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Me llamo I�igo. En mi pueblo la gente se mor�a de hambre y miseria.

Es por eso que mi madre me hab�a enviado a Madrid,

al servicio de un antiguo camarada.

�Conoce vuestra merced al capit�n Alatriste?

Pronto sabr�a que no era el hombre m�s honesto ni el m�s piadoso,

pero que era un hombre valiente.

�Trabajas para el capit�n Alatriste?
-�Sabes d�nde puedo encontrarle?

La monarqu�a hisp�nica est� en peligro.

A cambio de ceder la mano de vuestra hermana, la infanta Mar�a, a un pr�ncipe hereje...

Tengo una carta para vos.
-�De �l?

�Que viene, Ang�lica! Me advierte que nadie debe saber de su venida.

Hay algo que os interesar�a saber.

�A qui�n le conviene m�s saber nuestro secreto?

Al conde duque.

El conde duque no tiene por qu� durar siempre.

El Pr�ncipe de Gales llegar� esta noche a Madrid en viaje de inc�gnito.

Traigo un encargo que te puede interesar.

Tu libertad inmediata y una buena bolsa.

Si aceptas te llevo ahora mismo a ver a tu cliente.

Esta noche dos viajeros extranjeros entrar�n en Madrid.

Yo os acompa�ar�.

Deben ser interceptados antes de que lleguen a su punto de destino.

Piedad para mi compa�ero.

Esto no tiene sentido.

Ha salvado nuestras vidas.
-�Qui�n reside aqu�?

�lvaro de la Marca es un grande de Espa�a.

Ahora esos ingleses est�n muy lejos de vuestro alcance.

�Hombre, Diego! Ac�rcate que quiero presentarte a una persona muy interesante.

Mi madre me env�a con usted.

No es m�o.

�D�nde vas, si puede saberse?
-No, Caridad, no puede saberse.

Veo que retomamos nuestro asunto donde lo dejamos.

Ahora soy actriz.

Pero �qui�n es el loco que atenta contra el heredero al trono ingl�s?

Yo.

Es momento de atar los cabos sueltos.

Ese Alatriste tiene las horas contadas.

R�ndete. No me obligues a hacerlo.

Episodio 2: Con la soga al cuello

No vamos a la c�rcel de corte, �verdad?

No. Hay alguien que quiere hablar contigo.

�Hablar? �Seguro que lo que quiere es hablar?

T� me recomendaste el trabajo, Mart�n.

Voto a Dios que los que te emplearon no quedaron muy satisfechos.

Es que era demasiado sucio.
-�Sucio? �Y qu� importa eso?

No creo haber hecho un trabajo limpio en los �ltimos 30 a�os,

ni creo que t� tampoco.

Era sucio hasta para nosotros.

Sabes que van a matarme.

Eso no es lo raro en este oficio, ocurre tarde o temprano.

Pero no me gusta poner las cosas f�ciles.

Una daga, Mart�n, no te pido otra cosa.

Yo har�a lo mismo por ti.
-No me vengas ahora con esas.

No dejes que me raje un puerco.

�Es que no lo entiendes? No puedo, Diego.

Si tienes que hacerlo t�, al menos que el tajo sea limpio.

Dios te guarde, Diego.

�Tu nombre es Diego Alatriste y Tenorio?

�De qu� se me acusa?

Est�s aqu� para responder preguntas, no para hacerlas.

Se te acusa de haber actuado en contra de los intereses de la corona

y de la Iglesia.

Ni mi Dios ni mi rey me ordenaron ayer matar a esos dos ingleses.

�Dos ingleses?

Dos herejes.

Por supuesto que se te encomend� su muerte.

Yo mismo lo orden�.

�Y vos sois?

Fray Emilio Bocanegra.

Dime, �qu� impulsa a un hombre a desertar del bando de Dios

y pasarse a las filas imp�as de los herejes?

Siempre he luchado del lado de mi Dios,

y mi rey.

Vas mal, soldado.

Colabora y podr�s salvar al menos tu alma.

Dime, �no es cierto que el conde de Guadalmedina

tambi�n est� de parte de los herejes?

No s� a qu� os refer�s.

�No lo sabes?

Sin embargo salvaste sus vidas desobedeciendo mis �rdenes

y les pusiste a salvo en su casa.

Me limit� a ayudar a dos hombres valientes.

�Pon�is el valor por encima de la fe?

Vuestra fe no ser�a nada sin los soldados del rey.

Ya no eres soldado.
-Lo fui.

�Despojo arrogante!

Tus manos mercenarias y tu espada est�n tan manchados de sangre

como tu alma de pecado.

Has visto demasiado.

Has o�do demasiado,

y has errado demasiado.

La ira de Dios est� presta a alcanzarte.

Capit�n.

Ya estamos parejos.
-�Qu� m�s da?

Recordad mi nombre: Gualterio Malatesta.

Quiero que te acuerdes bien de �l cuando te mate.

Quieta.

Bueno, �se puede saber qui�n co�o llama a estas horas?
-No lo s�.

Si sois la Santa Inquisici�n lleg�is tarde.

Que sep�is que ese marrano de G�ngora hace ya un a�o que no vive aqu�.

Don Francisco, soy Diego, abre de una vez.
-�Diego?

�Qu� hac�is?
-�C�mo que qu� hago? Abrir a un amigo.

Est�s herido.

No es nada. He tenido suerte.
-Porque Dios guarde al que no la tuvo.

�Qu� haces ah� quieto, hombre? Ve al pozo por agua.

Ledesma, acomp��ale.

Diego, dime que esto no tiene que ver con los ingleses.
-Mentir�a.

Fray Emilio Bocanegra.

�Santo nombre de Cristo!

�T� sabes lo que significa tenerlo en tu contra?

Alg�n d�a ten�a que pasar.

Te tengo que recordar c�mo act�a la inquisici�n.

Te torturan, Diego, te torturan hasta morir.

Para eso tendr�an que capturarme con vida.

�Y ahora qu� piensas hacer?

Ledesma, arregla al chico un sitio donde dormir.

S�.

Yo s�lo recibo �rdenes del capit�n.
-�Co�o!

Acu�state, I�igo. Por hoy has tenido bastante.

Como usted diga.

I�igo.
-�S�?

Buen trabajo.

Tu padre estar�a orgulloso.

Bueno, y ahora �quieres explicarme cu�les son tus planes?

Convendr�a mandar al chico en la primera diligencia que salga para el norte.

�Crees que el chico tambi�n corre peligro?

Esta noche no queda uno con vida.

Ese italiano trabaja para Bocanegra. Y conoce al chico.

Cuenta con ello. Y t� �por qu� no te vas con �l?

�A d�nde? Sabes tan bien como yo que los familiares de la inquisici�n llegan lejos.

N�poles. Podr�as ir a N�poles.

All� seguro que te queda alg�n amigo con quien puedas contar.

No.

A�n no.

�Y entonces?

Con Dios, amigo.

Con Dios, Diego.

Diego.

Te acoja el sagrado.

�Por Dios, Diego! Anoche nuestra moci�n en la mitad de la calle,

hoy, acogido al sagrado.

�Es que no piensas cambiar de vida?

�Es que hay otra?

Hermana In�s, tiene visita.

�Otra vez? �Es mi hermana?

Soy una monja afortunada, hermana.

Dios os proteja, hermana In�s.

�La hermana In�s de la Natividad?

S�, soy yo.

�La autora de "La luz deshabitada"?

Yo lo he escrito con la ayuda de Dios.

Por favor, quedaos tranquila, hermana.

Nada deb�is temer del Santo Oficio.

�Qu� quer�is de m�, su paternidad?

Charlar sobre vuestra obra, hija m�a.

Al parecer hay quien piensa que vuestra devoci�n,

que vuestra exaltaci�n espiritual,

rayan la herej�a.

�Qui�n?
-Todas las denuncias del Santo Oficio son an�nimas, hermana.

No hay nada en esos versos que no est� inspirado por mi amor a Dios.

Y yo no lo pongo en duda.

En alg�n poema incluso suger�s que Dios os habla.

Lo siento dentro de m�.

�Ah, s�?

Decidme c�mo es. �C�mo lo sent�s?

�Dios habla por vuestra boca?

No, no, no es eso.

�Ten�is visiones, apariciones sobrenaturales?

No teng�is miedo, hermana.

Sabed que las apariciones son parte de nuestra fe.

Adem�s no sois rea de la inquisici�n.

A veces me gusta pensar que Dios se muestra en las peque�as cosas.

En el pan, en la luz de la ma�ana, en los p�jaros que cantan.

�As� que veis a Dios con el cuerpo de un animal?

No, no es eso, eminencia, no.

Y esos p�jaros, �os hablan, os dictan los versos?

No, no, s�lo me inspiran.

�Os inspiran?
-S�, eso es, s�.

Bien, eso es todo.

�Ya est�?
-Claro, hija m�a, ya os he dicho que he venido a poner luz donde hab�a tinieblas.

Le estoy muy agradecida, su paternidad.

Que Dios te guarde.

Proceded.

Pero padre, vos mismo hab�is dicho que os hab�ais...
-�Convencido?

Convencido de que la denuncia ten�a una base real que habr� que instruir en el tribunal del Santo Oficio.

Detenedla.

Madre, d�gales que lo que piensan es mentira, por favor, madre, d�gaselo.

Avisen a mi hermana.

Maravilloso. Y con qu� delicadeza est� dibujado hasta el m�s m�nimo detalle.

Don Luis, �son estas nuestras islas Filipinas?

Eso creo, s�, est�n en Asia.

Y aqu� Nueva Espa�a.

�Y Per�?

Y nuestras islas de las Antillas.

�Cu�n grande es nuestro imperio! �Verdad, don �lvaro?

Gracias a los desvelos de nuestro rey.

Don Gaspar...
-No se ve bien el Palatinado.

Sin duda es demasiado peque�o.

O demasiado grande.

Excelencia, no sab�is cu�nto nos agrada vuestro presente.

Os estamos muy agradecidos.

Transmitir� vuestro agradecimiento al pr�ncipe,

a quien ayer, por casualidad, alguien intent� asesinar

a las puertas de vuestra ciudad.
-Estoy al tanto.

�Qu� desagradable incidente!
-Dir�a que fue algo m�s que un incidente.

�Eso cree vuestra excelencia?

Seguramente la presencia de dos ricos viajeros

llam� la atenci�n de unos bandoleros.

Excelencia, hemos recorrido media Europa para cerrar la boda de nuestros pr�ncipes.

Quiz�s vuestro pr�ncipe se precipit� al viajar a Espa�a

sin la aprobaci�n de su majestad Felipe ni de sus consejeros.

Se est� haciendo todo lo posible para detener a los asaltantes de su alteza.

Confiemos en ello.

Mientras tanto su majestad desea que

el pr�ncipe y su excelencia se alojen en el real Alc�zar.

Transmitid nuestro agradecimiento a su majestad,

pero estamos bien en la embajada inglesa.

�Cu�ndo podr�n conocerse los dos j�venes?

Todo a su tiempo, excelencia. Todo a su tiempo.

Ya hab�is visto que en Espa�a las prisas son malas consejeras.

Las prisas matan.

Ahora no, Quevedo.
-No vengo a pediros gracia para m� sino para un amigo com�n.

�Alatriste? �Qu� sab�is?

M�s de lo que quisiera.

Los clientes que ordenaron el asalto ya tienen nombre.

�Y bien?
-Don Luis de Alqu�zar.

Hala, vamos.
-Y fray Emilio Bocanegra.

Feo me lo pon�is.

�Y el capit�n?
-Herido, pero vivo. De momento.

�Al rayo le parta!

�Es que no tiene otra cosa que hacer Alatriste

que complicarse la vida, y de paso la m�a?

Recordad que en Flandes, en otro tiempo, fue �l quien salv� la vuestra.

Le har� llegar ayuda con alguien de confianza, Quevedo.
-Bien.

�D�nde est�?

Se ha acogido al Sagrado en la parroquia de Santa Cruz.

Que se quede all� y que no haga nada, por Dios. Nada.

Yo se lo dir�, pero ya sabe vuestra merced que Alatriste

es un hombre de poco escuchar y mucho hacer.

Capit�n, hay alguien que desea veros.

�Qu� haces aqu�?
-Me env�a el conde de Guadalmedina.

Vigilan todos sus pasos, pero no los m�os.

Necesit�is un m�dico.

�Lo veis? Esa herida le est� pudriendo el brazo.

Mejor el brazo que el cuerpo entero en una fosa.

Conozco un buen m�dico, un converso.

No dir� nada por la cuenta que le trae.

�Un jud�o? �Es que quieres condenarlo a la hoguera?

Es un buen hombre, Diego, un hombre de Dios. Conf�a en m�.

Mandad a buscarle, domine,

yo me encargo de �l.

Con esto podr�s salir de Madrid sin problemas.

�Qu� generosa!
-No es mi dinero, lo sabes.

S�, ya s� que no es por tu voluntad por lo que est�s hoy aqu�.

No muevas el brazo.

Veo que no es la primera vez que curas una herida.

Ni la �ltima, intuyo.

En esta villa todo el mundo est� presto a desenvainar la espada.

Sobre todo teniendo una mujer hermosa.

Conozco la historia.

Muchos hombres han debido batirse por ti en este tiempo, supongo.

�Por m�?

Di mejor por su orgullo.

A algunos lo �nico que nos queda es el orgullo.

Buen viaje, capit�n.

�Qui�n era esa?

Nadie. �Has tra�do algo de comer?

S�rvete t� mismo.

El pr�ncipe acudi� a los toros de la plaza mayor.

Y dice que qued� muy impresionado

cuando su majestad en persona baj� a la arena

y derrib� al toro de un tiro de arcabuz.

�Llegasteis a verle bien? �C�mo es?

De delicadas facciones, porte noble, y maneras delicadas.

�Muy delicadas?

Las que corresponden a un pr�ncipe, alteza.

Alteza, si ten�is a bien, mirad de nuevo hacia ese ventanal.

La luz no durar� mucho m�s tiempo.

Perdonad, maestro Vel�zquez.

Toda la corte habla de sus vestimentas,

especialmente de las del marqu�s de Buckingham.

�Son tan llamativas!

Yo creo que no es muy piadoso vestir con tantas plumas y colores.

Mi confesor dice que vestir as� es pecado.

Son otras costumbres.
-Y otra religi�n.

Y otra religi�n, dec�s bien.

Alteza, por favor, no os mov�is.

Disculpad, pero...

Gracias, muchas gracias.

�Qu� traes, Ang�lica? Se te ve turbada.

Alteza, tengo que hablar con vos. En privado.

�Y c�mo has sabido de esa reuni�n entre Buckingham y el conde duque?

Se�ora, vuestros son mis o�dos, mis ojos, y mi vida, si es necesario.

Si no pudiera seguir profesando mi fe esta boda no tendr�a ning�n sentido.

Vuestro hermano, el rey, nunca dar�a su consentimiento.

Pero si a cambio de mi sacrificio la religi�n verdadera ya no fuera perseguida en ese pa�s

yo estar�a dispuesto a aceptarlo.

Sois muy valiente, infanta.

Me debo al rey, mi se�or,

a mi pa�s y a mi Dios.

Nuestro deber no est� re�ido con vuestro coraz�n.

Si de m� dependiera esta espera ya habr�a terminado.

Pero �qu� puedo hacer yo?

Decirle al pr�ncipe que dese�is la boda tanto como �l.

�C�mo?

Tal vez podr�ais escribirle unas l�neas.

Har� cuanto est� en mi mano para que lleguen seguras a su destino.

�Dios m�o!

�Qu� ocurre?

Mar�a, la hermana tiene que decirte algo.

�Es por In�s? Habla pronto. �Qu� le ha pasado a mi hermana?

Esta ma�ana ha sido detenida por la inquisici�n.

Al parecer alguien la ha denunciado por sus versos.

Pero �qui�n?
-No se sabe. Nunca se sabe.

El mism�simo presidente del Santo Oficio

ha venido esta ma�ana al convento para interrogarla.

�Pero no puede ser! In�s no.

In�s es una persona devota, s�lo piensa en rezar.

�Qu� le van a hacer?

La inquisici�n ahora busca pruebas, testigos,

querr�n que les diga si tiene c�mplices, que confiese.

�Que confiese el qu�?
-Lo que sea, que el demonio le dictaba sus versos,

que trataba de difundir el protestantismo en Espa�a,

cualquier cosa para acusarla.

La torturar�n, �verdad?

Tengo que irme.
-No, por favor.

Tengo que volver al convento. He roto la clausura por avisaros.

Lo har�n, �verdad?

La conminar�n a decir la verdad de algo que no sabe qu� es

porque nadie le dir� de qu� la acusan.

Y finalmente, s�, la torturar�n.

Ahora no debes pensar en eso.

S� fuerte. Tengo que irme.

Gracias, hermana.

Que Dios os guarde.

�Tienes dinero?

Es tuya por s�lo un maraved�.

�Al ladr�n, al ladr�n!

�Mira con qui�n hemos topado, Blasillo!

Es un premio por nuestras buenas obras.

Castiguemos al ladr�n para ganarnos el cielo.

Robar es un pecado que puede llevar al infierno,

y m�s si el que roba lo hace en nuestro territorio.

Dejadme ir, que os rajo.

Venga, Raspas, pincha a este.

Para que aprenda.

Te voy a ense�ar c�mo capan en mi pueblo a los cerdos.

Aqu� no hay m�s cerdo que vosotros.

T�rala.

Os lo debo, caballero.

Hab�is aparecido justo a tiempo, gracias a Dios.

Mejor agrad�ceselo al demonio.

�Zorra!

Eres una zorra.

�Asi guardas el honor de un amigo?

No quiero pelear contigo, Franz.

Te lo he advertido, Franz, no quiero pelear.

D�jale.

Asesino.

Capit�n.

Diego, el m�dico est� aqu�.

�C�mo est�s? La ayuda del conde ha llegado.

�Qu� sabemos del chico, don Francisco?

�Y �ste qui�n es?
-Fernando Madrid, un m�dico amigo.

Te he preguntado por el chico.

Vino de O�ate, imagino.
-S�, de O�ate o de Villadiego.

Decidme, Madrid no es un apellido demasiado cristiano, �no?

Te he preguntado por I�igo. �D�nde est�?

Desapareci� a las primeras del alba y no he sabido m�s de �l, Diego.

�C�mo dices?

Os ruego no os mov�is, caballero.

Sabe cuidarse. Ese chico es listo.

Listo como el hambre.
-No es lo que te ped�.

�Os gusta venir a la iglesia?

�Y el tocino? �Com�is tocino?

Bueno, est� bien, don Francisco, es suficiente.

�Los corchetes!

�Los corchetes!

Los corchetes han rodeado la iglesia.

Cre� que no te hab�an seguido.

No he encontrado el modo de satisfacer la exigencia del pr�ncipe.

Su majestad sabe que nuestro protocolo impide que le recibamos en el altar.

�Ah, s�?
-Por supuesto, majestad.

Desde luego su presencia aqu� es cuando menos inusual.

Y comprometedora. Agasajamos al hijo en la corte

mientras nos enfrentamos al padre en Maguncia y el Palatinado.

En cualquier caso, haber cruzado Europa de inc�gnito y sin escolta es un gesto valiente.

Lo es, majestad.

Haced saber a los ingleses que nos

estaremos complacidos de mostrarnos ante el Pr�ncipe de Gales.

As� se har�.

Pero insistid en que a�n es pronto para presentaciones.
-Por supuesto.

Me gustar� conocer a ese joven.

A su debido tiempo.

Querid�sima hermana, ya hab�is o�do, ma�ana es el d�a.

Mi hermana tiene un temperamento muy dulce.

No quisiera contrariarla por este asunto.

Descuidad, majestad.

Y decidme, �d�nde hab�is pensado que tenga lugar el encuentro?

�Qu� opina su Ilustr�sima del pr�ncipe ingl�s?

�Hab�is tenido ocasi�n de verle?

Se�ora, ni le he visto ni tengo intenci�n de hacerlo.

Pero �de la boda, que pens�is?

�De verdad cre�is posible que se casen?

No habr� boda, creedme. El Papa no consentir� esa uni�n.

Y yo tampoco.

Pero el pr�ncipe ingl�s siempre podr�a convertirse a la religi�n cat�lica.

Ser�a muy galante por su parte, desde luego.

El matrimonio de una infanta no es asunto sentimental, no es una comedia.

Estamos hablando del futuro de la monarqu�a hisp�nica.

Si me disculp�is, me requieren.

Do�a Teresa.

Ni habr� bula papal, ni el rey, asistido por la divina providencia,

permitir� esta sacr�lega uni�n. Os lo aseguro.

Confiemos en ello, por el bien de nuestra monarqu�a.

�M�s chocolate?

Una limosnita, por amor de Dios.
-Aparta, desgraciado, ni te acerques.

Puedo mandar a gente a buscar al chico a la Providencia y a la cebada

y rastrear las calles cercanas al alc�zar.

Pon a alguno en las puertas de la villa, y destaca a alguien en los mentideros.

Como digas, capit�n.

�Y bien?

Escuchemos tu plan para escapar de Salda�a y de sus corchetes.

Seguidlos. Vamos, registradlos a todos.

Son ellos.
-Deteneos.

Vosotros, conmigo.

No hay salida.

Volveos, voto a Dios. R�pido.

Descubr�os.

Nos rendimos, querido teniente Salda�a.

�Maldito se�is, Francisco, deber�a deteneros!

�A qui�n? �A un pobre poeta, o tal vez a un mendigo?

Esto no quedar� as�, os lo juro. Vamos.

Hola.

�Qui�n anda ah�?

Abran a la guardia.

Abrid.

�Sois los familiares de la inquisici�n?

Soy el teniente de alguaciles, as� que abrid de una vez.

�Qu� quiere vuestra merced a estas horas?

Busco a un fugitivo.
-�Peligroso?

Mucho. El capit�n Alatriste.

M�s que peligroso, un asesino.

�Le conoce vuestra merced?

De o�das nada m�s, pero ya tengo suficiente.

Yo s� le conozco y no es un asesino.

Al menos no m�s que muchos.

�Por qu� lo buscan aqu�?

Ha huido en esta direcci�n y es muy probable que se haya ocultado aqu�.

S�lo estamos yo y mi marido que duerme.

�Podemos echar un vistazo?

Se�or alguacil, ma�ana tengo funci�n.

Llevo m�s de dos horas aqu� y no he visto ni o�do a nadie.

�Puedo seguir ensayando?

No quiero ser el responsable de la mala interpretaci�n de una actriz con tanto renombre.

Quedo agradecida.

�As� que asesino?

�C�mo se llama entonces a alguien que mata a su mejor amigo?

�Conoces otra palabra que te defina mejor?

�Y t�, Mar�a? �Qu� palabra que define a ti?

Una mujer que odia.
-Eso son cuatro palabras.

Pero si tanto me odias, �por qu� no me has delatado?

Yo no delato.

Prefiero librar mis propias batallas.

Y ahora, si me lo permites, tengo que seguir ensayando.

�Por qu� has preguntado si era la Santa Inquisici�n?

Soy extranjera y actriz.

Es normal que alguna compa�era envidiosa me mande el Santo Oficio.

�Nada m�s?

Tus perseguidores se han marchado.

Puedes irte.

Gracias por no delatarme.

No me lo agradezcas todav�a.

Ese Salda�a te ha defendido con mucha convicci�n.

Es un buen amigo.

A ti no te importan los amigos.

(corte comercial)

H�blale ya.
-No, el chico es terco como un mulo.

Pero no le has...
-�Torturado?

Tan desagradable no me place.

Me importa un bledo si te place o no te place. Hazlo.

Necesito saber d�nde est� ese capit�n.

Tampoco me place que me levanten la voz.

Se te recompensar� debidamente.

Puedes contar con ello, pero te ruego que hagas hablar a ese chico.

�Me has o�do?

Vest�a todo de negro.

�Le o�ste hablar?

Ten�a acento de Italia.

�Sabes d�nde se lo llev�?

Vete ya.

Diego, el italiano es habitual de la casa de Alqu�zar.

Lo s�.

�Qu� te pasa, Caridad?

�C�mo que qu� me pasa? Que aqu� no se juega.

�Y por qu� raz�n?

Porque es pecado, porque es delito, y porque a m� no me da la gana.

Qu�date sobre todo con la tercera.

�Qu� me vais a hacer?

Si me pasa algo el capit�n acabar� con vos.

Puede ser, y puede ser tambi�n que sea yo que acabe con �l.

Yo te alzo y tu cuerpo hace el resto.

Es un dolor insoportable en los brazos y los hombros.

Habla, �d�nde est� el capit�n?

�Puerco!

D�jale.

�Os env�a vuestro t�o?

S�. Su�ltale, te he dicho.

Esp�rate afuera.
-Que me place.

Gracias.

�Est�is mejor?

S�.
-Bebe.

�Te gusta?

�Vais a soltarme?

�A soltarte? �Por qu�?
-Me van a matar.

Es posible, pero a�n pod�is salvaros,

si les dices d�nde est� el capit�n.

No s� d�nde est� el capit�n. Os lo juro. No lo s�.

No jures. Es pecado.

Si lo supiera tampoco te lo dir�a.

En ese caso nada puedo hacer por ti.

Es cierto, no s� nada.

Yo te creo, pero tendr�s que gritar mucho para que quien me paga te crea.

A�n no se te han partido los tendones.

Esto s� que te va a hacer gritar.

Se�ora.

�Luis, Luis!

�Luis!

Ve, y ent�rate de lo que pasa.

Si gritas te rajo el cuello.
-�Qui�n sois?

�Teresa!

�Qu�?

�A m�, socorro! �Socorro!

V�monos.

�Pero si esto es una chica! �D�nde est� I�igo?

�Ay, Mar�a Pur�sima, a lo que vamos a llegar!

�Te das cuenta, Luis, de que ese hombre podr�a habernos matado?

Madrid no es tan grande. �D�nde la ha podido llevar? �D�nde?

Esa mirada terrible que ten�a.

Utiliza todo el oro que sea necesario para soltar lenguas, pero con discreci�n.

�C�mo con discreci�n, Luis?

Hay que avisar al comendador y al rey, si hace falta.

�Que han estado a punto de matarnos!

Calla, Teresa.

Luis, hay que avisar a fray Emilio.
-Calla.

Debes hac�rselo saber.
-�Quieres callar de una vez?

Escucha, esc�chame bien,

nadie tiene que saber lo que ha pasado aqu� esta noche. �Est� claro? Nadie.

Este asunto se va a resolver a mi manera.

Es mi sobrina a la que han raptado.

�Dios santo, y s�lo es una cr�a!

Lu�s... La respetar�n, �verdad?

Por la cuenta que les trae...

Haz lo que te he dicho.

�Y el chico?

De momento no le pongas la mano encima.

Lo vamos a necesitar vivo.
-�El chico? �Qu� chico?

Lu�s.

No es asunto tuyo.

�Qu� atrevido!

Demasiado atrevido para un pr�ncipe pero poco para un hombre enamorado.

�Qu� sabr�n los ingleses de amor?

Mi abuelo habr�a declarado la guerra a Inglaterra de forma inmediata.

Majestad, vuestro abuelo ya le declar� la guerra a Inglaterra.

Y perdi�.

Fueron los elementos. El viento, la lluvia,...

Hermano, no hablemos de guerra sino de paz, de hermandad.

�l es como vuestra majestad.
-�Como yo?

Un hombre valiente.

Hermana, siempre ten�is la palabra justa en el momento oportuno.

�Joder con la fierecilla!

Tiene genio.
-El que le falta a su t�o.

Sigo pensando que esto es una locura, Diego.

Tienes que encontrar un lugar m�s seguro para el canje.

Cr�eme, si algo s�, es elegir terrenos de combate.

Bueno, pero esc�chame,...
-Conf�a en m�.

�Quedar� algo de vino para el desayuno?

�Qui�n me iba a decir a m� que ver�a al Sr. Quevedo

escribiendo una nota de rescate?

�Est� en verso?

En prosa, cretino.

Y m�s vale que no se note mi estilo.

Tenemos a la inquisici�n, a la justicia,

y a los hombres del rey tras nosotros.

Hemos raptado a la sobrina de un secretario real, se�ores.

�Bravo!

�C�mo est�s tan seguro de que aceptar�n el trato?

Porque preferir�n una sobrina viva a una sobrina muerta.

La entregas y te vas. Procura que no te sigan.

�Es cierto lo que dicen de las mujeres de Flandes?

�Que est�n deseosas de ofrecer sus favores a los soldados espa�oles?

Siempre que haya oro de por medio, como en todas partes.

Un caballero no necesita nada para rendir a una mujer.

Con gusto responder� a eso el d�a que dejes de jugar con mu�ecas.

�Y t� te llamas soldado espa�ol?

�T�, que vas por el mundo secuestrando mujeres?

Que sepas que mi abuelo sirvi� con el general Sancho D�vila

y las tropas a su mando

nunca vendieron a personas indefensas.

Imagino que tampoco saquearon y violaron mujeres.
-Nunca.

�De qu� te r�es?
-De lo mucho que conoc�is al ej�rcito de su majestad.

S� que un hombre que se precie de ser soldado

nunca tratar�a a una mujer como t� lo est�s haciendo conmigo.

�No contestas?

Soltadme.

Te doy mi palabra de que no huir�.

La palabra ha perdido mucho valor �ltimamente.

Sobre todo la de una Alqu�zar.

Eres un canalla.

�Y si mi t�o se negara a canjearme por vuestro paje ? Dime. �Qu� har�ais?

Ponedme a prueba.

No os temo en absoluto.

Pues deber�as.

Nada te turbe, nada te espante,

todo se pasa, Dios no se muda.

La paciencia todo lo alcanza. Quien nada tiene, nada le falta.

S�lo Dios basta.

Eleva tu pensamiento, al cielo sube.

Que nada te acongoje, nada te turbe,...

�No me tortur�is m�s! No vais a cambiar mis palabras.

Estate tranquila. Es una visita.

In�s, soy yo.

�Dios m�o!

�Mar�a, Mar�a!

�Mar�a!

Te he tra�do algo de comer.

�Qu� pasa? �Qu� te han hecho? �Qu� te han hecho?

Me han quemado las manos para que no pueda escribir m�s herej�as.

�Dios todopoderoso!

�C�mo te has enterado?

Tranquila, Mar�a.

Esto no va a durar mucho m�s.

Voy a liberarte.

�l lo har�.

No creo que pueda resistir el tormento otra vez.

Dadle de comer y curad sus heridas.

Se har� como manda la se�ora.

�Qui�n piensas que sufri� m�s con el tormento de nuestro salvador?

�Nuestro Se�or Jesucristo o San Pedro?

No s�, reverend�simo se�or.

Te lo preguntar� de otra forma.

�Qui�n sufre m�s, el que recibe el tormento

o el que asiste impotente al sufrimiento de su ser m�s querido?

El que asiste al sufrimiento.

�Y qu� habr�a dado San Pedro por aliviar el padecer de su maestro?

Cualquier cosa.

�Cualquier cosa?

�Har�as t� lo mismo por tu hermana tan querida?

Sin dudarlo, reverend�simo padre.

Ah� van los cuartos y lo del hospital.

20 maraved�es para el banco.

Sois unas ratas, unas sanguijuelas.

El bajito debe ser el heredero ingl�s.

Es escoc�s.

�Ese mequetrefe es el temible caballero que ha recorrido media Europa

para casarse con nuestra infanta?
-Ese.

Pues voto a Dios domine que la raza degenera.

Majestad, he estado atento a la actriz de esta tarde.

�Tiene talento?

Talento, belleza, y discreci�n.

Acaba de llegar de Flandes y dicen que habla seis lenguas.

�Seis lenguas? �Que me place!

�Su gracia?

Mar�a Sal... Mar�a de Castro.

Mar�a, empezamos ya.

Mar�a, por favor, no hay nada que puedas hacer ahora ya por tu hermana.

El p�blico espera.

No voy a salir.
-�Qu�?

No puedes hacer eso, es un estreno ante el rey,

ante los grandes de Espa�a, ante el Pr�ncipe de Gales.

C�zar, d�jame en paz.

�Pero qu� est�s diciendo?

Fuera, te he dicho.

Mar�a, todos los que nos pueden ayudar est�n ah� fuera.

No ha de pasar adelante vuestra merced.

No me hab�ais enga�ado de su belleza.

Es un regalo de Dios.

Regalo que yo no puedo admitir, mi buen conde.

Recordad qui�n soy.
-Regalo para la vista, majestad.

Sois un diablo, mi buen �lvaro.

(corte comercial)

Yo agradezco la atenci�n.

Quedaos aqu�.

Aqu� es dif�cil debatir.

Suelta al chico.
-T� primero.

No ser� la �ltima vez que nos veamos.

�Ves al domine? Vete con �l.

Padrecito del alma, lindo, hermoso,

amo, gal�n de talla airoso.

�Es que no sab�is d�nde est�is? Un respeto.

Pues el cosquilloso tiempo nos convida.

Quien no sabe guardar silencio que no venga al teatro.

�Qu� est� pasando?

Alatriste.

�Dejad pasar a un caballero!

�Divirti�ndote sin m�, capit�n?

�No es ese don Francisco de Quevedo, el poeta?

S�, majestad, s�.

Majestad, �mando intervenir la guardia?

Majestad, si nuestro invitado resultara herido...

Esto es un esc�ndalo, conde.

�Qu� hac�is que no deten�is esta locura?

A m� la guardia.

Un momento, majestad.

Estamos en paz, Alatriste.

Hay que hacer lo imposible por convertir a ese muchacho a la fe cat�lica, don Gaspar.

Ser� un excelente marido para mi hermana.

�Por qu� os llaman capit�n?

Es un apodo, excelencia. De Flandes.

Ya, un apodo.

�As� que vuestra merced es el hombre que ha estado a punto de provocar

una guerra con Inglaterra y al tiempo nos salv� de la misma?

�No dec�s nada?

No s� a que guerra os refer�s, excelencia.

�No lo sab�is?

Sin embargo el Pr�ncipe de Gales y el Buckingham

os han reconocido como el hombre que les salv� de morir asesinados la otra noche.

No recuerdo tal cosa, excelencia.

Os conviene hacer memoria.

El rey, nuestro se�or, que no sale de su asombro, desea estar informado.

Enojoso asunto.

�Sab�is lo que pienso?

Que si hubierais muerto ayer en el corral del pr�ncipe

habr�a sido un alivio para muchos.

�Conoc�is a don Luis de Alqu�zar?

De o�das, excelencia.

�De o�das?

�Me requer�s, excelencia?
-Pasad, mi buen secretario, pasad.

Hay alguien que me gustar�a presentaros.

Decidme, capit�n, �hab�is visto en alguna ocasi�n a don Luis?

No, excelencia.

Y vuestra merced, �conoc�ais al capit�n Alatriste?

No. Quiero decir, no le conozco.

Eso es lo bueno de la gente avisada,

que nadie conoce a nadie.

Os informo, don Luis,

seg�n mis investigaciones

parece ser que hemos topado con una conspiraci�n.

Una conspiraci�n destinada a eliminar nuestros ilustres invitados.

�Hab�is o�do algo sobre esta cuesti�n?

Temo no ser �til a vuestra grandeza.

Por otra parte ignoro lo que este sujeto os ha podido contar.

Este sujeto es mudo.

Por eso os pregunto a vos.

�Qu� sab�is de la conspiraci�n?

Nada, excelencia, y me cuesta imaginar

que a alguien le pueda interesar algo as�.

�A santos varones como fray Emilio Bocanegra?

Vuestra merced sabe que le soy absolutamente fiel y �til.

Pues le recuerdo, don Luis, que de colaboradores fieles y �tiles

tengo los cementerios llenos.

A don Diego, antiguo soldado, se le debe el beneficio de ocho escudos

concedidos por nuestro general don Ambrosio Sp�nola.

Agilizad este asunto.
-As� se har�, excelencia.

No abundan los hombres como �l.

Parece valiente y de fiar.

Ser�a una l�stima vernos privados para siempre

de sus eventuales servicios.

�No lo hall�is en raz�n?

Muy en raz�n. Ahora bien, con el tipo de vida que le imagino,

este se�or Alatriste se expone a tener cualquier mal encuentro,

un accidente, o algo as�.

Me hago cargo, don Luis.

Y eso me irritar�a mucho.

�Lo comprend�is?

Pod�is marchar.

No voy a daros explicaciones. No hab�is visto mi o�do nada,

suponiendo que de veras hay�is estado aqu�.

Suponi�ndolo.

Una �ltima cosa.

Hay un viajero en Madrid que por una incomprensible raz�n

cree estaros obligado.

Me ha encargado que os entregue esto.

Con esta carta y ese anillo

pod�is estar seguro que cualquier s�bdito ingl�s

no os negar� el auxilio.

�Lo que dar�a yo por disponer de una carta as�!

Transmitid al viajero mi agradecimiento.

Pod�is marchar, capit�n Alatriste.

Mi se�or desear�a que el pr�ncipe Carlos

descubriera las excelencias de la Iglesia de Roma

y abrazara nuestra fe.

Es el m�s galante de los caballeros.

�Caballero, pare!

El heredero al trono ingl�s solo y perdido en Madrid.

Tendremos suerte si no aparece flotando en el Manzanares.

Bajadlo.

Mucho confi�is en una sola espada.

T� eres m�s que una sola espada.

Estoy inquieta por vuestro pr�ncipe, alteza.

Es un impertinente y un insensato.

El pr�ncipe est� solo. Es nuestra oportunidad de interceptarle

antes de que llegue a la embajada inglesa.

�Qu� me est�is ocultando?

Basta.

Cuando tenga suficiente dinero me ir� a Sevilla.

�Te gustar�a venir conmigo?

No hay forma de vivir en paz contigo.

En guardia.

En cuanto al capit�n, no estar�a tan seguro de volver a verle.

�Qu� le hab�is hecho?

Ma�ana por la ma�ana te trasladar�n a una c�rcel del Santo Oficio.

Si entras all� s�lo saldr�s cad�ver.