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Hoy llega a Madrid Hans Hinderofen, un enviado de los Fugger,

una rama menor de la familia que quiere hacer negocios con la corona.

Ser�s sus ojos y sus o�dos.

Ya tengo a alguien para proteger a mi invitado.

Capit�n.
-�Qui�n va?

Quietos o los mato.

No llegar�n muy lejos.

A partir de ahora cada uno por su lado.

Qu�date esta noche, por favor.
-No puedo. Tengo un asunto que atender.

�Qu� haces otra vez con �l?

�Qu� r�pido has olvidado que te quiso matar!

Creo que vuestra hermana a�n tiene una oportunidad de salvar la vida.

No sois mis �nicos ojos y o�dos en esa corte.

�No os parece que ser�a mucho mejor que Diana llevara una escopeta?

Necesito que llev�is esto al oficial en guardia

y que lo cargue con p�lvora como para un disparo de salva.

S�, maestro.
-�Esa Luisa del demonio!

Tiene enredada a la infanta con su hipocres�a.

�Y qu� vas a hacer?
-Lo que siempre he hecho: protegerte, mi ni�a.

Muera amor con sus enga�os.
-�No!

Ten�is que parar la obra. �La escopeta!

Est� muerta.

Episodio 9: Fugitivos.

�Qui�n anda ah�?

Pero �qu� haces?

Me tengo que ir. Tengo que salir de Madrid esta noche a como sea.

Pero �por qu�? �Qu� ha pasado?

Ha habido un muerto, una de las meninas.

�Y t� qu� tienes que ver con eso?
-Nada. Nada, Caridad, te lo juro, yo no fui.

Yo s�lo cargu� la p�lvora pero no puse la bala en la escopeta.

�Me est�s diciendo que han matado a una menina de un disparo?

Me tengo que ir, de verdad. Si me quedo me dan garrote seguro.

�Pero c�mo te van a dar garrote?

Quevedo estar�a contigo, �l podr� explicar lo que pas�.

Que no, Caridad, que no. D�jame marchar. Me van a matar.

Dime al menos d�nde vas.
-No creo que te convenga saberlo.

�Qu� me digas d�nde vas, carajo!

A O�ate. D�celo al capit�n.

No quiero causarle ning�n problema a ninguno de los dos.

Y dile que gracias.

D�jate de abrazos y vete ya.

Y coge algo de comida de la cocina.

Si vienen los corchetes les entretendr� como pueda.

Ilustre y hermos�sima Mar�a.

No me ir�s a recitar ahora a G�ngora.

�Si te oyera Quevedo!

S�lo te falta decirme que me quieres.

Te deseo.
-�Cu�nto?

Dame un tiempo y te lo volver� a demostrar.

�Te puedo pedir una cosa?

Sabes que en este momento puedes conseguir de m� lo que quieras.

Es por mi hermana.

�La que tiene presa la Inquisici�n?

He intentado de todo para sacarla pero es in�til.

S�lo alguien tan poderoso como t� puede hacer algo.

Me temo no estar a la altura, mi se�ora.

�Qu� quieres decir con eso?

Que la Inquisici�n son palabras mayores, Mar�a.

Ni siquiera un grande de Espa�a como yo puede hacer algo.

�Y qui�n lo est�, entonces?

El rey, y no siempre.

Pues p�deselo al rey.

�Y qu� me dar�s a cambio?
-Todo.

Ya lo tengo.

Ser� tu esclava, har� lo que me pidas, dormir� a los pies de tu cama.

Mar�a, no te necesito a los pies de mi cama sino dentro de ella.

Me tendr�s, siempre. Ser� s�lo tuya.

Eres muy bella, Mar�a, pero ni por la mism�sima Venus

me jugar�a el cuello por una rea de la Inquisici�n.

�Eres un cobarde!

S�. Y tambi�n un interesado, un c�nico, y un cabr�n.

Soy un grande de Espa�a, Mar�a, y no quiero dejar de serlo.

�Cerdo!
-Eso quiz�s tambi�n.

No vuelvas por aqu�. Mi puerta estar� cerrada para ti.

Ser� cuesti�n de llamar m�s fuerte.

Pero �no les proteg�a un hombre de vuestra confianza?

S�, junto a otro de la vuestra, ese Alatriste.

�Y a�n os permit�s bravadas?

No, excelencia.

Doblad la vigilancia en las puertas de la ciudad.

Que no salga ning�n extranjero de Madrid hasta nueva orden.

As� se har�.

Rescatad a la mujer de ese banquero, Alqu�zar.

Rescatadla como si fuera vuestra esposa.

O vuestra madre,

o alguien a quien apreci�is de verdad.

Necesitamos el dinero.

�Lo entend�is?

�Qu� m�s puede salir mal?

Primero la muerte de esa pobre desgraciada, y ahora...

�Qu� ocurre?

Alqu�zar, �hay algo que no me hab�is contado?

Durante la huida la mujer del banquero

result� herida de un disparo.

�Por la madre de Cristo!

�Y a qui�n se le ocurri� disparar?

A mi hombre de confianza, Excelencia.

Alto.

Bajad y mostradnos el equipaje.

Registrad el carro. A fondo.

B�jate de ah�.

Santa Mar�a madre de Dios...

Alteza, deber�ais descansar.

No, Ang�lica,

le promet� a la Virgen mi cansancio.

Es un voto por el alma de Luisa.

Pero caer�is agotada.

Caer�, pero hasta entonces seguir� velando.

Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum.

Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus.

Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc,

et in ora mortis nostrae. Amen.

Mar�a.
-�Carlos!

�Puedo sentarme con vos?

Aceptad de mis manos esta humilde cruz.

Es sencilla como la fe de profeso

y mi devoci�n por su alteza.

Pater noster, qui es in caelis, sanctificetur nomen tuum.

Adveniat regnum tuum. Fiat voluntas tua,

sicut in caelo et in terra.

Panem nostrum quotidianum da nobis hodie,

et dimitte nobis debita nostra sicut et nos dimittimus debitoribus nostris.

�Qu� ocurre, don Francisco?

Ocurre algo, Capit�n, algo muy grave.

Es I�igo.

Anoche en la representaci�n en palacio la infanta deb�a disparar un arma.

Se supone que era una salva de fogueo, puro teatro,

pero el arma estaba cargada,

de modo que la infanta mat� a do�a Luisa de Monz�n,

mat� a su propia menina.

�Y?
-I�igo era el responsable de cargar ese arma.

El hijo de Lope de Balboa sabe la diferencia

entre una salva de de fogueo y una real.

Lo s� perfectamente, Diego.

Est� claro que es una intriga palaciega,

pero ahora mismo I�igo es el perfecto chivo expiatorio.

�D�nde est�?
-Ha cogido sus cosas y ha salido de la ciudad.

Estaba muy asustado. Dijo que iba a O�ate.

�O�ate? No llegar� muy lejos caminando.

Saldr� a caballo por �l.

Don Francisco, gracias.

Yo met� a I�igo en la corte,

yo le sacar� de este l�o.

�No vas con �l?

Primero tengo que solucionar este asunto de palacio.

Caridad,

el chico sabe cuidarse.

�Qu� me importa a m� si sabe cuidarse o no?

Una boca menos que alimentar.

Me hab�is asustado.

�Se sabe algo de mi prima?

No.

Espero que encuentren a ese horrible hombre y le cuelguen.

Pens� que tal vez podr�a ofrecerme de nuevo a vuestros encantos.

Lo siento, estoy cansada.

Adem�s, �c�mo quer�is que os bese si no dejo de pensar en mi pobre prima?

Ella, s�, pobre.

Me hac�is da�o.

De eso se trata. Y esto no es nada.

Dejadme, por favor. �Qu� os he hecho yo? �Por favor!

Ya no est�is tan sol�cita como ayer.

* �Os ruego piedad, por favor!

Dejadme, por favor.
-�Cu�nto te pag�?

�De qui�n habl�is?

Ese rubio, �Cu�nto te pag� para que me distrajeras?

Nada, no me pag� nada. No s� de qu� habl�is.

�Parad! ��l no fue!
-Sigue.

No os oreden� esto, Malatesta.

�Es que hab�is perdido el juicio?

Est� en el asunto.

�C�mo?

Que esta bella dama sabe m�s de lo que parece del secuestro.

Me lo va a contar todo. �Verdad?

De acuerdo.

Pero llev�osla fuera de aqu�, lejos.

Por favor, conteneos,

hemos tenido demasiada sangre estos d�as.

Se�or, os lo contar� todo, pero a vuestra merced.

Si de veras colabor�is, hija m�a,

no suceder� nada malo.

Tengo su palabra. �Verdad, Malatesta?

�Lo veis?

Vamos a salirnos de aqu�

despacito y sin hacer ruido.

�De acuerdo?

Si te hubiera dado m�s abajo te habr�a atravesado las entra�as.

Tranquila, cur� muchas heridas como esta en campa�a.

�Y esos soldados vivieron?

Tengo que curarte la herida con sebo fundido. Va a doler.

Despu�s tendremos que irnos en cuanto puedas ponerte en pie.

Tarde o temprano alguien descubrir� esta posada.

�Mi amor!
-�Mi amor!

�Oh, no, no, as� no, Mar�a!

Vamos a hacerlo otra vez. Venga.

Es la mujer del hombre lo m�s bueno,

y locura decir que lo m�s malo.

Su vida suele ser, y su regalo,

su muerte suele ser, y su veneno.

Mar�a, as� no. As� no se dice el verso de Lope, t� lo sabes.

Hay que decirlo con pasi�n, con sentido.

Es la mujer del hombre lo m�s bueno,

y locura decir que lo m�s malo,

su vida suele ser, y su regalo,

su muerte suele ser, y su veneno.

Cielo a los ojos, c�ndido y...

y sereno.

�Qu� te ocurre?

Nada que t� puedas resolver.

Ni t� ni nadie, por lo que veo.

Mar�a, tienes que olvidarte de todos esos hombres.

�Pero qu� sabr�s t� de lo que me pasa?

Ni t� ni nadie ten�is derecho a exigirme nada.

No soy de nadie.

Se�ora.

Ang�lica, te necesito.

Adelante.

Majestad.

Ten�is un aspecto muy poco saludable, conde duque.

Ha sido una larga noche, se�or.

Estoy muy disgustado con todo este asunto de la hora de teatro.

Fue un espect�culo bochornoso.

Di mejor inaceptable.

Mi hermana est� muy afectada.

No es para menos, se�or.

No niego que la idea de usar una escopeta fuera m�a.

S�, algo de eso hab�a o�do.

Pero el tiro deber�a haber sido de salva.

�Qui�n fue el necio que la carg�?

Las sospechas apuntan a un joven sirviente

que entr� en palacio de la mano de Quevedo.

�Don Francisco, el poeta?

�Cre�is que fue intencionado?

No se puede saber de momento.

Quiero que interrogu�is a ese sirviente.

Quiero que llegu�is al fondo de este asunto.

Maldito seas, Diego.

Maldita sea la hora en que entr� ese ni�o por esa puerta.

�Qu� quieres decir?

Que yo viv�a muy tranquila sin ese cr�o en la taberna

y ahora no puedo vivir sin �l.

�Crees que le dar�n tormento?

Para eso tendr�n que cogerle.

Pero si lo cogen, �seguro que lo tortur�n?

Porque t� me dir�s, trat�ndose de una menina de palacio

querr�n cobrarse en carne su muerte.

Yo no voy a soportar que le hagan da�o al muchacho.

No s� por qu�, pero ese cabr�n de ni�o se me ha metido aqu�, muy dentro.

Padre.

Ya voy.

�Padre!
-�Que ya voy!

Una cosa es que os acoj�is al Sagrado,

y otra cosa es esto, �eh?

�Abra la puerta, padre!
-Ya voy.

Padre, a iglesia me llamo.

Otro igual que su maestro.

He dicho que me acojo al Sagrado.

Que s�, hombre que ya te he o�do. Venga, pasa.

Vamos a ver, �qu� has hecho?
-Yo nada.

�Faltar�a m�s! Como todos estos que est�n aqu�.

Han matado a una chica en palacio y seguro que me echan la culpa a m�.

�Virgen santa! �Y yo que hab�a pensado que hab�as robado unas peras!

He intentado salir de Madrid pero han redoblado la guardia en todas las puertas.

No dejan pasar a nadie.

Ponen muchas redes para tan poco pez.

Es que la chica muerta es una de las meninas de la infanta.

�Jesucristo redentor!

Pero yo no he sido, padre.

�Tu s� que picas alto!
-�Que yo no he sido!

As� que de vuelta a la vida de p�caros.

S�, se�or, pero ahora soy sargento de mi propio tercio.

�Y sabr�n guardar tus secretos?

Les conviene hacerlo.

�Es verdad lo de I�igo,

que mat� a una menina y se dio a la fuga?

Eso no es asunto tuyo. No te he llamado por eso.

Quiero que corras la voz.

Estoy buscando a un hombre rubio, extranjero, un alem�n.

Ha secuestrado a una mujer y est� herida.

Esta bolsa ser� para el que lo encuentre.

De momento esto por tus servicios.

Y esta se la das a Juan vicu�a.

Dile que hay m�s.

Pero necesito que abra bien los ojos.

S�, se�or.

Me urge arreglar este asunto. �Entiendes?

�Co�o, Mart�n, dichosos los ojos!

Sebasti�n.

Hola, Mart�n.
-Capit�n.

Hay alguien que quiere hacerte un par de preguntas.

Alguien a quien no le gusta hacerse esperar,

como de costumbre.

�Quer�a verme, su excelencia?

S�.

No s� como lo consigues, Diego,

pero no hay enredo en esta corte en el que no aparezca tu nombre.

No es mi intenci�n.

Se te ordena cuidar a la mujer del banquero y no s�lo la raptan,

sino que casi la dejas muerta.

No fui yo quien dispar�.

Ya.

Olivares es un hombre muy desconfiado.

Hace bien. Vivir� m�s a�os.

Deja el cinismo para m�. �Quieres?

Cuando eres un hombre tan desconfiado

empiezas a ver traiciones por todas partes.

Ser�a f�cil que vosotros mismos hubierais secuestrado a la mujer.

A esa dama y a su marido les segu�an desde antes de llegar a Madrid.

Un hombre rubio, un alem�n, como ellos.

�C�mo sabes que era alem�n?

Le o� hablar la primera vez que intentaron secuestrar a la dama.

Te doy dos d�as, Diego, dos d�as,

pero si no encuentras a esa mujer alguien tendr� que pagar por esto

y ese alguien ser�s t�.

�Puedo irme ya?

No.

El rey quiere a ese chico que va contigo a todas partes,

el rey en persona.

�Ya has entendido?

No s� d�nde est�.

Vaya, de repente no sabes d�nde est� nadie, Diego.

Oc�pate de los alemanes y tenme informado.

Quiero que lo vigiles.

Caridad.

�Por Dios, no d� esos sustos, padre! �Qu� ocurre?

Esta ma�ana se ha presentado I�igo en mi Iglesia.

�I�igo?
-Se ha acogido al Sagrado.

�Pero si ten�a que estar camino a O�ate!
-Pero no ha podido salir de Madrid. �Y Diego?

Con Salda�a.
-�Preso?

No, asuntos suyos, ya sabe. Si lo veo se lo dir�.

Muy bien, gracias.

Espere, padre, voy con vos.

Una cosa es que tenga que proteger al muchacho

y otra es que tenga que darle de comer.

�Qu�?
-Que ese muchacho no es nada tuyo

y te ha faltado tiempo para ir a ayudarle.

Eres buena persona, Caridad.

�Qu� sab�is vos de m�?

Ahora vengo, Luisa.

Con Dios.

Vuestro amigo dice que estuvisteis en Maastricht.

As� es, pero apenas puede ver la fortaleza.

S�lo vi trincheras y t�neles,

barro, mierda y sangre.

�Y vuestras mercedes?
-Servimos en el tercio de Flandes.

Entonces jodisteis bien a los flamencos de Orange.

Ellos quisieron jodernos a nosotros y terminamos jodiendo a sus mujeres.

�Que vivan rubias!
-Casi todas.

Espero que esta mierda de paz acabe pronto.

Mejor morir tir�ndonos flamencas

que pudrirnos aqu� entre cruces y rosarios.

L�stima que algunos compa�eros de armas ya no podr�n alistarse,

como Pablo Borau y Calanda. �Os acord�is de �l?

Le llam�bamos el b�ho.

�Les conozco?

Los matasteis delante de la iglesia de San Jos�.

Cayeron ellos como podr�a haber ca�do yo.

Ten�is raz�n.

Sab�an a lo que iban.

�Y sab�is qui�n les pagaba?

Un alem�n, un tal Fritz.

Nosotros no entramos en el asunto, no lo vimos claro.

Hab�a que secuestrar a una dama.
-�Y sab�is d�nde se hospeda?

Pod�is encontrarle con s�lo subir las escaleras.

Est� fresca.

Muerta no est�, si no la habr�a dejado aqu�.

Aqu� hay algo que no me cuadra, Diego.

Ese alem�n asalta la casa �l solo,

luego la trae aqu�,

la posadera no oye ni ruidos, ni gritos, ni nada,

y todo est� en orden.

No se ha resistido.

Si la mujer est� herida habr� acudido a un m�dico

o habr� comprado alg�n ung�ento.

Debemos acercarnos por la calle de los boticarios.

Pero el m�dico ya lo habr� pensado eso, si ten�a al hijo de puta.

A�n nos lleva ventaja.

Vamos a ver a Vicu�a.
-S�, pero antes...

Llevo un buen rato busc�ndoos, Capit�n.

Hay una mujer muerta en el r�o,

junto a la vera del Duero.

Es joven y rubia y por la ropa que lleva parece extranjera.

Ll�vanos all�.

El cardenal Massini.

Tengo entendido que llegasteis de Roma ayer.
-As� es, Excelencia.

Supongo que ya hab�is departido con el inquisidor Bocanegra.

No, Excelencia,

sois el primero en o�r las noticias que traigo de Roma.

Eso me place. �Y bien?

Traigo conmigo la bula de nuestro Santo Padre Gregorio XV.

Rechaza la boda, l�gicamente.

No, el Papa autoriza la boda de la infanta y el pr�ncipe.

�Qu� hab�is dicho?

Que el Santo Padre da su dispensa,

bajo una serie de condiciones, claro est�.

Pero �no es eso lo que quer�ais?

Quer�amos, s�,

eso es lo que quer�amos.

Excelencia, no entiendo.
-Claro que no entend�is,

porque no llev�is este reino sobre vuestros hombros.

Ni podr�ais llevarlo.
-Yo s�lo he hecho lo que me hab�is pedido.

Escuchadme.

Os proh�bo terminantemente hablar de esto con nadie.

�Me hab�is o�do?

S�, Excelencia.

Mucho menos Bocanegra.

Guardadla a buen recaudo.

All�.

Qu�date aqu�.

�Es ella?
-No, esa su dama de compa��a.

Parece que la han torturado.

Malatesta.

�Macarr�n hijo de puta!

Escond�mosla en ese cobertizo.

Diego, deber�amos avisar a los corchetes.

No, todav�a no. Necesitamos ganar tiempo.

Ang�lica.

No tenemos mucho tiempo.
-Lo s�.

Y lamento poneros en este compromiso

pero no soporto ya la distancia que nos separa.

Yo tampoco.

En medio de este dolor s�lo me consuela pensar en vuestra merced.

Yo no hago otra cosa.

�Sabes? Por su alteza s� ser�a capaz de perder mi corona y mi reino.

Pero somos quienes somos y nos debemos a nuestras obligaciones.

Hoy rezando he tenido una visi�n.

Tal vez no hay tanta diferencia entre tu fe y la m�a.

Tal vez podr�amos hacer que nuestros pueblos se unieran.

�Est�is diciendo que estar�ais dispuesto a convertiros a la fe cat�lica?

Bueno, quer�a decir...

Estoy dispuesto a hacer lo que sea.

Convertiros, pr�ncipe.

No sab�is lo que he so�ado con estas palabras.

Esto allanar�a todos los problemas.

Alteza.

Oigo pasos.

Viene alguien.

Carlos.

Mar�a.

No sois consciente de la gravedad de las palabras que acab�is de pronunciar.

�Qu� hacen esos aqu�?
-Llevan de plant�n todo el d�a.

Diego, I�igo est� en la iglesia del domine.

�Qu�?
-Ha pedido protecci�n a la Iglesia.

Necesito que me los entretengas.

D�jalo de mi cuenta.

Vamos.

Disculpe vuestra merced.

Estas calzas eran nuevas, pat�n.

Una manta de palos te voy a calzar yo.

�Te saco los h�gados!

�De Dios!

Capit�n.

Ya veo que has hablado con Caridad.

Te hac�a fuera de Madrid.

Lo intent�, Capit�n.

No quiero causar ning�n problema a nadie.

Dime qu� pas� en palacio.
-Me la jugaron.

�Sabes qui�n fue?

No.

I�igo,

un hombre vale lo que vale en su espada y su palabra.

Ten�is raz�n, Capit�n.

S� quien fue

pero no puedo decirlo.

No lo encuentro, domine, no lo encuentro por ninguna parte.

No me lo puedo creer, I�igo, est�s aqu�.

�Cabr�n de ni�o! �Se puede saber d�nde te hab�as metido?

�Venga, ni�o!

�Est�s bien?
-Estoy bien.

Est� bien pero mudo.

Yo le oigo hablar perfectamente.

Sabe qui�n le traicion�

pero no puede decirlo.

�No puede o no quiere decirlo?

No quiere.

�Que este ni�o es terco como una mula!

�Y t� crees que as� podemos ayudarte?

Llevo todo el d�a recorriendo el camino hacia las vascongadas arriba y abajo,

reventado el caballo, pensando que te iba a encontrar rodeado de corchetes.

�Y t� ahora me sales con esas?

Hablemos.

Est� protegiendo a Ang�lica de Alqu�zar.

�Eso crees?

Es una ni�a.

Es un demonio con cara de �ngel. Creedme.

�Y por qu� iba a desear la muerte de otra menina?

Tal vez ese crimen sirva a los intereses de su t�o

o del inquisidor.

O tal vez sirva para buscarme a m� la ruina,

al fin y al cabo fui el que lo introdujo en la corte.

Sea lo que sea el Alqu�zar est� detr�s de todo.

�Qu� peque�o es el mundo!

Otro alem�n al infierno.
-�No, por favor, no le hag�is nada!

Os lo ruego, ayudadnos.

�Conoc�is a un tal Fritz, el secuestrador?

Es el maestro de equitaci�n de mi esposa.

Vuestra esposa y ese hombre lo ten�an todo planeado

desde antes que inici�rais el viaje.

�Esa furcia!

Os entiendo muy bien, caballero.

�Podr�is encontrarles?
-Tengo varios hombres buscando

y las puertas siguen cerradas para todos los extranjeros.

Tarde o temprano los tendr�is.
-No, no quiero verles.

Quiero que les mat�is a los dos.

Si lo hac�is os dar� el doble de lo que don Luis os pag� para protegernos.

A vuestra merced y a vuestro compa�ero.

Y yo a�ado otro tanto.

No hay peor afrenta que el encornudamiento.

Hablar� con mi compa�ero.

La prima de mi mujer, �qu� hab�is hecho con ella?

Est� bien, sana y salva,

como vuestra merced orden�.

�Ibas a alg�n lado?

No disimules.

S� que no eres mudo. Te o� hablar con Alatriste.

Adem�s jurar�a...

Lo que sospechaba:

ni mudo ni chico.

�Qu� quer�is de m�?
-Muy bien, veo que eres lista.

Quiero que me digas d�nde ha estado y qu� ha hecho el capit�n.

Deb�amos entregar los alemanes a Guadalmedina.

No, no, de ninguna manera.

Se han acogido al Sagrado, adem�s en mi iglesia.

No voy a entreg�rselos a nadie.
-Muy bien, Diego, eso es caridad cristiana.

La caridad no tiene nada que ver con esto, padre.

Vuestras mercedes a�n pueden salir con vida de esta.

S�lo ten�is que hacer lo que yo os diga.

Ma�ana uno de mis hombres os sacar� de Madrid y os llevar� a un lugar seguro.

�Y yo, capit�n? �Qu� vais a hacer conmigo?

T� esperar�s aqu� mis �rdenes.

Con Dios, padre.
-Con Dios, Diego.

�Es la mujer que buscamos?

No lo s�. Tendr�a que decirlo su marido.

�Ordeno que lo hagan traer, Teniente?

No, a�n no.

�Por qu� la dej� aqu� el capit�n?

No lo s�.

No nos dijo por qu�.

Quiero alguien de guardia all� fuera en todo momento y a cubierto.

Si la han dejado escondida es porque piensan volver.

S�, se�or.

Dime la verdad.

Se�or, el capit�n no ha tenido nada que ver.

�Seguro?

Cuando la encontraron ya estaba muerta.

Tal vez no la haya matado

pero de una u otra forma s� tiene que ver.

Imagino que no te conviene contarle a nadie que me has tra�do hasta aqu�, �verdad?

No, se�or.

Dime, �qu� vas a hacer con I�igo?

Cambiar su cuello por el de los alemanes.
-�C�mo?

Olivares quiere al chico

pero esa alemana le interesa m�s.

Para �l significa dinero. Mucho.

Llegado el momento �a qui�n crees que eligir�a?

�Co�o, Capit�n, esos alemanes conf�an en ti!

Ahora lo �nico que me importa es salvar al chico.

�No tienes una jarra hiel para el caballero, querida?

El caballero no se merece nada mejor.

Vino no pensaba darle.

�Os importa?
-Preferir�amos cenar tranquilos.

Parece apetitoso.

Aqu� no sois bien recibido

as� que decid lo que teng�is que decir y fuera.

�Y qu� tal van vuestras pesquisas?
-Mal.

Tengo asuntos m�s importantes que atender.

�M�s que esto?

Ah, el asunto del cachorro.

No lo recuerdo tan torpe como para matar meninas.

Dale recuerdos.
-Est� fugado.

Por supuesto.

He averiguado que el secuestro no era tal.

La dama y ese alem�n eran c�mplices antes de venir a Madrid.

No s� nada ni me interesa.

�Y si os digo que el marido ofrece un buen mont�n de monedas

por encontrarles y matarles?

Yo no mato mujeres.
-Ning�n problema, la mato yo.

Os lo repito, no me interesa.

�Algo m�s?

�Algo m�s?

Nada m�s.

�Entonces no os importa que me quede con vuestra parte del dinero?

Comprad con ella un buen ata�d.

Nuestro asunto sigue en pie.

Cada vez que veo a este italiano

huelo a azufre.

El italiano es perro viejo y se huele algo

pero eso es bueno para nosotros.

Ma�ana tienes que sacar a los alemanes de Madrid.

Est�n con el domine.

Y ten cuidado en las puertas,

est�n llenas de corchetes que les buscan.
-Entendido.

Si la ocasi�n se tercia se los entregar� a Guadalmedina a cambio del chico.

�Y el italiano, qu�?
-Eso es cosa m�a.

T� cuida de I�igo.
-Otra vez me toca hacer de ni�era.

Descuida, Capit�n.

Acudir� a la iglesia y no me separar� de I�igo.

Os lo agradezco.

Nos lo agradece.

�No me jodas, Diego!

Ang�lica.

�Ang�lica!

�Est�s loco? Medio Madrid anda busc�ndote.

Yo misma estoy tentada de dar la alarma.

No lo har�s.
-�Y por qu�?

Por la misma raz�n de que has bajado:

porque quieres verme.

Y bien, �qu� tienes que decirme?

Se qui�n puso la bala en la escopeta: tu aya.

�Y qu� si fue ella?

S�lo quiero hacerte una pregunta.

�Fuiste t� quien le orden�?

�T� qu� crees?
-�Lo hiciste o no?

�Y t� quien eres para preguntarme de ese modo?

No lo hiciste.
-�Y por qu� est�s tan seguro?

Porque puedes ser cruel y despiadada

pero no eres un monstruo.

Si lo fueras yo no podr�a amarte ni t� a m�.

�Y qui�n dice que yo te amo?

Eres la �nica persona que puede librarme de ir a la c�rcel.

Cuenta lo que pas�.
-Ni lo sue�es.

�Por qu�?

Porque soy una Alqu�zar

y no quiero esa infamia sobre mi apellido.

Estoy acogido a la iglesia del domine.

Si no cuentas la verdad tendr� que huir,

pero antes te matar�.

�As� es el amor que me tienes?

�Qui�n anda ah�?

As� es el amor que t� das.

(corte comercial)

�Y la negociaci�n de la boda? Estancada, supongo.

Totalmente, Majestad.
-Bien, bien.

Pero no s� cu�nto tiempo m�s podremos seguir estancados.

El que sea necesario, conde duque, el que sea necesario.

Majestad.

Mar�a.

�Os encontr�is bien?

Se�or, perdonad el atrevimiento,

pero ha sucedido algo que deb�is saber.

�En relaci�n con el sirviente que carg� la escopeta?

No, se�or, se trata del pr�ncipe Carlos.

Decidme.

El pr�ncipe Carlos quiere convertirse a la fe cat�lica.

�C�mo?
-�Est�is segura, hermana?

Segur�sima, Se�or, yo misma lo o� de sus propios labios.

�Cu�ndo?

Quiero decir que me imagin� sus labios dici�ndolo

mientras le�a la carta en la que me transmit�a su decisi�n.

�Pero esto lo cambia todo, Olivares!

Totalmente, Majestad.

Avisa a todo el mundo. Esto hay que celebrarlo.

�Veis, conde duque,

c�mo el ambiente de la corte no iba a hacer sino mucho bien a nuestro hu�sped?

Es un milagro, y justo ahora que me han dicho

que nuestro enviado a la corte papal est� de vuelta en Espa�a.

Si el Papa otorgara esa dispensa ser�a una se�al de Dios.

La divina Providencia vela por nosotros.

Me pregunto qu� opinar� de todo esto el duque de Buckingham.

El pueblo jam�s aceptar� a un cat�lico sentado en el trono.

Deb�is elegir: la infanta o vuestro reino.

Duras palabras viniendo de un amigo, Steeny.

Es precisamente porque soy vuestro amigo que os hablo con sinceridad.

He atravesado media Europa con vos.

Tormentas, caminos polvorientos, peligros.

No he dicho ni una palabra

porque me contentaba con serviros.

Pero este viaje ha terminado, Carlos.

�C�mo puedo terminar sin obtener la mano de mi amada? �Eh, Steeny?

Por vuestro bien y el de Inglaterra,

en nombre de vuestro padre el rey Jacobo que me ha encomendado vuestro cuidado,

me opongo a esta boda.

Pedir�is a Olivares que nos d� venia para partir de inmediato.

Y quitaos de la cabeza esa absurda idea de cambiar de religi�n.

No se puede salir de la ciudad.

Hay corchetes en todas las puertas.

Tranquilo, domine, que tengo un plan para salir de Madrid.

Eso s�, vuestras mercedes tienen que hacer exactamente lo que yo les diga.

�Est� claro?

De acuerdo.

Y usted tambi�n, padre.
-�Yo?

Se viene con nosotros.
-�Y yo?

T� no deber�as escuchar detr�s de las puertas.

Y te quedas aqu�.

�rdenes del capit�n.

Quitaros la ropa.

Usted no, padre.

Eso s�, le advierto que vamos a tener que hacer todos un poco de teatrito.

Escucha, San Roque,

humilde entre los humildes,

abogado de los enfermos.

De las pestilencias y los aires malignos

l�branos, l�branos.

Bienaventurado San Roque,

t� que sufriste en tu cuerpo

la maldici�n de la enfermedad,

soc�rrenos.
-Soc�rrenos.

�Qu� llev�is en el carro?

Los cuerpos de unos pobres desgraciados comidos por las miasmas.

Venid, venid, Se�or, venid y mirad

c�mo descansan despu�s de su larga agon�a.

Dejadme ver.

Sacad estos cuerpos de aqu�.

Muy bien, padre, muy bien.
-�Verdad que s�?

Esc�chanos, San Roque,

humilde entre los humildes,

abogado de los enfermos

y abogado tambi�n de las mentiras piadosas.

Esc�chanos, esc�chanos.

Imagino que sobran las presentaciones.

Nos conocemos.

Ardiente mujer, tanto que acab� quem�ndose ella.

Eres un miserable.
-Hay que ganarse el pan.

Encuentro que hay mejores maneras de hacerlo que matando a una mujer.

Vamos, Capit�n, a estas alturas no vamos a llorar por una furcia m�s

o una furcia menos.

Acabemos con esto cuanto antes.

�Aqu�?

Y ahora.

�No vais antes a decirme a d�nde escond�is a la prima de esta?

Est� lejos. Mala suerte, esta vez no habr� rescate.

Este es el problema de los espa�oles.

�Cual?
-No ten�is olfato alguno para los negocios.

Pero sabemos usar una espada.

No es suficiente, Capit�n.

No a los tiempos que corren.

A m� me basta.

Vamos.

�Entramos, Se�or?
-Shh.

�Qu� espl�ndidos!
-Calla ya y aprende un poco de ellos.

Vamos.

Alto, la justicia.

Siempre tan oportuno, Mart�n.

Este no era el d�a.
-Ya habr� otros para terminar con esto.

Me place.

Excelencia, si me permite, hay una cosa que deber�a decirle.

Si os ha vuelto ha pegar mi sobrina, arregladlo con ella.

Estoy harto de que todos los criados me veng�is con tonter�as.

No es eso, Se�or. Es por el chico.

�El chico? �Qu� chico?
-Ese que busca todo Madrid.

El que asesin� a la menina.

Fuera, fuera.

�Qu� sabes t� de todo eso?

S� d�nde se esconde.

�Est�s segura de lo que dices?

Mira que si me est�s mintiendo

ser� yo quien te azote hasta arrancarte la piel.

Lo s�, Excelencia, con seguridad.

Est� en la iglesia de San Pedro y San Pablo, acogido al Sagrado.

Pues de poco le va a valer acogerse cuando llegue con la guardia real.

�Santo Dios, Diego! No pens� que fueras capaz de esto.

�Puedo?
-Adelante.

Os lo ruego.

Excelencia, estos dos asesinos recibir�n su castigo.

�Su excelencia me permite unas palabras? A solas.

S�. Desear�a quedarme con estos dos a solas.

Os lo ruego, ser� s�lo un momento.

Por supuesto.

Mein Gott in Himmel!

�D�nde est� mi esposa?
-Ah�.

Esta no es mi mujer.
-S� que lo es.

�Qu� broma es esta? Esta es la...
-* pobre * de esposas * de Madrid por sus raptores.

Una mujer que le fue fiel y leal hasta la muerte.

Ella y su amante est�n fuera de Madrid y de su alcance,

as� que vuestra merced elige.

Viudo y con la honra intacta o cornudo y apaleado.

Est� bien.

Sois unos canallas.

Miserables.

�Ocurre algo, Excelencia?
-Nada, estos hombres que trabajan para m�

me han explicado que mi mujer fue asesinada por su raptor

antes que pudieran hacer nada por salvarla.

Lib�renlos.

Mart�n, lib�ralos.

El chocolate.

Esas son las campanas de San Pedro.

S�. En estos momentos, querida ni�a,

seguramente nuestros problemas se han terminado.

�Me quieres decir qu� problema compartimos t� y yo?

El asunto ess de la menina.

A estas alturas ya habr�n detenido a ese ni�o.

�A I�igo?

S�.

Ya sabes que tu aya siempre vela por ti.

Fuiste t�.

Mala chica.

Siempre apart�ndote de la infanta.

No ten�a derecho a ponerse en tu camino,

lo mismo que ese p�caro indeseable.

�Es que no te vas a tomar el chocolate?

S�, ahora.

No dej�is de hacerlo; est� muy rico.

�A ellos, est�n aqu�!
-�Bujarrones, cobardes hijos de perra!

�C�mo os�is atacar a alguien que se ha acogido al Sagrado?

Apartaos, Quevedo, o me lo llevo por las bravas.

Al primero que lo intente lo ensarto de lado a lado.

Francisco, entregadme al chico.

Por orden del rey.

Venid vos a buscarlo, si ten�is huevos.

Adelante.

�Vamos!
-�Atr�s, perros!

�Detr�s de m�, I�igo!

Quietos, no os mov�is de all�.

Aguanta, don Francisco.

�Qu� alegr�a verte, Capit�n!

�C�mo te las arreglas para venir siempre en el momento m�s interesante?

Todo esto es por mi culpa, Capit�n. Dejad que me entregue.

Lo que tienes que hacer es confesar el nombre del culpable.

Eso nunca.
-Procura que no te cojan con vida, I�igo Balboa.

A�n est�is a tiempo de entregarme el chico.

O morir�is todos.

Vuestra merced lo ha dicho: todos.

Soldados...

�Deteneos!

T�o, no fue I�igo quien asesin� a Luisa de Monz�n.

�C�mo que no fue...? �Entonces qui�n lo hizo?

Lo que has hecho es deleznable.

Has asesinado a una menina de Espa�a,

una joven que pertenec�a a una de las familias m�s ilustres de este pa�s.

Y lo que es peor, has comprometido mi casa y mi reputaci�n.

�Sabes lo que supondr� para nuestro apellido

el juicio p�blico de tu crimen?

No obstante, y en atenci�n a los muchos a�os

que has prestado servicio para nosotros,

existe un modo para que puedas evitar la ignominia

cumpliendo adem�s un �ltimo servicio para tus amos.

Piensa en el tormento que te espera de no hacerlo.

Te van a quemar por bruja.

Adi�s, peque�a *.

Procura hacerlo con limpieza.

Que Dios te salve, Mar�a, llena eres de gracia.

El Se�or es contigo.

Bendita t� eres entre todas las mujeres

y bendito es el fruto de tu vientre, Jes�s.

Dios te salve, Mar�a,

llena eres de gracia.

El Se�or es contigo.

Bendita t� eres entre todas las mujeres

y bendito es el fruto de tu vientre, Jes�s.

Santa Mar�a, madre de Dios,

ruega por nosotros pecadores

ahora y en la hora de nuestra muerte.

Su alteza real el Pr�ncipe de Gales

y su excelencia el duque de Buckingham.

Levantaos, querido primo.

Sirva este abrazo para simbolizar nuestra bienvenida

al seno de la Santa Iglesia Cat�lica y romana.

Con permiso, Majestad.

Permitidnos a nosotros antes, Excelencia.

Tenemos buenas nuevas que daros.

Su santidad el Papa concede dispensa para que los pr�ncipes se casen.

Lo acabamos de saber hoy mismo.

No queda sino terminar de negociar las capitulaciones.

Y por supuesto, bautizar a nuestro pr�ncipe.

Antes...

antes deber�a prepararme.

Por supuesto, por supuesto ten�s que familiarizaros con la doctrina cat�lica

para poder transmitir a vuestros s�bditos

la palabra verdadera de Jesucristo.

�Sois feliz, hermana?

Mucho.

�Y su alteza?

Mucho, Majestad.

Pues no se hable m�s.

A cenar.

�Sabes, I�igo?

Alg�n d�a nos volveremos a encontrar con Alqu�zar

sin tanto arcabuz y sin tanta espada de por medio.

No os met�is en l�os, don Francisco,

y guardad eso.

Perdona, Caridad, pero en este valle de l�grimas

se llorar�a un poco menos sin ratas como don Luis de Alqu�zar.

�Est�is sordos?
-A las buenas noches.

�Hombre, Cop�ns!

Buenas noches en nombre de Dios.
-Y domine.

�Qu� pas� con el asunto de los alemanes?

Camino del infierno los hemos dejado,

o s�ase de Sevilla.

Enamorados como dos tortolitos.

En cuanto recibimos aviso del capit�n

de que don I�igo de Balboa estaba a salvo

los dejamos libres.

�Que quedaron tan contentos! �Verdad, domine?

Bueno, que no creo que echen en falta esto.

�Al final los ha robado!

A ver, padre, poco es un collar

a cambio de la vida de esos dos pajaritos.

�Y qu� dir� Alatriste de esto?

"�D�nde est� mi parte?"

Echa vino, Lebrijana.

�No te ha dicho el capit�n d�nde iba?

Ten�a un asunto pendiente.

Un asunto pendiente.

Ya sabes, Caridad, que el conde de Guadalmedina no sabe vivir sin el capit�n.

Est�s m�s flaco.

Todo soy ruinas,

todo soy destrozos,

esc�ndalo funesto a los amantes

que fabrican de l�stima sus gozos.

Los que han de ser y los que fueron antes

estudian su salud en mis sollozos

y envidian mi dolor si son constantes.

�Por qu� has tardando tanto?

�O no pensabas decirme?
-�El qu�?

�Qui�n era?
-No s� de qu� me hablas.

Para el trabajo que usted dice el capit�n Alatriste se le queda grande.

Se convertir�, en Londres.

�Don Francisco, Malatesta, Cop�ns, y el cardenal!

Chico, te expresas como un libro abierto.

Tu amigo me ha humillado delante de toda la corte

y quiero una satisfacci�n.

Mar�a me ha pedido que te atraviese de parte a parte.

Con esto no es lo mismo.
-Yo no soy el que ha perdido la daga de su padre.

Me voy a Flandes.
-�Qu�?

�Pretend�is comprarme?
-�Que no ha querido decir eso, Se�or!

Pensaba que la D�vora era tu especialidad.

�No!

Rezad para que el Se�or venga a tu rescate.

�No estar�s pensando hacer una locura?