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Per amore, hai mai fatto niente solo,
per

amore, hai sfidato il vento e urlato
mai,

hai diviso il cuore stesso, pagato e
riscommesso,

dietro a questa mania che resta solo.

Sofía.

No tienes mucha hambre, ¿verdad?

No.

No sé. No me baja. No puedo.

¿Quieres jugar al avioncito?

No.

No tengo apetito ahora.

Pero ya comí un poco. Después lo
intentaré otra vez.

Sí, pero ya estás mucho mejor, ¿verdad?

¿Hola?

No comió nada, Eduarda. La señora Blanca
se enojó.

Ay, no, Sila, no quiero. No tengo
apetito. Puedes llevártela.

¿Qué pasa?

estás muy enojada con papá, ¿verdad?

Disculpa, solo lo digo porque lo quiero
mucho y porque él también te quiere

mucho.

No quiero hablar sobre eso, ¿está bien?

Está bien.

Algún día, un día cualquiera, puede ser
dentro de un millón de años, lo haremos,

¿está bien?

Me ayudaste mucho, ¿sabes?

Pronto voy a mudarme a mi propio
apartamento. Y quiero que almuerces

¿sí? Quiero que te quedes allá el tiempo
que quieras, ¿está bien?

Sí. Ahora tengo que irme porque mi mamá
no sabe que estoy aquí y me está

esperando para almorzar.

Ah, las flores están en el lavamanos.
¿Te gustaron las flores?

Mucho.

Papá las eligió.

las flores. Por eso las compré.

Chao.

Chao.

Sandrita.

Me quedé dormido.

Leonardo está allá afuera. No quiere que
se vayan sin hablar con él.

¿Dónde? ¿En la piscina?

Por aquí.

Gracias. Vamos.

Hola. ¿Qué? ¿Ya se van?

Es que mi esposa nos espera para
almorzar.

Me dormí allá adentro y perdí la noción
del tiempo.

Eduardo se siente mucho mejor ahora.

Ah, entonces le pediré a Romeo que los
lleve a su casa.

Imagínese, vivimos en Niterói. Por
favor, dice Niterói como si fuera otro

planeta. Niterói queda cerca.

Bueno, está bien.

Gracias. Ven.

¡Mi bizcocho!

Ya lo había olvidado. Iré a buscarlo.

Qué buena noticia, Leo.

No, no tienes que llamarla. Hablaré con
ella después.

Un beso, gracias.

Me quedé dormida.

También yo.

Y dicen que las mujeres nos tardamos en
el baño. ¡Qué injusticia!

¿Sabes qué pasa?

Es el hábito de vivir solo y tener un
baño para mí.

Sí, por lo visto vamos a necesitar un
baño para cada uno.

No puedo creer lo que veo. Siempre dejas
el baño tan encharcado.

Solo cuando lo uso.

¿Llamaste a Eduarda?

Sí, hablé con Leonardo.

No te puedes imaginar lo que pasó. ¿Qué?
Sandrita estuvo allá con Orestes.

Eduarda no vio al padre. Pero Sandrita
estuvo con ella en el cuarto.

Conversaron, la pasaron muy bien.

Hasta Eduarda comió un poco después de
eso.

Ya quiere bañarse.

Parece que mi hija se está recuperando,
saliendo de la cría. Qué buena noticia.

Bueno, quien va a bañarse ahora soy yo.
Y después prepararé algo de comer. ¿Qué

te parece?

Perfecto. Es que no tenía apetito. Hasta
tenía náuseas y ahora tengo mucha

hambre. ¿Quieres quedarte quieto? Quita
esa mano. Pórtate bien.

Quiero mejorar tu apetito.

Sal de aquí. Dios, no podré bañarme.
Eres un demonio. Con permiso.

Tengo que ir por un par de zapatos que
encargué. También pasaré por la tienda

porque la pobre Flavia está sola
haciéndose cargo de todo.

Si quieres, podemos salir a cenar esta
noche.

Lo decidiremos cuando llegues. Está
bien.

Ah, pero este es un servicio de hotel
cinco estrellas. Muchas gracias.

Déjame servirte antes de que se enfríe.

¿Quieres el café negro o con leche?

Negro, por favor.

Tenemos que acostumbrarnos el uno al
otro y eso toma algún tiempo.

Tenemos hábitos diferentes.

A mi edad, viviendo solo, no tengo
hábitos. Tengo manías.

Me estás asustando.

Creí que me había casado con un hombre
normal.

Y entonces Marcelo decidió subirse a un
avión con Eduarda y pasar al menos una

semana en Nueva York.

Ay, ojalá pudiera estar en su lugar. Por
favor, querida, tú no lo necesitas.

Ella sí necesita salir de esa apatía, de
esa depresión.

Y nada es mejor para una mujer que un
buen viaje de compras.

Especialmente en Nueva York. Mi querida,
una tarjeta de crédito sin límite en

manos de una mujer que es la verdadera
llave del paraíso. Y no solo la llave,

¿sabes? Es una ganzúa, una pata de
cabra, porque no abre puertas, las echa

abajo.

Me gustaría hacer un viaje como ese
antes de Navidad.

Aunque fuera con la excusa de buscar a
mi hermanita a Boston.

Es verdad.

¡Cielos!

¡Eduarda! Vayamos a ver cómo está.

Tengo una sensación de vacío en mi
interior.

Como si también hubiera muerto junto con
mi hijo.

Marcelo no fue a buscarme al hospital.

Temo mucho que ya no me ame tanto como
antes de que esto pasara.

Ay, Dios mío.

Me alegra tanto verte con esa sonrisa.

Ay, mi querida.

Mira a quien te traje para que te
visitara.

Hola. Hola.

Por lo visto no necesitas visitas. Te
ves muy bien.

Sí, me siento mucho mejor.

Ya no soporto seguir en esta cama. Pues
entonces levántate. Todos sabemos que no

estás enferma.

Sí, por lo que me dijeron creí que iba a
encontrarte muerta.

Pues no será esta vez, querida.

Estoy bromeando. Dios me libre.

Por favor.

Te lo puedo asegurar. Me alegra mucho
encontrarte así, así recuperada.

Pero sé que debe ser difícil y... Bueno,
puedes contar conmigo si necesitas

algo. Y Marcelo, hija, ya sabe que estás
mejor.

Bueno, lo llamé y estaba en una reunión.
Dijo que me llamaría apenas terminara.

Es él. Es él.

Quieres apostar.

Debe estar muy ansioso.

¿Aló?

Sí, ¿está? ¿Quién es?

Ah, hola. ¿Cómo está, doctor? Sí, soy
yo. Muy bien.

Ella está muy bien. Está mucho más
animada.

Así es, claro. Puede atenderle. La tengo
justo al lado.

Está bien. Hablará con usted.

Un momento, ¿sí?

Es el médico, el doctor César.

Si no hablas con él, se morirá.

Hola, César.

¿Estás más animada, Eduarda?

Sí, creo que sí. Pero tampoco puede ser
así, ¿verdad? Tan rápidamente.

Claro que no.

César, la señora Marta... Dile que
espere un minuto, un minuto.

¿Necesitas algo, Eduarda?

No, no, gracias.

Todo está bien.

Mi padre y mi madre te mandan un beso.
Gracias.

Bueno, ya sabes que si necesitas algo,
puedes llamarme a cualquier hora.

Lo sé.

¿Decidiste si vas a viajar? Bueno,
Marcelo aún no sabe si puede. Tiene que

si los negocios lo permiten.

Está bien.

Te llamaré otro día.

Ah, no olvides fijar una consulta con el
doctor Moretti.

Mi madre lo hará.

Está bien. Está bien. Un beso. Chao.

Chao.

Oye, Sila.

¿Leonardo limpió la piscina? Sí, ya la
limpió, señora.

Entonces bajaré a darme un chapuzón.
Vamos, Laura.

Vamos. ¿No quieres bajar con nosotras a
tomar sol?

Blanca, creo que no. Será mejor no
abusar. Está bien.

Tienes razón.

Querida, me alegra mucho que hayas
reaccionado.

Porque así podrás intentarlo nuevamente.
Y tal vez dentro de dos meses estés

embarazada otra vez.

Y puedas darme ese nieto tan esperado.

Los efectos de la menopausia tienen los
días contados. Leí en el periódico que

con el congelamiento de los óvulos, una
mujer puede quedar embarazada cuando

quiera, aunque tenga 60 años. ¿Pero una
mujer de 60 años está en condiciones de

crear un hijo?

Claro. ¿Y los hombres no?

Es diferente.

Ah, eres un machista, ¿sabes? Mi padre
dice que los hombres envejecen más

que las mujeres.

Algunos hombres y algunas mujeres.

Ve a mi casa a verlo. Mi padre es cuatro
años más joven que mi madre y está

acabado. Y ella, rozagante.

Estás muy interesada en el asunto,
Lidia.

¿Acaso piensas...? ¿En otro hijo? Estás
loco.

Casi no puedo con Sandrita. Pierdo la
paciencia, me enojo. Con Nando era muy

diferente, tenía una disposición de
leona. Nada de eso, aún estás muy joven.

lo diga el señor Acasio, el de la
lavandería.

¿Qué pasa con Acacio?

Cielos, hasta se pone a temblar cuando
viene aquí a buscar o a traer ropa,

Lidia.

Creo que él tiembla por ti.

Tú bien sabes que no.

Esa muchacha está cada vez más
maliciosa. ¡Qué loca!

¿Qué sucedió?

Eso es lo que quiero saber.

La lotería ya empezó a gastar. Gracias.
Por nada.

¿De quién es ese auto?

Es el auto de Leonardo.

¿Cuál Leonardo?

El hermano de Marcelo.

¿Marcelo? El esposo de Eduardo.

Estoy empezando a imaginarme lo que
habrá pasado.

Hablaremos después, ¿sí?

Les dejé el almuerzo en Baño María.

Vamos, hija.

Lávate las manos, Orestes. Tú también,
sangrita.

Tenemos clientes. A trabajar.

Bueno, estaba en la tienda y me dijo que
venía saliendo. Está muriéndose de

hambre. ¿Qué te parece?

Ay, creo que si ya no estuviera
enamorada de usted, hoy se rendiría a

Si tuviera un hombre que me diera una
sorpresa como esta, doctor, le lavaría y

le plancharía la ropa el resto de mis
días.

No, no aspiro tanto. Me basta que no
cambie mi ropa de la caballita santa.

Creo que quedó muy bien, ¿verdad? Sí,
sí. ¿Ya puedo irme?

Puedes y debes. Bien, dígale que mañana
temprano estaré aquí. Está bien.

Si alguien llama, la puerta no vaya a
abrir. Son unos abusadores. Invaden,

siempre piden cosas. Si les da
confianza, estará perdido.

Apague la luz y hágase el muerto. No
deje que lo molesten. Y mañana me lo

contará todo.

Está bien. Hasta mañana.

Marcelo, creo que ya no me amas.

Realmente quería ir a buscarte al
hospital o habré llegado temprano a

tuve tanto trabajo, tanto trabajo.

Marcelo, pero pudiste haberme llamado al
menos una sola vez, amor.

Ya te lo dije, ni pude almorzar.

No pude tomarme un vaso de agua. Trabajé
todo el día. Adilio llegó y se fue

media hora después.

Isabel y yo tuvimos que encargarnos de
todo.

Pero yo tengo una noticia maravillosa
que darte. ¿Cuál?

Dímela, amor. Dímela ya porque necesito
una noticia maravillosa.

Arreglé todo con mi padre. Nos iremos de
viaje.

¿De viaje? Una semana.

Diez días. Solo los dos. ¿A dónde, amor?

¿A dónde? A Nueva York. Sé que te
encanta.

Qué bueno. Solo tienes que decirme que
estás bien y nos iremos. Estoy bien.

Estoy bien, amor.

Ahí vamos.

¿Qué sucede?

Espera. Espera. ¿Qué sucede?

Disculpa, amor.

No. No. No, estoy bien, ya pasó. Voy,
voy a recuscarme.

¿Quieres que llame al médico?

No, no, no hace falta.

No hace falta. Quédate conmigo, dame un
abrazo.

No se los dije.

Esa muchacha no perdió al bebé sin
motivo como otras mujeres.

Ella tiene algún problema, cerciórate.

Antes de que quede embarazada otra vez.

¿Está acostada?

Sí, dejé asíla con ella en caso de que
necesite algo.

Pero si Sila está allá arriba, ¿quién me
va a servir los martinis?

Hola, mi amor.

Nos morimos de hambre.

Marcia se quedará algunos días con
nosotros, al menos hasta que el bebé

Disculpa la invasión.

Ustedes acaban de casarse y creo que lo
que menos desean en este momento es a

alguien metido aquí como huésped.

Figúrate, será un placer, será un
placer. No estás aquí porque quieres,

sino porque lo necesitas. Tu vida es un
vendaval.

Creo que solo se calmará cuando ese bebé
nazca.

Y menos mal que se acerca el día.

Ven. Te ayudaré a guardar tus cosas y ya
verás que no estorbas para nada. Déjame

llevarla, permíteme.

Adiós.

Oh,

mi amor.

¿Hiciste todo esto para mí?

Para nosotros.

Ah, Dios mío, sabía que iba a estorbar.
Elena, discúlpame.

Oigan, haré una cosa. Iré a dar un paseo
porque realmente necesito hacer

ejercicio. Así podrán cenar y regresaré
en unas dos horas. ¿Qué dices? ¿Qué

locura es esa? Imagínate. Vas a cenar
con nosotros.

No puse tres platos porque no sabía que
ibas a venir, ¿verdad? Pero, Marcia, el

pasticho que preparé alcanzará para los
tres. No te preocupes.

Veí que saldríamos a cenar y te confieso
que hasta estaba un poco desanimada. Lo

que realmente quería era esto, quedarme
en casa.

Tan poco tiempo juntos y ya adivina lo
que quieres.

Eso sí es amor.

Te felicito.

Orestes, considero lo que hiciste.

Una traición.

Te explicaré.

Fue tan lindo, mamá. Ya me hiciste
varias, Orestes.

Y algunas bien graves, ¿no?

Pero te pasaste de la raya.

Llevaste a mi hija a una casa que no
conozco. Y con una gente que te odia.

Déjame contarte lo que pasó. Eduarda es
muy buena, mamá. Me trató muy bien. Y

hasta mejoró cuando llegué allá.

Estás obsesionada. No estoy obsesionada.
Lo sé, lo vi. No lo vio quien lo quiso.

Déjame explicártelo. Deja que te
contemos lo que pasó. Óyeme, Orestes. No

pelear. No quiero gritar.

No quiero ser la bruja que creen que
soy.

Pero no debieron ir allá.

¡No debieron hacer eso!

Y tú eres el culpable, Orestes.

Obligaste a Sandrita a exponerse de esa
forma.

Papá no me obligó. Yo quise ir.

Es mi hermana.

Y está triste.

Está sufriendo. Como si fuera Nando.

¿Te gustaría que Nando se enfermara y
que no fuera a animarlo, eh?

Nando siempre te trató bien, Sandrita.
Él te quiere mucho.

Y trata muy bien a tu padre, que no es
nada suyo. Eso es algo que también

olvidaste. Le hablé a Eduarda de papá.

Ellos van a entenderse algún día, ya lo
verás. No es una muchacha de buen

corazón. Fue muy cariñosa conmigo, mamá.
Me dijo que iba a mudarse y que quiere

que almuerce con ella. Quiere que me
quede en su casa el tiempo que quiera.

Es difícil creerlo.

Nadie cambia tanto de un día para otro.

¿Crees que si me hubiese tratado mal,
hablaría bien de ella? ¿Lo crees?

Ella tiene razón, Lidia. Tiene razón.

No quiero hablar contigo.

Irresponsable, no hables conmigo.

No te enojes con él, mamá.

Es su padre y yo su hermana.

Tú no eres nada de Eduarda.

No puedes quererla tanto como nosotros.

Iré a servir la cena.

Sí, sí, sí.

Te sientes mejor.

Fue un mareo, solo eso.

Dormí un poco y se me pasó.

Hablé con César por teléfono y me dijo
que no podía estar bien de un día para

otro, ¿verdad?

Claro. Ah, ¿sabes quién estuvo aquí?

Sandrita.

¿Sandrita? Sandrita, mi hermana. Tú la
conociste, una princesita. Una niña

linda. Sí, exactamente.

Y me dijo que su madre perdió un bebé
antes de que ella naciera.

Y que se quedó una semana en la cama
llorando y creyendo que iba a morirse.

Te diré una cosa, Duarda.

En la empresa escuché varios comentarios
sobre ese asunto.

¿Quieres que te diga lo que pienso?

Creo que reaccionaste mejor que muchas
mujeres que han perdido bebés en las

mismas condiciones.

¿Lo crees?

Claro, en unos días podremos hacer ese
viaje y hasta entonces te cuidaré.

¿Quieres que me haga cargo de ti? Claro,
Marcelo. Más que nada, es lo que más

deseo en la vida.

¿Y Nando? ¿No está?

Fue a cabo frío.

Regresará mañana o pasado.

Aún no lo sabía.

Es una casa tan linda, mamá. Tiene una
piscina enorme. Tienes que verla.

Leonardo... Leonardo me invitó a que
fuera yo a bañarme en la piscina.

Y su madre también me invitó en la
fiesta.

¿Me das permiso para ir?

Mi amor.

Esas relaciones con Eduarda y con su
familia, tienes que decidirlas con tu

padre.

Como tú misma dijiste. Y yo estoy de
acuerdo contigo. No soy nada, ni de

ni de su familia.

Así que, como son sus parientes, hermana
y padre,

deben decidirlo.

¿Te parece bien?

Come, hija, antes de que se enfríe.
Vamos.

Y para ser sincera, creo, yo creo que me
meto

demasiado en sus vidas. De todos
ustedes, hasta en la de Nando.

Empezaré a preocuparme más por mi vida,
por mis problemas.

Nuestros problemas son comunes, mi amor.

Algunos, algunos.

Si me preocupo menos, tendré tiempo para
mí, que es lo que necesito.

Necesito dedicarme más a mí.

No sé si entienden eso.

Bueno, vamos a comer.

Quiero ver mi novela.

Entonces, ¿qué les parece?

Qué maravilla.

Van a reírse de mí.

Pero nunca antes había comido pastillo.

¿Sabes qué? De esta forma tampoco yo.

Bueno, este es un pastillo práctico que
puede ser hecho en una hora.

Les haré uno especial otro día. Un
pastillo con hierbas.

Pero hay que hacerlo con mucha calma.
Hay que hacerlo de un día para otro,

horas antes.

Tiene pimientos verdes, tomate, comino,
cilantro.

Les encantará.

Te lo exigiré.

Aún no se los pregunté. ¿Están
celebrando algo?

Estamos celebrando, mi amor.

Bueno, vivir contigo es una celebración
permanente.

Oh, mi Dios del cielo.

Ya apenas estamos empezando.

Solo quiero ver cuánto tiempo durará
toda esta seducción, porque ahora no

ninguna ventaja. Estamos prácticamente
en luna de miel.

Para Marcia solo un poco, porque si no
el bebé... Le gustará y querrá beber.

Bueno, ¿y ahora por qué brindamos?

¿Ustedes me soportarían diciendo unos
versos?

Me encantaría. ¡Qué privilegio!

Bueno, no recuerdo el nombre del poeta,
pero es la traducción de un poema

estadounidense o inglés. Creo que es
inglés, me lo aprendí hace muchos años.

Todos mis amigos conocen ese poema
porque forma parte de un repertorio

esencialmente romántico. Yo fui un joven
muy romántico.

Casi no se puede notar, ¿verdad?

Bueno, estamos esperando.

Mi copa yergo en honor a aquella en
quien todo es bello. Y para todas las

mujeres sirve, parece, como modelo.

Un brindis por ella.

Pues si en el mundo hubieran otras
iguales a ella, la vida sólo sería

y el tedio una palabra nada más.

Y que quede muda con cara de misterio,
la verdad desnuda es que quiero hablarte

en serio. Tramas conocidos, mundo
particular,

solos de guitarra no me han de
conquistar.

Te quiero así como yo quiero.

No se lo dije, señor Oscar. La casa
quedó muy bien. Quedó como nueva. Sí,

falta terminar el baño, ¿eh?

Terminaré todo esta semana. Se la
prometí en 15 días y lo haré en 10.

Pero tenemos que hacer las cuentas para
que no se vayan a acumular.

Con esas reparaciones, mis ahorros
desaparecerán.

Hola, Genesio.

Te estaba buscando.

¿Podrías revisar el taller? Tiene
filtraciones desde ayer. Yo me ocuparé

No, no, no, no. Nada de eso, Genesio. Yo
lo haré. Los problemas de mi casa los

arreglo yo mismo.

De cualquier forma, gracias, Genesio.

Marcia, tus fotos llegaron. Ven a
verlas. Están preciosas. Bueno, creo que

la portada, esta será perfecta.

Las manos en el vientre, una mirada
penetrante, aunque tierna y delgada.

Cielos, quedaron muy lindas.

Ni parece que fuera yo.

Bob estaba muy entusiasmado con el
resultado.

Marcia, corre, ¿dónde están las fotos?

Cálmate, muchacha.

Si te llamara para cualquier otra cosa,
no vendrías tan rápido.

Las tuyas están aquí.

Marcia, tu madre te llamará a este
número ahora mismo.

¿Acá? Sí, llamó para allá. Pero Wilson
le dio este número. Le dijo que ahora

tienen que llamarte aquí.

Gracias.

Déjala que llame. Así hablarás el tiempo
que quieras y sin problemas.

Es mejor que hacerlo allá. Es capaz de
querer cobrarte.

Katy, déjame ver tus fotos.

Hola, mamá.

Claro, estoy bien.

No, no.

No sucedió nada malo.

Pero no puedo explicártelo por teléfono.
Qué linda.

¿Cuándo van a venir?

¿Hoy? Mamá, me dijiste que me avisarías
dos o tres días antes.

Cálmate, todo saldrá bien. Tus padres
llegarán hoy. ¿Qué?

El mundo no se va a terminar por eso.

Mi madre quiso saber los detalles. ¿Qué
pasó?

¿Por qué me separé? ¿En dónde estoy?

Hizo miles de preguntas. Bébete ya esa
agua, muchacha. El corazón se le sale

la boca.

¿Qué haré ahora?

¿Cómo que qué harás?

Tus padres tienen dónde quedarse.

Eso sí, siempre se quedan en un hotel de
Flamengo, cerca del Palacio de Catete.

Entonces, ¿cuál es el problema? Estás
bien aquí, ellos estarán bien allá y

punto. Esta situación es muy incómoda,
Elena.

Esas explicaciones, esas preguntas...
No, Marcia, todos los padres se

mucho por sus hijos.

Me tratan como si fuera una niña. Pero
eso es algo muy normal.

Se preocupan por ti y se preocuparán
siempre, sin importar la edad que

Es que estoy nerviosa, es eso.

No sé.

Pero este bebé ya está en la recta
final.

Es que me preocupo por todo, ¿sabes? ¿Y
el bebé? ¿A dónde llevaré el bebé

después que salga del hospital?

¿Aquí? ¿No es aquí donde estás viviendo?
Sí. Estoy acostumbrada a cuidar bebés.

Lo he hecho toda mi vida.

No, Elena.

Me da mucha vergüenza. Con Atilio aquí,
ya sabes.

No tienes por qué avergonzarte. Te
quedarás aquí y después verás qué vas a

si te vas a Minas con tus padres o si te
quedas en Río.

Pero no puedes salir del hospital y
tomar un avión para irte a Minas. Tienes

médico aquí.

Tienes un pediatra, Jaime, que atenderá
al bebé.

Una semana después o quince días, no sé,
el tiempo que sea, harás lo que

quieras. ¿Estamos de acuerdo?

Adiós mío.

¿Qué sería de mí, de nosotros, si no
fuera por ustedes?

Por ti, Santa, Flavia. Para eso vinimos
al mundo, ¿verdad? Para ayudar a los

demás.

¿Regresarás al taller ahora?

No.

Van a llegar y será mejor que los
espere.

Santa se quedará contigo mientras voy al
supermercado porque atirio en la casa.

Ay, Dios mío. Es una locura. Son salsas,
condimentos, cosas que ni conozco bien.

Tengo que renovar la despensa, el
refrigerador constantemente. Es una

Después iré a encontrarme con Eduardo en
su apartamento.

Estoy ansiosa porque se instale en su
casa de una buena vez. ¿Ya está bien?

Está mejor. Se recuperará.

Todos le estamos dando mucho apoyo en
este momento, pero lo que realmente

necesita es un buen viaje, y lo hará.
Hoy se irá a Nueva York por una semana

Marcelo. Pero, Eduarda, solo deberían
llevar dos maletas. Una para cada uno.

sé, pero es que no sé hacer maletas.
Termino por no tener espacio para llevar

todo lo que necesito llevar. Mi madre
siempre lo hacía por mí. Si me hubieras

llamado, te habría ayudado a hacer las
maletas.

Fíjate bien, querida. El check -in abre
a las cuatro de la tarde. Romeo irá

adelante para despacharlas. Y eso les
facilitará todo.

Sila, sírvenos el desayuno. No voy a
comer mucho porque cuando viajo me pongo

tensa y ansiosa. Y no me gusta viajar
con el estómago lleno. Siempre. Pero

muy complicada, ¿verdad?

Mimada, como decía mi madre.

Sheila, ya se levantaron todos. No,
Milena está durmiendo aún. Claro, se

muy tarde.

Hola. Hola.

Hola. ¿Cómo estás?

Muy bien, vine a encontrarme con Leo
para ir al club.

Pero creo que me retrasé un poco.

Ya se fue, la está esperando en el club.

Sheila, trae el café, anda.

Cielos, te ves muy bien, Eduarda.

Sí, dormí mejor anoche.

Ay, no quiero abusar, pero ¿podrías
traerme unas cositas?

Sí, de maquillaje que necesito. Lápiz
labial, rimel, un delineador, un brush.

Ay, aquí hay de todo, ya lo sé. Pero si
son de Nueva York, tendrán otro encanto,

¿no?

Está bien, entonces anótamelo todo. Se
me olvidará, ¿sí? Ya lo hice.

Lo tengo aquí.

Sí, viajaré hoy.

Estaré fuera unos diez días cuando
mucho. Podremos almorzar cuando regrese.

padre quiere que vaya a su oficina.

Está bien, ya voy.

Claro que descansaré. Pero aprovecharé
para hacer dos visitas de negocios.

Espera. Pídele a Isabel que separe los
documentos que tengo que llevar conmigo.

Está bien.

Sí, mi esposa irá conmigo, sí.

Se siente mejor, se está recuperando.
Creo que este viaje será muy bueno para

ella. Y para mí también, claro.

La señora Eduarda lo llama por la línea
3. Está bien, gracias.

Por supuesto, almorzaremos cuando
regresemos.

Te llamaré. Te llamaré apenas regrese.
Gracias.

Adiós.

Hola, mi amor.

¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor? ¿Dónde
pongo los documentos que te llevarás?

Ponlos en mi maletín antes de que lo
olvide, vamos.

No, hablo con Isabel.

Saldré de aquí más o menos a las tres de
la tarde. Será mejor que le digas a las

cinco de la tarde. ¿Cómo dices?

Será mejor que le digas que a las cinco.
Aún tenemos muchas cosas que

solucionar. A las cinco en punto, mi
amor.

No, tendremos tiempo de sobra. Solo
tenemos que llegar al aeropuerto a las

nueve.

Está bien.

No te preocupes, amor. Un beso.

Chao, mi amor.

Es terrible viajar así, ¿sabes?

¿Cómo que así?

No sé, parece que me estuviera robando a
mí mismo al viajar en un momento en que

no puedo.

Creo que no tienes que preocuparte por
eso. Vas a hacer un viaje de placer y

harás unas visitas importantes para
nosotros.

Claro que sí, pero no dejes que Eduarda
se entere o te comerá vivo.

Creo que ya está sospechando, Sabin. Sí,
hoy me dijo que si te ocupabas de

negocios en Nueva York, tomaría el
primer avión y regresaría enseguida.

Como si fuera posible que Marcelo
viajara sin pensar en negocios.

Tú sí logras esa proeza.

Así es, cuando viajo me desconecto, ni
atiendo el teléfono.

Sí, una vez nos metiste en graves
apuros, ¿lo recuerdas?

Nadie podía encontrarte en Londres y era
muy importante para nosotros que fueras

a una reunión, ¿lo recuerdas?

Así es, te llamamos más de 20 veces al
hotel, Atilio. Lo recuerdo, estaba en el

hotel, pero no quise atender. Ya lo
dije, cuando viajo me desconecto.

Atilio, la señora Elena por la línea 2.

Atenderé en mi oficina, Paula. Te
controla mucho, ¿no?

Es el amor, Isabel. No sabes lo bueno
que es estar enamorado. Deberías

intentarlo de vez en cuando.

Ahí está.

Hola, ¿cómo están?

Nada bien, Leo.

No me esperaste.

Te esperé media hora más de lo acordado,
pero no apareciste.

Pudiste llamarme para despertarme. No
hagas eso nunca porque es capaz de

después.

Yo lo sé.

Escucha, me enseñas a jugar.

¿Pero realmente quieres aprender o no es
solo un impulso pasajero?

Te refieres a mí, ¿verdad?

Bueno, me esforcé bastante, pero también
dejaste de aprender.

Un montón de cosas conmigo. Que yo sepa,
solo a bailar.

Cielos, qué directo eres, Leo.

¿Cómo sostengo la raqueta?

Enséñame.

Sujétala bien.

Oye, cuidado con esa mano.

¿Cuál mano?

Es de ya quien se está aprovechando de
la situación.

Soy celosa, ¿qué te crees?

Gracias,

Sila. Claro, gracias.

Marcelo aún está en reunión.

Pero claro, querida, va a ausentarse.
Tiene que dejar todo en orden en la

empresa. Pero todo el tiempo, es
increíble.

Pero, Eduarda, no se puede tener todo.

No vas a pasar dos semanas sola con tu
esposo en Nueva York.

Entonces... Ah, pero escuché cuando
Arnaldo dijo que tendría que encontrarse

no sé quién en Nueva York por negocios o
qué sé yo. ¿Y qué tiene eso de malo? De

todas formas, estar allá no le cuesta
nada darle un empujoncito a la empresa.

Eduarda, olvídalo. En esta casa los
negocios siempre están primero que todo

demás. Ellos los mantienen a ustedes.

Con ellos pagamos sus estudios, viajes,
comida, ropa. ¿Ah, sí?

Sí. Pues conozco muchas personas, amigas
mías, que tienen todo eso y hasta mucho

más. Y sus padres no están hablando de
negocios las 24 horas del día. Ay,

Milena, por el amor de Dios, no quise
provocar otra pelea entre ustedes.

Pero no lo hiciste.

Es que el ambiente aquí es así siempre.

Romeo le está esperando, Eduarda. Ah,
está bien. Ya voy. Vas a salir, querida.

¿A dónde vas? Iré al apartamento. Me
encontraré con mi madre. Quedamos en que

mostrará unos muebles nuevos que
llegaron. Ah, qué bueno.

¿Cuándo van a mudarse, Eduarda? Bueno,
nuestra intención es llegar de Nueva

e irnos directamente para allá.

Qué suerte tienes.

Ni puedo creer que tendré mi propia
casa.

Sí, nadie tuvo la culpa de ese retraso.

Siento que a Blanca le molesta mi deseo
de mudarme. Creo que le gustaría que

viviéramos en su casa el resto de la
vida.

Pero eso no va a suceder. Aún faltan
algunas cositas, pero en dos semanas que

estarán de viaje las traeremos.

Cuando lleguen todo estará listo.

¿Les gustó cómo quedó?

Mucho, mamá.

No te pongas así, hija.

Muy pronto verás este cuarto listo para
recibir a tu hijo.

Sabes, a veces creo eso.

Pero a veces... No sé por qué, pero me
parece casi imposible.

Por favor, Eduarda, ten fe.

Piensa siempre en positivo.

Tienes razón.

Yo iré a abrir, Sandra.

Está bien.

Hola, hija mía. Mamá.

Te extrañé mucho.

Disfruten mucho ese viaje. Su
apartamento está casi listo. Fui a verlo

Eduarda. Sí, me lo dijo.

Hijo, no iremos al aeropuerto. Sería muy
complicado.

Pero espero que tengan un excelente
viaje.

Gracias. Adiós, mamá.

Salúdame a Tilio, ¿sí? Él te envía un
beso.

Buen viaje, anímate.

Distráete, diviértete.

Haz lo posible por disfrutarlo al
máximo.

Oigan, Romeo los llevará a Lely Puerto.

No, yo los llevaré.

¿No ibas a salir conmigo y con Laura?
¿Nos está esperando?

No sé, pero me encontraré con ustedes
después. Ya me han dado. Y como llevará

Eduarda y a Marcelo al aeropuerto, iré
con ellos.

¿Entiendes?

Así que viniste, ¿no? ¿Y crees que me
perdería una oportunidad como esta?

Iremos con ellos, pero regresaremos
solos.

El doctor César dice que vayan al
hospital. Los está esperando allá.

Ay, Elena, ¿en dónde está? El doctor
Atilio está tratando de llamarla.

Ay, vamos, hija mía.

Llegó la hora.

Entonces, Elena, ¿quieres beber algo?
No, muchas gracias.

Atilio me está esperando en la casa.
Vamos a salir a cenar. Así es.

Nos dijo cosas maravillosas sobre estar
enamorado. Ah, debe ser algo

maravilloso, ¿verdad?

Bueno, yo estoy enamorado, ¿tú no?

Sí, claro que sí.

¿O qué estaría haciendo aquí, Arnaldo?

Con permiso. Señora Elena, es el doctor
Atilio.

Ah, mira eso.

No solo está esperando, sino que está
ansioso. Gracias.

Hola.

Bueno,

si César dijo eso, tienen que ir. Si no
puedes llevarlos, que tomen un taxi. Yo

voy al hospital.

Está bien.

Claro. Un beso. Chao.

¿Quién se fue al hospital?

Una amiga, Marcia. Dará a Lucy. La
llevarán al hospital ahora.

Qué bueno.

Por lo visto, tu cena con Atilio quedará
para otro día. ¿Qué se puede hacer,

verdad?

¿Quieres beber algo?

Quiero un jugo de naranja. Señor, todo
está en orden. Gracias.

Por nada.

Toma, mi amor.

Gracias.

No te me escaparás.

Te tengo atrapado.

¿Crees que si no quisiera verte, te
habría dicho que llevaría a tu hermano

aeropuerto? Ah, entonces quisiste verme.

Claro.

Mira que voy a empezar a creerte.

¿Qué vas a hacer cuando salgas?

No lo sé, iré a cenar a casa.

¿Te gusta bailar?

Me gusta.

Esa noche iré con mi hermano a un lugar
fantástico. ¿Por qué no vienes con

nosotros?

No lo sé.

Te prometo que no te pisaré los pies ni
una sola vez.

Anda, llama a tu madre y avísale. ¿Qué
te parece?

Me parece bien.

¿Aceptaste?

Acepto.

Cielos, eres tan difícil.

No puedo creer que me gustes tanto.

¿Sabías?

¿Y entonces?

¿Cómo marcha todo? Acaba de entrar. Debe
estar naciendo, si es que no ha nacido.

No quería entrar sin ti. El doctor César
acaba de llegar.

Atilio, trataré de ver ese parto. ¿Está
bien?

Hasta luego.

César, César.

César, déjame verlo. Así cuando el bebé
de Eduarda nazca ya estaré acostumbrada.

No te vas a poner nerviosa. No, te lo
prometo, te juro que no.

Bueno, Marcia, como es un parto natural,
voy a necesitar tu colaboración.

¿Está bien?

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