All language subtitles for T03E12 - El torreón

Quiero comprar el Gran Hotel.

Seis millones.

Lo �nico que tiene que hacer
es esperar en el vest�bulo.

Ser� la mujer
a la que me acerque a besar.

Descuide, se�ora.

�Ocurre algo, se�ora?

No, �ngela, no ocurre nada.

�A qu� hora abandon�
la se�orita Celia el hotel?

-A las ocho.
-Eran m�s bien las diez y media.

Si algo no me falla
es la memoria, detective.

-Su situaci�n no hace m�s
que empeorar, se�or Murqu�a.

Ahora mismo solo tiene
un contrato que no existe,

una ingente cantidad de dinero
y una mujer desaparecida.

Fernando, coja ese malet�n.

Ciertas circunstancias me han hecho
reconsiderar mi decisi�n

de cerrar el Gran Hotel.

Nuestro establecimiento reabrir�
sus puertas al p�blico.

Deber�a considerar
la posibilidad de contratar

un nuevo ma�tre.
-A juzgar por lo que dice

este papel, tiene usted experiencia
m�s que de sobra.

-Buenos d�as, me figuro
que es usted el nuevo ma�tre.

-S�, se�ora.
Jes�s Manzano Cisneros.

-Voy a pedir la anulaci�n
de nuestro matrimonio.

-Soy tu mujer,
tus penas son mis penas, lo sabes.

�Hijo!

Mi hijo no volver� a caer
en tu tela de ara�a.

-Caer� cuando yo quiera.

Estamos en la m�s completa ruina,
vamos a tener

que vender nuestras joyas.
Ojal� yo pudiese ayudar m�s.

Quiz� s� puedas hacer algo.

No re�ne las condiciones, querido.
Cualquier hombre

que se casara con ella
ser�a muy afortunado.

�Como cu�nto de afortunado?
En pesetas, quiero decir.

Javier, hijo, por Dios.
�Do�a Laura?

�Laura Montenegro?
�De Aceros Montenegro?

�C�mo no me hab�as dicho
nada, Javier?

Una enfermera.
Es que me gusta ayudar.

No sabe lo que admiro
su labor humanitaria.

Y lo que me alegra que congenie
tan bien con Javier.

Te has convertido
en nuestra �nica salida,

debes casarte con Laura
cuanto antes.

Pero, madre, yo...

Laura.

�Quieres casarte conmigo?
M�s que nada en este mundo.

He visto c�mo se miran Laura
y Javier

y s� que �l no la quiere
por los motivos equivocados.

Tendr� su dote.

�S�? �Con qui�n hablo?
-No diga nada

ni haga ning�n gesto extra�o.
-�Cu�nto dinero quieren?

-No es dinero lo que queremos,
sino otra cosa que usted tiene.

�Qu� recuerda?
Un nombre, Ezequiel.

�Reconoce que es usted
el propietario de la finca

donde estuvo retenida
la se�ora Murqu�a?

Es �l.
Lo ha identificado, detective.

�C�mo ha ido?
-Bien, no tiene nada consistente.

-S� que Maite viaj�.

-Es el libro de muertos
de la familia Murqu�a.

Esta es Remedios,
la primera mujer de tu esposo.

Esta no es la mujer
que yo vi en el retrato de boda.

Esta no es la mujer
con la que Diego se cas�.

�Otra vez esa pesadilla?

-Ave Mar�a Pur�sima.
-�De qu� te acusas, hija?

-Tengo dos muertes sobre
mi conciencia. Soy una asesina.

-Si necesita hablar o consejo,
acuda a m� sin demora,

ya sabe d�nde encontrarme.

-�De qu� conoces
al nuevo sacerdote?

-Me he confesado con �l.

Se lo he contado todo.

(LEE CON DlFlCULTAD)
"Guill�n y su aeroplano."

Parece imposible
que ese armatoste pueda volar.

-Son los tiempos modernos.
-Lo podr�an traer al hotel,

no nos vendr�a mal
una de estas m�quinas de lavar.

-Ya tenemos m�quinas de lavar,
hija.

-�Tenemos?
-Tantas como doncellas.

Y ahora dejad de perder el tiempo,

hay un banquete de boda
que preparar.

Y m�s nos vale
que salga todo perfecto.

Teniendo en cuenta
la que se nos viene encima,

lo veo muy tranquilo, don Jes�s.

Y le advierto que como
no apriete bien a sus camareros,

esto no va a salir como es debido.

-Usted tiene sus maneras
y yo las m�as.

Soy un hombre paciente,
no confunda eso con la desidia.

-Perd�n,
cuando usted quiera, don Jes�s.

No esperen de m� recriminaciones
ni amenazas,

solo quiero que sepan
que me considero afortunado

por tenerlos a mis �rdenes.

Son el orgullo del Gran Hotel
y hoy tienen la ocasi�n

de mostrar una vez m�s
su excelencia.

Eso es lo �nico
que espero de ustedes.

Gracias.

-�Y as� espera usted que rindan?

-No hay como darles una reputaci�n
que mantener.

-Ya me lo dir� cuando acabe el d�a.

Adelante.

Buenos d�as, se�ora.
�Ha descansado bien?

Pues si le soy sincera, no.
La inquietud por la boda, supongo.

�lnquietud?

Despu�s de haber casado
a dos hijas,

una se da cuenta de que las bodas
son un tr�mite.

Aunque, en el caso
de mi hijo Javier,

no le voy a negar
que tambi�n es un alivio.

En todo caso,
hoy debe empezar bien el d�a.

Por la celebraci�n
no se preocupe, se�ora.

Todo est� preparado al detalle.

Gracias, Jes�s.

Est�s preciosa.

Gracias.

No hace tanto,
t� y yo est�bamos como ellos ahora,

a punto de casarnos.

Con la ilusi�n y el miedo intactos.

No es as� como yo lo recuerdo.

Te espero abajo.

-Ah� viene la madrina.

�Y vuestro hermano?

Alfredo quer�a darle
unos �ltimos consejos.

Solo espero que Alfredo no le est�
ayudando a escapar por la ventana.

� Qu� cosas tiene, madre!

Trat�ndose de tu hermano,
es normal que tenga mis reservas.

�Sabes que est�s a punto de dar
un paso crucial en tu vida?

Eso parece.
Debes entender bien

la responsabilidad que contrae.
La entiendo.

No voy a mentirte, el matrimonio
no es un camino de rosas.

Al principio, en medio
de la pasi�n, todo es m�s f�cil,

pero luego se convierte
en algo distinto.

Eso no tiene por qu� ocurrir.
Ocurre.

�En qu� es distinto?

Digamos que la vida conyugal
adquiere otros encantos.

La ternura,
el cari�o sincero,

saber que vas a tener una compa�era
para el resto de tu vida.

�No te parece maravilloso?

Bueno, esto ya est�. Vamos,
el coche nos espera.

Parece
que el novio mantiene el tipo.

Me alegra ver
que tienes un lado cabal, hijo.

Vamos, el coche nos espera.

�No est�s preparado?
Se me ha hecho tarde.

Nos vemos en la iglesia entonces.
Claro.

�Y ese vestido?

Es el vestido para Camila.

As� que es cierto,
piensas llevarla a la ceremonia.

Javier dijo
que pod�a ir con quien quisiera.

No con una fregona,
por m�s que sea tu querida.

Es mi mujer.
No mientras no la desposes.

Antes necesitas la nulidad
de tu matrimonio

con esa otra desgraciada.

Hasta entonces, mant�n las formas.

�He sido lo bastante clara?

Natalia.

Devuelve esto a su sitio.

Nos vemos en la iglesia, querido.

Menos mal, ya me estaba empezando
a poner nerviosa.

Tardo mucho en arreglarme.

�Y el vestido?

�Qu� ocurre?

-Estaba pensando que no hace falta
que vayamos.

-�Por qu�?

Do�a Teresa no quiere verte all�.

Dice que soy un hombre casado
y no me puedo dejar ver con...

-Con tu querida.

-Me quedar� contigo,
no pienso ir a esa boda.

-Pero Javier te invit�,
no le puedes hacer ese feo.

-Estar� tan nervioso que
no se dar� cuenta de si voy o no.

-Tienes que ir, es tu hermano.

No te preocupes por m�,
estar� bien.

Y ya encontraremos otra ocasi�n
para lucir ese vestido.

-�Qu� mejor ocasi�n que ma�ana?

S�, no pongas esa cara,
�o te crees que no me acuerdo

que es tu cumplea�os?

Esa es la celebraci�n
que a m� me importa, no la de hoy.

-Anda, date prisa,

que quien tiene
que llegar tarde es la novia.

-Te he comprado un regalo precioso.

�No deber�a haber llegado ya?

Son solo unos minutos de retraso.

Usted tendr� cosas que hacer.
No digas sandeces.

Ahora vuelvo.

-�Qu� haces aqu�?

-No iba a dejar
que mi marido acudiese solo.

-Y ten�as que venir precisamente
con ese vestido.

-�No me queda bien?

-Eres una desgraciada.

-Andr�s,
que estamos en la casa de Dios.

Javier. �Javier!

�Se puede saber
qu� est� pasando, padre?

Su hijo se ha encerrado
en la sacrist�a.

Espere. No creo
que convenga agobiarlo ahora.

Pero �c�mo voy a casarle
ah� dentro?

Ya saldr�, no se apure.
Todo lo que tiene son nervios.

C�mo se nota que no le conoce.

Ah� dentro solo es capaz
de cualquier barbaridad.

Es la sacrist�a,
no hay nada peligroso a su alcance.

�No?
No, nada en absoluto.

�D�nde guarda el vino de consagrar?

Javier.

Puedes emborracharte
si lo prefieres,

pero hoy te caso,
te pongas como te pongas.

Estoy pensando.

No pienses, hijo,
que no se te da bien.

�Qu� sentido tiene esto?

�No vas a casarte con la persona
que has elegido?

S�.

�Est�s enamorado
o no est�s enamorado?

S�.

Pero tengo miedo.

�Miedo de qu�?

�De qu� va a ser, madre?
Del matrimonio.

Esc�chame bien, Javier.

�Hace falta que te recuerde
lo que significa

esta boda para la familia?

No estamos hablando solo de amor.

Javier,
si no sales en este instante,

te juro que echo la puerta abajo.

Madre del Se�or.

Anda, anda, anda.

He bebido.

Yo, Javier, te tomo a ti,
Laura Elvira, como esposa.

-�Te ocurre algo?

-No, nada.

Es que me acuerdo de nuestra boda.

Yo, Javier...

(CARRASPEA)

Te tomo a ti,
Laura Elvira, como esposa.

Para amarte y respetarte
en la pobreza y en la riqueza.

Para amarte y respetarte
en la riqueza y en la pobreza.

En la salud y en la enfermedad.

En la salud y en la enfermedad.

Todos los d�as de mi vida.

Todos los d�as de mi vida.

-Javier.

S�, dime.

Dime t�.

Todos los d�as de mi vida.

(SUSURRA)
Todos los d�as de mi vida.

Todos los d�as de mi vida.

Yo os declaro marido y mujer.

(CARRASPEA)

�Se ha preguntado
en qu� consiste el trabajo

de un buen ma�tre, Espinosa?

No, se�or.

Lo que he visto es que un ma�tre
no tiene un momento de respiro.

Todo lo contrario, el ma�tre ideal
no mueve otra cosa que los ojos.

Si sus camareros
est�n bien adiestrados

y hacen lo que deben en todo
momento, a �l solo le cumple mirar.

Observar cualquier peque�o error
y corregirlo.

Voy a nombrarlo mi ayudante,
Espinosa.

�Su ayudante?

S�. Tendr� menos que hacer,
pero tendr� que hacerlo mejor.

Creo que con el tiempo
ser� usted un perfecto ma�tre.

Y le estoy dando la ocasi�n
de aprender el oficio.

A menos que no est� interesado.
No, no, no.

�No lo est�?
Quiero decir que s�.

Espl�ndido.

D�game, �qui�n ha cometido un error
en este preciso instante?

El se�or Taberner.

�A qu� espera? Vaya.

Su deber como ayudante del ma�tre
es corregir ese error.

(M�sica de orquesta)

Creo que gracias a usted he tomado
la mejor decisi�n de mi vida.

No es la mejor,
es la �nica que pod�as tomar.

Y m�s vale que le saques
todo el partido.

�No quieres bailar?

T� lo has dicho.

El baile que quiero bailar contigo
no es propio de este sal�n.

-�Vivan los novios!
(TODOS) �Vivan!

�Esperas a alguien, hija?

�No hab�amos invitado
al padre Grau?

Debe estar visitando
a alg�n enfermo,

eso que dicen de vivir
como un cura.

La labor pastoral
no debe ser nada f�cil.

Qu� gusto verla.

(Puerta)

Adelante.

�Est� saliendo bien?
�Has podido ver algo?

-Como para saberlo.
Si no hemos parado.

-Me encantar�a estar trabajando
y m�s un d�a como hoy.

-Hay cientos de invitados
y todo les parece poco.

Sabes que est� ah� abajo, �verdad?
-�Qui�n?

-Bel�n.

Ha ido a la iglesia con Andr�s
y con el vestido

que ibas a llevar t�.

-Mujer, tampoco hay que darle
tanta importancia.

-Ya, es muy propio de ella.
Lo que nadie entiende es que Andr�s

no la haya sacado
de all� a empellones.

-Es su esposa.

-Una fiesta perfecta, �no crees?

-Cualquiera pensar�a que has estado
en muchas fiestas as�.

-Solo trataba de ser cordial,
que es lo que hace una se�ora, �no?

-Por desgracia, este vestido
no te convierte en una se�ora.

-Pero �qu� haces?

�Pretendes que me despidan?

-�Va a negarle un baile a su hijo,
madre?

-�Me quieres soltar?
-Madre, no se preocupe.

A usted no la pueden despedir,
es el alma del Gran Hotel.

Y ahora yo soy un Alarc�n.
D�jese llevar.

-�A qu� viene esta tontuna?
�Es que has bebido?

-�Y qu� iba a hacer, madre?
No pinto nada entre esa...

-No deje de bailar por m�,
se lo ruego.

-No es por usted.

Tengo mucho que hacer.

Perd�n.

-�Su madre siempre ha sido as�?
-�As�, c�mo?

-As�, tan...
-�Tan estricta?

Se ha suavizado con los a�os.

Jes�s.
Oh.

Tengo la impresi�n
de que har� falta m�s champ�n.

Me encargo ahora mismo, se�ora.

Ni siquiera aquella noche
estabas tan hermosa.

�Qu� noche?

La noche en que te dignaste a fumar
del tabaco del se�or Molins.

A �l le debo este mal h�bito.

Me temo que ahora llamar�amos
la atenci�n si fum�ramos juntos.

Ya estamos fumando juntos.

Aunque quiz�s si nos apart�ramos
ah� abajo,

podamos fumar juntos de verdad.

(TOSE)

�Has sabido algo de Ayala?

S�.

Ya est� en marcha la orden de busca
y captura contra ese hombre,

contra Ezequiel.
Me voy.

Cisneros piensa que puede
convertirme en un buen ma�tre.

Ojal� den con �l pronto.
Ya.

Odio estos saraos,
no s� qu� les ven los dem�s.

No s� por qu� me miras as�.
Porque la rara eres t�, Maite.

A todo el mundo
le gusta divertirse.

�Y esto es divertido?

Para m� s�.

-�Qu� tal la fiesta?
-Bien.

Tengo muchas ganas
de que sea ma�ana.

-�Y eso por qu�?
-Para darte tu regalo.

-Te dije
que no gastaras dinero en m�.

-A lo mejor cambias de opini�n
cuando veas lo que te he comprado.

-A lo mejor.

-Pueden empezar a buscar.

-�Qu�? Buscando grillos, �no?

No s� qu� espera encontrar aqu�
esta noche.

-Una confirmaci�n.
Y aqu� la tiene,

casquillos de arma corta.
Probablemente alguien detuvo

el coche de la se�orita Beladur
y hubo disparos.

-Pero no hay rastro del coche.
-Ojal� me equivoque,

pero si a esa mujer y a su ch�fer
les mataron aqu�,

el que lo hizo se encarg�
de hacer desaparecer los cad�veres

y el coche.
-�Y c�mo?

-�Qu� hay m�s all� del recodo,
Hernando?

-La carretera sigue hasta el...
-S�, s�, pero deja de ser llana,

es cuesta abajo.
-�Creen que pudieron dejar caer

el coche al mar?
-Un modo eficaz de entorpecer

nuestra investigaci�n.
Si eso fue lo que hicieron,

antes o despu�s la marea
nos traer� alguna pista.

�ngela.

S�, se�ora.

�C�mo se desempe�a el nuevo ma�tre?
Creo que bien, se�ora.

�Se ha quejado alg�n cliente?
No, no, que yo sepa, no.

Tenga en cuenta que lleva poco
tiempo trabajando con nosotros.

Eso es lo que me preocupa,
que con el poco tiempo que lleva

se permita ciertas actitudes.
�Qu� quiere decir, se�ora?

Le he sorprendido
bailando en el pasillo.

Ah, �s�? �Con qui�n?
Eso es lo que m�s me preocupa,

bailaba solo.
Qu� quieres que te diga,

no me parece propio
del ma�tre del Gran Hotel

que incurra
en ciertas frivolidades.

Bailar solo...
�A ti s� te parece propio?

No, se�ora, a m� tampoco
me parece apropiado.

Es mejor que est�s pendiente
del comportamiento de ese hombre.

Como ordene, se�ora.

Ha sido como hacer el amor
por primera vez.

Hasta ahora mis relaciones
con las mujeres ten�an que ver

con los sentidos,
no con el coraz�n.

La verdad es que no entiendo
por qu� hay que elegir.

(R�E)

Ni yo.

Javier.

Cuidado con Simoneta.

Simoneta, lo siento,
pero hoy es nuestra noche de bodas.

Y no tenemos que salir de viaje
hasta ma�ana.

Oh, qu� bien. Eso nos deja
m�s tiempo para nosotros.

Y hasta para dormir un rato.

No cuentes con dormir hoy.
Vale.

-�Qui�n es usted?

-Eso es lo de menos, se�or Murqu�a.
�O prefiere que no le llame as�?

Despu�s de todo,
usted no es Diego Murqu�a.

-�Qu� quiere?
-Se comprometi� a entregarnos algo,

un documento que acredita
su verdadera identidad,

y no lo ha hecho.

-No conservo ese documento.
�Qu� sentido tendr�a?

Ese papel me se�alaba.
-Es mejor que no finja.

Sabemos que lo conserva.
Sin �l no podr� hacer valer

ciertos derechos
en el momento oportuno.

-�Y si es as�?

Si su jefe es quien yo creo, lo que
busca es vengar un viejo asunto.

Sin embargo, ya ha podido matarme,
pero no lo ha hecho.

-�Qu� hace?
-No se inquiete, est� descargada.

Si ha colocado una bomba
y ha secuestrado a mi mujer

y ahora lo env�a a usted,
no es porque quiera acabar

con mi vida,
sino porque quiere ese documento.

Y no lo quiere
para revelar la verdad.

Est� claro que esa venganza
no le basta.

-Me lo est� poniendo muy dif�cil.
-Esto me lleva a dos conclusiones.

Su jefe quiere ese documento
para destruirlo porque es

el �nico v�nculo con mi pasado,
pero tambi�n con el suyo.

La otra conclusi�n
es que usted no me va a disparar.

-Deme el papel y acabemos con esto.

-Y ahora que lo pienso,

hay una tercera conclusi�n.

A m� s� me conviene
dispararle a usted.

A m� tambi�n me gustar�a saber
d�nde han ido los reci�n casados.

(Disparo)

No se preocupen, se�ores,
es simplemente una prueba

de los fuegos artificiales
que podemos disfrutar esta noche.

Voy a ver qu� ha sucedido, madre.

Eso no ha sonado
como una goma de palenque.

Mateo, �qu� ha pasado?
�Est�s bien?

No lo s�. Son� un disparo.
�D�nde?

En el despacho de su marido,
se�ora.

Y de repente alguien me golpe�.
-�Qui�n ha sido?

-No lo s�, fue todo muy r�pido.

-Le golpe� el hombre
que te secuestr�.

Por desgracia,
ese miserable ha huido.

Avisar� al detective Ayala.
Es mejor que te quedes conmigo.

-�C�mo sabe que era el hombre
que secuestr� a su esposa?

-�l mismo me lo dijo.

-�Y por qu� le dispar�?
-Me ten�a enca�onado.

Pens� que iba a dispararme
y ech� mano de la pistola

que guardo en la mesa.

-De forma que ese sujeto
le tiene enca�onado,

pero a usted le da tiempo
de abrir el caj�n,

coger su pistola y dispararle.

Disculpe, pero si estuvi�ramos
en el Oeste americano,

un sucedido as� bastar�a
para hacer de usted una leyenda.

-El arma de ese hombre
se encasquill�.

Y, como comprender�, no iba a darle
la oportunidad de arreglarla.

-�Lo hiri� de gravedad?
-En un costado, creo.

Sali� corriendo.
-�Y qu� quer�a?

-Dinero.

-Si quer�a dinero, �por qu� solt�
a su esposa sin cobrar un rescate?

-No lo s�.

-Hay que capturar a ese individuo,
que, o mucho me equivoco,

o no ser� otro
que el tan tra�do Ezequiel.

Y hay que capturarlo vivo.
Sus perros podr�an sernos �tiles.

-Para rastrearlo necesito
una prenda de ese tal Ezequiel.

-Ezequiel nos ha dejado la prenda
m�s �ntima que un hombre posee:

su sangre.

Traiga a esos perros.

-Vamos.

-Cuando Ezequiel sali�
de su despacho,

�se fij� hacia ad�nde hu�a?
-Hacia afuera.

-Con la sangre que perdi�, no creo
que haya ido demasiado lejos.

Joven, �conoce bien
las inmediaciones del hotel?

S�, creo que s�.
Podr�a sernos de ayuda.

Acomp��enos.

A menos que tenga algo que objetar,
don Diego.

-Puede acompa�ar a los agentes.
-Usted tambi�n puede venir.

-No, prefiero quedarme
y cuidar que esto

no afecte a la celebraci�n.
Esto puede convertirse

en un esc�ndalo muy enojoso
para el hotel y la familia Alarc�n.

-Vamos.

Alicia.

-Yo me quedo contigo.

(M�sica)

-La imaginaba bailando un vals
en mitad del sal�n.

Estoy convencido de que es
una excelente bailarina.

-Al final ha venido.

-Quer�a desearle suerte
a los reci�n casados.

-Se marchan de viaje
ma�ana por la ma�ana.

Y aparte, ya sabe, padre.

Ah, bueno, perd�n. Quise decir...
-S�, s� lo que quiere decir.

Sof�a, lo entiendo.
Antes que cura soy hombre,

no lo olvide.

-Padre Grau. Qu� alegr�a verlo.

-Me he acercado a saludar.

-Tenga.
Disfrute de la velada con nosotros.

-Me encantar�a,
pero estoy muy ocupado.

Dentro de dos d�as tengo una visita
al hospicio y tengo muchas cosas

que preparar.

�Puedo contar con su ayuda?

-Claro.

-Por supuesto. All� estar�.

-Nos vemos entonces.

Recuerde que el coche sale
de la iglesia por la ma�ana.

-Querida.

-Gracias.

-Es una persona admirable.

-Ll�vatelo de aqu�.

Que no salgan.

(Ladridos)

-Don Diego.
-Les acompa�ar� en su b�squeda.

Ojal� encuentren a ese malnacido.
Tiene que estar en el bosque.

Pero est� todo muy oscuro,
no s� si...

Mejor. As� le costar� avanzar.

A �l y a quienes lo buscan.

Ayala cree que aventurarse
en el bosque a estas horas

es perder el tiempo
y es peligroso.

Ha cancelado la b�squeda
hasta ma�ana.

Si llega a Cantaloa,
conseguir� escapar.

Vigilan la estaci�n
y dieron aviso en el pueblo,

nadie le alquilar� un coche.
Ezequiel est� atrapado.

Y herido.

Si muere,
se llevar� con �l la informaci�n

que tenga sobre tu secuestro
y sobre Diego.

�Has conseguido informaci�n?

No. Esperemos que el cuerpo
de vigilancia haga su trabajo.

Y ahora ser� mejor ir a descansar,
ha sido un d�a muy largo.

Buenas noches.

-Buenas noches.

(SUSPlRA)

�Qu� quieres?

Solo un poco de t�.

No te muevas. Yo me lo preparo.

No te lo tomes as�.

No te haces una idea
de lo que es ver a quien quieres

en brazos de otro.

Ella en realidad querr�a
estar contigo, Julio.

Pero es con �l con quien pasa
las noches.

S�, y ese sacrificio
lo ha hecho por ti.

Nunca le ped� que lo hiciera.

Puede que ahora no te des cuenta,
pero eso es lo mejor.

Lo mejor.

A ti te lo parecer�, claro.

En realidad, siempre me ha parecido
que desapruebas que estemos juntos.

Eso no es verdad.

Me da igual.
Esta no es tu historia,

es entre Alicia y yo.

Lo que puedas pensar no me importa.
�Yo qu� gano con esto?

�Te lo has preguntado?

Tambi�n estoy sacrificando mucho
y estar�a mejor en Madrid que aqu�.

Pues vete. �Vete!

�A qu� esperas?

Si me he quedado ha sido por Alicia
y...

Y por ti.

No es justo que te pongas as�
cuando solo intento ayudarte.

No necesitamos tu ayuda,

ninguno de los dos,

as� que d�janos en paz.

(Respiraci�n jadeante)

No se mueva o disparo.

Se�orita,
va a ayudarme a salir de aqu�.

Esperaremos un poco m�s.

Caminar�s delante de m� y no har�s
nada extra�o que pueda delatarme.

Iremos al vest�bulo
y pedir�s un coche.

-No ser� necesario,
yo s� c�mo hacerlo.

-Una mujer extraordinaria,

tanto mejor.

Cuando estemos lejos y me haya
visto un m�dico, te dejar� marchar,

pero si intentas algo...

-De acuerdo.

Solo d�game una cosa.

�Qu� sabe usted
de don Diego Murqu�a?

�Ah!

-Abre.

Abre.

-�Qu� haces aqu�, Julio?

Te tra�a un t�.

Gracias, pero ya no lo quiero.

El t� es lo de menos.

Quer�a hablar contigo.
No es un buen momento ahora.

Por favor.

Ser� mejor que hablemos ma�ana.

-Eh, eh, eh.

Al vest�bulo se va por ah�.

-Por aqu� habr� menos gente,
cr�eme.

Conozco el hotel.

-No, no.

Vamos a ir por ah�.

Venga.

-�Por qu�?
-Porque soy yo quien tiene

la pistola, �de acuerdo?

Ni se mueva.

Vamos.

(Puerta)

Disculpe, pero un hombre herido
ha tomado de reh�n

a la se�orita Ribelles.

Debe ser el mismo
al que usted dispar�.

Espinosa, ser� mejor
que avise al detective Ayala.

�Qu� vas a hacer?

No pienso esperar
a que llegue ese detective.

-Si alguien intenta entrar aqu�,
la mato.

-Hay que echar la puerta abajo.

No, ya has o�do lo que ha dicho.
Matar� a Maite.

La matar� igualmente
si no hacemos algo.

-La herida te sangra mucho.
D�jame verla.

-Quieta ah�.

Detective, menos mal que ha venido.
�La tiene ah� dentro?

Me temo que s�.
�Ap�rtese!

-�Al�jense de la puerta!

-Ezequiel, soy el detective Ayala.

-�Qu� quiere?

-Resolver esta situaci�n
antes de que haya m�s heridos.

-Pues solo hay una forma.

Traigan un m�dico
y un coche con ch�fer.

-�Y la se�orita Ribelles?

-La dejar� ir, con el ch�fer,

cuando yo est� a salvo
y bien lejos de aqu�.

-Escuche.
-No hay nada que escuchar.

Ya sabe lo que quiero.

Haga lo que le he dicho o la mato.

-De acuerdo.

Pero antes quiero una prueba
de que la se�orita sigue viva.

-Habla.

�Habla!

-Estoy bien, detective.

-La vida de ese hombre
me importa poco.

Entre y acabemos de una vez
con todo esto.

No.
Entonces, �qu� propones?

Acceder a sus peticiones,

traerle ese m�dico
y darle un coche.

La vida de Maite est� en peligro.

�O acaso tiene alg�n otro temor,
se�or Murqu�a?

-Me parece bien.

Si me permiten.
Ezequiel quiere un m�dico, �no?

Si uno de nosotros
se hace pasar por doctor

y le inyectamos un sedante,
se dormir�.

Ser� f�cil detenerle
y librar a Maite.

�Qui�n se har� pasar por m�dico?
Ese hombre nos ha visto a todos.

A todos no.

Andr�s.
-�Pero qu� dices?

No pienso hacerme pasar por m�dico.
-Andr�s, �qu� ocurre?

-Nada, mi amor. Es Julio,
pero ya se iba.

No te voy a insistir.

No ser� yo quien te reproche nada.

Una decisi�n sabia.

Yo no he dicho nada.
V�stete, anda.

T� siempre consigues
lo que quieres. �No?

Morfina, suficiente
para dormirlo dos veces.

Pero usted le dir� que es coca�na,
un anest�sico local

para poder coserle la herida.
-Ya. �Y si no quiere?

-D�gale que perder�
el conocimiento si no se lo pone.

-Esperemos que esto
no resulte un desprop�sito.

Andr�s, tranquilo
que lo vas a hacer bien.

Has puestos muchas inyecciones.
Pero nunca a un tipo armado.

No te acobardes.
Lo hago por ti.

S� que Maite es tu mejor amiga.

Se�or Cernuda, si no se pone usted
nervioso, todo saldr� bien.

De sus acciones depende la vida
de esa joven y la suya propia.

Buena suerte, hijo.

-Debe merecer la pena.

�Tan importante es Diego Murqu�a
para usted?

�O no es �l
sino algo que le pertenece?

-Cierra el pico.

O�rte hablar hace
que me sienta a�n peor.

(Puerta)

-�Qui�n es?
-El m�dico.

-Entre.

Cierre la puerta.

La silla, p�ngala.

-�A qu� espera?
-No, nada.

Perm�tame ver esa herida.

Dese prisa.

Oh.

�Siempre le tiemblan tanto
las manos, doctor?

-No estoy acostumbrado a trabajar
con una pistola apunt�ndome.

-Tiene raz�n.

Un movimiento en falso y le mato.

-No, no se preocupe.

Tengo que limpiar
y desinfectar esa herida.

Lo mejor ser�
que le ponga una inyecci�n.

-�Qu� es eso?

�Qu� es eso?
-Coca�na, un anest�sico local.

-No quiero anestesia.

-Si no se la inyecto,
el dolor har� que se desmaye.

-Est� bien.

�Con qu� va a coserme despu�s?

-Tengo el instrumental aqu�,
en el malet�n.

-�Y lo han esterilizado?

-S�, s�, claro.
-�Con qu�?

-�Con qu�?
-S�, �con que lo han esterilizado?

-Pues con esterilizantes.
-Con esterilizante.

Claro.

Maldito farsante.
�Qu� iba a inyectarme?

-Coca�na, ya se lo he dicho.

�Maite!
-�Ah!

-No te muevas.

Nunca m�s te hago caso, �eh?
Me temblaban hasta las manos.

Estoy muy orgulloso.
S�, pero lo he pasado fatal.

Te quedas t� con el malet�n
y lo bajas.

-�Lo va a interrogar?
-Luego, en el cuartel.

Ahora lo importante
es que no se nos muera desangrado.

-Quiero estar presente
durante el interrogatorio,

si me dice cu�ndo va a ser.
-No.

-lnsisto.
-lnsisto en negarme.

-Me gustar�a hablar antes con �l.
-�Por qu�?

-Porque secuestr� a mi esposa
y casi me mata.

-Dos motivos para impedirle
que se acerque a �l.

-Detective, detective.

Ese hombre quiso destruir el hotel.
Es un asesino y un conspirador.

Y puede ser capaz de convencerle...

-No se preocupe, se�or Murqu�a,
s� reconocer a un mentiroso.

Se�oras.

(Puerta)

Te he tra�do una tila,
a ver si te viene mejor que el t�.

Y he pensado que te ayudar�a
a conciliar el sue�o.

No hace falta, pero muchas gracias.

Hasta ma�ana, Julio.

Siento mucho lo que te dije.

Estaba enfadado.
Ya lo s�.

Jam�s me perdonar�a que
te pasara algo despu�s de hablarte

como te habl�.

Al final todo ha acabado bien.

No quiero que te vayas.

No pensaba irme.

Me alegro.

Alicia y yo te necesitamos,
no s� qu� har�amos sin ti.

Buenas noches.

-Buenos d�as. �Me permite?
-Por favor.

-Parece que al final
salimos airosos del trance.

-�De qu� trance, don Jes�s?
-La celebraci�n.

�No le parece que sali�
razonablemente bien?

-�Puedo saber
a qu� viene esa sonrisa?

Si lo que quiere decirme
es que usted ten�a raz�n

y que sus m�todos
son tan eficientes como los m�os,

estoy dispuesta a admitirlo.

Nunca hab�a visto rendir tanto
a los camareros del Gran hotel.

Parec�a que les iba la vida
en el empe�o.

-Le agradezco sus palabras.

-Creo que esos muchachos
quer�an estar a la altura

de lo que usted hab�a dicho
de ellos.

-Gracias otra vez, do�a �ngela.

-Pero negar� haber hablado de esto
ante cualquiera de mis doncellas.

-Buenos d�as.

-�Qu� te has hecho en el pelo?
�A qu� est� adorable?

Est� distinto.
A m� me gusta,

le da un aire m�s formal.
Amor, si sigues comiendo as�,

te marear�s en el tren.
Es cierto.

Deber�ais ir pensando en salir.
Os acompa�o al coche.

-Buen viaje.

�Todav�a est�s aqu�, Sof�a?
-�Y d�nde quieres que vaya?

-A la parroquia, �d�nde si no?
Te lo dijo el padre Grau.

-No veo yo muy claro
lo de ir a la parroquia.

Adem�s, est� el ni�o, no...
-Del ni�o me encargo yo.

Tienes que ir.
-Alfredo, es que no me apetece.

-Te comprometiste
y lo propio es que vayas.

-Est� bien, como t� digas.

-�Has visto la mantequilla?

-�Padre Grau?

-Vaya por Dios, Sof�a.
Olvid� avisarla.

Con esto el encalado decidimos
dejar la cuestaci�n para ma�ana.

-No se preocupe,
yo me voy y vuelvo ma�ana.

-No, no. No sabe lo bien
que me viene otro par de manos.

�Me ayuda?
-�Qu� tengo que hacer?

-Primero,
proteger este hermoso vestido.

-S�, gracias.

-El agua acaba pudiendo con todo.

Si usted me va preparando la cal,
ir� m�s deprisa.

-Pero yo no s� c�mo.
-No se preocupe.

Yo le ayudo, le ense�o.

As�, con fuerza.

Bien.

Ahora usted sola.

�Y c�mo marcha todo?

-Bueno, es dif�cil de explicar.

Con la boda de mi hermano,
todos el mundo se esfuerza

por parecer feliz.
-�Y t�?

Perd�name la familiaridad,
pero se me hace muy extra�o

hablarte de usted.

�Tambi�n t� te esfuerzas?

-Yo intento ser feliz
m�s que parecerlo, padre.

-Pero �te sientes mejor, en paz?

-S�, me siento mejor.

-M�rame a los ojos.

Est�s en el camino de la verdad,
pero a�n tienes que recorrerlo.

Date tiempo.

�Qu� haces aqu� ya?

Eh... S�.

Parece ser que lo de
la beneficencia al final es ma�ana.

-Bueno, pues vas ma�ana otra vez
y santas pascuas.

-No creo que sea una buena idea.

-No puedes hacerle un feo a ese
hombre despu�s de portarse contigo

como se ha portado.

Y nos conviene estar a buenas
con la iglesia.

Adem�s, si todo sale como espero,

pronto recobraremos
nuestra leg�tima posici�n.

Y eso har� que est� m�s ocupado.

-Como t� digas, Alfredo.

-�Te encuentras bien, Sof�a?

Est�s alterada.
-�Yo?

No.

No, no te preocupes.

Eh...

Voy a darme un ba�o.

Hab�a mucho barro por el camino
y estoy hecha un asco.

�Se encuentra mejor?

-El doctor ha hecho
un trabajo excelente.

-Me alegro por usted.

�Est� dispuesto a contarme
la verdad sobre este suceso

que casi le cuesta la vida?

-Hay m�s de una persona interesada
en que no hable, detective.

Lo m�s probable es que me maten,
hable o no.

Pero prefiero seguir callado.

-Si habla, el juez
podr�a tenerlo en consideraci�n

a la hora de sentenciarle.

-Seguir� callado.

-Confieso que me gustar�a saber
por qu� secuestr� a do�a Alicia,

por qu� la drog�
y por qu� la solt� despu�s.

Pero no soy tan ingenuo
como para pensar

que confesar� usted sus cr�menes
por las buenas.

-Entonces, �por qu� pregunta?

-Porque estoy convencido de
que sabe cosas sobre Diego Murqu�a

que a �l no le gustar�a
que se aireasen.

-He dicho que no voy a hablar.

-�Por qu� se empe�a
en proteger a un canalla

que ha estado a punto de matarle?

-Si hablo, no saldr� vivo de aqu�.

-�A qui�n teme, Ezequiel?

Morir� de todas formas,
en el garrote,

y puedo asegurarle
que no es una buena muerte.

Si colabora podr� protegerle;
si no...

-�Espere!

-Quiere dinero, 20.000 pesetas.

Y una carta diplom�tica para
moverse sin trabas fuera de Espa�a.

Y un perd�n firmado por el juez.

-�Piensa darle todo eso?

�Va a dejar que el hombre
que secuestr� a mi esposa

se vaya de Espa�a
sin pagar por su crimen?

-Ezequiel solo es un secuaz
del verdadero autor del secuestro

de do�a Alicia.
-� O eso le ha contado �l!

No me diga
que va a ceder a su chantaje.

-No depende de m�.

-Si el secuestro de mi esposa
le parece algo menor,

h�galo por la desgracia
que provocaron en el Gran Hotel

la noche del A�o Nuevo.

�O ya no se acuerda de los muertos
y mutilados, Ayala?

-Escuche, el secuestro de su esposa
y el atentado

no me parecen algo menor.

La decisi�n
no es de mi competencia.

-La decisi�n ha sido suya.

�O me equivoco?

-En todo caso,
quien decide es el se�or juez.

-Para fortuna de todos.

-Quiere decir
que yo no ser�a justo.

-Quiere decir lo que quiere decir,
ni m�s ni menos.

Buenos d�as, detective Ayala.

-Todav�a no me creo
que haya salido de esta.

Ese hombre me hubiera matado
sin pens�rselo dos veces.

-Bueno, ya pas�.

Y est�s bien.

-�Y a ti qu� te pasa?

Ay.

Pero qu� tonto.

Feliz cumplea�os, mi amor.

-Te dije
que no gastaras dinero en m�.

-�brelo.

-�Es que no vas a decir nada?

-Gracias.

-No te gustan. Es eso.

-Son muy bonitos.

-Anda, p�ntelos.

Pero, �d�nde vas?

-Voy a prob�rmelos.

Vuelvo enseguida.

�Bel�n!

-Feliz cumplea�os, Camila.

�Sabes que hoy tambi�n es un d�a
muy importante para m�?

Bueno, m�s bien lo era.

-�Qu� quieres decir?

-Es mi aniversario de boda.

Pero bueno,
ahora ya da un poco igual.

Que tengas un bonito d�a.

-Aqu� tiene.
El perd�n firmado por el juez.

Y el dinero que nos pidi�.

-�Y la carta diplom�tica?

-Tendr�a que haber llegado,
no me explico el retraso.

Pronto la traer�n.

-Pues hablaremos
cuando llegue esa carta.

-No tiene razones
para dudar de mi palabra.

-S� muy bien a qui�n me enfrento,
detective.

Usted tr�igame esa carta

y yo le contar� todo lo que s�

sobre mi jefe

y sobre Diego Murqu�a.

(LLORA)

-Mi amor, �qu� tienes?

-No te acerques.

-�Por qu�? �Qu� pasa?

�Qu�...?
-D�jame.

Soy est�pida.

Llegu� a creer que me quer�as.

-Pues claro que te quiero.

-He visto el broche
que le has regalado.

-�El broche? �A qui�n?

-Me dijeron
que fue a la iglesia contigo

y que llevaba puesto mi vestido.

Olv�date de m�, por favor.

-Camila, te juro que...

-No. Vete.

Vete.

-�Por qu� lo has hecho?

-�De verdad piensas
que va a renunciar a ti?

-T� no me quieres.
Nunca me has querido.

-Quiero lo que me corresponde
por ser tu esposa.

-Obtendr� la nulidad
y dejar�s de serlo.

He enviado la petici�n al abogado.

-Por desgracia para ti,
yo no la he enviado.

Tambi�n en eso te enga��.

�Qu� vas a hacer t�? �Pegarme?

�Ahora vas a sacar los reda�os
que siempre te han faltado?

-Si te acercas a ella, te mato.

Se�or, la carta.

-Por fin.

-Est� visto
que ni los jueces son lo que eran.

Quiero verle, detective.

-�De verdad quiere ver
a ese hombre,

o�r lo que tiene que decir?

-Por supuesto que s�.

-S�game.

Las llaves.

-Ha llegado demasiado tarde.
Ya no le sirve de nada.

-Esto no es una carta diplom�tica.

"En Ca�n era la verdad."

"En Ca�n era la verdad."

Creemos que es de la Biblia.
�Reconoce el pasaje?

-En el G�nesis no se dice tal cosa.

�De d�nde han sacado la frase?

-Se acab�.
Estoy buscando otro trabajo.

No puedo seguir en el hotel.

-No s� qu� le habr� contado
su hijo,

pero seguro que no ha sido todo.
-�Qu� tienes que decir de mi hijo?

-No es como usted cree. Seguro que
a usted no le levantar�a la mano.

�Qu� te da miedo,
desear a tu esposa?

-Hay otra raz�n para que te vayas.

Te dije que si no te apartabas
de ella, te matar�a.

-�Borracho!

-�D�nde est� Violeta?
�D�nde est� mi mujer?

-Esto va a tener mal remedio.

-�Qu� quieres decir?

-Ave Mar�a pur�sima.

-Sin pecado concebida.
�De qu� te acusas?

-De tener pensamientos
y deseos impuros.

-Mientras se trate
solo de pensamientos.

No consentir� que Diego
haga y deshaga a su antojo.

Tu hermano est� al llegar
de su viaje de bodas.

Cuando recibamos la dote,
todo cambiar�.

No la soporto.
Est� empe�ada en cambiarme.

Si est�s tentado de abandonarla,
ya te puedes olvidar.

�Esf�mese!

Es usted un maleducado.

-Tenemos un problema mayor
con una hu�sped.

-�C�mo se llama?
-Do�a Rose Marie.

-Si la amante del rey
se aloja en el Gran Hotel,

es posible que su majestad aparezca
en cualquier momento.

-No es en la Biblia donde han de
buscar, sino en las habitaciones.

Hay un orden en su desorden.

-�Pretende que miremos una por una?

Para eso har�a falta ser camarero.

O ser un Alarc�n.

O una amiga de una Alarc�n.

-Nuestro hombre
nos propone jugar a resolverlo.

Habitaciones que parecen
desordenadas, pero que no lo est�n.

Creo que no hay juego
m�s estimulante.