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Por un lado los
Estados Unidos de América.

El mayor poder industrial
y militar jamás visto.

A partir de 1965, inicio de la escalada,

los americanos arrojaron más
de un millón de toneladas de bombas

sobre Vietnam del Norte.

Es decir, más que sobre Alemania
durante toda la Segunda Guerra Mundial.

Un país donde doscientos
millones de habitantes

gastan más en papel de envolver

que quinientos millones de indios
en alimentarse,

bien puede darle algunos
medios a su ejército.

Cada mañana, en el Golfo de Tonkín,

los portaviones de la séptima
flota fondean llenos de bombas,

mil toneladas al día.

Es una guerra de ricos.

Enfrente, una guerra de pobres.

La de 17 millones de vietnamitas del norte,

y de sus compatriotas del sur que
luchan por la independencia.

Son los más pobres, pero
no los más débiles.

Son los menos numerosos,
pero no los más solos.

Porque si la cotidianidad de la guerra
sitúa a Vietnam en una soledad,

que el Che Guevara compara
con la del gladiador en la arena,

una gran parte del Tercer Mundo
ha sabido ser solidario con Vietnam,

y que es allí donde reside el problema
fundamental de nuestra época:

el derecho de los pobres
a crear, para progresar,

una sociedad basada en otra cosa
que no sea el interés de los ricos.

En Cuba, Fidel Castro proclamó
1967 como el año de Vietnam.

Sabe lo que dice.

Porque los EE.UU. decidieron
aplastar la revolución cubana

con la fuerza en 1961,
en la Bahía de Cochinos,

han decidido no dejar que
nadie logre la victoria

sobre un movimiento revolucionario.

De ahí Santo Domingo, la lucha
antiguerrillera en América Latina

y el esfuerzo de guerra
desmesurado en Vietnam.

América ha querido demostrar al mundo
que la lucha revolucionaria no tiene salida.

Eligió a Vietnam para demostrarlo.

Quizás haya elegido mal.

y otros muchos técnicos, asistentes y amigos

han rodado esta película durante 1967

para reafirmar,
con la experiencia del oficio,

la solidaridad con el pueblo vietnamita
en lucha contra la agresión.

Las llaman guayabas.

Son bombas de fragmentación.

Se recogen y se desmontan
cuando no han explotado.

Una bomba-madre disemina 300
en un radio de un kilómetro,

y cada una expulsa 600 canicas
de acero a la altura de un hombre.

No tienen efecto sobre
el hormigón y el metal.

Su objetivo lógico es la piel humana.

Hanói está a menos de una hora de
vuelo de los portaviones de la 7ª flota.

Los bombardeos americanos han creado
en esta ciudad un nuevo artesanado:

la fabricación de refugios individuales.

Son tubos de cemento, provistos de tapa
y colados en un molde de madera,

y pasan por varias fases:
fraguado, humedecimiento y secado,

antes de enterrarlos a lo largo de las
calles como refugio para una o dos personas

cuando hay alerta de bombardeos aéreos.

Materiales pobres contra materiales ricos,

técnicas pobres contra la técnicas rica.

Encontramos siempre la misma
relación de fuerzas,

y del lado americano la misma
ignorancia sobre el adversario.

La sociedad americana tiene una regla:
el más pobre es siempre el menos apto;

y la pobreza pasa a ser
la base de una resistencia moral

superior a la del rico agresor.

América no ha llegado a entenderlo.

Los bombardeos sobre Vietnam
del Norte se decidieron

porque nadie en el mando americano
imaginaba que un país pequeño

pudiese resistir la destrucción material.

Se convirtió en una doble demostración.

Es verdad que los americano
demostraron que podían

ser los más fuertes militarmente;

penetrar sin declaración
de guerra el espacio aéreo

y bombardear una nación tan
independiente como Suiza o Inglaterra,

y recibir únicamente
tibias quejas diplomáticas.

Pero respecto a lo esencial:

debilitar la moral norvietnamita para dictar
las condiciones de una paz americana,

el intento fracasó.

Joris Ivens escribió desde Hanói
al rodar esta secuencia:

"Al vivir con ellos, uno se
vuelve tan sereno como ellos,

y seguro de la victoria".

Todos los viajeros, incluso
los periodistas americanos,

testimonian esa calma,
esa certeza.

Los vietnamitas no se doblegan,

sobreviven a lo cotidiano,
pero es un crimen inútil.

Actualidades vietnamitas

Bombardeo de Hanói
13 y 14 de diciembre de 1966

UN DESFILE ES UN DESFILE

PAZ EN VIETNAM
HUMPHREY VETE A CASA

En abril de 1967 el vicepresidente Humphrey
vino a hacerse una idea de Europa

y la apreciación de la política
americana por los europeos.

Se declarará encantado.

¡US vete a casa!
¡US vete a casa!

¡US asesinos!
¡US asesinos!

¡US asesinos!
¡US asesinos!

SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO
VIETNAMITA. US ASESINOS

LANZAREMOS FLORES SOBRE VIETNAM,
SE SALVARÁN MILLARES DE VIDAS

Y USTEDES NO SERÁN ASESINOS.

Es nuestra bandera...

no la puede poner boca abajo.

¡Son unos fascistas!

¡Me han quitado hasta los zapatos!

¿Qué pasa?

¿Qué es esta locura?

Vi una nueva Europa Occidental,

que ha logrado un bienestar
sin precedentes,

prosperidad y seguridad,

y un sentimiento creciente
de identidad y orgullo.

Esa Europa, Sr. Presidente,

es el testimonio de la solidez
de nuestra política,

pasada y presente,

y del ingenio

y la capacidad de los pueblos y las naciones

de aquel continente.

Y, caballeros, puedo decirles
que esa fue, posiblemente,

las dos semanas más provechosas
de seminarios políticos que haya tenido.

NUEVA YORK - 29 DE ABRIL
DE 1967

DÍA DEL VETERANO

DIOS BENDIGA A AMÉRICA
UNA NACIÓN BAJO DIOS

Gente de todas las nacionalidades
están hoy aquí...

GRACIAS A VUESTRO DIOS NO QUEMAMOS
NUESTRAS CARTILLAS DE RECLUTAMIENTO

para demostrar que son
también leales a América.

Están luchando por los mismos
principios por los que luchamos en EE.UU.

¡Despierta a Tito!

Tito es un enemigo de los Estados Unidos.

América, el mundo libre dependen de ti.

Señoras y señores, se lo merecen.

ANTES MUERTO QUE ROJO

CARDENAL FRANCIS SEPELLMAN

Un desfile es un desfile de desfiles.

Y ahora llegan los del sindicato de
Telephone Traffic de Nueva York.

Ya saben, es un desfile y
un desfile es un desfile de desfiles...

JOHN LINDSAY
ALCALDE DE NUEVA YORK

Aplaudan a los veteranos de Vietnam.

Y ahora, señoras y señores,
llega nuestra bandera.

¡Dame una V!

¡Una I!

¡Una C!

¡Una T!

¡Una O!

¡Una R!

¡Una Y!

¡Victoria! ¡Victoria!

¡Apoyad a nuestros muchachos en Vietnam!

Siéntete orgulloso.

Esta gente nos quiere enterrar a todos.

América, ¿cómo puedes
apoyar a esa gente?

¡Vengan!
¡Únanse a la multitud!

¡Vamos, apoyen a nuestros
muchachos en Vietnam!

Den el voto a las personas

que apoyan a nuestros hermanos y hermanas

y a todos los que mueren
por nosotros en Vietnam.

¡Eh, eh, qué me dices!
¡Apoyemos a los EE.UU.!

¡Escuchemos al reverendo!

Recemos un Padre Nuestro
por nuestros hombres en Vietnam.

Padre Nuestro...

que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

y perdona nuestras ofensas,

como nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;

y no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal. Amén.

Gracias, retírense en orden,
apoyen a la policía local.

Ya es hora de irse,
vamos a casa muchachos.

WALL STREET
1 DE MAYO DE 1967

MANIFESTACIÓN CONTRA
LA GUERRA

¡Las grandes empresas se
enriquecen los soldados mueren!

¡Paren la guerra de Vietnam!
¡Traigan las tropas a casa!

¡Paren la guerra de Vietnam!
¡Traigan las tropas a casa!

¡Cobardes!

¡Están sacrificando su vida,
pandilla de comunistas!

¡Vayan ustedes a combatir y
hacerse matar, banda de prófugos!

LOS RICOS SE HACEN MÁS RICOS
Y A LOS POBRES LOS MATAN

¡Bombardeen Hanói!
¡Bombardeen Hanói!

JOHNSON LLORA

En una región bombardeada
de Vietnam del Norte,

el altavoz invita los vecinos a una
representación de teatro popular

recordando las instrucciones
en caso de alarma.

Los personajes con vestimentas tradicionales

representan a Johnson y a un
consejero que podría ser McNamara.

No hay dificultad alguna para que
la bella dama interprete a Johnson.

¡Oh mis aviones F4H!

¡Los llaman Phantom,

y he aquí que se han
vuelto fantasmas!

¡Y tú, potente Thunderchief!

¡Dios del relámpago!

¡Te has vuelto una chispita!

¡Oh Crusader F-8, oh espada voladora!

¡Oh Skyrider, corredor del cielo!

¡De aquí te fuiste al cielo!

¡Oh US Air Force, que tanto amaba!

¡Retoma el camino de vuelta a América!

Así llora nuestro pobre Johnson
y nosotros le decimos.

¡Los piratas reciben siempre!

¡El castigo que merecen!

¡Lleno de rabia, todavía muerdes!

¡Como un jugador ofuscado
que se obstina!

¡Si te queda un poco de sentido!

¡Regresa a tu casa!

DE LA ESCALADA,
METÁFORAS Y GUIÓN

Y ahora las últimas noticias
de Radio Luxemburgo

presentadas por Allan Kantril.
¡Las noticias!

"Hay que hacerles la vida difícil
a los vietnamitas

y tanto peor para las víctimas civiles"
ha declarado...

Busco un libro de Hermann Kahn...

Claude Ridder, escritor.

Encargado por un productor
de cine para analizar

el libro de Hermann Kahn
sobre la escalada.

Es un personaje desgarrado y lo
confiesa, aunque es un personaje imaginario.

Y aunque nadie se arriesgue
a reconocerse en él,

nos pareció necesario escuchar por
un momento, contradictoria,

patética y, a su modo, honesta,
la voz de la mala conciencia,

es decir, de la mala fe.

Te ves bastante bien...

¿Sabes una cosa?

Es la primera guerra de la historia
que todos pueden ver en directo.

Nunca nadie ha visto una guerra
tan cerca, todo el tiempo.

No pueden decir: "Si hubiera
sabido... ". Saben, ven.

"Esta guerra es una porquería",

y no es sólo el Papa que lo dice;
Desgraupes y Zitrone lo saben, lo han visto.

Las bombas matan de verdad,
las balas agujeran de verdad,

pobres huerfanitos extraviados en
un mundo que los rebasa.

¿Y después qué? ¿La piedad?
¿El miedo?

Pero eso sucede dentro de un mueble.

No en Vietnam, ni en la cabeza,
ni en la calle, dentro de un mueble.

No se puede temer a un mueble.

Tienen en la sala la guerra de Vietnam

como mi abuelo tenía
La carga de Champagne.

Información.

¿Sabes a qué conduce la información?

"¡Otra vez Vietnam!"

Durante la Guerra del Pacífico,
hubo una plano impactante,

un japonés en llamas que tendía
la mano hacia la cámara.

Creo que en Manila.

Un verdadero símbolo del
horror de la guerra.

Desde entonces no
se ha dejado de verlo.

El montador lo conocía tan bien
que le puso el nombre de Gustavo.

Ha servido a todas las causas
y se ve en todos los documentales.

Representó sucesivamente al
imperialismo japonés víctima de su locura;

los pueblos asiáticos víctimas del
imperialismo blanco,

y el hombre eterno víctima de la
guerra eterna;

y como está desnudo y en llamas
y aparece siempre, decimos:

"Otra vez Gustavo".

Se pueden mostrar
las masacres a la gente

con la idea de que con eso
se curará de la guerra,

pero no paramos de mostrarlo,
los confundimos a todos.

Da la impresión de ser
un bucle del mismo plano

y que presentamos todas
las noches desde hace veinte años.

Y eso no detiene nada.

Una guerra es fácil...
no te imaginas lo fácil que es.

Sólo hay que dedicarle un poco
de atención al principio,

basta con movilizar a los jóvenes
hasta que muera uno, luego todo va solo.

No se pelea por las ideas,
se venga a un compañero.

¿Por qué no me van a negar que esos
puercos mataron a mi compañero?

Se acaban las arenas movedizas,
aparece el suelo firme.

Ya no es la guerra, es la venganza.

Diez millones de hermanos para
vengar a sus hermanos asesinados,

a sus hermanas violadas.

No se hace política, no, es la venganza,

el crimen pasional, el desquite asegurado.

Mira, tú, yo.

Por alguna razón estás
en peligro en algún sitio.

Corres el riesgo de enfermar o de morir,

y sin importar por qué, hay un tipo
que sabe dónde estás y podría decírtelo.

Y sin importar por qué,
no lo dice, se calla.

Tiene tu vida y tu libertad en su boca,

atrapadas en su puerca y cerrada
cabecita, y yo estoy ahí,

con todo mi respeto por los hombres
y todos mis principios,

y sé que golpeando su puerca cabecita,

haré salir tu libertad o tu vida,

y yo odio la tortura,

y yo firmé textos contra la tortura,

y sé que haciéndole daño
puedo detener el mal que te hace a ti.

¿Y bien... qué hago?

¿Puedes decirme qué hago?

Fíjate, jamás estuve en una
situación así, a la inversa sí.

Pero yo tengo mis principios.

Es un riesgo que me he jugado, nada más.

Juzgo a los otros en nombre de la suerte.

Me uní a los maquis sin cuestionarme.

Los alemanes eran unos monstruos,
ningún problema... visceral.

Aún siento una especie de pánico
animal cuando hablan alemán.

Y me acuerdo de los últimos días,

cuando, de pronto, cerca de un pueblito

nos tropezamos con
una división blindada americana.

Los jeeps, el material pesado,
los carros blindados...

el "chewing-gum", en el 44.

Uno se alegraba de verlos llegar.

No nos quedaba ni una bala.
Bravos americano, les debo la vida,

los querré siempre.

Hasta el final de los días mataré a
los alemanes y amaré a los americanos.

Salvo que los americano son
los alemanes de los vietnamitas.

Todo se complica.

Y si se pudiese detener la
guerra en una alguna lugar...

Es como un incendio permanente,
estalla en una parte,

millones de bomberos
se precipitan a apagarlo,

la mayor parte muere, se apaga el fuego,

apenas respiras y se vuelve a encender.

Y de nuevo millones de bomberos
que se precipitan,

mueren, apagan el fuego
y así continuamente.

Me juré que no volvería a
estar con los bomberos.

Jamás pensé que podía estar
de parte del fuego.

¿Sólo que de qué fuego?

Hay que elegir.

Vietnam es perfecto,
todos están a favor de Vietnam.

Conozco un lugar donde
dan "desayunos Vietnam".

Por mil pavos te dan un tazón de arroz,

los beneficios van
a la Cruz Roja, como en el 14.

¡Y además el pan!

Sólo que no hay tazón de dátiles
para los yemenitas

y, por tanto, pobres yemenitas,

y los kurdos, se les olvidan.
Y a los sudaneses.

Cincuenta mil muertos en menos
de un año, ¿a quién le importa?

Es como en la Bolsa: Vietnam
cotiza a la alza, Sudán a la baja,

y los kurdos un poco flojo.

Dicen que están del lado de
las víctimas, no es cierto.

Ustedes eligen a sus víctimas.
Hay víctimas de moda,

las que les convienen.

Nadie puede llevar encima todas
las muertes injustas, no es humano.

Pero si se mira por qué este sí y aquel no,

la renta anual, el color de la piel.

¡Ah!, como encontramos cosas
raras en el fondo.

La segregación de los muertos,
la lucha de clases de los muertos...

Pues bien, Vietnam tiene la unanimidad,

es el reencuentro con la buena conciencia,
es la alegría, el derecho, la libertad,

porque Vietnam son los americanos,
y los americanos son...

asustan, son diferentes a nosotros,
incultos, tiránicos, colonialistas.

Hay cuarenta millones de
anticolonialistas en Francia.

No sé si éramos tantos durante
la guerra de Argelia,

pero hemos hecho progresos gigantescos.

Con los americanos no hay problema
para decirles lo que pensamos.

Al mismo tiempo, las inversiones
americanas en Francia

alcanzan los dos billones de dólares,

pero no hay informes.

"París abre sus puertas para
que salgan los militares

y entren los capitales".

Así que se puede ser antiamericano,
solidarios del tercer mundo

con toda tranquilidad.

¿Y sabes qué es lo peor?
Que me es cómodo que sea así.

Es perfecto.

Me da derecho a meter a todo el mundo
en el barro, excepto a mí,

y de ser bueno, sensible
y generoso al mismo tiempo.

Los cerdos de la derecha,
los pendejos de la izquierda,

no hay peligro de que eso cambie.

Los rusos en el 17, esos sí que
eran hombres. Fue perfecto.

Todo el mundo en su lugar,
como ocurre en las casas de familia.

Mira a los americanos en Vietnam,

mandan a los negros y a los campesinos,

los estudiantes tienen prórrogas
y se dan el lujo de protestar,

y la gran sociedad soporta el lujo
de tener estudiantes que protestan.

Es impecable, es un concierto,
todo el mundo tiene su parte.

¿Y sabes por qué empiezo a detestar
a esos americanos?

Porque empiezan a hacer demasiado.

Porque han hecho tanto que
todo empieza bullir.

Establecieron las reglas del juego
y todos jugaban su juego,

y son tan idiotas que no se persuadieron

que son ellos quienes están a punto
de cambiar las reglas del juego.

Esto podría durar indefinidamente:
la afluencia, la coexistencia...

y que son ellos quienes nos impiden jugar.

Yo estaba bien en mi error y que
los otros vinieran a molestarme.

El bastardo de Johnson.

Bobby era más astuto,

sabía que el viejo tinglado
tenía recursos para seguir así.

Y tenía los pros y los contras,
el ying y el yang,

pero se vivía mejor que hace cien años.

Y con los progresos técnicos,
los problemas no se plantean igual...

El viejo tinglado, quizá...

pero una nueva generación de
directores libres de prejuicios,

que no tratan a los obreros
como esclavos ni como compañeros,

sino como a socios,

perfectamente asociados a otro nivel

a la misma empresa de la prosperidad.

Se discute, se negocia, se asocia.

Y después, ¡crac!

El abuelo se vuelve loco y
empieza a disparar a los huelguistas.

Todos a temblar.
Consternación... escalada.

De golpe todo está más claro.

Si yo fuera revolucionario en
vez de ser de izquierda, me alegraría,

diría, bravo, se desenmascaró,
muestra su sucio rostro,

eclipsó a Budapest.

Asustaron a una generación con
las masacres revolucionarias,

pero ahora hemos visto que con los
contrarrevolucionarios no se bromea, ¿eh?

Quizá aquí lo hemos olvidado un poco
después del señor Thiers.

Los alemanes son alemanes y
son fascistas, nada que sorprenda.

Por poco no se dice que
ser alemán es ser fascista.

Pero los americanos, gente razonable,

demócratas convencidos, los obreros
tienen autos y son pacíficos...

pacíficos.

La violencia son los otros,
la guerra son los otros.

Y se vieron obligados a hacerla
para ayudar a los otros, ¿no es así?

Ahora se acabó.
Un poco de tirantez con los rusos

pero eso también se arregla.

Interludio, distensión, idilio.

Pero nada de eso, aún actúa en alguna
parte, y actúa violentamente.

Los dioses se despiertan, su paz
era la guerra en conserva.

Fin del idilio.

Y se desembarca, y se bombardea,
y se napalm, y se tortura,

y se pudren.

Y todo el mundo la degusta:
los militares, las mujeres,

los niños, los árboles, las bestias,
el Norte, el Sur...

Se saltan las fronteras,
se deporta a la población.

El mundo entero mira la vomitona
y empieza a comprender.

Diría que hay de qué alegrarse.

Pero yo no me alegro.

No tengo más que una vida,
y ellos también.

Y yo tendría que dar la mía
para tener el derecho

de aplaudirlos cuando ellos dan la suya.

Si no se parece demasiado a los imbéciles
que van los domingos al estadio:

¡Arriba Vietnam!

Así que me bloqueo.

No quiero comprender.

Es como si Vietnam fuese
algo más que un país,

otra cosa más que un
símbolo: una experiencia.

Y entre los que esperan que triunfe
y los que esperan que fracase,

se ha establecido una especie de
complicidad monstruosa para que dure.

Y es verdad que cierro
los ojos y cierro los oídos,

porque si algo quiere decir eso,
es justamente que dura.

Que todo dura, que no termina la guerra,

ni la crueldad, ni la violencia, ni nada.

¿Qué quieren los imbéciles
que me han dado este libro?

No leo los periódicos,

sus razones, sus explicaciones,
no entiendo nada.

No tengo oídos,
no tengo oídos para eso.

Lo único que entiendo es el grito.

No sé cómo se hace,
no sé cómo negociar con el grito.

Pienso que sólo puedo escarbar
como una bestia en busca del lugar

y del momento en que dejará
de sentirlo aunque sea un minuto.

No quiero escribir ese texto,
no tengo nada que decir.

Me acercaré a ti y hablar de un
país que no es Vietnam,

de un país que no existe.

No quiero escribirlo.
No sé nada, no quiero nada.

Quiero decirles que tengo
miedo, que tengo frío.

Que los quiero a todos,
y que los odio, que...

que todos vamos a morir,
que amamos vivir.

No sé más...

No sé nada... no escribiré nada.

La política intervencionista
de los EE.UU. en Vietnam

está saboteando los acuerdo de Ginebra,
así como la paz y la unificación...

El 20 de julio de 1954

un general francés y un comisario
vietnamita firman los acuerdos de Ginebra.

La guerra de Indochina, la guerra
francesa ha terminado.

Pero la guerra de Vietnam,
la americana, ha comenzado.

Desde 1949, para mantener a París
en la coalición atlántica,

Washington resolvió ayudar a Francia
a mantenerse en Indochina.

En febrero de 1951,
tres años antes de Ginebra,

Ho Chi Minh denuncia a los americanos

como los verdaderos adversarios
de la revolución vietnamita.

Es cierto que Washington mantiene
la financiación de la guerra.

Abril de 1954,

cae Dien Bien Phu.

El gobierno Laniel enloquecido suplica
la intervención directa de Washington,

lanzando raids aéreos masivos
contra los sitiadores.

El gobierno americano se
niega a tomar esos riesgos.

Dulles elabora otra estrategia:

desatender al aliado francés,
dejándole hacer una mala paz

que congele más o menos
a la ola comunista.

Luego, a partir de una cabeza
de playa protegida,

preparar el contraataque anticomunista.

Dulles lo anuncia el 3 de junio.

Seis semanas antes de los acuerdos.

Los Estados Unidos no quisieron combatir.

Tampoco se asociaron a una paz
que veían como tregua.

La declaración final de la Conferencia
de Ginebra garantizaba a los vietnamitas

que su país, provisionalmente dividido
por las presiones internacionales,

sería reunificado antes de dos años.

Los americanos rechazan ese documento.

Sólo declaran que no destruirán
los acuerdos "por la fuerza".

Curiosamente, todos se contentan
con esta escueta afirmación.

Así, hacia fines de julio de 1954,
los americanos

sin librar el menor combate,
sin tomar el menor compromiso,

consiguieron que los vencedores
de Dien Bien Phu

abandonasen un tercio del territorio
ganado por Giap con las armas.

Bastaba con ignorar las promesas
de Ginebra para transformar

esa negociación en una estafa.

En el futuro los vietnamitas lo recordarán

cuando se les hable de negociaciones.

Ahora comienza el
contraataque americano.

Washington aprovecha las cláusulas
del acuerdo de Ginebra,

que aseguran la supervivencia
de un régimen adicto,

e ignora las otras.

Primera operación: la transferencia de
responsabilidades militares

y políticas de Francia a Estados Unidos.

De julio de 1954 a abril de 1956,

Washington se beneficia
asegurando la presencia francesa.

El vietming, que había firmado acuerdos
aceptados por los franceses,

se encuentran con que los
americanos no aceptan ninguno.

Segunda operación americana:

La puesta en marcha de un régimen
de mandarines católicos.

En dos años, gracias a golpe de cheques,

la caza de brujas y las leyes de excepción,

se crea en Saigón un bastión
anticomunista de tipo surcoreano.

En cuanto a las elecciones
para la reunificación del país,

previstas para 1956,
quedan totalmente descartadas.

El general Eisenhower
escribirá en sus memorias

que las elecciones
en el momento de los combates,

hubiese dado el 80%
de los votos a los comunistas.

A fines de 1956,

los dirigentes de Hanói deberán
enfrentar dos evidencias penosas:

No habrá lugar para la
reunificación pacífica de Vietnam.

Saigón se opone, aprobado
por Washington,

y ni Moscú ni Pekín se deciden
a arriesgarse en serio,

para asegurar la aplicación del tratado.

En segundo lugar, los franceses,
agotados, son sustituidos en Saigón,

siempre violando los acuerdos de 1954,

por americanos revanchistas.

Los vencedores de Dien Bien Phu
se ven frustrados por una serie

de escamoteos de la victoria que
han conseguido sobre el terreno.

Son expulsados y recluidos
en el gueto del norte,

cuya escases de recursos
agrícolas los condena a la penuria,

y luego, a largo plazo, a la
dependencia total de China.

En el sur la represión policial.

El gobierno del Norte no puede seguir
aceptando más tiempo esta situación.

En 1958,

el mito de la coexistencia
pacífica es aún muy nuevo

como para poner en peligro
la frágil paz internacional.

La política de Kruchev incita
a Hanói a tener paciencia.

Pero será el Sur quien
va a sumarse a la lucha.

En efecto, al sur del paralelo 17,

todo el que se declara de izquierdas
es enviado a la destrucción.

El gobierno de Diem tiene su Gestapo
y sus campos de concentración.

Su negativa a las elecciones, en 1956,

convence a los revolucionarios
vietnamitas que la única salida es:

la lucha armada.

Desde 1958 los observadores
americanos señalan la aparición

de un organismo llamado
Frente de Liberación.

En septiembre de 1960, durante
el tercer congreso del Partido,

Hanói acepta dar su apoyo
a los guerrilleros del Sur.

Tres meses después, el 20
de diciembre de 1960,

el Frente Nacional de Liberación
de Vietnam del Sur

da a conocer oficialmente su existencia.

Así, la insurrección será una revolución
contra el régimen diemista,

opresor del Sur y divisor de Vietnam.

El Norte tendrá una participación
creciente en el combate.

En febrero de 1962 Washington anuncia

la creación de un mando
americano en Vietnam,

haciendo así pública su intervención
militar directa en la guerra civil.

El Departamento de Estado
habla de "resistir la agresión",

que evoca el precedente de Múnich;

pero el verdadero precedente
es la guerra de España,

y el verdadero rol de EE.UU.
en esa guerra,

defender un régimen de extrema
derecha contra la voluntad popular.

El 1º de noviembre de 1963,
el asesinato de Diem,

con la complicidad de los servicios
especiales americano,

aclara aún más la naturaleza del conflicto.

No es trata de una guerra civil entre
la derecha y la izquierda vietnamitas.

Se trata de la intervención americana contra
la autodeterminación del pueblo vietnamita.

Tras 18 meses de expedientes, con
personajes ridículos o ficticios,

en una última tentativa de disfrazar
el carácter de su acción,

los americanos se quitan la
máscara el 5 de febrero de 1965.

Incapaces de ganar la guerra
sobre el terreno, es decir,

la jungla y los arrozales
de Vietnam del Sur,

llevan la guerra al Norte
y sistematizan los bombardeos.

Es la escalada.

Desde entonces, esta escalada
se amplifica.

Los bombardeos, de los que
usted ha visto las imágenes,

no son operaciones de guerra
son, exactamente, sesiones de tortura.

El fin es doblegar a la víctima,
quebrantar su resistencia,

y los agresores no son un misterio.

Esta vez el torturado no está
a la merced del verdugo.

Se bate.

Se batirá hasta su victoria, cuyos
términos ya ha definido:

Integridad territorial, reunificación,

autodeterminación, fin de las
injerencias extranjeras.

Los americanos se equivocan

al creer que bombardeando el Norte,

podrán ganar la guerra del Sur.

Jamás, jamás ganarán esta guerra.

Jamás, jamás nos someteremos.

Porque nuestra guerra
es una guerra patriótica,

es una guerra justa

y estamos decididos a luchar...

ya sean cinco, diez, veinte años o más,

y ganaremos.

Esta idea de la victoria que no
pretende la conquista,

sino el reconocimiento de un derecho,

es inútil oponerla a la idea de paz.

Para un vietnamita

la paz es el único fin,

pero la victoria es el único camino.

CÁMARA OJO

Con voz ronca pronunció el acta
de acusación de la mujer.

Era un... hombre pequeño que...

tenía un uniforme gris desteñido
e iba y venía delante de ella.

Un poco después...

dos Thunderchief comenzaron a
dar vueltas a nuestro alrededor

y se sentía el rugido porque
volaban a ras del suelo,

y se escuchaba la explosión
de las bombas que caían.

Y cuando se levantó,

tenía un cuchillo en la mano,
con el mango plateado,

del tipo que usan los campesinos
para abrir los cocos.

Porque los cazas-bombarderos
tienen ametralladoras

de 20 mm que pueden disparar, creo,

seis mil disparos por minuto, es decir,

producir una serie de explosiones
realmente espantosas.

Los campesinos siempre
se quedaban inmóviles...

y contemplaban...
contemplaban el espectáculo.

Un cohete de un F-105 ha
pasado con un silbido como

a un metro por encima de nuestras cabezas.

Y todo eso tenía un no sé qué de extraño.

Y los campesinos estaban...
estaban siempre inmóviles

y miraban el espectáculo.

Todo eso tenía algo... de muy extraño.

Y pienso que si hubiese sido
un cámara de...

de noticieros, un cámara de la...

televisión tipo ABC de Nueva York
o de San Francisco,

o si hubiese sido un cámara
de los noticieros soviéticos,

creo que hubiese filmado eso.

Pero yo vivo en París y...

y jamás he ido a Vietnam.

Quise ir a Vietnam del Norte
hace cosa de año y medio.

Me acuerdo que había escrito
a la delegación...

norvietnamita de aquí y les
pedí autorización para...

ir a filmar con ellos, y Hanói,
después de siete u ocho meses,

me hizo saber que... la habían
denegado porque yo no era...

de izquierdas, no era,
creo... un muchacho

del que, digamos, fiarse,

con una ideología un poco...
un poco vaga,

con la que... no podían contar.

Creo que...

Creo que seguramente tienen...
muy buena razones,

no se... no se equivocaron.

Era una época en que quería marcharme...

porque era difícil hacer cine... en Francia.

En fin, una época en que quería irme...

me decía hay que ir a Cuba,

o a Argelia o, precisamente, a Yugoslavia.

Pero esa negativa de... Hanói, me
demostró, en fin, que...

realmente... puesto que...
soy parisino, en fin,

no hay razón para que no
haga cine en París,

y tomé la decisión
de hablar en cada film de...

de Vietnam, venga o no a cuento,
si se quiere,

pero sobre todo a cuento.

Y cuando la gente que
participaba en... este film,

me pidieron que participara en su film,

yo dije sí, sí, tengo muchas
ideas, y luego...

y luego las ideas... no eran tantas.

El hecho de que Hanói rechazase que fuese,

creo que tenían razón, porque
habría hecho las cosas

que ellos ya habían hecho mal que bien,

pues todas esas ideas, pensé que
eran ideas falsamente generosas,

y luego... me parecía difícil...
hacer las cosas,

en fin, de hablar de bombas,

cuando no te caen en la cabeza
y se habla en abstracto.

Pensé ilustrarlo con el
cuerpo de una mujer desnuda,

que es, a la vez, de lo más cálido
y de lo más vivo.

Y describir simplemente a lo...

a lo Robbe-Grillet o a lo Flaubert,

sobre todo, pues
no me gusta tanto Robbe-Grillet,

y mostrar cuales serían
los efectos de...

de una bombardeo sobre
el cuerpo de una mujer.

Y decirlo así, simplemente.

Al mismo tiempo había un efecto,

había una cierta búsqueda... estética,

y que no lograba...

o mejor, yo separaba...

no logré hacer coincidir,
hacer que el efecto...

digamos que continúe la forma
y luego se exprese al mismo tiempo.

Y así estaba mal, porque
esta idea, esta forma,

no estaba en el
interior del contenido,

no era la expresión normal como la...

como la piel que recubre el cuerpo

y forma una unidad total...
al igual que el corazón.

También quería hablar
de la defoliación,

de los ríos envenenados,
mostrar todo...

todas esas cosas dado que los
hombres, en fin, dado que...

no luchamos nosotros,
con las armas en la mano,

y que por el contrario
estamos lejos, en fin...

se puede decir que nuestro corazón
sangra, pero porque...

esa sangre no es... no tiene
nada que ver con la...

la sangre de cualquier herido.

Por tanto... diría que,
hay una especie de vergüenza...

como cuando firmamos
los llamados a la paz...

en fin, uno es...

Por tanto, es lo único que podemos hacer,

en fin, hacemos cine.

Yo hago cine porque es lo
mejor que puedo hacer por Vietnam,

yo creo que...

sobre todo trato de invadir
a Vietnam con una especie de...

generosidad que fuerce
necesariamente las cosas.

Si, por contra, dejamos que Vietnam

nos invada y se dé cuenta
del lugar que ocupa,

en fin, en nuestra vida cotidiana,
por todas partes.

Por tanto, si nos damos cuenta
de que Vietnam, en fin, no es...

no está... no está solo,
en fin, que toda...

que toda África y que toda
América del Sur y que...

y que hay que empezar por crear.

Cuando el Che Guevara dijo:

"Creemos otros dos o tres Vietnam",

se puede aplicar a uno mismo
y crear un Vietnam en uno mismo.

Si se nace en Guinea
será contra los portugueses,

si se nace en Chicago
será a favor de los negros,

si se nace en América del Sur
será por la América Latina,

que es un país totalmente colonizado...

primero colonizado por la
cultura española y francesa

y hoy colonizado
por la economía americana.

Crear un Vietnam en
nosotros mismos... no sé...

por ejemplo en Francia... este año...

...el pasado verano,

las grandes huelgas que hubo en...

en Rhodiaceta de...

en Besançon o Saint-Nazaire,

son cosas profundamente
ligadas a Vietnam.

Un obrero de la Rhodiaceta,
de la lucha de Vietnam del Norte,

debe sacar una enseñanza
cuando lucha contra...

con su sindicato...

debe aprovechar las formas...
los principios,

porque, finalmente, si encuentra que
la cadencia de trabajo es demasiado...

es demasiado fuerte y no
puede vivir, ni dormir, ni pensar...

ni tan siquiera leer...

que finalmente es... un sub-hombre,
un sub-producto

y se siente explotado.

Yo, por ejemplo, cineasta
que filmo en Francia,

estoy separado de gran parte
de la población y de la clase...

de la clase obrera en particular,

y mi lucha, que es contra
el cine americano,

contra el imperialismo económico
y estético del cine americano,

que ha gangrenado actualmente
al cine mundial.

Y, finalmente, es una lucha parecida,
aunque no lo digamos,

finalmente el público obrero no ve mis
films, y entre yo y él,

digamos que existe la misma
fractura que entre yo y Vietnam,

o bien entre él y Vietnam.

Sólo nos interesamos el uno por
el otro por un sentimiento,

digamos de generosidad, pero que
no corresponde a la realidad.

No nos conocemos porque
estamos en una especie...

yo, en una especie de prisión cultural,

y el obrero de la Rhodiaceta
en una especie de prisión...

de prisión económica.

Hoy Vietnam es un símbolo, digamos,

de la resistencia en general,
y hay que referirse a él sin cesar.

Hay un texto de Breton
muy adecuado que es...

en su primer manifiesto que dice:

"Creo en la virtud absoluta de todo lo que
se ejerce, espontáneamente o no,

en el sentido de la no-aceptación

y no son las razones de eficacia general

en las que se inspira la larga
paciencia revolucionaria,

razones ante las que me inclino,

las que me volverán sordo al grito
que nos arranca a cada instante

la espantosa desproporción entre los que
han ganado frente a los que han perdido,

del que lo consigue frente al que lo sufre".

Las dos frases a subrayar son:
"La larga paciencia revolucionaria"

y la otra es "el grito".

Y bien, nosotros que...

no estamos en una situación
revolucionaria en Francia,

debemos gritar, al contrario,
aún más fuerte.

Quizás los otros puedan gritar
menos, y los que están...

Regis Debray no grita,

el Che Guevara tampoco, son
verdaderos revolucionarios.

A nosotros, que por ahora no lo
somos, nos hace falta justamente,

escuchar y transmitir ese grito
lo más a menudo posible.

Corten.

El cantante americano Tom Paxton,

explica la finalidad de la guerra
de los Estados Unidos:

proteger a Vietnam de los vietnamitas.

He recibido una carta de LBJ

diciendo que llegó el día afortunado,
que me ponga los pantalones caqui.

Aunque pueda parecerle muy cruel
no tengo trabajo para usted aquí,

así que lo vamos a enviar a Vietnam.

Y Lyndon Johnson dijo a la nación:
no tengan miedo a la escalada,

intento contentar a todo el mundo.

No es realmente una guerra,
enviamos cincuenta mil más

para proteger Vietnam
de los vietnamitas.

Salto del viejo barco militar
y me hundo en el barro hasta la cintura,

acostumbrado a que el capitán
me regañe.

No importa lo duro que llueva,
piensa que estamos ganando

y no des ni un paso fuera de la ciudad.

Y Lyndon Johnson dijo a la nación:
no tengan miedo a la escalada,

intento contentar a todo el mundo.

No es realmente una guerra,
enviamos sesenta mil hombres más

para proteger a Vietnam
de los vietnamitas.

Cada noche la gente local salen
y pasan ante el centinela

adormilado para unirse al viejo VC.

Cada noche el pequeño drama,
se ponen sus negros pijamas

y me lanzan granadas de morteros.

Y Lyndon Johnson dijo a la nación:
no tengan miedo a la escalada,

intento contentar a todo el mundo.

No es realmente una guerra,
enviamos setenta mil más

para proteger a Vietnam
de los vietnamitas.

Nos movemos en helicópteros

como un montón
de grandes langostas

persiguiendo en vano al Vietcong.

Dejaron una nota diciendo
que se fueron a Saigón

a sostener la posición del gobierno.

Y aquí estoy, sentado en este arrozal

divagando sobre el gran papi
y sé que Lyndon me quiere también.

Todavía recuerdo con tristeza
aquel lluvioso noviembre,

cuando dijo que nunca tendría que ir.

Y Lyndon Johnson dijo a la nación:
no tengan miedo a la escalada,

intento contentar a todo el mundo.

No es realmente una guerra,
enviamos cien mil más

para proteger a Vietnam
de los vietnamitas.

Michele Ray, que hacía reportajes
del lado americano,

estuvo tres semanas con los que
la prensa llama el Vietcong,

los americanos Victor Charlie,

y los vietnamitas Frente
Nacional de Liberación.

A su regreso ya no veía la guerra
de la misma forma.

Todos los días, cien toneladas de napalm
y doscientas toneladas de bombas

de todas clases, se arrojan sobre
el suelo sudvietnamita,

con la única contribución
de la US Air Force.

Después de tres semanas en el otro lado,

con Victor Charlie, como dicen los GI,

me llevaron a una zona ocupada
por las tropas americanas.

Oficialmente debo, debía,
creo, estar contenta.

Y sin embargo, me sofoco.

Me siento aplastada por su
fuerza implacable.

Quisiera no verlos más,

ni oír sus bromas, ni el ruido
incesante de los helicópteros

que transportan, con la misma indiferencia,
a la gente que va a la guerra,

el avituallamiento de alimentos
o munición,

o los cohetes que lanzan sobre
todo lo que se mueve bajo el sol.

Tres semanas en las que me sobresalto

al menor ruido del motor de un reactor.

Y cuando los bombardeos
se acercaban demasiado,

entonces los soldados del Frente,
el simple campesino,

las mujeres, los chicos,

me ocultaba en los escondites
cavados a un metro bajo el suelo,

con un bambú para respirar, mientras
arriba se desencadenaba el Apocalipsis.

El miedo, la falta de aire,
el suelo que tiembla...

Nos tomábamos de las manos,

necesitábamos sentir
que existe el calor humano.

Vuelta la calma, alejado el peligro,
la vida retomaba su curso,

y sus risas me llegaban a lo
más profundo del corazón.

Pero Joe, Jack o Mike no quieren
creer en ese enemigo

que tiene la certeza de quienes
saben que algún día triunfarán.

Prefieren pensar en las estadísticas
de la propaganda oficial que afirma

que el Vietcong tiene la moral muy baja.

Quisieran atraerse a la
población que bombardean.

De ahí que las operaciones
sanitarias se multipliquen.

Los GI se transforman en
enfermeros y sus miradas dicen:

Ya veis, no somos monstruos.

Su conciencia está limpia

y la periodista americana
podrá escribir un artículo excelente.

Las patrullas del río operan
las 24 horas del día.

Se registra cada transporte, cada junco.

Tres oficiales americanos por
un oficial de la policía vietnamita.

Solo él tiene derecho
a verificar los papeles,

escritos en vietnamita,
a subir a las embarcaciones.

A pesar de estos controles
severos, incesantes,

todos los días gente cargada con
material o provisiones pasan al otro lado.

En otra zona, en particular en
la provincia de Binh Dinh,

a causa de los incesantes bombardeos,

la población ha sido evacuada
a campos de reagrupamiento.

Los campos quedan lejos
y las bicicletas son escasas.

Por eso, todas las mañanas,

los coreanos de la "Tiger División"

los llevan, bajo protección armada,
a hacer la cosecha.

Al regresar por la tarde, con los
balancines cargados al máximo,

es el caos, y los soldados siempre
allí, siempre presentes.

Los vietnamitas no quieren a esos
coreanos que se hacen temer.

Tampoco olvidan que bajo
la ocupación japonesa

eran los coreanos quienes
guardaban los campos.

Todas las semanas aumenta
el número de refugiados.

Viéndolos no puedo dejar de pensar

en lo que me dijo uno de mis
compañeros del Vietcong:

"El terreno ganado por los
americanos significa

gente buena desplazada
a los campos de reagrupación,

y que nosotros llamamos campos
de concentración.

Quizá los imperialistas los llamen
desarraigados,

pero están con nosotros
y continúan filtrando información.

Su corazón no está del otro lado.

Para ellos, el enemigo son los
americanos que bombardean,

que los fuerzan a dejar las aldeas,
abandonando todo.

Si no todos son guerrilleros armados,
al menos están todos con nosotros".

¿Vietcong o simplemente sospechoso?

Me miran, me examinan.

Quisiera guiñarles un ojo,

decirles que si fuera vietnamita
combatiría con ellos,

porque no es posible creer en el
gobierno de Ky y en sus fantoches.

Un ejército inmenso, de 465.000
hombres, se entienden mejor

que un ejército sudvietnamita donde
la deserción aumenta cada mes.

Los sudvietnamitas piensan que
esa guerra no les concierne,

que es una guerra americana.

Se dejan llamar "lousy little dirty bugouts"

"sucios, pequeños holgazanes asquerosos"

por sus consejeros de EE.UU. que los
desprecian y que ellos desprecian.

Los oficiales americanos
dicen avergonzados:

¿Por qué no somos consejeros
del Vietcong?

¡Esos sí son soldados!

Los refuerzos llevados por los helicópteros,

registros en pueblos vacíos,

las inmediaciones de las
casas examinadas de cerca.

Los recipientes enterrados
se sacan a la luz

y los tesoros de Victor Charlie, los
medicamentos, son pisoteados, aplastados.

Los habitantes se han ido,
huido o escondido,

puede ser que enterrados
en alguna parte, por ahí,

pero es imposible ver nada.

Los sospechosos.

¿Pero quién no es sospechoso
en Vietnam del Sur?

Incluso las mujeres, e incluso
los niños deben seguirlos.

Serán interrogados también.

Siempre es difícil ser un testigo,

sobre todo el testigo
impotente de una guerra.

Estar detrás de la cámara
no significa ser neutral.

Filmo desde este lado, pero mi corazón
está junto a los sospechosos,

con ese chiquillo.

Las balas silban junto a las orejas
de los que se niegan a hablar.

Y la larga marcha continúa, persiguiendo
a un enemigo que se esconde sin cesar

y que finalmente tiene la
iniciativa de las operaciones.

Michelle Ray filmó estas imágenes de guerra,
después su cámara enloqueció,

y dañó la cinta de la película,

y el resultado se parece, quizá, al grito
que ella hubiese querido lanzar.

POR QUÉ LUCHAMOS

La situación en Vietnam ha generado

la más amplia cobertura
informativa de la historia.

El general Westmoreland

comandante de las fuerzas
americanas en Vietnam,

presenta la tesis oficial
de los Estados Unidos.

...su propia imagen de la guerra.

El objetivo real de la guerra es el pueblo.

Lo que tenemos no es una guerra civil,

es una campaña masiva de agresión externa

de Vietnam del Norte.

El Vietcong no es un
movimiento nacionalista legítimo,

es un movimiento organizado
controlado y sostenido

por el gobierno comunista
de Vietnam del Norte.

Si tiene apoyo en Vietnam
del Sur es gracias al terror,

la intimidación y el asesinato.

Uno de los hechos
deplorables de la guerra,

de cualquier guerra,

es que las víctimas no se limitan
a las fuerzas militares implicadas.

Hay víctimas civiles en Vietnam.

Y estas son una constante preocupación
para mí, mis comandantes y hombres.

Pero las víctimas civiles
no son el resultado

del uso indiscriminado de nuestras armas.

Son causadas por fallos mecánicos
o errores humanos.

Esto contrasta claramente
con la política del Vietcong,

de atacar deliberadamente a los civiles.

Jamás en la historia de las guerras,

se han tomado tantas precauciones
por los hombres que combaten.

Nunca una nación ha empleado
su poder militar

con tanta contención.

Me impresiona constantemente

todo lo que afecta a la vida de los otros,

compartida con los hombres bajo mi mando.

Saben que están para detener la
expansión comunista en el sur de Asia

y darle al pueblo sudvietnamita
la libertad de elegir.

Pero están desalentados, y yo también,

por las recientes acciones
antipatrióticas aquí en casa.

Pero me apena que
la guerra en Vietnam del Sur

es, desde el punto de vista del enemigo,

sólo una parte de un
plan de ataque prolongado

y cuidadosamente coordinado.

No entiende que la democracia
americana se basa en el debate,

y ve en cualquier protesta
una señal de desmoronamiento

y resultados humillantes.

Descorazonado por las repetidas
derrotas militares,

pero alentado por lo que considera
una oposición popular,

a nuestros esfuerzos en Vietnam,

está decidido a seguir
con su agresión desde el Norte.

Esto, inevitablemente, costará vidas.

Los magníficos hombres y mujeres
que comando en Vietnam,

se han ganado el apoyo unánime

del pueblo americano. Gracias.

La lección de Victor Charlie,

es que la respuesta a la bomba
atómica no es otra bomba atómica,

sino la forma más vieja
de resistencia humana:

la guerra de guerrillas.

Le pedimos a Fidel Castro,
que conoce el asunto,

que nos diga cómo y por qué
la guerrilla debe ganar.

El 2 de noviembre de 1965,

Norman Morrison,
un cuáquero de Baltimore,

se mató delante del Pentágono,

prendiendo fuego a sus ropas
empapadas de gasolina.

Al infligir la violencia contra sí mismo,
hasta un límite difícilmente superable,

quería concienciar sobre la violencia

infligida por sus compatriotas
a los vietnamitas.

Es difícil medir el efecto de su
sacrificio entre los americanos.

Pero los vietnamitas recibieron
su mensaje y lo comprendieron.

Uyen,

una vietnamita que vive
en París con sus tres hijos,

nos habló de Morrison
y de su mujer, Ann,

a quien Morrison escribe poco
antes de su acción:

"He visto lo que debía hacer
tan claramente como aquella noche

de un viernes de agosto,
en que supe que serías mi esposa".

Para el pueblo vietnamita,

tiene algo de increíble pensar
que un americano

se manifieste de esa forma...
sacrificándose

y sacrificando incluso
la felicidad de su propia familia,

por una causa justa.

Encuentro que...

hace falta ser infinitamente
sincero consigo mismo

y valiente, por supuesto,

para llegar a ese gesto.

Y para nosotros no solamente
el personaje de Morrison,

en fin, el gesto que hizo,

tan conmovedor,

ha suscitado no sólo la estima
y un profundo respeto

y una profunda admiración,

sino que creo que también ha aumentado

la amistad del pueblo vietnamita

hacia el pueblo americano.

América agrede a un pueblo
que no le hizo ningún mal...

nosotros nos defendemos
contra los bombardeos,

las masacres y
todas las atrocidades,

pero pensamos que en
América hay también otra guerra,

una guerra, en fin, del pueblo contra...

contra todo lo injusto.

Tenemos una gran confianza
en el pueblo americano

y ese gesto aumentó
en nosotros esa confianza,

y esa esperanza de que un día, realmente,

los dos pueblos...

en vez de... en fin,

se... unan para combatir el error.

Para entender que...

le sucedió a Norman aquel día,

debemos comenzar con...

con el artículo que estaba leyendo,

que se había publicado en París...

Era sobre la historia de un sacerdote
católico en Vietnam del Sur...

que... había visto a su gente...

masacrada...

por... bombas de Estados Unidos
y sudvietnamitas.

Y esto porque se sabía que habían
vietcongs en la comunidad,

y en algún momento se habían
refugiado en la iglesia,

en algún momento;
pero se habían ido del pueblo

cuando se pidió el ataque aéreo
sobre ese pueblo sudvietnamita...

¿Quieres bajarte?

No, quiero más té.

No, más no, estate sentada.

Este...

este artículo conmovió
profundamente a Norman.

Como casi todos saben,
se fue al Pentágono y...

y se... roció con gasolina y...

utilizó esa forma de...

de protesta;

la misma que los monjes
budistas sudvietnamitas

habían usado un par de veces antes.

Y a la hora de la comida

comencé a recibir llamadas
diciéndome lo que había sucedido.

No estaba segura...
si estaba vivo o muerto,

todos los detalles exactos hasta que...

fui aquella noche a la
enfermería de Fort Meyer.

- Mami la recojo yo.
- De acuerdo, lánzala.

Creo que ella debe estar tan
de acuerdo con su marido,

que no encuentra ese acto
tan extraordinario,

quiero decir, que creo que está
realmente de acuerdo con ese gesto,

vean esa serenidad
y ese dominio de sí misma.

Sí, la admiro... muchísimo realmente.

No tuve ningún problema
para entenderlo porque...

por la clase de persona que era Norman...

Muy a menudo a la hora de comer,

hablábamos de la incongruencia
de nuestra...

salud y prosperidad, y de
nuestros tres saludables

y adorables hijos,

en contraste con el sufrimiento
de la gente en Vietnam,

y qué difícil era aceptar que,
de alguna manera,

éramos responsables de eso,

y que teníamos que vivir con esto.

Parte de lo que debe haber
querido decir fue,

"Así es como se siente ser quemado,

como quemamos a gente,

mujeres y niños... y hombres
todos los días".

Sabía que Norman era la clase
de persona dispuesta a hacer

un sacrificio por otros
si le parecía necesario.

Actuar de otra forma le hubiese
sido insoportable.

Para algunos fue un acto
de incriminación el que

a una persona pueda importarle tanto la
humanidad como para dar su vida.

Le conté a los chicos lo
sucedido a la mañana siguiente,

y creo que lo entendieron mejor
que cualquier chico normal,

porque sabían cómo se sentía Norman.

Tina dijo: "Papi ha muerto, pero
su amor se ha extendido".

Aquellos que hasta ahora dudaban,

después de este acto pueden
tomar una posición más fácilmente.

En ese sentido él marcó el camino...

a aquellos que quieren ver la verdad,

que la quieren buscar.

Creo que todo lo que es justo y
verdadero terminará por triunfar.

Pero yo sé una cosa,

estoy absolutamente segura
de que las vidas personales

han cambiado con esto...

Cambiadas, en algunos casos,
dramáticamente, hacia...

una preocupación por la sociedad,

y creo que ha valido la pena.

Y creo que él lo repetiría
más de mil veces.

Amor, amor, amor...

amor, amor, amor...

Paz, paz, paz, paz...

Estas manifestaciones antipatrióticas
condenadas por el general Westmoreland,

van a culminar el 15 de abril de 1967.

Desde el centro de Nueva York
hasta el edificio de la ONU

y en las calles de las grandes
ciudades americanas,

más de medio millón
de personas se manifiestan.

Están el Consejo Nacional
de Iglesias, el SNCC,

el contingente de Indios de América,
el Partido Comunista,

grupos de no-afiliados y muchos otros.

Es la mayor manifestación de masas
en la historia de EE.UU.

Es también el fin de una época.

La sociedad americana
se desintegra a toda prisa

y el monolitismo del estado
no puede consolidarla.

Las fuerzas militares de
derecha, oficiales o no,

se arman como pueden,

pero comienzan a aparecer los que pasan
de la protesta a la resistencia.

Al desplegar la bandera del Frente
de Liberación de Vietnam del Sur

se identifican abiertamente
con las fuerzas revolucionarias

que atacan al imperialismo
americano en tres continentes.

Las cartillas de reclutamiento que se
queman durante esta manifestación

testimonia el movimiento de
resistencia a la movilización,

que engloba ya a varios miles
de jóvenes americanos.

También hay representantes
de la tendencia Black Power,

el poder para los negros.

Otros se han quedado en sus casas.

Se preparan para el verano.

- ¿Iréis?
- ¡No, maldita sea!

- ¿A morir!
- ¡No, maldita sea!

- ¿Por el tío Sam!
- ¡No, maldita sea!

- ¡Vietnam!
- ¡No, maldita sea!

- ¿Iréis?
- ¡No, maldita sea!

- ¿Iréis?
- ¡No, maldita sea!

- ¡Más fuerte!
- ¡No, maldita sea!

- ¡Los negros!
- ¡No, maldita sea!

- ¡Los blancos!
- ¡No, maldita sea!

- ¡Ungowa, Poder Negro!
- ¡Beep, beep, bang, bang!

- ¡Ungowa, Poder Negro!
- ¡Beep, beep, bang, bang!

¡Deberíais avergonzaros!

¿Queréis que los comunistas lleguen
hasta la puerta de nuestras casas?

Tenemos obligaciones morales y legales.

¡Y vosotros las queréis tirar
por el sumidero!

¡Al sumidero los que molestan!
¡Id y luchad!

¡Me dais risa!
¿Cómo podéis hacer esto?

¡Juntos podríamos ganar la guerra mañana!

¡Pero sois unos maricas,
eso es lo que sois!

¡Gallinas!

¡Cobardes!

¡Queremos la paz!

¡Maricas!

¡Maricas!

¡Que se oigan vuestras voces
en contra de la agresión norvietnamita!

¡Contra el reinado del terror!

¡EE.UU. no es una nación
de agresores y asesinos!

¡Lo sabéis de corazón,
todo el mundo lo sabe!

Si los norvietnamitas vienen
a la mesa de la conferencia

mañana por la mañana,

la guerra terminará
mañana por la mañana.

No protestéis sólo contra América.

NUESTROS HIJOS NO HAN
NACIDO PARA MORIR QUEMADOS.

PARTAMOS EL PAN
NO LOS CUERPOS.

NO MÁS GUERRA.

¡Dios bendiga América!

¡Egoístas! ¡Charlatanes! ¡Aventureros!

TERMINAD CON EL RECLUTAMIENTO.
DEJEN VIVIR A LOS JÓVENES.

¡Por qué no podéis
pensar por vosotros mismos!

¡A nuestros hermanos vietnamitas
no matarán los portorriqueños!

¡Paz, por favor!

¡Paz!
¡Ahora!

RESISTID AL RECLUTAMIENTO.
TERMINAD CON EL RECLUTAMIENTO.

SALGAMOS YA, TRAED A
NUESTROS MUCHACHOS A CASA.

LOS RICOS SE BENEFICIAN.
LOS POBRES MUEREN.

¡Abajo el Vietcong!

¡Si queréis la paz
debéis luchar para conquistarla!

¡Eh, Lyndon B. J.
cuántos niños has matado hoy!

¡La historia no preguntará
cuánta gente estaba allí!

La historia preguntará: ¿fue
la mayor manifestación masiva

en territorio americano
y en todo el mundo contra la guerra!

¡Y la respuesta será: sí!

Todo el problema está en que
el poder del mundo occidental

quiere controlar a todo el mundo
con la supremacía blanca del nacionalismo.

Ningún negro debe ir porque es un genocidio

contra la historiar de los negros americano.

Yo apoyo que matemos a los
vietnamitas cuando vengan a aquí.

Ellos luchan por la liberación,

la independencia, democracia
neutralidad y paz.

Y el Vietcong nunca se rendirá
ni entregará su país...

América es la responsable número
uno de todos los problemas del mundo.

El difunto presidente
Kennedy, en una visita a Brasil dijo:

que no son los comunistas
quienes crean problemas,

son los alcahuetes capitalistas
quienes crean problemas.

¡Tiene razón, así es!

Si los ricos tuviesen que ir
desaparecerían, quieren que vayas tú.

Tú eres el tonto, el simplón,
hombre, tú eres el esclavo.

Bien, si vas a Vietnam y regresas

¿quién te puede decir
no puedes hacer esto? ¿Por qué?

Si puedo ir a pelear, entonces
puedo hacer lo que quiera en...

¿Qué demonios vamos a hacer?,
no tenemos el poder.

Dicen no a la violencia,
dicen paz, paz, paz...

pero van a otro país y luchan, ¿por qué?

América es violenta, muy violenta.

Vas y mueres allá.
Por qué, ¿cuál es la razón...?

¿Qué clase de guerra es esta de Vietnam?

- ¿Estás de acuerdo con esta guerra?
- Bueno...

El mundo está en contra.

En otras palabras, usted dice que
no combatiría por su país, ¿verdad?

Quizá no se dé cuenta, pero no es contra

los norvietnamitas que peleamos,

luchamos contra los comunistas.

No entiendo por qué todos
los EE.UU. sale a la calle

y se manifiesta para no luchar por su país.

Quinientos mil manifestantes por la paz

y ustedes los llaman comunistas.

Los sudvietnamitas combaten
contra las tropas americanas...

los americanos no están seguros...

Habla como un hombre dado a la calumnia.

No acuso a nadie.

¿Conoce el proverbio indio?
¿Lo conoce?

"Usted habla con lengua de serpiente".

Ellos sólo hacen su trabajo, Johnny.

No, señor.

No necesitamos hacer un trabajo sucio,
necesitamos un trabajo limpio.

Si los malditos vietnamitas estuviesen
aquí usted no podría hablar así...

¿Qué pasa con el trabajo limpio?

¿Desde cuándo vive en este país?

¿Desde cuándo que vive en este país?

¿Desde cuándo que vive en este país?

¿Por qué grita, señor?
Como caballero puede impugnarme...

- ¿Impugnar?
- ...y aprender algo...

No me toque a mí,
ni al traje que me he comprado...

- Veo que está usted un poco alterado...
- Sí, soy un cabeza dura. No...

- Cálmese...
- Soy duro y estoy sobrio.

- ¿Desde cuándo está en este país?
- Desde esta mañana.

Oh, ¿no le gusta esto? Váyase.

- Es mi primer día...
- Váyase.

Me voy... pero, ¿ustedes
se van de Vietnam? Yo me voy...

Yo estuve en Vietnam.

¿Está bien matar?

Si matan a mis hijos sí.

¿Qué tienen de especial sus hijos
con los del resto del mundo?

Que son míos. Soy una persona...

¿Porque quiere ver a sus hijos felices
destruye al resto de los niños del mundo?

¡La supervivencia del más apto!

¡Qué madre tan egoísta!

Si estuviesen en Hanói
les habrían ejecutado a todos.

Estuve en China en 1944...

- Señor, señor...
- Si te cogían con drogas...

Perdone... si te cogían
con drogas... perdone...

¿No lee los periódicos?
"Mi país, bueno o malo, es mi país".

Eso es sólo la mitad: "Y si se
equivoca, por Dios déjenme corregirlo".

¿Puedo hacerle una pregunta?
¿Quién tiene la ahora razón?

- ¿Quién tiene razón?
- ¿El vietcong, los rusos o nosotros?

¿Quién tiene razón? Le hice una
pregunta deme una respuesta.

El que asesina está mal, el que
empieza una guerra está mal.

Sí, pero, ¿quién se equivoca ahora?

Si matas en legítima defensa está bien...

¡Usted no me contesta!
¿Quién tiene la razón?

Los Estados Unidos no tienen razón.

¿Y los otros sí la tienen?

Porque... una cosa...

¡Es sólo gracias a las leyes
del Congreso que usted sigue vivo!

¿Dónde va?, escuche mi opinión...

¿Me está tomando el pelo?
¿Estamos equivocados?

Cada día hay gente que muere en Vietnam,

y ustedes se quedan aquí
como un montón de idiotas...

¡No saben lo que es una bomba!
¿Saben lo que es una bomba?

¡Les voy a enseñar lo que es una bomba!

¡Esto es una bomba!

¡El cielo y la tierra pasarán,

pero mis palabras no pasarán, dijo Él!

¡Y según esto, llega el Juicio Final!

¡El Juicio Final!

¡Es el fin! ¡Jesús llegará pronto!

¡Na... palm!

¡Naaa... palm!

¡Vietnam!

¡Vietnam!

Ahora lo entiendo.

¿Qué quiere decir napalm?

¿Nadie sabe lo que es napalm?

No, yo no.

¿Qué es napalm?

Napalm es gelatina de gasolina
que se usa en Vietnam...

para quemar gente y pueblos...

¿Qué es napalm?

El napalm es gelatina de gasolina.

Gelatina de gasolina.

¿Nunca oyó hablar del napalm?

Sí, he visto fotos de personas
en llamas muchas veces...

Eh, soldado... ¿Qué es napalm?

Niños como este han sido
quemados con napalm.

Niños como este... y gente como ustedes,

gente adulta quemada sin motivo alguno...

Ni siquiera está pasando algo
que cualquiera pueda ver.

Y por eso es...
que no paran esta guerra...

No habrá nada... nada...

Estoy en Vietnam peleando en la guerra.

Prueba documental... de que los
americanos han matado vietnamitas...

Grita, venga grita.

Estoy feliz de informar que

los campos del monstruo se han bombardeado

al menos en lo tocante a hoy.

Sí, es un mundo sucio...

incluso el menor arañazo puede infestarse.

Por eso necesita una tirita,

mantiene la suciedad fuera
y deja que entre el aire que cura.

Así que proteja cualquier
arañazo con una tirita.

¿Listo? Apunte, apreté el botón y
60 segundos después...

es como abrir un regalo.

Carmichael repite su llamado
contra la guerra en Vietnam.

Hablan de que no quieren ser violentos

y el bufón te agarra y te envía a Vietnam.

Y luego regresas y dices:
"No creemos en la violencia".

Está bien disparar a los amarillos,

está bien dispararle a todos los demás,

pero Dios, no dispares a este blancucho.

Debéis reconocer de qué están hablando.

Lyndon B., Jackson K. te dicen
que la violencia nunca consigue nada.

Si toda la gente les hace caso, ¿por qué
no usan ahora la no violencia en Vietnam?

La cuestión va a ser poner
la máxima presión sobre el enemigo.

Tenemos que machacarlos.

De hecho, peleamos una guerra de desgaste

y la única alternativa
es una guerra de aniquilación,

que creo hemos descartado
por razones políticas.

Por tanto, no se ve el final,
debemos prepararnos

para luchar mejor en los días venideros.

Es cierto que aquí, muchos americanos dicen:

"Antes muerto que rojo".

No lo creen, de veras,
esta gente quiere vivir.

No les importa luchar en esta guerra

mientras esté a diez mil millas
de distancia.

Lo peor que podría sucederle
a la moral americana

es que hubiese daños en una
ciudad de sus propias costas.

Los americano no saben
lo que es vivir bajo las bombas.

Se sienten muy felices
manteniendo una guerra

a diez mil millas de sus propias costas.

La guerra que los EE.UU. mantiene ahora

es una guerra para suprimir
los movimientos revolucionarios

en todas partes.

No podemos ganar la guerra de Vietnam.

En unos minutos esta película terminará.

Ustedes saldrán de la sala y la mayoría
encontrará un mundo sin guerra.

Así es el nuestro, y sabemos cuan
fácil es olvidar algunas realidades.

Estamos lejos de Vietnam,

y el Vietnam de nuestras
emociones e indignaciones

está tan lejos del auténtico Vietnam,
como lo esté la indiferencia.

Vivimos en una sociedad que llevó
muy lejos el arte de esconder sus límites,

su propio vértigo y, sobre todo,
su propia violencia.

Esta guerra no es un accidente histórico,

ni la solución tardía
de un problema colonial,

está ahí, a nuestro alrededor,
en nuestro interior.

Comienza cuando nos damos cuenta de que
los vietnamitas luchan por nosotros,

y al valorar nuestra deuda
con ellos al respecto.

Puesto que los vietnamitas dicen:

"Parar la guerra sí, pero no
a cualquier precio",

decimos que no son razonables.

Es cierto que los vietnamitas
no son razonables,

es cierto que están locos esos vietnamitas,

y que su intransigencia violenta
hábitos ligados a nuestros privilegios.

Pero la locura vietnamita es, quizá,
la sabiduría política de nuestro tiempo.

Y el primer movimiento honesto
que podemos hacer hacia ellos,

es tratar de mirar su desafío de frente.

Ante este desafío la elección de
la sociedad de los ricos es muy simple:

o bien esta sociedad deberá destruir
físicamente todo lo que se resiste,

y es una tarea que se arriesga
a sobrepasar sus medios de destrucción,

o bien deberá lograr una
transformación total.

Y quizá eso es pedir demasiado
a una sociedad en el culmen de su poder.

Si rehúsa esta elección,

tendrá que sacrificar las
ilusiones que le dan seguridad,

aceptar esta guerra de pobres
contra ricos como inevitable

y perderla.