten en bestias

y se vuelven locos, y cazan tras de m�

como bestias.

Yo los tomo, Leuc� - su frenes�

no es mejor ni peor que el amor de un dios.

�Yo ni siquiera debo sonre�r!

Los siento encima de m� y entonces

se escapan de sus yacijas.

Yo no bajo mis ojos.

- Y Odiseo...

- Yo no me pregunto qui�nes son...

�Quiere saber qui�n era Odiseo?

D�me, Circe.

Una tarde �l describi� su llegada a

Aeaea, el miedo de sus compa�eros,

los centinelas anunciados por las naves.

Me ha dicho que toda la noche escucharon

los rugidos y gru�idos,

recostados en sus capas en la orilla del mar.

Y entonces cuando el d�a vino,

vieron m�s all� de la madera levantando

una espiral de humo,

y ellos gritaron por alegr�a, reconociendo,

su pa�s y sus casas.

Estas cosas �l me las dijo sonriendo

- de la manera en que los humanos sonr�en -

sentado a mi lado delante del fuego.

�l dijo que quer�a olvidarse

qui�n era y de donde era

y esa tarde �l me llam� Pen�lope.

O Circe

�fue tan tonto?

Leuc�ina, yo tambi�n lo fui

y le dijo que llorara.

�Imagina!

No, pero �l no llor�. �l sab�a que Circe

amaba a las bestias que no lloran.

�l llor� despu�s

�l llor� el d�a que le dije del largo

viaje que quedaba

y el descenso en el Averno y

la oscuridad de Oc�ano.

La clase de llanto que limpia los ojos y

da fuerza, yo, Circe lo entiendo tambi�n.

Pero esa tarde �l me habl�

- ri�ndose extra�amente -

sobre su ni�ez y el destino,

y pregunt� por m�. �l habl�

festivamente, entiendes.

No entiendo.

Ri�ndose.

Con su boca y su voz. Pero sus ojos estaban

llenos de recuerdos. Y entonces �l me dijo

para cantar. Y cantando me fui al telar

y mi voz rauca se volvi� la voz

de su casa y su ni�ez.

Yo endulc� mi voz, yo era su

Pen�lope. �l puso su cabeza en sus manos.

�Qui�n ri� �ltimo?

Nadie, Leuc�.

Yo tambi�n esa tarde era mortal.

Yo ten�a un nombre

Pen�lope.

Fue el �nico momento en que sin

sonreir, mir� fijamente mi destino en la cara

y baj� mis ojos.

�Y este hombre amaba a un perro?

Un perro, una mujer, su hijo,

y una nave para navegar el mar.

Y la sucesi�n innumerable de d�as

no le suger�a un destino,

y �l corri� hacia el muerte sabiendo

lo que era, y enriqueci�

la tierra con palabras y hechos.

Oh Circe, no tengo tus ojos pero ahora

quiero sonre�r tambi�n.

Fuiste ingenua.

Si le hubieras dicho el lobo y el cerdo

te hubiera montado como una bestia,

�l lo habr�a hecho

y se convertir�a en una bestia tambi�n.

Yo le dije.

�l solo hizo muecas.

Despu�s de un momento �l dijo, '' Tanto

como ellos no son mis compa�eros. ''

As� que �l era celoso.

No celoso. �l era fiel a ellos.

�l entendi� todo.

Excepto la sonrisa de nosotros, los dioses.

Ese d�a �l llor� en mi cama,

no lloraba de miedo, sino porque el �ltimo

viaje le fue impuesto por el destino,

era algo que �l siempre supo.

'' Entonces por qu� lo hace? '' �l me pregunt�, abrochando

su espada y caminando hacia el mar.

Yo le traje el cordero negro y, mientras

sus compa�eros estaban llorando, �l not�

un vuelo de golondrinas encima del tejado

y dijo: '' Tambi�n est�n march�ndose.

Pero no saben lo que est�n haciendo.

Usted, se�ora, sabe. ''

Nada m�s

te dijo?

Nada m�s.

�Circe, por qu� no lo mat�?

Ah, soy muy tonta.

A veces me olvido lo que nosotros los dioses

sabemos. Y entonces soy feliz

como si fuera una muchacha. Como si todas estas cosas

que le pasan a los adultos,

los Ol�mpicos,

y pas� eso, inexorable pero

absurdamente, imprevisto.

Lo que nunca preveo

es de hecho lo que he previsto, que yo

s� cada vez lo que har� y dir�

- y lo que hago y digo siempre

se torna nuevo, sorprendente, como un juego,

como el juego de ajedrez que Odiseo

me ense��,

todo reglas y regulaciones pero tan

bonito e imprevisible,

con sus piezas de marfil. �l siempre estaba

dici�ndome que ese juego es la vida.

�l dijo que es una manera de

conquistar el tiempo.

Demasiadas cosas recuerdas

sobre �l.

No lo convertiste en un cerdo o un lobo,

lo convertiste en memoria.

El hombre mortal, Leuc�, no tiene nada

inmortal salvo esto. La memoria

que carga y la memoria

que deja atr�s.

Esto es lo que son los nombres y las palabras.

Confrontado con la memoria

incluso sonr�en,

resignados.

Circe, tambi�n dices palabras.

Yo conozco mi destino, Leuc�.

Nunca temo.