All language subtitles for Daliás idök

TIEMPOS HEROICOS

Como el fuego de un pastor resplandeciendo
en noches de oto�o

cruzando el vasto mar de Puszta,

el rostro de Mikl�s Toldi brilla ante m�

sobre nueve o diez generaciones
de era antigua. (J�nos Arany, 1817-1882)

Mi vida comenz�
en medio de aquel verano,

que, ahora s�,
fue el �ltimo verano de mi infancia.

Mi hermano y yo quedamos hu�rfanos
tempranamente.

Mi padre, el caballero del rey,

muri� en batalla,

por lo que fuimos criados
por nuestra madre viuda.

Mi hermano, heredero por derecho
del t�tulo y la propiedad,

disfrut� los privilegios
de la Corte Real,

mientras a m�, su hermano de sangre,
me rebaj� a ser uno de sus sirvientes.

No tem�a al trabajo.

Incluso comenc� a valorar
a nuestros sirvientes

desde que com� el mismo pan,

que cosechamos juntos,
con nuestro sudor, en el �rido suelo.

Simplemente imagin�,

que yo pod�a estar destinado
a un prop�sito m�s glorioso.

Fui inspirado por el ejemplo
de mi padre.

En mis delirantes e inquietos
sue�os adolescentes

tambi�n yo mont� un caballo
frente a ej�rcitos heroicos.

Obtuve varios lauros en batalla,
con la invencible espada de mi padre.

�Oh, esa espada!

Esa espada...

�l la mantuvo afilada hasta su muerte.

En medio de ese verano,

un reluciente ej�rcito
cruz� nuestra tierra,

y su capit�n, que con toda raz�n
me tom� por un simple sirviente

me pidi� indicaciones.

El arrogante desperdicio
de las monedas del bot�n

fue la gota que rebals�
el vaso de mi amargura.

Finalmente decid� rebelarme
contra el destino que me fue impuesto

para obtener mi herencia
y marcharme del hogar de mis padres.

�Oh, maldita ira!

Pesada carga de mi vida.

Si mi madre no se
hubiese interpuesto entre nosotros,

mi furia podr�a haberme llevado
al terrible pecado del fratricidio.

Pero mi querido hermano

sab�a,

como mantener vivas las llamas,

sin quemarse..

Orden� a sus sirvientes que me enfrenten,

esperando que su flagrante agresividad

prive a mi ira de sus �ltimos l�mites.

Mat�.

Asesin� a una pobre persona ignorante.

Me convert�

en la herramienta y la v�ctima
del nefasto plan de mi hermano.

Mi �nico deseo

era decirle adi�s a mi madre.

Pero las sombras de la noche
susurraban malos augurios en mis o�dos.

"Ella tambi�n quiere tu sangre, como los lobos."

"Un chasquido, y eres libre."

"�Por qu� dudas? �M�tala!
Despu�s de todo, ya eres un asesino."

Dios se mueve en direcciones misteriosas.

�Cu�l es su voluntad, que desat�
una tormenta que borr� mis huellas?

�Fue su voluntad, o una casualidad,
lo que me llev� hasta la corte del rey?

No lo s�.

D�as, semanas, pasaron.

El tiempo est� borroso en mi memoria.

En esos tiempos era costumbre

que un caballero errante,
visitando las Cortes Reales

desafiara a duelo
a los bravos locales.

Las armas del perdedor
eran normalmente dadas al ganador.

Mientras deambulaba en la ciudad,
he o�do sobre el Caballero cabeza de toro,

que fue derrotando a nuestros
mejores luchadores, uno tras otro.

No dej� uno con vida.

El rey concurri� a cada d�a
de aquellos torneos,

y cada d�a le trajo
una nueva frustraci�n.

El d�a en que dos j�venes hombres
se ofrecieron para pelear contra �l,

me aventur� entre los espectadores.

El rey dio la bienvenida a delegados
de alg�n lejano pa�s.

Los testigos murmuraban

que los visitantes tra�an
la imagen de la futura esposa del rey,

como compromiso del matrimonio venidero
que pod�a transformar a nuestro pa�s en imperio.

En ese momento, no me concentr� en eso.
La pelea acapar� mi completa atenci�n.

El caballero for�neo venci� f�cilmente
a nuestro primer luchador,

y no pude hacer otra cosa que mirar
hacia la tienda del rey,

para observar c�mo reaccionaba
a un nuevo rev�s.

Yo estaba aturdido,
como atrapado en un rel�mpago,

al ver a mi odiado hermano en la tienda,

susurr�ndole al o�do al rey.

Mi �ltima esperanza se esfum�;

el rey sab�a casi todo, quiz� m�s,
quiz� a�n peor, sobre lo realmente acontecido.

Nadie se ofreci� a pelear
contra el caballero.

Sin sorpresas para mi hermano;
la tormenta siempre lo encuentra bajo aleros.

Pero los guerreros ilustres
de nuestro pa�s,

uno tras otro, cobardemente
se negaron a la llamada del rey.

Incluso m�s de uno de ellos

podr�a haber tenido mejor oportunidad
contra el caballero, que esos dos j�venes valientes.

Pero su preciada vida,

su �nica vida...

Es en ese momento cuando la idea
germin� en m�:

"�Si s�lo yo he derrotado a ese caballero!"

Pelear, sin armas ni armadura...

En ese entonces yo era
un pobre miserable.

Mientras estaba parado frente
al taller de un herrero,

mirando con estusiasmo los tesoros
que estaban fuera de mi alcance,

de repente hubo p�nico en la calle.

Un toro fuera de control atropellaba
gente y ganado.

Tom� esto como una ayuda celestial:

"�Vence al toro, y vencer�s
al Caballero cabeza de toro tambi�n!"

Regres� el toro al matadero,

acunando tontas esperanzas de que la
recompensa ayudar�a para alcanzar mi meta.

Pero el orden celestial es m�s sabio
que el d�bil hombre,

que cambiar�a su virtud
por un pu�ado de dinero.

El coraz�n de una madre
encontr� la huella

que el odio de un hermano
hab�a buscado en vano.

Mi madre me encontr� y trajo
con ella mi reliquia m�s sagrada:

el arma de mi padre.

La victoria fue m�a.

Con un simple movimiento de espada,
no s�lo mi pecado terrestre fue perdonado,

sino que tambi�n cort� la cabeza
de la serpiente de la envidia y la conspiraci�n.

Mi hermano fue degradado,

y yo ascend�.

�De pecador marginal

a caballero del Rey!

�Oh, entonces,

por qu� la inmensa felicidad
no invadi� mi coraz�n?

No sab�a, ni pod�a saber,
que all� y entonces,

ser�a la cumbre de mi vida.

Fue una batalla gloriosa.

Peleamos por proteger a nuestro pa�s,
un noble objetivo,

por �ltima vez en mi vida, ahora lo s�.

Las fuerzas superiores del enemigo
casi destruyen nuestras peque�as tropas,

cuando un poder sobrenatural
tom� posesi�n de nuestras blandas armas.

Dijeron que fue un milagro.

Levant�ndose del polvo,

el legendario caballero Rey en persona
ayud� a nuestras cansadas tropas a vencer.

Entonces hice un juramento sagrado,

como leal caballero, para dedicar
toda mi vida a mi pa�s y mi rey,

a la pureza, a la honestidad,

a los valores caballerosos
y al amor fraternal,

e incluso a sacrificar mi vida por ello,
de ser necesario.

Buenas palabras,

p�talos coloreados por la luz.

Cre� en esas palabras.

Pero los a�os siguientes
no trajeron desaf�os serios.

Esperaba grandes cargas, sin saber que
eventualmente podr�a tropezar con una simple piedra.

Los candidatos pelearon en el torneo
por la mano de una jovencita.

Una joven, capullo de rosa carmes�
del jard�n de Dios.

Yo no compet�.

No pensaba en el matrimonio,
por aquel entonces valoraba m�s otras cosas.

Refugiado del ruido del juego juvenil,

divis� a uno de mis compa�eros combatientes,
a quien el cielo no hab�a dotado de gran fuerza f�sica.

El pobre hombre era torpe tambi�n.

Sus ojos permanec�an in�tilmente
sobre el trofeo del ganador.

Me apiad� de su sufrimiento,
por lo que propuse a la ligera:

cambiemos vestimentas, y le traer� a la jovencita.

�Hubiese sido mejor
si hubiese muerto por las lanzas!

La muerte me hubiera salvado
de mi destino futuro de miseria.

Al final del torneo

vi a la jovencita.

Repentinamente mi mundo se dio vuelta.
Estaba totalmente confundido.

�Lo que hab�a sido sagrado para m�:
mi f�, mi vida, mi honor,

lo hubiese dejado todo, todo,
por una sonrisa de sus ojos celestes!

Sab�a, sent�a,

que ella era la �nica,
que ella ten�a que ser m�a, que deb�a saber,

que hubiese luchado por ella con honor.

Con honor...

un hombre, que es caballero,
no puede luchar disfrazado de villano.

�Mi pobre flor carmes�!

Ni el verdadero due�o de la armadura,
ni su usurpador, eran dignos de lauros.

�Que es esta sensaci�n de dolorosa
pero dulce asfixia?

�Poder secreto? �Demonios o
deseo invencible de �ngeles?

Ya hab�a visto a esa jovencita,
pero no como la v� entonces.

nunca.

Y desde ese momento,
siempre la ver� de esa forma.

por siempre.

Entonces un heraldo lleg�.

El emperador pidi� su reverencia
a nuestro joven rey.

A mi alrededor, alerta y entusiasmo de
levantarse en armas para responder al insulto.

"�Por nuestro pa�s! �Por el rey!"

El destino golpea con una mano
y con la otra ofrece una soluci�n f�cil,

pero al final del camino,
donde el hombre se cree a salvo,

una nueva trampa espera.

Deseaba pelear, como un
hombre sediento ans�a un fr�o manantial.

La tormenta de la guerra, quiz�s,
lavar� mi honor,

o traer� muerte a mi agobiada alma.

Pero nuestro sabio rey, habiendo comparado
ej�rcitos, los nuestros y los del emperador,

ide� una extra�a jugada.

Disfraz� a nuestros guerreros.

Este disfraz de carnaval quemaba mi piel,
como las brasas,

�Ponerse un disfraz nuevamente?

�Lo que era deshonesto en la arena del torneo,
se volver� la virtud del guerrero en el campo de batalla?

�Lo que me trajo verg�enza,
puede honrar al rey?

�Para nuestra noble causa, no debemos pelear
con armas inmaculadas?

�Como puede nuestro caballero rey abrir
las puertas a tales enga�os?

La victoria fue nuestra.

El j�bilo finaliz� perfectamente.

Como un trato de paz perpetua,
el aterrorizado Emperador ofreci�

la mano de su hija a nuestro se�or.

Las l�grimas de verg�enza e impotencia
carcom�an mi garganta.

�Fuera de aqu� cuanto antes!
Fuera de la feria sangrienta de verg�enza y lujuria.

�C�mo comparar mi tropiezo

con este desquiciado jolgorio
de traici�n y asesinato?

El santo caballero rey, a quien jur�

quiz�s perdonar� mi pecado.

Y esa jovencita, lo puedo sentir,

ella me amar�.

Esboc� palabras agradables,

para obtener una excusa
por mi desconsideraci�n.

Ella no puede rechazarme, porque
el Cielo nos ha creado el uno para el otro.

Largos a�os de una vida feliz probar�n,

que soy merecedor de su mano.

Todos estos a�os deber�an poder inclinar
la balanza de la justicia,

porque del otro lado de la balanza
reposa s�lo el peso de un rel�mpago.

Cuando vi a esa jovencita gritando
en la bolsa de ese ladr�n,

fue como si la hubiese visto a Ella.

Al final de una piedra de cantera,
reposando sobre paja sucia, con huesos rotos,

contemplando febrilmente, descubr�
que el fruto de la venganza hab�a madurado.

Los hijos del caballero cabeza de toro
me tendieron una trampa,

para castigarme por la muerte
de su padre.

Nadie nunca me ha visto temeroso.

Esto es m�s un mal que una virtud.

Pero yo tem�a a esa jovencita,
la hija del Caballero cabeza de toro.

Yo, que siempre anhelaba amor puro,
no sab�a,

que este infierno de lujuria y pasiones salvajes
puede quemar el alma humana.

El horror y el deseo de escapar
multiplicaron mi fuerza.

Escap� de la celda.

Quiz�s no es demasiado tarde, quiz�s esa jovencita
sigue esperando por m�, anhelaba.

�No es posible que por un s�lo error,
la justicia divina me castigara de tal forma!

Pude tenerla en mis brazos
por unos momentos.

Unos pocos momentos de felicidad,

mientras una hoja de oto�o cae al piso,
mientras un copo de nieve se derrite por el calor
de nuestra mano en una gota de agua.

El destino me dio tanto, durante toda una vida.

Su esposo entr�.

Mi valiente compa�ero campe�n,
puso su sucia mano en ella.

Pude haberlo despedazado en mil partes,
si ella no se hubiese interpuesto entre nosotros.

Lo s�, ella me protegi� de la suciedad,
en vez de este gusano bastardo,

quien, mientras yo estaba ausente,

manch� mi nombre con sus
falsas difamaciones.

�El vergonsozo!

Asesin� nuevamente, lo asesin� de todos modos.

"Es deber de un caballero tomar venganza
por la ofensa hecha sobre una d�bil dama",

fue mi excusa.

Cuando en realidad s�lo quer�a derribar
con mi espada la barrera levantada entre nosotros.

Y ella,

esa alma pura,

horrorizada por la idea de ser feliz a costa de sangre,
midi� mis actos en el balance de la consciencia.

Ambos est�bamos golpeados
por su cruel veredicto.

Ella me rechaz�.

Anhelaba encontrar paz mental
en la soledad de un monasterio.

Entr� como un simple sirviente.

No hab�a trabajo bestial degradante,

el cual no emprend� con humildad,

para castigarme a m� mismo.

La esposa del rey, la tonta hija
del Emperador

fue convocada por el Creador.

Nuestro rey no quer�a permanecer viudo
por largo tiempo,

estaba buscando el consuelo
de otra mujer.

As�, reapareci� la figura
de su esposa abandonada.

�Que la prometida es ahora una mujer
felizmente casada, qu� diferencia hace!

Eso no puede prevenir un plan ambicioso:

la unificaci�n de dos pa�ses.

Parece que destruir un matrimonio feliz
es una idea noble y altanera tambi�n,

si el rey as� lo desea.

De todos modos, para m� era una oportunidad.

La esperanza brill� en m�:
�Vuelvo a pelear por m� t�tulo de caballero!

�De seguro el rey perdonar� mi pecado!

Y quiz�s esa jovencita tambi�n.

D�as sanguinarios.

La carne caliente, el humo picante
de pueblos incendi�ndose,

rugidos, gritos,

el hedor de cuerpos podridos,
bajo el fuego asesino del sol,

zorros, demonios rondando en la noche,

eso es la guerra.

Ese es el precio por cumplir un sue�o.

Finalmente, un golpe r�pido y certero,

como un cirujano corta
costillas engangrenadas,

la muerte del pr�ncipe.

Ya no hay obst�culos para el matrimonio.

El pa�s se puede recuperar.

Yo tambi�n alcanc� mis metas,
puesto que el rey, a cambio de salvar su vida,

y por mi fervorosa dedicaci�n,

gentilmente me perdon�.

Como la rama rota,
ca�da en la corriente,

que a veces flota en la superficie del agua,
y otras veces es empujada hacia las profundidades,

as� luchamos en la impredecible
turbulencia de nuestro destino.

El exhausto n�ufrago

anhelando tocar tierra segura
en los verdes pastos del pantano,

sus piernas est�n atrapadas
en una negra ci�naga.

Al final, una muerte cruel le espera.

La jovencita est� muerta.

Y yo mor� con ella tambi�n.

El mundo est� muerto.

Prop�sito y raz�n,

todo pereci�.

El preciado sue�o del imperio se hab�a ido.

El Juez Celestial envi� su �ngel
exterminador sobre nuestras tropas triunfantes.

El nombre del �ngel:

Horror y Condenaci�n.

El nombre del �ngel: Odio y Venganza.

El nombre del �ngel:

Plaga y Muerte Negra.

Pecado es pecado,
a�n si es cometido por reyes.

Incluso ellos no pueden hacer
todo con impunidad.

A�os y d�cadas pasaron.

La vida del pa�s se volvi�
din�mica nuevamente.

El rey, como si quisiese pagar
por sus pecados, el enga�o, la destrucci�n,

ha dedicado su vida,

a limpiar el polvo de ideales anticuados
de nuestro pa�s.

Pero no encontr�...

No pude encontrar mi lugar en este nuevo mundo.

Como un esp�ritu de tiempos pasados,
deambul� por calles y esquinas extra�as.

Y los extra�os se apartaron de mi camino,
como si fuese un fantasma.

Im�genes de eras pasadas
flotaron frente a m�.

Espada contra espada.

Lanza contra lanza.

�Qu� utilidad tiene eso ahora?

�Cuando un simple miserable

puede barrer ej�rcitos enteros
con su poder�o de p�lvora?

�Para qu� necesitamos
las antiguas virtudes?

�Para qu� me necesitan?

Entonces, por �ltima vez

una furia sat�nica
se apoder� de m�.

S�lo record� a un Caballero Negro,
que venci� a todos.

La sangre subi� a mi cabeza.

�Al demonio contigo, repugnante!

�Al demonio con todos ustedes,
que manchan el ideal sagrado,

la f� pura de la gente!

�Al demonio con todo el mundo!

�Que mueran todos!
�Al demonio con este mundo
fantochesco y ostentoso!

Oh, Se�or m�o.

Anhelamos inteligencia y pureza.

Pero las mundanas pasiones manchan
de fango nuestras causas, alguna vez limpias.

�T�, pobre flor carmes�!

�Mi Se�or, ten misericordia!

Gui�n basado en la Trilog�a Toldi,
escrita por J�nos Arany.

Correcci�n: Frenetica
Traducci�n: Qrosawa
http://www.nplus2.com.ar

Director: Jozsef G�mes