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¿Y entonces?

¿Cómo marcha todo?

Acaba de entrar. Debe estar naciendo, si
es que no ha nacido. No quería entrar

sin ti. El doctor César acaba de llegar.

Atilio, trataré de ver ese parto. ¿Está
bien?

Hasta el mando.

César, César.

César, déjame verlo. Así cuando nazca el
de Eduarda ya estaré acostumbrada.

No te vas a poner nervioso. No, te
prometo que no, te juro que no.

Bueno, Marcia, como es un parto natural,
voy a necesitar tu colaboración. ¿Está

bien?

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¿Cuánto has creído en esta voz?

Sabes Marcia, este año ya he traído al
mundo unos 50 niños.

Y siempre me hace muy feliz atender un
parto.

Pero cuando un parto es natural como el
tuyo, mi felicidad es infinitamente más

grande. Solo practico cesáreas cuando es
absolutamente necesario.

¿Sabes cuál es el lema de nuestra
campaña?

Lo normal es el parto natural.

Vamos a ver, eso es, vamos Marcia,
vamos.

Anda, ayuda a tu hijo a venir al mundo.

Para que el mundo mejore un poco con él.
Vamos.

Ahora, puja con fuerza. Anda.

Extiende la contracción.

Vamos. Eso es.

Respira profundo.

Vamos, puja.

Vamos, Marcia.

No te detengas.

Sigue.

Mi amor.

Hola, bebé.

Es una niña. Mírala, Elena.

Mi madre me dijo que sería una niña.

Tu madre sabe de esas cosas.

No quiso saber tu sexo durante el
embarazo.

No.

Preferí la sorpresa, pero me equivoqué.

Estaba segura de que sería el niño.

Hola, bebé.

Parece una viejita tan arrugadita.

Todos los bebés nacen así.

Es más o menos la cara que tendrán
cuando envejezcan.

Estoy maravillada, César.

Deseo tanto ver el parto de Eduarda.

Estaré mejor preparada.

Parece una viejita, pero es linda.

Ya sabes qué nombre le pondrás.

Rita de Casia.

Su carita es igual a la de Rita de
Casia.

Algunos bebés son así. Se parecen a su
nombre, ¿verdad? ¿Eduarda?

Eduarda ya nació así, con esa nariz tan
petulante.

Creo que todas las Eduardas son así
atrevidas.

¿Sabes por qué me llamo César?

No sé si lo recuerdo. ¿Tu padre me lo
contó alguna vez?

Fue por un profesor de mi madre, cuando
tenía 12 años.

Estaba enamorada de él y se llamaba
César.

No sabía eso.

¿Tu padre lo sabe?

Sí, lo sabe.

A papá le divierte mucho contarlo.

¿Eres feliz?

Claro.

Es el día más feliz de mi vida.

Quiero quedarme con ella así para
siempre.

Deseé tanto que este día llegara. Y
ahora no sé lo que hago, ni lo que digo.

No tienes que hacer nada, ni decir nada.

Toma, solo disfruta a tu hija.

Buenas noches, Rita de Casia.

Bienvenida a este mundo.

No sabes bailar, pero te mueves muy
bien.

Pero esto no es bailar. Yo bailo, yo
bailo el vals.

Estás muy libre.

Solo en bailes de quinceañeras o de
graduación. Y de bodas.

¿Piensas casarte?

Creo que todos desean casarse, pero creo
que terminaré por no casarme.

¿Por qué?

Bueno, creo que nadie soportaría vivir
conmigo así diariamente.

Soy un completo desastre.

Eres muy mañoso, eso sí.

Eres de los que despiertan sentimientos
maternales en las mujeres.

No despierto sentimientos maternales ni
en mi madre.

Disculpa, dije una estupidez.

Disculpa, olvídalo.

¿Qué tal?

Ay, estoy encantada.

Vamos a sentar. Ni loca, vamos a bailar,
vamos a bailar. ¿Ya?

Espera. Quiero empezar a moverme. Por
favor, Leo.

Nuestros hijos están muy ociosos,
Arnaldo.

Cuando digo nuestros hijos, obviamente
me refiero a Leonardo y a Milena porque

el pobre Marcelo trabaja más que
cualquier persona en esta casa.

Incluso más que tú.

¿No sabes que va a heredar la empresa?

Sí, sería bueno que así fuera. Solo él,
¿verdad? Pero no. Los otros dos que no

hacen nada también lo harán.

Algo que no me parece nada justo.

Pero así son las leyes en nuestro país.

Hechas naturalmente por algún heredero
muy perezoso.

En eso admiro a los emergentes, en lo
que Meg dice, para tener dinero tienen

ganárselo, tienen que trabajar.

Es cierto, es cierto, me parece
correcto.

¿Sabes qué deberías hacer?

Transferirle bienes a Marcelo, ¿sí?

Buscar un buen abogado y averiguar cómo
es posible enriquecer al único hijo que

trabaja, porque si no, cuando nos
muramos...

Los otros dos que no hacen nada le
caerán encima nuestro dinero como dos

buitres. Blanca, son nuestros hijos.

Todos son iguales.

Todos son iguales, pero Marcelo es el
mejor de todos, al menos en mi corazón.

Eso puede parecerte una reacción muy
injusta, pero no es así.

Amo al que más me ama.

Amo al que me ha dado más alegrías hasta
ahora.

No soy injusta, Arnaldo. Soy justa.

Ahora vas a permitir que nos ocupemos de
Rita de Casia como debe ser, para que

pueda ir a visitarte después.

Sí.

Eso es.

Y muy pronto le dará su primera cena a
Rita de Casia.

Me preparé para tener bastante leche,
¿verdad, Elena?

Te preparaste muy bien.

Creo que amamantar es una felicidad. Son
dos cosas que le pido siempre a Eduarda

cuando llegue el momento.

Parto natural y bastante leche.

Bueno, iré a verte en un momento.

También yo.

Iré contigo, César. Está bien. Hasta
luego.

Descansa.

Es una mujer muy valiente. Así es.

A veces cuando quiero quejarme de algo
en la vida, pienso en Marte, ¿sabes?

Me pregunto si tendría la misma fuerza
que ella tiene para enfrentar los

problemas sin derrumbarse.

También has enfrentado muchas cosas.

Mi madre siempre dice que eres una mujer
que supo reponerse a todo.

Lo dice porque me tiene cariño. ¿Y sabes
por qué?

Porque te repusiste a todo sin
amargarte.

Hago todo lo posible. Sí, Elena.

Sin perder tu generosidad.

Ni cuando necesitaste ayuda y no la
recibiste, ni por eso dejaste de ayudar

quien te necesitaba. Basta, no digas
esas cosas. Es cierto. Porque me

avergüenzo. Tu madre, tu padre y tú me
elogian tanto porque me aman.

Tanto como los amo a ustedes.

Ah, pero no soy esa mujer maravilla que
ustedes creen. No eres. Tengo defectos.

Cielos. Hago lo posible para que Atidio
no los descubra. Al menos los más

graves.

Es Clarita, ¿verdad?

Marcia también era así, ¿no?

Tenemos otra hija. Se llama Clara.

Pero nace mucho más morena que Marcia.

Se parece mucho a Marcia. Ah, es lo más
que deseo en el mundo.

No seas tan rencoroso. Al menos en un
momento tan feliz como este.

Ah, pero no quiero que se parezca en
nada a ese animal.

En nada, en nada.

Pero no es mal que es niña, ¿verdad? Si
fuera niño se parecería fatalmente en

algo su padre.

Ay,

es tan bonita.

¿Sabes con quiénes salieron?

¿Quiénes?

No estabas prestando atención.

Ah, no, mi amor. Es que estaba leyendo
este informe que Marcelo me preparó.

Anda, dime.

¿Sabes con quién salió Milena?

¿Leo? Sí, salió con Laura porque lo
escuché hablando por teléfono con ella.

Milena salió con el piloto.

Lo llamó y le pidió que llevara a
Marcelo y a Eduardo al aeropuerto y fue

helicóptero. Y si lo hizo, regresó.

¿Cómo es que lo sabes?

Marcelo me llamó apenas llegó. Dijo que
Milena fue en el helicóptero junto a ese

Fernando.

Bueno, no me lo dijo como un chisme. Lo
dijo sin malicia.

Pero si a esta hora no ha llegado a la
casa, ¿con quién está? Con él.

Marcia me lo pidió, así que iré allá a
decírselo.

No, yo lo haré.

Ese sujeto es imprevisible y por lo que
me dijiste, no suele ser muy gentil,

especialmente con las mujeres, ¿verdad?

Sí. Iré a decírselo y después vendré a
buscarte, ¿sí?

Está bien.

Espérame.

Wilson.

Wilson. ¿Quién es?

Soy yo, Atilio. Quiero hablar contigo un
momento.

Dígame. Marcia tuvo el bebé.

¿Sí? ¿Y qué?

Me pidió que le avisara.

Está bien. Ya lo hizo.

Creo que quiere que lo sepa para que en
el futuro no diga que le ocultó el bebé

o que nunca se lo dijo. ¿Lo entiende,
verdad?

No, no voy a decir nada.

De cualquier forma, gracias por haber
venido a decírmelo. Pero para serle

sincero, no quería saberlo.

Ella tiene su vida y yo la mía.

Está bien.

Solo era eso.

Bueno, de todas formas, esta es la
dirección, el número de habitación y el

teléfono.

Se quedará en el hospital hasta mañana.
Después se irá a nuestro apartamento. Ya

sabe dónde queda. Si quiere verla, tiene
nuestro permiso.

Sí. Gracias.

Buenas noches.

Buenas noches.

Wilson, ¿puedo hacerle una pregunta
personal?

No siente nada.

No está sintiendo nada.

Solo tengo sueño.

Fue lo que siempre quise en la vida y
nunca lo logré.

Ser padre.

Sigue intentándolo. No se casó. ¿Y
entonces?

Buenas noches Buenas noches

¿Qué dejaban hombres de rodillas ante
una mujer, sabía?

Sí, ya me lo han contado.

Pero nunca lo has sentido, ¿verdad?

Aún no.

Este, aún te salvo. Ya tenía listo un
rodillazo para dártelo ahí abajo.

Sí, ¿y qué?

Continúe. Así es el amor de Leo por
Laura.

¿Y ella?

Ella está enamorada de mi otro hermano,
de Marcelo.

Fueron novios dos años antes de que se
casara y creo que aún no comprendió que

ya se casó, pero eso sucede.

En las mejores familias.

Sí, pero tal vez termine por enamorarse
de él, quién sabe.

Nada en este mundo te parece imposible,
¿no?

Pero te diré una cosa.

Leonardo es mil veces, pero mil veces
mejor que Martelo.

Nació. Es una niña. Todo salió bien. Un
parto natural. Gracias a Dios. Mañana

vendrán para acá.

Recetando.

Anita y Flavia llamaron dos veces
preguntando por mí. Ah, sí.

Después de darme un baño y de comer
algo, les daré la noticia.

Tenemos que comprar la cuna.

Es cierto. No había pensado en eso.

¿Estás lamiendo a la cría, mamá?

Mirándola.

Revisándola.

Y tratando de descubrir los mínimos
detalles.

Pero ya nadie me cambiaría, Rita.

La encontraría entre un millón de bebés.

Olfato de madre.

Olfato, tacto, vista, todo.

¿Sabes? Una vez tuve una paciente que se
quedó en el cuarto contiguo.

En el segundo día que pasó aquí... La
puerta estaba entreabierta y ella

el llanto de un bebé. Y dijo, mi bebé
está llorando. Todos se rieron mucho

porque en realidad aquello parecía un
coro. Todos lloraban igual. No se podía

distinguir. Pero siguió insistiendo.

Así que tuve que ir a ver.

Y adivina.

Era su bebé gritando a pleno pulmón.

¿Tus padres se fueron?

Se fueron al hotel.

Están cansados y también bastante
molestos con esta situación.

Sí. Pero tampoco insistí en que se
quedaran.

Porque quería... Quería quedarme a solas
así, con mi hija, solo las dos.

Para que empecemos a entendernos.

Sí, es bueno empezar desde ahora.

Elena y Atilio fueron a decírselo a
Wilson.

Después irán a su casa.

¿Crees que hice mal al pedirles que
avisaran al padre de mi hija?

No, claro que no. Creo que hiciste muy
bien.

Pero sé que no le importará.

Eso ya será problema suyo, Marcia.

Tenías que avisarle, ¿no?

No es increíble que un pedacito de
persona como este venga al mundo con el

separado de la madre, sin querer saber
de ella.

Es decir, ya nació rechazada, ¿verdad?

Sí.

Pero si eso realmente sucede, tú la
amarás por los dos.

Amor nunca le faltará. Por dos, por
tres, por cuatro.

¿Y entonces?

César, mi hija es blanca.

La examiné bien.

Y no es solo el color, porque sé que los
bebés nacen parecidos.

Sino por los rasgos también.

Sus labios son delgados.

Los ojos del padre.

Fíjate las raíces del cabello. Aún es
muy fino, pero es rubio.

Mi hija será rubia, César.

Como su padre.

También lo noté desde el primer momento.

Es posible, Marcia.

Sí. Leí un reportaje de una revista de
Sao Paulo que presentaba varios ejemplos

de niños blancos, de madres negras. Pero
nunca pensé que me pasaría a mí.

Sí, realmente es poco probable que
suceda, pero, en fin, en la lotería

todo es posible.

Bueno, Marcia, un especialista te lo
podrá explicar con más autoridad y con

datos, porque realmente no es mi
especialidad.

Marcia, el color de la piel del bebé es
determinada por varios pares de genes.

Cuando el bebé se está formando, recibe
esos pares de genes de sus padres,

¿entiendes? Si recibe pares de genes
para producir mucha melanina, el color

su piel será oscuro. En caso contrario,
su color será claro.

Tienes antepasados blancos, ¿verdad?

Claro, portugueses.

Sí.

Bueno, no vamos a pensar en eso ahora.

Voy a indicarte un médico especialista
que tendrá respuestas para todas tus

preguntas.

Lo que tienes que hacer...

Es disfrutar a tu hija.

Sí, esperaba que fuera como yo.

Sí estoy sorprendida.

Imagínate cómo se sentirá Wilson.

Tengo que irme.

¿Sabes qué hora es?

No lo sé, ni quiero saberlo y odio a
quien lo sepa.

Tienes que saberlo. Son las cuatro de la
madrugada y pronto amanecerá. Que me

encanta el amanecer.

Llévame a la compañía.

Quiero buscar mi moto.

Te llevaré a tu casa.

No, tendrías que regresar sola. ¿Qué
qué?

Ya habrá amanecido, pero con una con...
¿Cuál?

Su conducida.

Está bien.

Vamos.

¿Y ustedes?

¿Van a quedarse?

No, creo que Laura y yo también nos
iremos.

Ay, creo que me estoy volviendo vieja.

Tengo tantos sueños.

Es el cigarrillo.

Ya vas a empezar.

Ya me basta con el sentimiento de culpa.

Sí, discúlpame.

Bueno, ¿pagamos a medias? No, no comiste
ni bebiste nada.

No, pero estuvimos juntos. Es justo que
paguemos a medias.

Negativo. Déjalo para la próxima.

Bueno.

La noche fue perfecta.

Eres una pareja fantástica.

Pero me iré a dormir.

Me encantaría que me llevaras cargada a
la cama.

Lo haré.

Eso sería muy bueno si no tuviera tantos
sueños.

¿Te imaginas qué pasaría si me llevas a
la cama en este estado?

Me dormiría.

¿Tienes los alambres?

¿Los alambres en los dientes los tienes
puestos?

Son fijos.

Solo el dentista puede quitarmelo.

Déjame ver cuál es la sensación.

Dame un beso.

No sentí nada diferente.

Déjame volver a sentirlo.

¿Te imaginas si quedo enganchada en los
alambres?

Mírate la escena.

Entraríamos a la casa.

Pegados uno al otro.

Así, enganchado a ti.

Tendrían que llevarnos a tu dentista y
despertarlo.

Y despertarlo a esta hora para... Para
que no estés enganchado.

Una buena escena para Woody Allen Esta

semana

La verdad desnuda es que quiero hablar
en serio, dramas conocidos, mundo

particular,

solo que guitarra no me han de
conquistar.

Gracias por ver el video.

¡Gracias!

No creo en tu mirada, cada cual por sí y
por mí

ya nada.

¿Qué haces ahí, mamá?

¿Qué lo preguntas, Nando?

Por favor, mamá, no puede ser.

No me digas que me estabas esperando.

No, esperabas a Nicolás.

¿Pero qué sucede, mamá?

¿Cuántos años crees que tengo?

No voy a discutir contigo.

Si crees que después de adulto puedes
ser irresponsable y cruel con tu madre,

bueno, está bien.

Tienes razón.

Soy una completa idiota.

No, espera, espera.

Salí, fui a dar un paseo, fui a bailar.
¿Qué tiene eso de malo?

Nando, me parece perfecto que salgas,
que bailes, que saltes, que te diviertas

toda la noche.

Pero no podías avisarme, hacer una
llamada. Pero lo intenté. Con todo lo

vemos en los diarios y la televisión,
¿crees que una madre puede dormir

tranquila con un hijo en la calle?

Traté de llamarte, mamá.

Usé el teléfono celular de Milena y
traté de llamarte, pero no logré

comunicarme.

Después se fue haciendo tarde y no
quería despertarte, ni asustarte.

Eso fue todo.

Disculpa.

Disculpa.

No, no lo hice a propósito.

Estás mojado, Nando. ¿Dónde estabas? Eso
fue un juego, solo un juego. Me metí al

mar.

¿Te metiste o se metieron?

Nos metimos, me metí con Milena. Fue
solo un juego suyo, se le antojó.

Sí. ¿Y esa muchacha estuvo contigo hasta
ahora?

Y ella tampoco llamó a su casa.

Quiere decir que estuvo fuera toda la
noche y eso les parece normal.

Señora Lidia, a veces parece que
vivieras en el siglo pasado.

Milena es adulta e independiente.

Y tal vez no lo parezca, pero es
juiciosa.

Una mujer se queda hasta esta hora en la
calle.

Va a la playa contigo.

Se mete al mar con la ropa o se la quitó
para hacerlo. Bueno, no importa si

entró desnuda o vestida.

¿Pero crees que es juiciosa?

¿Qué es para ti no tener juicio?

¿Lanzarse de un puente? Lanzarse de un
puente. No tienes por qué exagerar,

Mamá. ¿Qué pasa?

Tuve una pesadilla.

Son las historias de tu padre.

Regresa a la cama porque no pasó nada.

Espera, yo te llevaré, Sandrita.

Vamos. Estás mojado, Nando.

Mamá, hablamos después.

¿Se quedará en este lugar?

Ahora aquí estará bien. Gracias,
Narciso. Por nada, señora Elena. Qué

Solo tú puedes encontrar una cuna tan
linda como esta, Elena.

¿Crees? ¿Cuándo llegarán a la casa?

No lo sé.

Iré al hospital ahora.

Mientras tanto, quiero que cambies las
sábanas. Tenlo todo listo para cuando

ella llegue. ¿Está bien?

Gracias una vez más, Narciso. Por nada,
señora Elena.

¡Elena! Aquí estoy.

Elena, ¿estás vestida?

Ya viene a saber qué está pasando,
¿verdad? Cierra esa bocota. Si estoy

¿por qué?

Estamos aquí. Voy a pasar con Néstor.
¿En dónde estás? Hola, pasen. Estoy aquí

en el cuarto de Eduarda.

¿En el de Eduarda? No, en este.

Hola, Elena. Te busqué por toda la casa.

¿Cómo estás, querido? ¿Qué es esto? Ya
compraron cuna. Están trabajando rápido,

¿eh?

No se trata de eso, Néstor. No es lo que
estás pensando.

Es para el bebé de Marcia. Ya nació. Y
vendrá a quedarse unos días con

Es bonita la niña. Es preciosa.

Tienes que verla. Iré a buscarla ahora.

Es una belleza. No extrañas tener bebés
en la casa. Ay, ni me lo menciones. Y

parece que Atilio y tú ya abrieron la
fábrica, ¿verdad?

Nosotros, ni pensarlo.

Vete a trabajar, anda, vete a trabajar.
Después que fue ascendido siempre llega

retrasado. Privilegios. Ponte de acuerdo
con tu esposo para comernos unas

pizzas, unas cervezas. ¿Le gusta?

Ah, tío.

Bueno, no puedo decir si le gusta la
pizza y las cervezas, pero quién sabe.

¿Por qué no? Puede ser.

Está bien. Santa, ¿te hiciste cafecito?

Está en la mesa.

Chao, amor.

Chao. Chao, Elena.

Chao.

Dios mío, pero qué situación tan
incómoda la de Marcia, ¿verdad, Elena?

recuerdes, es para morirse.

Atilio fue ayer al barrio para decírselo
a Wilson, pero no mostró ningún

interés, como si no lo hubiera
escuchado. Ese hombre tiene que sufrir,

Tiene que sufrir, tiene que ser
castigado, no es posible, Dios mío. Un

de piedra.

Este no tiene corazón.

¿Sabes, Elena?

A veces me pongo a pensar que...

Ponemos a un hijo en una cunita como
esta y no tenemos la menor idea de lo

será de él, ¿verdad? Me pongo a leer en
los periódicos esas cosas horribles que

están pasando por ahí. Y ¿sabes qué me
pregunto? ¿No será un pecado traer hijos

al mundo ahora?

Por favor, Serena. No piden venir al
mundo.

Nacen y solo sufren.

Realmente me pregunto, ¿qué derecho
tenemos para traer hijos al mundo, Dios

¿Qué derecho?

Bueno, creo que cada vez que un bebé
nace, nace una esperanza de que

a mejorar el mundo.

No lo sé, no lo sé.

Estás muy negativa, Sirena.

Estoy muy amargada.

Y muy escéptica.

Por eso le pedí a mi madre que viniera,
porque cuando mi madre está aquí, Néstor

se porta bien.

Entonces el problema es Néstor.

Pero tampoco voy, no voy a molestarte
con mis problemas, Elena.

Sirena, por favor, por el amor de Dios,
las amigas son para eso. Lo sé, pero

ahora estarás ocupada por algún tiempo
con Marcia.

Ocúpate de ella porque te necesita mucho
más que yo.

Mamá. Pasa, hija, estoy aquí.

Hola, Elena. Hola.

¿Apilio está?

Ya se fue a trabajar, ¿por qué?

Por las fotos.

Puedes verlas también. Fue el fotógrafo
que Flavia contrató para que le tomara

las fotos a Marcia.

Quería que Atilio las viera porque me
dijo que tiene un amigo que trabaja en

publicidad y que me lo presenta.

El pobre acaba de mudarse al edificio.
¿Ya quieres molestarlo, Katy?

No, si se lo dijo, no le costará nada
mostrárselas. Se las dejaré en su

escritorio y cuando llegue las verá.
¿Está bien?

Cielos, ya tengo que irme al hospital y
después a la tienda. No vayan a creer

que las estoy echando, por el amor de
Dios. Están en su casa, pero es que ya

tengo que irme.

Sí, sí, sí, claro.

No tenemos fecha exacta para regresar.

Pero tampoco podemos pasar un mes
hospedados en el hotel.

Sí, regresaremos porque recibiré el
dinero de mi jubilación.

Pero no queremos irnos sin saber cuál
será tu situación, cómo quedará.

Hija mía, no puedes quedarte a vivir con
Elena toda la vida.

Sí, hasta ya había conseguido un lugar
donde vivir y que me serviría para

instalar mi taller.

Solo que el sujeto se lo alquiló a otra
persona que le pagó más.

Sí, la vida es así, Marcia. ¿De quién da
más?

Vamos, papá. No sigas con eso.

Siempre tan negativo.

Cielos, tengo problemas tan grandes y me
desanimas aún más.

Mira eso.

Ni me has sonreído desde que llegaste.

¿Y tengo motivos para sonreír? ¿Con una
hija y una nieta prácticamente en la

calle?

Buenos días.

Hola. Buenos días, Elena.

¿Puedo pasar?

Hielo.

No había visto bien a esta niña. Qué
linda es.

Y pasó conmigo casi la noche entera.

Es verdad.

Hablé con César.

Mi hija es blanca, Elena.

Igual a Wilson.

Será rubia, ya lo verás.

¿En serio?

Nunca supe de un caso así. Me parece
absurdo que esa niña se parezca a ese

monstruo.

Me lo explicó todo con detalles.

Es muy complicado. Son pares de genes y
cromosomas diferentes.

Están los dominantes y los recesivos.
Una confusión.

Pero mira esto, Elena, mira.

Fíjate en las raíces de sus cabellos.
Mira, son rubias.

Wilson. Te felicito, supe que eres una
niña preciosa.

No sé a qué te refieres. Si viniste a
almorzar, siéntate y dime qué quieres,

¿oíste? ¿Qué pasa, amigo?

¿Estás molesto?

No, no tengo ganas de hablar, solo eso.

En el momento de hacerla todo estaba
bien, ¿verdad? Pero ahora... A la boca

medio de la partida. ¿Cómo dijiste?

Lárgate de mi restaurante.

No pasa nada, amigo.

De vez en cuando viene un cretino a
molestar. Solo eso.

Vamos a hacer la exposición con las
piezas que tenemos. Porque con la bebé y

teniendo que amamantarla, la pobre no
tendrá tiempo para hacer nada. Está

¿Entonces hago imprimir las
invitaciones?

Sí, ahora mismo.

El año que viene haremos otra, más
completa.

Si es que Marcia sigue trabajando.

Sí. Porque ni tiene un lugar para
dormir.

Mucho menos para trabajar.

¿Aló?

Hola, Elena.

Muy bien.

¿Allá?

Elena está saliendo del hospital con
Marcia. Se irán a su casa.

Ay, quiero ver a la bebé.

Ay, Anita está aquí histérica por ver a
la bebé.

Sí, iremos allá después.

No te preocupes, todo está bajo control.

Está bien.

Besos, Elena.

Hasta luego.

¿Sabes a qué hora llegó mi Elena a la
casa?

A las nueve. A las nueve de la mañana.

Estaba despierta y la escuché entrar a
su cuarto.

Creo que no es la primera vez que hace
eso. A mitad de la semana, Arnaldo, eso

es un abuso.

El pobre Marcelo se mata trabajando en
la empresa para que sus hermanitos

y regresen a la casa en la mañana,
gastando dinero y salud, que no importa

porque es suya, pero el dinero no. El
dinero es nuestro, de nuestra familia.

Ayer te acostaste y hoy te despertaste
hablando de eso. Hasta parece una

obsesión tuya. Y lo es, lo es.

No descansaré mientras no solucione ese
problema.

Hablaré con ellos.

Sería inútil, Arnaldo. Ya lo he hecho
miles de veces. La solución es actuar.

Si la podrías traerle sus tostadas al
doctor, vas a quedarte ahí parada,

embobada, encantada, mirándome a la
cara.

Trae leche caliente también.

Sí, señora. ¿Sabes qué creo, Arnaldo?

Creo que deberíamos hacer que los dos
trabajaran en la empresa.

¿Para hacer qué? No lo sé. Al menos para
cansarse durante el día y valorar el

dinero que gastan durante el mes.

Sí, consígueles una oficina y mete a los
dos allá, que se queden allá.

Aunque sea para servir café y atender el
teléfono.

Desperdaste con las pilas cargadas. Es
que ese muerto de hambre de Niterói no

sale de la cabeza. Ese sujeto quiere
quedarse con nuestro dinero.

Espera, dime una cosa.

¿Crees que esté enamorada? ¿Crees que
sea en serio? ¿Tú crees? Yo que sé,

Arnaldo. Ahora las cosas son diferentes.
Los jóvenes hacen lo que quieren. Y ya

no existen los novios, solo amantes.

Me canso de oír a mujeres de 40, 50
años, con hijos y nietos, diciendo ahora

tengo novio nuevo.

En mi época, querido, no se iba a la
cama con el novio. Y si se hacía, se

cambiaba el título de novio por amante.
Sí.

Banalizaron el sexo, querida.

Fíjate bien, una muchacha como Milena.

Criada con tantos lujos, con lo que
invertimos en cursos, en viajes, en

estudios. Aparte de lo que gastamos en
médicos y dentistas, se enreda con un

muerto de hambre. Sin presente, sin
pasado y seguramente sin futuro.

Ella será desplomada, ¿sabes? Y nosotros
también.

Pero espera, realmente tengo la
impresión de que es solo una

una curiosidad para saber cómo es dormir
con un pobre. Ese pobre nos acostará

los ojos de la cara, Arnaldo.

Solo tiene que dejar de ir a Angra. ¿Tú
crees? Ella lo busca fuera del trabajo.

Pero el punto de referencia es ese
maldito helicóptero.

Sí, sí, ella usa ese helicóptero como si
fuera un taxi.

¿Sabes que tuve que pagar una cuenta del
tamaño de un tren solo por los viajes

que ella hace?

No puedo creerlo. Debiste decírmelo
antes, Arnaldo. Sí, sí, es así. Hay algo

más. No sé si fue en broma que lo dijo,
pero ella me lo dijo. Me dijo que estaba

pensando en comprar un helicóptero.

Medio millón de dólares.

No puedo creerlo, ¿lo ves?

Fue idea del piloto. Es exactamente lo
que te estoy diciendo.

Quiere abrir una empresa a costa
nuestra.

¿Marcelo ya dio señales de vida?

Le dije que se desconectara, que se
desconectara del trabajo, del país, de

nosotros. Necesita descansar, disfrutar
bastante con su esposa.

Buenos días. Buenos días.

Dime, ¿si la Romeo ya llegó?

No, señor.

Blanca, no es posible. ¿Mandas al chofer
al supermercado cuando tengo que ir a

trabajar? No sabía que tenías prisa,
Arnaldo. No solo tengo prisa, sino que

estoy retrasado. Tengo una reunión en el
Flamengo. Es más, una reunión a la que

debería ir Marcelo. Sí, sí, Leonardo,
lleva a tu padre. Haz algo útil,

Sí, déjame comer algo. No, hijo mío,
comerás después. Tu padre está apurado,

lo ves?

Vámonos, vámonos, vámonos. Y una cosa,
Arnaldo.

Esa empresa de helicópteros en la que
trabaja el sujeto... ¿Qué pasa?

Aún es de Olavo, del esposo de Rosa. Sí,
sí, es de Olavo. ¿Por qué?

Por nada.

Yo tuve una idea. Ahora vete, Arnaldo,
vete.

Préstale bastante atención a lo que
dirás en esa reunión y especialmente a

que vas a firmar.

Me preocupo mucho cuando Marcelo no está
contigo dirigiendo los negocios. ¿Pero

qué dices? Hasta pareciera que no sé lo
que hago. ¿Sabes que cuando Marcelo

viaja me pongo tensa, nerviosa? Deberías
estar acostumbrado. Pones muchas

responsabilidades en los hombros del
pobre Marcelo. ¿Y encima de quién las

pondré? Marcelo es el único en esta casa
con capacidad para el trabajo y para el

éxito.

Vámonos, vámonos.

Sila.

El teléfono, tráemelo aquí.

¿Aló? Rosa, ¿te desperté? Es Blanca.

Sí, también me desperté temprano.

Dime algo, ¿no quieres almorzar conmigo
hoy?

Aquí en la casa haré que te preparen una
rica ensalada.

Bienvenida a nuestra nueva ciudadana
brasileña. Ay, es preciosa, qué bonita

es.

esta mano.

Todo esto...